La vida que le hace falta a este mundo nuestro

Precisamente tu vida interior debe ser eso: comenzar… y recomenzar.

En la vida interior, ¿has considerado despacio la hermosura de “servir” con voluntariedad actual?

Si no eres señor de ti mismo, aunque seas poderoso, me causa pena y risa tu señorío.

Que tu agradecimiento se manifieste en un propósito concreto.

Un secreto. -Un secreto, a voces: estas crisis mundiales son crisis de santos. -Dios quiere un puñado de hombres “suyos” en cada actividad humana. -Después… “pax Christi in regno Christi” -la paz de Cristo en el reino de Cristo.

Procura lograr diariamente unos minutos de esa bendita soledad que tanta falta hace para tener en marcha la vida interior.

Más pensamientos de San Josemaría.

ESCUCHA, Agresividad y depresion juveniles, sus causas y una respuesta

* Es frecuente culpabilizar a los jóvenes de las conductas inapropiadas que les conocemos: agresividad (pandillas), depresión, individualismo, escapismo, y otras. Es importante darse cuenta del papel que la rabia (indignación) tiene en el origen de esos malestares. Y aún más urgente descubrir que esa rabia brota de una doble sensación de engaño y de traición.

* Engaño, por ejemplo, en el caso de la publicidad, que ofrece de muchos modos una felicidad esquiva y falsa; traición cuando vemos que las instituciones más venerables, incluyendo la misma Iglesia, han fallado miserablemente en ser coherentes con sus propios estándares y sus líneas más claras de acción.

* Por eso Jesús es absolutamente irreemplazable. En sus palabras y obras, el Señor se muestra tan verdadero, que despierta de modo profundo nuestra confianza.

* La sanación de la juventud sigue el mismo proceso de la sanación en toda otra edad: empieza por el reconocimiento de nuestra verdad, que incluye el dato fundamental de que somos pecadores y víctima de pecado; y sigue por el reconocimiento del amor que salva, el de Cristo.

Memoria de Caleruega

El idioma castellano toma su nombre de aquella amplia región de España que va señalada, en la geografía y en el alma, por castillos y fortalezas. Y doy un ejemplo: de lo alto del Torreón de los Guzmanes, en la antigua y noble Caleruega, se defendía, primero con los ojos y luego con las armas, el tesoro invisible pero precioso de la fe. Para eso estaban esas murallas, que pueden seguirse aquí y allá por la ribera del Duero: para descubrir desde la distancia al que viene sin ser invitado.

Torreón de los GuzmanesPero hablar así es demasiado eufemismo. El nombre que tiene esa amenaza no deja confusión para el cristiano de la Edad Media: los moros. Por temor a ellos, y para hacerles frente, los castellanos han levantado sus castillos. Bien entienden que la tierra que cultivan y habitan es cosa disputada. Saben de avances y retrocesos, batallas y emboscadas, combate y sangre; mucha sangre. Tradiciones aún más antiguas hablan del paso de El Cid. En largos atardeceres de verano los juglares recuerdan hazañas sobrehumanas que piden digna continuación. Improvisados cantantes e instrumentos se juntan para celebrar a un tiempo la alegría de ser libre, de ser cristiano y de ser victorioso. El ideal caballeresco se imprime así con vivos colores en las mentes de los niños, y pareciera que los jóvenes sólo tienen un motivo real de queja: que les ha tocado en suerte una época donde hay muchos menos combates y por tanto, así les parece, muchos menos héroes y titanes.

Mas aquellos campos conocen también otro tipo de batalla. La cosecha no es siempre buena, y el hambre no es visitante ajena, aunque nadie la quiera, por supuesto. Bien se nota que la vida no está amenazada sólo por la lanza o la porra: adentro las entrañas se quejan del alimento escaso y duro; afuera la piel protesta por falta de abrigo. En vano se rebusca entre castaños lo que hayan olvidado las aves y las fieras. ¿Qué solución habrá? ¿A quién acudirá la madre aturdida de dolor por la triste cantinela de los críos? ¿Qué camino no ha oteado el labriego de manos forzadamente ociosas?

Una fila de menesterosos se forma espontánea cerca del mismo Torreón que defiende la fe. Allí donde se protegen las almas encontrarán remedio también los cuerpos. A la puerta del Torreón, sonriente y discreta, una buena señora reparte algo de sopa humeante y hogazas generosas de pan crujiente. Se llama Juana, la de Aza, y es sabido que viene de noble cuna, como que su padre fue tutor del muy famoso Alfonso X. Pero ella de nada presume. Su mente está en la tarea y su único afán es que también hoy se repita el prodigio que sabe hacer la caridad, y nadie se quede con hambre.
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Documentos que iluminan y orientan

“Desde aquí se pueden consultar todos los documentos oficiales publicados por la Conferencia Episcopal Española desde 1966, año de su creación: cerca de mil documentos de la Asamblea Plenaria, la Comisión Permanente, el Comité Ejecutivo y las Comisiones Episcopales, además de los documentos públicos emanados de la Presidencia y de la Secretaría General, y las notas de prensa de la Oficina de Información…”

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Como pueden ayudarse las naciones

