- Di mal ejemplo y lamentablemente hubo quien me imitara.
- El dolor frente al que fui indiferente.
- Las personas a las que lastimé o causé daño de cualquier forma.
- Las palabras necias, vulgares o groseras que salieron de mi boca.
- Las promesas que no cumplí.
- Las cosas que compré y que no necesitaba o que nunca utilicé.
- El tanto tiempo y mucho esfuerzo que mostré para conceder algún perdón.
- Los ratos en que he podido y debido orar más y sobre todo con más amor.
- No haber corregido a tiempo a los que tenía que haber educado mejor.
- Haber callado tantas palabras de reconocimiento, elogio o ánimo para quienes lo merecían y necesitaban.
- Haber huido tantas veces de la Cruz.
- La soledad de Cristo en el sagrario me duele.
- Haberme quejado mucho más de lo que he agradecido.
- Atribuirme los triunfos a mí y los fracasos a las circunstancias.
- Ser cómplice de chistes contra Dios, la fe o la Iglesia.
- ¡Tanto tiempo simplemente perdido; tiempo que ya no puedo recuperar!
- Haber perturbado la inocencia de alguien o bloqueado los sueños de algún otro.
- Aprovecharme de que alguien me quería para sacar algún provecho.
- Disfrutar la adulación aun sabiendo que es falsa.
- Personas a las que no visité porque me parecían poco interesantes, educadas o útiles.
- Me faltó amar; amar mucho más a Dios y muchísimo más a mi prójimo.
Primero publicado en mi cuenta de Twitter.