210. ¡Oh muerte, qué amargo es tu recuerdo para el hombre que vive en paz entre sus bienes, para el varón desocupado a quien todo le va bien! (Sir 41,1)
211. No temas la sentencia de la muerte; recuerda tus comienzos y tu fin. Esta sentencia viene del Señor sobre toda carne. ¿Por qué desaprobar el agrado del Altísimo? (Sir 41,3-4)
212. Las reflexiones del hombre y el miedo de su corazón es la cuestión del futuro, el día de su muerte. (Sir 40,2)
213. Con el reposo del muerto deja que repose su memoria; consuélate de él después de su partida. (Sir 38,23)
214. Llora al muerto, pues la luz lo abandonó; llora también al necio, porque perdió la inteligencia. Llora menos por un muerto, porque ya descansa, pues la vida del necio es peor que la muerte. (Sir 22,11)