86. Para esta cooperación [internacional en el orden económico] parecen oportunas las normas siguientes:

a) Los pueblos que están en vías de desarrollo entiendan bien que han de buscar expresa y firmemente, como fin propio del progreso, la plena perfección humana de sus ciudadanos. Tengan presente que el progreso surge y se acrecienta principalmente por medio del trabajo y la preparación de los propios pueblos, progreso que debe ser impulsado no sólo con las ayudas exteriores, sino ante todo con el desenvolvimiento de las propias fuerzas y el cultivo de las dotes y tradiciones propias. En esta tarea deben sobresalir quienes ejercen mayor influjo sobre sus conciudadanos.

b) Por su parte, los pueblos ya desarrollados tienen la obligación gravísima de ayudar a los países en vías de desarrollo a cumplir tales cometidos. Por lo cual han de someterse a las reformas psicológicas y materiales que se requieren para crear esta cooperación internacional. Busquen así, con sumo cuidado en las relaciones comerciales con los países más débiles y pobres, el bien de estos últimos, porque tales pueblos necesitan para su propia sustentación los beneficios que logran con la venta de sus mercancías.

c) Es deber de la comunidad internacional regular y estimular el desarrollo de forma que los bienes a este fin destinados sean invertidos con la mayor eficacia y equidad. Pertenece también a dicha comunidad, salvado el principio de la acción subsidiaria, ordenar las relaciones económicas en todo el mundo para que se ajusten a la justicia. Fúndense instituciones capaces de promover y de ordenar el comercio internacional, en particular con las naciones menos desarrolladas, y de compensar los desequilibrios que proceden de la excesiva desigualdad de poder entre las naciones. Esta ordenación, unida a otras ayudas de tipo técnico, cultural o monetario, debe ofrecer los recursos necesarios a los países que caminan hacia el progreso, de forma que puedan lograr convenientemente el desarrollo de su propia economía.

d) En muchas ocasiones urge la necesidad de revisar las estructuras económicas y sociales; pero hay que prevenirse frente a soluciones técnicas poco ponderadas y sobre todo aquellas que ofrecen al hombre ventajas materiales, pero se oponen a la naturaleza y al perfeccionamiento espiritual del hombre. Pues no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt 4,4). Cualquier parcela de la familia humana, tanto en sí misma como en sus mejores tradiciones, lleva consigo algo del tesoro espiritual confiado por Dios a la humanidad, aunque muchos desconocen su origen.

[Constitución Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 86]

La libertad

Texto elocuente del P. Jorge Loring, verdadero jesuita:

Pocas palabras son más seductoras que LIBERTAD.

Pero por desgracia esta palabra se entiende mal.

Para muchos la libertad es hacer lo que les apetece. Esto es ser esclavo de los instintos.

Y los instintos son ciegos.

Por eso deben subordinarse a la razón.

La verdadera LIBERTAD es la capacidad de poder elegir entre dos valores auténticos.

Pero elegir el mal porque apetece es una esclavitud.

Por eso las normas son necesarias para que el hombre serealice como persona humana.

Aunque a veces las normas no gusten. Pero si la vid no se poda no da fruto.

Las vías del tren obligan, pero ayudan a avanzar y a llegar.

Si el tren, para ser libre, se sale de la vía se despeña.

Por eso Dios nos ha dado unos mandamientos.

No para quitarnos la libertad, sino para ayudarnos a llegar a la gloria eterna, que es la única razón por la cual estamos en este mundo.

El cristiano se siente libre, no porque hace lo que quiere, sino porque quiere hacer lo que Dios manda.

Obedece a Dios voluntariamente.

Porque Dios no quita la libertad para lo bueno, sino para lo malo.

Con esto ayuda al hombre.

Elegir lo malo es una equivocación.

Quitar la libertad para lo malo es un bien.

El ludópata quiere libertad para jugarse el dinero, pero es un esclavo de su vicio. Lo mismo el drogadicto o el maníaco sexual. Son esclavos.

Yo soy libre cuando elijo lo que me perfecciona como persona humana.

Liberadas de que?

“En términos generales, la liberación de la mujer ha sido la gran estafa de la propaganda feminista. ¿A qué mujer hemos liberado? ¿A la madre española que va todo el día agotada entre su trabajo profesional y el de su casa? ¿A la doméstica dominicana? ¿O a la abuela que se queda con sus hijos mientras ella acude a trabajar?”

liberadas?

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El orante

4. ¿cuál es la B del ABC de la oración? La B es quién ora. ¿Soy yo el que ora solamente, o antes invoco al Espíritu Santo para que me acompañe en la oración? Y el Espíritu viene en el nombre del Padre y del Hijo. Viene como Maestro de la oración.

Recordemos que la Escritura nos dice que nosotros no sabemos orar y no sabemos pedir, y que el Espíritu Santo nos ayuda y conduce en la oración: “Nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables” (Rm 8, 26).

Dice el Santo y Real Magisterio: “El Espíritu Santo, cuya unción impregna todo nuestro ser, es el Maestro interior de la oración cristiana. Es el artífice de la tradición viva de la oración. Ciertamente hay muchos caminos en la oración como orantes, pero es el mismo Espíritu el que actúa en todos y con todos. En la comunión en el Espíritu Santo la oración cristiana es oración en la Iglesia” (CEC 2672).

[Autor: Juan de Jesús y María.]

Sacerdotes con y sin celibato

“No se trata de consolarse con que los otros también están mal. Pero sí de advertir que el problema de la falta de clérigos no está en el celibato, sino en el clima espiritual donde deben surgir las vocaciones…”

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