Ni ciego ni atolondrado

Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. -Porque te da esto y lo otro. -Porque te han despreciado. -Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes. Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. -Porque creó el Sol y la Luna y aquel animal y aquella otra planta. -Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso… Dale gracias por todo, porque todo es bueno.

No seas tan ciego o tan atolondrado que dejes de meterte dentro de cada Sagrario cuando divises los muros o torres de las casas del Señor. -El te espera. No seas tan ciego o tan atolondrado que dejes de rezar a María Inmaculada una jaculatoria siquiera cuando pases junto a los lugares donde sabes que se ofende a Cristo.

Más pensamientos de San Josemaría.

El desastre de las relaciones prematrimoniales

“Aunque está claro que la gran mayoría de las parejas no llegan vírgenes al matrimonio, pues se han acostado y en muchos casos han convivido juntos ya antes de su matrimonio, mi experiencia de confesor y de consejero me hace estar muy claramente en contra de ese tipo de relaciones, que considero ciertamente contraproducentes…”

relaciones prematrimoniales

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Evento de Predicación en Bogotá, Domingo 30 de Septiembre!

En la Casa de los Santos Ángeles, y con motivo de la Fiesta de los Santos Arcángeles. Si estás en Bogotá, NO FALTES. Estos son los datos:

Dirección: Calle 56 # 35-30 – BOGOTÁ

Horario: 9 AM – 6 PM

Aporte: $12.000

Más informes, Tel: (57-1) 221-9550 y (57-1) 221-9831

Advertencia contra la guerra total

80. El horror y la maldad de la guerra se acrecientan inmensamente con el incremento de las armas científicas. Con tales armas, las operaciones bélicas pueden producir destrucciones enormes e indiscriminadas, las cuales, por tanto, sobrepasan excesivamente los límites de la legítima defensa. Es más, si se empleasen a fondo estos medios, que ya se encuentran en los depósitos de armas de las grandes naciones, sobrevendría la matanza casi plena y totalmente recíproca de parte a parte enemiga, sin tener en cuanta las mil devastaciones que parecerían en el mundo y los perniciosos efectos nacidos del uso de tales armas.

Todo esto nos obliga a examinar la guerra con mentalidad totalmente nueva. Sepan los hombres de hoy que habrán de dar muy seria cuanta de sus acciones bélicas. Pues de sus determinaciones presentes dependerá en gran parte el curso de los tiempos venideros.

Teniendo esto es cuenta, este Concilio, haciendo suyas las condenaciones de la guerra mundial expresadas por los últimos Sumos Pontífices, declara:

Toda acción bélica que tienda indiscriminadamente a la destrucción de ciudades enteras o de extensas regiones junto con sus habitantes, es un crimen contra Dios y la humanidad que hay que condenar con firmeza y sin vacilaciones.

El riesgo característico de la guerra contemporánea está en que da ocasión a los que poseen las recientes armas científicas para cometer tales delitos y con cierta inexorable conexión puede empujar las voluntades humanas a determinaciones verdaderamente horribles. Para que esto jamás suceda en el futuro, los obispos de toda la tierra reunidos aquí piden con insistencia a todos, principalmente a los jefes de Estado y a los altos jefes del ejército, que consideren incesantemente tan gran responsabilidad ante Dios y ante toda la humanidad.

[Constitución Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 80]

Teorias y Modelos del Yo, 2 de 2

Escuela de Vida Interior, Tema 19: Teorías del YO que han cimentado el relativismo.

Para distinguir entre el falso y el verdadero conocimiento de sí mismo conviene hacer un recorrido por la historia, la filosofía y la psicología, aunque sea brevemente. En esta ocasión nos referimos a tres personajes del siglo XX que ilustran las raíces del pensamiento subjetivista y relativista de nuestra época.

Carl Gustav Jung (1875-1961) fue por un tiempo discípulo de Sigmund Freud, con el cual tiene algunas coincidencias. Lo mismo que Freud, Jung considera que la luz de lo consciente es comparativamente muy pequeña, de manera que la mayor parte de lo que uno “es” pertenece al dominio de lo inconsciente.

Pero Jung se distancia de Freud en varias cosas. Para Jung lo inconsciente no necesariamente está determinado por contenidos de origen sexual o libidinoso. Freud cree haber encontrado algunas puertas hacia lo inconsciente, por ejemplo, la libre asociación (el hablar sin inhibiciones, tipo desván), la interpretación de los sueños, o el examen de los mecanismos de defensa. Para Jung, en cambio, el inconsciente es lo no-consciente y no-conscienciable: no existe un método real que lleve a lo no conocido y cognoscible.

