Nacido en «1968 en el mismo hospital que Gorbachov» y crecido como «un muchacho soviético modelo siguiendo todas las fases de la educación comunista», Filonenko, desde el principio, rechazó el cristianismo, considerado muy aburrido. «Nos habían enseñado que la religión sólo era una forma de compensación. Si estabas enfermo y débil, tenías necesidad de la muleta de la religión para caminar; si eras ateo, en cambio, no la necesitabas. Y yo me sentía fuerte».
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