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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
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41.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
41.2. Es importante que tú sepas y que prediques con claridad que la Virgen María no es la “productora” de la carne de Cristo, sino su Santísima Madre. Así como el Cuerpo del Santísimo Señor Jesucristo estuvo enteramente en el vientre de María, de modo semejante su Alma fue rodeada del amor y del cuidado de María. No podía ser de otro modo, si es verdad que ella es su verdadera madre.
Continuar leyendo “41. María, Verdadera Madre del Hijo de Dios”
The Wonders of the Lord
Martin, the Miracle-Maker
What We Can Learn from St. Martin To-day
309.1. Aunque un sacramento no es un sentimiento ni depende de si se siente mucho o poco, hay un modo en que puede decirse que hay que “sentir” la gracia de los sacramentos, y en particular la gracia que el sacramento deja en el alma.
309.2. Los sacramentos no deben ser tratados como momentos, ni debe entonces pensarse que es la fuerza de tu memoria la que mantiene eficaz el sacramento en lo que sigue de tu vida después de celebrarlo. Digamos por caso, tú no tienes ningún recuerdo de tu bautismo–un día que yo en cambio conozco muy bien–y sin embargo la gracia bautismal está actuando en ti todos los días, como fundamento real de todas las demás gracias que recibes de Dios.
309.3. Esto supuesto, sí que es importante que sientas esa gracia permanente, no por tu sola memoria, sino por un acto voluntario de unirte a lo que Cristo hizo cuando el sacramento fue celebrado. Puedes hacerte una idea de lo que digo si piensas en las parejas que después de diez o veinte años de matrimonio renuevan sus compromisos y se repiten una vez más las palabras por las que se entregaron el uno al otro. Obrando así, ellos no están solamente recordando lo que vivieron sino que están invocando a Cristo para que obre de nuevo en ellos como obró aquella vez.
309.4. Es una falencia que no se haga algo parecido para los sacerdotes. Es verdad que existen formularios en el misal para que el sacerdote aplique la Santa Misa por sus propias intenciones, e incluso hay un formulario para el aniversario de la propia ordenación sacerdotal. Pero observa la diferencia: cuando el sacerdote celebra así la Misa está celebrando la gracia sacerdotal que le permite celebrar ese banquete eucarístico pero ¿cuándo celebrará el hecho de haber recibido la unción que lo hizo sacerdote? Es decir, hablo aquí no de celebrar lo que él puede hacer a favor del pueblo de Dios, sino de celebrar y agradecer que él ha sido hecho capaz de hacer lo que hace.
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He ido publicando en archivos de audio algunas inspiraciones más recientes. Para los que gustan de leer y meditar las Palabras del Ángel les puede servir saber esto.
El link es este.
He recibido oportunamente el mensaje de confirmación de la elección que los frailes capitulares han realizado en la persona de nuestro querido hermano José Gabriel Mesa Angulo. Pienso que no exagero al decir que asistimos a un hecho que hace historia en el caminar de nuestra Provincia, porque no ha sido costumbre entre nosotros elegir para un periodo inmediatamente consecutivo a los priores provinciales. Va por delante mi saludo a Fray José Gabriel y la promesa de mis oraciones, pues soy consciente que no es leve la tarea y se requiere que todos apoyemos con espíritu fraterno, generoso y orante.
Continuar leyendo “Mensaje de saludo y felicitación al Prior Provincial con su Consejo”
40.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
40.2. Hermano y amigo, nota que en más de una ocasión Nuestro Señor Jesucristo hizo diferencia entre “los servidores” y “el hijo” (cf. Mt 21,33-42; 22,2-10; Lc 15,11-24). En todos estos casos aparece la diferencia entre servir a Dios y ser amado de Dios. A los siervos les corresponde trabajar para su amo; al hijo, recibir el amor de su Padre, sea en forma de herencia, de boda o de banquete.