Otra diferencia entre estos dos pensadores es que para Jung lo inconsciente no es individual en su origen. Todo lo contrario. De hecho, el proceso más importante del crecimiento personal es la “individuación,” es decir, el proceso que lleva desde el “inconsciente colectivo,” que es como un depósito profundo e indiferenciado de arquetipos, hacia las opciones y decisiones de la persona como individuo. El proceso de “negociación” entre el subsuelo de imágenes y referencias comunes, por un lado, y las opciones que el individuo va tomando, es exactamente lo que constituye el “crecimiento personal.”

Debe destacarse que, por su misma naturaleza de “inconsciencia,” los arquetipos no son ni buenos ni malos, ni verdaderos ni falsos. Desde una perspectiva Jungiana no tiene sentido preguntarse si Dios existe o si el demonio realmente tienta a las personas. Lo único que importa es que hay seres humanos para los cuales hay colosales arquetipos como “la divinidad” o “la maldad en persona.” Por eso la religión no pertenece, según Jung, al terreno de lo verdadero.

La lógica consecuencia es que el proceso que él llama de “individuación” no está ligado a parámetro alguno de tipo objetivo. Simplemente, cada uno ha de aprender a reconciliarse con sus zonas oscuras y aprender a convivir con sus demonios (algo muy semejante predicó Anselm Grün en Colombia, 2012).

Jean Paul Sartre (1905-1980), filósofo francés, icono del existencialismo de la postguerra, llegó a convertirse en una especie de profeta para un mundo profundamente desencantado, incapaz de fiarse de los grandes relatos de la razón o de la fe.

En continuidad temática con el existencialismo de Kierkegaard, pero en profunda discontinuidad con la atmósfera cristiana de este último, Sartre percibe la contingencia infinita de la vida misma. Declara entonces que la vida es “una pasión inútil;” no se puede extraer sentido o significado de la vida: hay que dárselo. Según él, la existencia precede a la esencia, es decir: cada quien, en las opciones que toma por el camino del existir, va configurando su esencia, lo que es.

Si es un hecho firme que la vida carece de significado más allá de las decisiones del individuo, predicar un sentido para la existencia es engañar, y si de tal engaño se vale uno para crear una institución robusta y poderosa, como puede ser un gran partido político o una gran comunidad de creyentes, hay que hablar de “mala fe.” La mala fe, según Sartre, es el modo de obrar de aquel que sabe, porque no puede ignorar, la contingencia de la vida, pero pretende actuar como si las cosas no fueran así.

La única manera de librarse de la mala fe, es instalarse en la desprotección honesta de la autenticidad, esto es, asumir la existencia sin lo que él considera “máscaras” o mentiras. Por supuesto, esto implica “liberarse” de la idea de Dios y avanzar sin esperar nada de las cosas (ni de las personas).

John Lennon (1940-1980) puede bien considerarse como el profeta de otro modo de individualismo. Su muy famosa canción Imagine describe un mundo en el que hay paz porque ha desaparecido toda autoridad y toda referencia sobrenatural. Para Lennon lo único realmente importante es que cada quien encuentre algo que realmente lo apasione y luego se deje guiar por esa inspiración o llamado. desde esa perspectiva, las instituciones que pretenden señalar caminos y comportamientos a las personas, por ejemplo, las iglesias, los partidos políticos, o los patriotismos, son prisiones para la verdadera libertad y para el verdadero yo.

Una idea semejante encontramos en el escritor popular Paulo Coelho. Según éste, cada persona tiene que seguir el llamado del propio corazón, porque cada uno va escribiendo en cada día de su vida una página más de un relato irrepetible. Tales pensamientos son de muy buen recibo en una cultura que quiere centrarlo todo en las decisiones de un yo desconectado de cualquier referencia exterior, bajo la premisa de que toda influencia es negación, opresión o supresión.

El mundo postmoderno, el mundo que vive bajo el doble eclipse de la razón y de la fe, ha sido denunciado por el Papa Benedicto XVI, quien ha mostrado con agudeza que no es verdad que el declinar de la fe sea victoria de la razón, ni mucho menos que el oscurecimiento de la razón sea un amanecer para la fe. Muy al contrario, nuestros contemporáneos, especialmente nuestros jóvenes, sufren la fragmentación, incluso la pulverización, de su yo bajo la tiranía del dogma que prohíbe al corazón alcanzar la Verdad con mayúscula.

Otro será el lenguaje si entra Cristo en la escena.

* * *

Este tema pertenece al Capítulo 02 de la Escuela de Vida Interior; la serie completa de los diez temas de este Capítulo 02 está aquí:

is.gd/vida_interior_02

La serie de TODOS los temas de esta Escuela de Vida Interior está aquí:

is.gd/vidainterior

Por que la confesion?

