Izquierda y Derecha (4a. parte)

Lo Siniestro y lo Oculto

Su insistencia en lo oculto del obrar de la Izquierda nos hace recordar que la sinistra del latín sirvió para llegar tanto a lo siniestro como a la izquierda en las lenguas modernas. ¿Algo así insinúa Ud.?

Yo quiero destacar que la Izquierda hace denuncias correctas y claras, en muchos casos, pero luego hay dos temas que no son tan claros: las intenciones detrás de esas denuncias y quién sacará provecho de ellas. Juntemos a eso el hecho de que la conquista del poder a menudo implica un proceso de trabajo en la sombra… y entenderemos por qué hay un algo oscuro en el estilo general de la Izquierda.

¿A qué se refiere con trabajo �en la sombra�?

A ver… es una constatación de hechos. Los métodos de la Izquierda, no siempre por culpa de la misma Izquierda, han sido los del ocultamiento: desde la guerra de guerrillas, como en Cuba, hasta los mensajes SMS y las protestas �espontáneas� frente a las sedes del PP en la víspera de las elecciones que dieron la victoria a Zapatero en España, hay siempre un golpe de astucia, salida ingeniosa o mecanismo opaco. Ahora, yo sé que si preguntáramos a los que han logrado así sus victorias, ellos tendrían sus propias versiones de las cosas. Nos dirían que había que ir más allá de las reglas, porque las reglas las ha impuesto el poder, el establecimiento…

¿Y no es así?

Es y no es. Lo que quiero decir es que detrás de la astucia puede estar una causa noble… o simplemente el cinismo de quien quiere lograr sus propias metas. Es muy difícil saberlo. Lo cierto es que la Izquierda es amiga de lo nuevo, lo imaginativo, lo que rompe esquemas. Por eso mismo está pronta a aliarse en todo género de pactos para lograr el poder. Carece de la solidez de una doctrina única porque sabe aprovechar un hecho, y es que la gente conoce mucho de lo que no quiere pero no tiene esa misma claridad sobre lo que quiere. El arte político, la estrategia de la Izquierda, es esa: detectar el descontento, o producirlo y agrandarlo, con el propósito de subirse al caballo de otros y llegar con él al poder. Hay algo de siniestro en eso, no puede negarse.

¿Considera Ud. que es un fenómeno global?

Tanto como la globalización misma. Mire Ud. el caso del Foro Mundial. Se les ha unido mucha gente, pero ¿realmente están unidos o solamente juntos? Es relativamente fácil gritar �no� a la guerra en Iraq y por eso no resultó difícil llenar calles y calles de manifestantes. Si luego entrevistamos a esos manifestantes y les preguntamos no qué rechazan sino qué pretenden descubrimos que estaban realmente juntos en la protesta pero no en la propuesta. He oído el testimonio de personas que estuvieron en esas manifestaciones aquí en Europa: había desde lesbianas propugnando por el derecho a la auto-inseminación hasta ONGs de cuño franciscano. Basta suponer qué sucedería si un movimiento tan amorfo lograra el poder. ¿Sería poder para quiénes y en pos de qué metas? Esto para ilustrar cómo la Izquierda hace en todas partes todo género de pactos, pero luego el poder queda en manos de… no se sabe bien quién.

¿Ud. diría que el manejo del poder es más transparente en la Derecha?

La verdad, no lo creo mucho. Los vicios son distintos pero no faltan. Y es bueno que lo pregunte porque alguien podría pensar que aquí se trata sólo de desacreditar a la Izquierda.

¿Si la Izquierda es tan siniestra, la Derecha es luminosa en sus vicios?

Acepto la dosis de crítica que conlleva su pregunta. Los movimientos torcidos que lamentablemente suelen rodear a la búsqueda y la conservación del poder están por todas partes. Es un asunto de matices o de estilos, más bien.

¿Y cuál es el estilo de la Derecha?

Yo diría, por comprimir todo en una imagen, que es el estilo de la corte. La Derecha gusta de la unidad y se siente segura en torno a la unidad, que significa el Rey, el Papa, el Emperador. Cualquiera de ellos, en la medida en que son representantes de instituciones visibles, existe físicamente y mora en un lugar determinado; cuenta con un número de horas determinado; puede ser amigo íntimo de un número también determinado de personas. Todas estas determinaciones de lugar, tiempo y personas originan lo que podemos llamar el espíritu de la curia o el estilo de la corte. Su esencia, como vemos, está en que la condición humana del Rey causa, quizá sin pretenderlo, una distinción o una serie de distinciones y barreras: quiénes tienen acceso al Rey y quiénes no; quiénes pueden estar cerca de él, con quiénes descansa, a quiénes confía sus cosas, y así sucesivamente.

Como diría Nietzsche, todo esto es �humano, demasiado humano,� y asimismo es perfectamente real. Las decisiones, una vez puestas en decretos solemnes o en leyes que llevan el sello lacrado del Rey, parecen palabras casi intemporales y gozan de una especie de aroma de eternidad. Sin embargo, a menudo tales decretos han sido �cocinados� en los lugares y circunstancias más inusuales o inesperados y en diálogos que no tenían horizonte de eternidad sino horizonte de practicidad o incluso de conveniencia.

¿Ud. cree que eso sucede también en la Iglesia?

Sí.

¿Y cómo se puede seguir creyendo en la Iglesia y en la palabra del Papa si tantas palabras oficiales y solemnes tienen orígenes tan prosaicos?

Sigo con la frase de Nietzsche; no me aparto de ella. La Iglesia es humana. ¿Qué? ¿Nos vamos de ella, y qué? ¿Serán más sanas las logias masónicas, o los politburós, o las Dumas? Yo creo en la Iglesia con mucha fuerza y con los ojos muy abiertos a la vez. Dios me dijo que creyera, no que no pensara; me invito a creer no a dejar de ver.

Ahora bien, se puede conversar sobre las razones para creer en la Iglesia, y esas son muchas, pero creo que se resumen en una palabra: la santidad. Así como he visto miserias que apestan he visto santidad que deslumbra. Y estoy completamente de acuerdo con el pensamiento de Juan Pablo II cuando dice que el verdadero avance, tanto en la Iglesia como en la sociedad, lo hacen los santos.

(continuará…)