“No van a rezar por ellos mismos, que ya están en la presencia de Dios disfrutando de la vida eterna a falta de la resurrección final. Y si rezan por nosotros, es que tienen conocimiento de lo que pasa en esta orilla de la vida, de la Iglesia. A nadie puede extrañar que en el cielo no haya ignorancia de lo que ocurre en la tierra. Y a nadie debe extrañar que la comunión de los santos supere la frontera de la muerte física, de manera que si Dios conoce nuestras necesidades estando en vida, ese conocimiento lo compartan aquellos que son “semejantes a Él” porque le ven cara a cara (1ª Juan 3,2)…”
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