¿Por qué la confesión?

El sacramento de la reconciliación no «está de moda» hoy en día. Veamos por qué.

–¿Afectan a Dios nuestras faltas morales?

Sí, por eso las llamamos pecados.

El pecado rechaza el amor a Dios y a nuestros hermanos. «El Amor no es amado».

El pecado constituye un mal para el hombre mismo. Es un acto de autodestrucción, que desfigura en nosotros la imagen de Dios. ¿Un padre debe mantenerse indiferente ante la degradación de su hijo?

El pecador hace a Dios materialmente cómplice de su pecado, pues utiliza la energía creatural que Él le comunica para contrariar la voluntad divina.

–¡El pecado es un asunto entre Dios y yo!

«Mientras tú no ardas en la llama del amor, muchos morirán de frío» (Mauriac)

–Yo me confieso a Dios directamente, como los protestantes.

Los católicos también lo hacen al final del día cuando hacen el examen de conciencia y piden perdón a Dios por sus culpas, pero esto no basta.

–¿Por qué?

Porque Jesús ha dicho a sus apóstoles: «A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados» (Jn 20,23). Con estas palabras autoriza y confía Jesús la práctica de la confesión sacramental a los sacerdotes. Y la historia del sacramento de la penitencia es la expresión progresiva de esta toma de conciencia en la Iglesia.

–¿Por qué Cristo ha elegido esta forma de perdón?

Dios se complace en actuar a través de intermediarios: así actúa en el nacimiento, la cultura, el bautismo, la educación religiosa… Haciéndose nuestro confidente, el otro –el sacerdote– nos representa sensiblemente al Otro –Dios– Y ese diálogo con él aviva nuestra fe.

–¡Es dificil confiarse a una tercera persona!

«Hay en el hombre un deseo innato de confiarse a alguien. A a falta de confesarse a un sacerdote, uno se confía al primero que llega. El éxito de los psiquiatras, psicólogos y consejeros de todo tipo se explica por esta necesidad» (Mons. Gouyon)

–¿Pero no es el sacerdote también un pecador?

Su absolución sigue siendo válida. «Cuando Pedro bautiza es Jesús quien bautiza. Cuando Judas bautiza es Jesús quien bautiza» (San Agustín).

¡El que absuelve siempre es Cristo! En Él es el Padre quien acoge a su hijo y lo estrecha contra su corazón (Lc 15,11-32).

–¿A quien confesarse?

En caso de urgencia se acude al primer médico que se encuentra; pero habitualmente es mejor acudir a alguien que conozca al enfermo.

–Hay personas que se confiesan y no valen mas que los demás.

¿Qué sería de ellas sin la confesión? El Padre Foucauld, pese a sus dudas, aceptó en una ocasión confesar sus pecados. A partir de entonces su fe se fortaleció y su vida sufrió un profunda transformación.

– Pero siempre caemos en las mismas faltas

Para estar aseado ¿no debemos atender todos los días a nuestro cuidado personal? Practicar este sacramento no sólo nos da la certeza del perdón, sino también la sanación de nuestra conciencia. Este «nuevo bautismo» no sólo suprime los efectos del mal, sino que se remonta a la causa del mismo. Y el diálogo con el confesor forma parte integrante de su misterio.

–Cada vez se comulga más… y se confiesa menos. Las faltas graves parecen no ser un obstáculo para la comunión.

No olvidemos la solemne advertencia de San Pablo: «El que come el pan y bebe del cáliz del Señor indignamente, come y bebe su propia condenación» (1Co 11,27-29).

En el Amor humano es inconcebible la comunión de los cuerpos sin la armonía de los corazones. La violación nunca ha sido causa de reconciliación… En la Eucaristía Cristo se ofrece a nosotros en forma inefable e indefensa. No debemos hacer violencia a Cristo en este sacramento, sería un sacrilegio, sino reconciliarnos con Él antes, en ese diálogo de amor que es la confesión.

Confesar es también un acto de comunión, es un acto de amor que para ser hecho no requiere una previa falta grave. La limpieza del alma nos conduce el encuentro pleno de la Eucaristía.

–¿Qué pensar de las celebraciones comunitarias del sacramento de la Reconciliación?

La preparación comunitaria nos ayuda a conseguir la mejor disposición para recibir el sacramento. «Hay una comunión entre todos aquellos que se confiesan. En el corazón de la Iglesia Esposa se presentan ante el esposo en la verdad total» (Von Speyr).

–¿Qué valor tiene la absolución colectiva sin confesión personal?

