[Retiro ofrecido a un grupo de laicos de la Renovación Carismática en Lima, Perú, para el Pentecostés 2013.]
* Hay la idea de que ser pobre o ser humilde es señal de cobardía, debilidad o incapacidad de defender lo que uno cree y valora.
* El filósofo anticristiano Friedrich Nietzsche, por ejemplo, veía en la moral cristiana un ejemplo de lo que es “moral de esclavos.”
* Lo que nos muestra la Biblia con respecto a los Pobres de Yahvé es muy diferente. Esta es gente que se ha decepcionado de todo y de todos: ya no les creen a los poderosos y por eso son más inmunes que el resto de la humanidad a las promesas vacías y a las amenazas continuas.
* Así entendida, la pobreza une estrechamente a la verdad y a la libertad. El exhibicionismo y la arrogancia, tan propios del que se cree fuerte o quiere impresionar, es algo que no existe en el que vive la espiritualidad de la pobreza.
* Claramente la libertad de acción de la Virgen María, que sale de sí misma para servir a su anciana pariente Isabel, o la libertad de Jesús, aún niño, cuando interpela a los Maestros de la Ley, hablan de esa dignidad recuperada que no suele asociarse con la pobreza pero que en realidad está ahí, por una razón muy sencilla: a menos ídolos, más presencia y fuerza de Dios.