Hacia una Hermenéutica del Género
¿Sí se justifica que las diferencias anatómicas o genitales marquen tantas cosas en la Iglesia? ¿No pertenece todo ello a una etapa de la Historia de la cual felizmente el mundo ya va saliendo, a medida que las discriminaciones quedan atrás?
No creo que sea buena idea reducir el género a la genitalidad. Esa no es buena antropología ni mucho menos buena teología. Dios no hizo dos seres idénticos a los que luego añadió mecanismos apropiados de copulación. Ser hombre o ser mujer no es en la Biblia asunto de cromosomas, como de tanto en tanto se plantea. Para saber qué es ser hombre y qué es ser mujer hemos de buscar el plan de Dios en la creación y no simplemente ir al ADN o a revisar la anatomía.
Yo creo que la razón de ser de la sexualidad no la aclara la sola ciencia, mucho menos esta ciencia moderna que tantos límites epistemológicos tiene. No despreciamos a la ciencia, pero la sexualidad humana hunde sus raíces en el designio del Creador. No está oculta, entonces, sino que hemos de buscarla en la Escritura y en la vida de la Iglesia.
Y todo ello es sólo una parte del tema. La otra parte es: qué quiere decir eso de �ordenarse.� Algunas mujeres católicas hace un tiempo consideraron que la cosa ya estaba clara y decidieron que ordenarse era participar como sujeto receptor en el ritual católico de la ordenación sacramental. Pero, ¿es eso ordenarse?
Volvamos al tema del género. Hoy hay gran polémica no sólo por la inclusión o no exclusión de mujeres a los ministerios ordenados, sino por la noción misma de género. No son sólo las mujeres las que están siendo excluidas ni el acceso al ministerio es la única forma de exclusión. Es, si se quiere, peor la condición de los homosexuales o los transexuales, por citar dos ejemplos. Por ello vemos surgir vigorosos movimientos que reivindican el derecho a la opción sexual. ¿No está quedándose la Iglesia, por lo menos la Iglesia jerárquica, burocrática, conservadora, al margen de todos esos procesos, que son los que darán rostro al mundo de mañana?
La Iglesia no nace de los �vigorosos movimientos� que cada sociedad tiene en determinadas épocas. Basta con mirar a los tiempos de la predicación de los Apóstoles. ¿Cuáles eran las vigorosas tendencias sociales de la época? Ciertamente, no la virginidad; tampoco el martirio. Y sin embargo, mártires y vírgenes sembraron con increíble visión de esperanza la palabra del Evangelio, y de sus sudores y de su virtud nos beneficiamos todos.
No cabe concebir una Iglesia que se convierta en esclava de las tendencias o las presiones de cada época; por lo menos, no si estamos hablando de la Iglesia que nació de la Cruz de Cristo. Lo que testifica la Biblia es casi lo contrario de lo que Ud. sugiere con su pregunta. Lo que testifica la Biblia es que muy a menudo la verdad del mensaje está en la opción de la minoría. El Papa Juan Pablo II ha predicado esto muchas veces, sobre todo al dirigirse a los jóvenes: un cristiano tiene que estar listo a ir contracorriente.
Por otra parte, Ud. habla del futuro de la Iglesia. Me veo obligado a repetirme, hasta cierto punto. Una Iglesia que se disuelve en la corriente acariciadora de los gustos dominantes tendrá presente –quizás– pero no futuro. El futuro pertenece más a quien se convierte en alternativa, precisamente porque puede indicar una dirección.
Bueno, pero es que la categoría �género� no es bíblica. Ni siquiera está en la Biblia…
A ver, la Biblia enseña que sí hay diferencias entre hombres y mujeres. El nombre global que damos a esas diferencias es lo que llamamos género. No hay que temer usar vocablos que no estén en la Biblia para referirnos a realidades bíblicas. Los cristianos, ya de antiguo, usaron términos como �persona,� que no recibe definición de un versículo particular; mas de ello no deducimos que la Biblia no diga nada sobre la persona humana.
Según Ud., ¿sobre qué bases hay que hablar de género en la Biblia?
Hay más de un camino de aproximación, sin duda. Yo personalmente creo que hay por lo menos dos temas de extremada relevancia en cuanto a género y ministerio. Uno, el más obvio, cómo aparecen hombres y mujeres en los textos; dos, qué imágenes de género representan a Dios y en qué medida y manera.
Pero, ¿es fiable lo que obtengamos de esos análisis, dado que la Biblia fue escrita casi en su totalidad por hombres, es decir por varones? Lo que uno esperaría es que la cultura patriarcal que domina toda aquella época haya dejado su impronta en todo, especialmente al tomar los �caminos� que Ud. menciona. Y aún más, si me permite: romper el esquema patriarcal nos llevaría a comprender con mayor profundidad la belleza del amor de Dios, plenamente equitativo e inclusivo. No romperlo implica reproducir relaciones y concepciones de poder, en la iglesia y en la familia, injustas, discriminatorias y excluyentes.
Ese modo de ver lo �patriarcal� asume gratuitamente demasiadas cosas; entre otras:
1. Es mejor un amor equitativo e inclusivo que el amor que se suele llamar �patriarcal,� porque este amor patriarcal implica una concepción de poder injusta, discriminatoria y excluyente.
2. Aunque la Biblia está escrita desde esa discriminación, no la denuncia, sino que una y otra vez la reproduce.
3. Luego el criterio para juzgar a la revelación no es la revelación sino los conceptos de igualdad, equidad e inclusión que nosotros tenemos ahora.
Obviamente la Biblia es escrita por hombres, pero si en ella no hay nada que pueda superar los condicionamientos de los hombres, ¿a cuento de qué habríamos de considerarla Palabra de Dios? El modo hermenéutico que quiere explicar la Biblia desde sus supuestos �condicionamientos,� como esto de la cultura patriarcal, ya ha sido probado extensamente: explicar la Biblia por la cultura semita o las culturas circundantes; por los condicionamientos psicológicos (Freud decía que todo en la Biblia se reducía a problemas con la imagen paterna); por los conflictos sociales; por las deficiencias en el lenguaje (Bultmann)… Todo eso ya ha sido probado.
El esquema básico es:
1. Hay un sistema (cultural) que ha condicionado a los hagiógrafos, cosa entendible y además inevitable en cuanto seres humanos que son.
2. Ellos han expresado una verdad que en sí misma es esencial, pero que, según el punto anterior, viene envuelta en unos condicionamientos que de suyo no son parte de la revelación como tal.
3. Nosotros estamos seguramente condicionados de otra manera que ellos, pero aun así sabemos que podemos desprender a la revelación esencial de su corteza accidental.
4. Es eso esencial lo que debe ser predicado y enfatizado, celebrado y divulgado por los creyentes en Cristo hoy en día.
El resultado tiene un nombre: Desmitologizar la Biblia; algo así como �purgarla;� dejar sólo �la nuez� de la revelación. ¿Fruto de ello? Un manojo de incoherencias y desacuerdos entre los �expertos,� y hordas de ex-cristianos en huida al agnosticismo.