“Cuando se habla de afroamericanos no hay por cierto que olvidar que también estas poblaciones han sido componentes del intenso y complejo mestizaje que es nota característica de los pueblos latinoamericanos. Esto es evidente cuando se observa la población brasileña, cubana y otras. “Una y plural”, América Latina no es “una suma de pueblos y etnias que se yuxtaponen”. La diversidad étnica y cultural existente en América Latina es evidente, pero reconocerlo no equivale a caer en un multiculturalismo ideológico que pretende desagregar América Latina en un mosaico incomponible, dividida y contrapuesta en compartimentos estancos. El católico mexicano Vasconcelos, ministro de educación durante la Revolución mexicana, se refería eufórica y poéticamente a América Latina, pero basándose sobre un corposo dato real, como el lugar del encuentro de todas las razas, el crisol de la “raza cósmica”. Sin embargo, el mestizaje latinoamericano ha sido incompleto y desigual, pues no ha acabado de incorporar “todas las sangres”.”La historia de los afroamericanos – se lee en el documento final de Aparecida (n. 96) – ha sido atravesada por una exclusión social, económica, política y, sobre todo, racial, donde la identidad étnica es factor de subordinación social. Actualmente son discriminados en la inserción laboral, en la calidad y contenidos de la formación escolar, en las relaciones cotidianas y, además, existe un proceso de ocultamiento sistemático de sus valores, historia, cultura y expresiones religiosas (…). De modo que, descolonizar las mentes, el conocimiento, recuperar la memoria histórica, fortalecer espacios y relaciones interculturales, son condiciones para la afirmación de la plena ciudadanía de estos pueblos”…”
Click!