Es legítima en caso de peligro de muerte o de necesidad grave a juicio del obispo; pero no dispensa de la contrición ni de la obligación de reparar. Perdona todos los pecados, incluso los más graves, pero la Iglesia exige que el cristiano, en espíritu de penitencia, se comprometa a confesar a un sacerdote estos últimos pecados en la primera ocasión que encuentre.

• «A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados» (Jn 20,23)

Yves Moreau es el autor de Razones para Creer. Texto disponible por concesión de Gratis Date.

Siete habitos negativos de las citas amorosas y del noviazgo a corto plazo

La palabra en inglés “dating” describe la costumbre norteamericana de salir con varios chicos o chicas con miras a encontrar el futuro cónyuge (o bien para divertirse). Cada región en la América Latina tiene su propia expresión para especificar esta práctica que ha descendido a la América Latina en los programas de TV y las películas. En Paraguay uno «está de festejo» o «está festejando». En Chile es el «pololeo». Este fascinante artículo, escrito por un norteamericano, ha observado las deficiencias y los peligros del sistema de “dating” o como el autor dice, «las citas amorosas a corto plazo» y nos quiere mandar una fuerte advertencia.

Cuidado con el dating

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Ministros Extraordinarios de la Eucaristía

Pregunta: ¿Qué es un “ministro extraordinario de la Eucaristía”? Gracias. – Bruno Medina.

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Hermano, lo que sigue es la mejor exposición que he encontrado. Está tomada de CATHOLIC.NET.

En muchas ocasiones, cuando asistimos a la misa dominical nos hemos topado con el curioso fenómeno de ver una larga fila en el momento de la comunión. Algunos laicos, hombres o mujeres, se acercan al sacerdote para ayudarlo a repartir la comunión. Nos asalta la duda: ¿quiénes serán esas personas? ¿Es correcto lo que hacen? ¿Puedo yo ayudar de la misma manera?

Esas personas son los así llamados ministros extraordinarios de la sagrada Comunión. Es un ministerio laical contemplado en la Iglesia Católica y estipulado en el Canon 230, párrafo tercero del Derecho Canónico que dice: “Donde lo aconseje la necesidad de la Iglesia y no haya ministros, pueden los laicos, aunque no sean lectores ni acólitos, suplirles en algunas de sus funciones, es decir, ejercitar el ministerio de la palabra, presidir las oraciones litúrgicas, administrar el bautismo y dar la sagrada Comunión según la prescripción del derecho”. Y en el canon siguiente (231) establece que para ejercer este ministerio laical se requiere de la debida formación, conciencia y generosidad.

De esta manera los laicos pueden ayudar en una forma activa a los párrocos en la distribución de la Comunión, tanto en la misa como fuera de ella.

Para la constitución de este ministerio se requiere la existencia de una necesidad dentro de la Iglesia. ¿Cuál es esa necesidad? El documento pontificio Immensae caritatis del 23 de enero establece específicamente los casos en que la Iglesia considera que existe esa necesidad y son los siguientes:

a) Que no haya sacerdote, diácono o acólito que pueda repartir la comunión.

b) Que habiéndolos, no puedan administrar la comunión por impedírselo otro ministerio pastoral, o la falta de salud o la edad avanzada.

c) Que sean tantos fieles los que pidan la comunión que sería preciso alargar demasiado la Misa o la distribución de la comunión fuera de ella.

De esta manera podemos estar seguros de que la Iglesia siempre mira por las necesidades de sus hijos. Y de esta manera, bien sea por criterios de practicidad para obviar filas inmensas que retraerían a muchos de acercarse a recibir la comunión o prácticamente no daría tiempo de repartirla, o ante la falta de sacerdotes o personas idóneas como en el caso de las misiones, la Iglesia vela por hacer accesible el Cuerpo de Cristo a quien lo necesite.

Para recibir este ministerio el mismo documento Immensae caritatis pide que el fiel, hombre o mujer que será instituido como ministro extraordinario de la Sagrada Comunión, deba estar adecuadamente instruido y ser recomendable por su vida, por su fe y por sus costumbres. Incluso utiliza unas palabras muy exactas sobre la idoneidad de la persona, que transcribo a continuación. “No sea elegido nadie cuya designación pudiera causar admiración a los fieles”.

¿Quieres ayudar a la Iglesia católica? ¿Has pensado en cuantas personas dejan de recibir a Jesucristo en los hospitales, en las cárceles, en los asilos de ancianos o en sus casas, porque el párroco no tiene prácticamente el tiempo y no tiene personas que le ayuden?

Quizás tú puedas ser un ministro extraordinario de la Sagrada Comunión. Acércate a tu párroco y ponte a su disposición.