María Santísima, Madre de Dios, pasa inadvertida, como una más entre las mujeres de su pueblo. -Aprende de Ella a vivir con “naturalidad”.
María, Maestra de oración. -Mira cómo pide a su Hijo, en Caná. Y cómo insiste, sin desanimarse, con perseverancia. -Y cómo logra. -Aprende.
Soledad de María. ¡Sola! -Llora, en desamparo. -Tú y yo debemos acompañar a la Señora, y llorar también: porque a Jesús le cosieron al madero, con clavos, nuestras miserias.
La Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, aquietará tu corazón, cuando te haga sentir que es de carne, si acudes a Ella con confianza.
El amor a la Señora es prueba de buen espíritu, en las obras y en las personas singulares. -Desconfía de la empresa que no tenga esa señal.