Dos Epifanías, ¿O Tres?

Como en Colombia la Epifanía se celebra el primer domingo después del 1° de enero, y ne Irlanda se celebra siempre el 6 de enero, este año he tenido dos Epifanías. O quizá tres, porque mis padres cumplen hoy 44 años de casados. Hoy los he llamado, y la respuesta de mi papá a mi saludo no podría ser más elocuente: “Aquí, hijo, con mi novia de hace 44 años…” Asi los hemos conocido y admirado, como dos que han sabido amarse y han impregnado el amor de los hijos que Dios les dio.

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Un poco despistado…

Si lo que querían era despistarme, lo lograron.

Ahora resulta que la gente se está volviendo expresiva en Irlanda. Llego al convento y la señora Liz, que atiende varias cosas en la casa y es como enfermera me sonríe y saluda de mucho beso en la mejilla. ¡Cuándo en mis tiempos! Angela y Mónica, que trabajan a meido tiempo en otros oficios de la casa, lo más querido del mundo, mucho saludo, mucho preguntar cuántas semanas me había ido y así sucesivamente.

Fr. Tom y el Prior con gran abrazo de saludo, y para colmo de extrañeza, el mismo prior, Fr. Adrian, me invita junto con uno de los estudiantes a que salgamos a tomar algo en algún sitio cercano aquí en el centro de Dublín.

¿Se debe al tiempo que ya he pasado aquí? ¿Se debe a las invitaciones del Maestro de la Orden, que pedía una renovación de la vida de comunidad? No lo sé. Pero lo disfruto.

Salida

Salgo temprano para Dublín. Espero escribir nuevamente ya desde Irlanda. Gracias por quienes oran por este servidor: ¡les debo tanto!

Despedidas

Abrazos, carreras, correos breves, llamadas urgentes, maletas que no cierran, regalos que casi se olvidan, lágrimas apenas retenidas, sonrisas de gratitud, una plegaria a media voz, un corazón que siente todo y calla. Dios bendiga a mi Colombia. Dios tenga piedad del mundo.

Preciosa Fiesta

Tal vez la Misa de Epifanía más bella de mi vida ha sido la de hoy en el Hogar de la Santa Trinidad.

¡BENDITO DIOS!

Más quisiera escribir, pero el tiempo no da.

No cesa el dolor

En todo el mundo las celebraciones de año nuevo han tneido un matiz y tono de tristeza. No es para menos. Tantas personas sin hogar, sin esperanzas, sin salud, sin sus amigos o parientes…

De repente, la fragilidad se impone con fuerza. De repente, las seguridades revelan su flaqueza.

No debemos olvidarnos de los que están tristes. Para muchos de ellos lo peor apenas empieza.

Hay dolores que van más allá de las palabras. Lo del Sureste de Asia es así. Y en silencio y con amor; en plegaria y unión de corazones enviamos dinero y bendiciones. Sólo Dios va más allá de toda pregunta y de toda respuesta.

Sin temor

Cuando éramos niños, era costumbre con mis hermanos llamar a este día 25 de diciembre “el día de que los Medina no tengan miedo.” Las razones seguramente provenían de nuestros juegos infantiles relacionados con las conquistas intergalácticas y las colosales guerras de héroes maravillosos.

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En Santo Domingo

Celebré la noche de Navidad en el Convento de Santo Domingo. Había niños. Muchos niños. Muchísimos, de todos los tamaños y colores. Parlanchines, risueños, indisciplinados: niños-niños. Presidió el P. Olvani y tuve el gusto de concelebrar la Misa con el P. Pardo, a quien tanto le debo desde los orígenes mismos de mi vocación sacerdotal y dominicana.

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Agilidad y Eficiencia

Muy a menudo nos quejamos todos de las fallas o deficiencias de las oficinas, sobre todo si son públicas. Justo es reconocer en voz alta cuando uno se lleva sorpresas agradables.

Hoy 23 fui a ampliar mi pasaporte que por razón de uso se iba quedando sin páginas. Encontré un lugar amplio donde recibí la información correcta y a tiempo. La fecha me ayudó: ya casi todos los viajeros internacionales se habían ido. Fue grato salir de la sección de pasaportes en un total de menos de 35 minutos con todo resuelto y al día. ¡Viva Colombia!