Ejercicios sobre el perdón: Práctica No. 2

ReconciliaciónAfectividad

Colócate en una posición cómoda, cierra los ojos, respira profundamente y con suavidad. Ahora imagina que estás en un lugar agradable, cómodo y seguro, advierte la paz que sientes allí. Estás muy a gusto, en calma y en completa relajación. Inspira, y siente cómo te invade una tranquila fuerza.

Ahora piensa en una persona que te provoque algún resentimiento, puede ser del pasado o alguien a quien ves cada día. Forma su imagen en tu mente. Inspira y siente tu fuerza interior. Al dejar salir el aire, salen con él el temor y la inquietud. Ahora invita a esa persona a que venga a ese lugar seguro en el que estás. Inspira y siente la integridad que hay dentro de tu ser, permítete mirar a esa persona.

Comienza a comunicarte con esa persona, a manifestarle los pensamientos y sentimientos que hasta ahora has tenido callados. Con valor y buena disposición, cuéntale la verdad de tu experiencia. Ahora escucha lo que esa persona te dice. Centra toda tu atención en atender a sus palabras y a los sentimientos que tal vez hay detrás de ellas. Sin prejuicios y con paciencia, escucha. Escucha todo lo que tenga que decir, pon atención a la verdad que se esconde detrás de sus palabras. Deja de lado toda acusación, toda crítica, deja de lado el orgullo que se aferra al resentimiento. Inspira hondo y siente la integridad que llevas dentro de tu ser.

Mira a esa persona a los ojos. Deja marchar todo tu temor y ve más allá de su temor. Suelta la carga del resentimiento y permítete perdonar. Deja marchar las críticas y ve con una nueva claridad. Mira más allá de los errores y equivocaciones de esa persona y ve su integridad. La miras nuevamente a los ojos y dejas que los aparentes problemas que se interponían entre ustedes se vayan desvaneciendo hasta que desaparecen. Inspira y siente tu fuerza interior. Si hay alguna otra cosa que deseas decirle, tómate unos momentos para hacerlo.

Ahora dejas marchar el pasado y ves a esa persona como si en este momento la vieras por primera vez. Cada uno de ustedes sabe ahora quién es realmente el otro. Con esa sensación de libertad que va más allá del entendimiento, te despides y la observas marcharse.

Ahora te ofreces a ti ese perdón, dejando marchar todo sentimiento de culpabilidad, las autoacusaciones. Dejas marchar las autocríticas, haces sitio en tu corazón para ti, te abres el corazón, con la seguridad de que siempre mereces tu amor. Siente cómo aumentan tu libertad y tu alegría a medida que abres totalmente el corazón a tu poder de amar, de vivir plenamente.

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