Without Love I Am Nothing
Martin of Charity
What We Can Learn from St. Martin To-day
La extrema crueldad y la fría planificación de sus crímenes horroriza el alma. Estamos ante un hombre que impedía a los parientes hacer luto por un fallecido pues el luto por un enemigo del gobierno era considerado una señal de rebelión contra el gobierno, y por lo tanto podía ser castigado con cárcel, tortura o lo que considerara el tirano. Decenas de fosas sin nombre, que sólo aparecerán con los años, contienen el testimonio de una sevicia sistemática que en su silencio grita clamando justicia. Todos los errores de los Estados Unidos en esta guerra no pueden hacernos equivocar en una cosa: Hussein pertenece al tenebroso club de los déspotas ávidos de sangre humana; es uno de esos seres que desafían el sentido de la palabra “humanidad.”
Y sin embargo, es inoportuno y torpe condenarlo a muerte. Me siento orgulloso de mi Iglesia Católica que pronto se ha pronunciado para decir palabras como estas: “no se pude pagar un crimen con otro crimen.” Por boca del Cardenal Renato Martino, Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, quien evocó la enseñanza de Juan Pablo II al respecto, nuestra Iglesia ha recordado que las sociedades actuales cuentan con los medios para evitar que un convicto vuelva a delinquir y “no hay necesidad de la pena capital”.
Pero además de las razones teológicas y éticas en contra de la pena de muerte hay numerosas razones prácticas que hablan en su contra. He aquí lo que sucederá si el derrocado presidente de Iraq es ejecutado.
Continuar leyendo “Por qué hay que oponerse a la pena de muerte para Saddam Hussein”
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Camina despacio y tiene Alzheimer.
Ya lo sabe, y sus ojos tienen el aspecto de una perpetua despedida.
Austin sabe que su propio ser le huye.
Cada día desconoce un poco más de lo que ahora es.
Cada día, lo último que recuerda de sí mismo está más lejos.
Pero no hay amargura en su mirada.
Se aferra a lo esencial.
Sonríe si se equivoca; pide ayuda con frecuencia.
Si recuerda un buen chiste no duda en contarlo.
Convive con su propia perplejidad; ha hospedado sin rencor al absurdo.
Hoy se me humedecieron los ojos.
El pobre viejo se ve angustiado: no sabe dónde dejó el bastón.
Pocas cosas le acompañan tanto como ese recio bastón.
¿De qué sirve un bastón firme que ya no está?
Como tanteando el aire camina por el convento, y de pronto me lo encuentro.
Me pregunta por su bastón; es su angustia en este momento.
Los ojos reflejan grave preocupación: sin el bastón su movilidad se reducirá aún más.
Suspendo lo que estoy haciendo.
Nada me importa; sólo sé que él necesita su bastón.
Intento imaginar dónde lo ha dejado; subo, bajo, y no acierto a encontrarlo.
Mientras busco frenético, el hombre se aleja.
Anochece, es avanzado el otoño, y entre las sombras, Austin se me aleja.
Va camino de su habitación sujetando el aire, pidiendo permiso a la tarde.
No se acuerda de mí, ni recuerda que yo busco su bastón.
Pero le hace falta, le hace mucha falta, y se me parte el alma.
Pido a Dios que me ilumine, y mi plegaria es escuchada.
Colgando de una caneca, camino de uno de los baños, está el bendito bastón.
Llevo mi trofeo a la habitación de Austin.
Está de pie y mira por la ventana.
Luego me mira, sonríe y agradece. Pero sé que no sabe cómo me llamo.
Agarra su bastón como un niño su juguete.
“Haz una lista de los tontos,” me dice.
“Ponme de primero en esa lista,” agrega.
Siento dolor de que se maltrate y le digo muy serio:
“Eso no lo digas nunca, Austin.”
Entonces sonríe y se corrige, como un niño recién regañado.
Me repite que está agradecido.
Le repito que no ha sido nada.
Levanta la mano y me bendice en latín. Creo que no recuerda la bendición en inglés.
Y me voy llorando porque Cristo me ha bendecido.
Pienso que la incoherencia es algo demasiado común en la raza humana y que–lamentablemente–no es la herencia ni el sello propio de un determinado grupo de personas, sean o no creyentes. La incoherencia tiene que ver con la fragilidad, a veces; con la conveniencia, a veces; con la ignorancia, otras veces más. nuestros ideales se desconectan de nuestras obras y nos volvemos incoherentes por muchas causas, y me atrevo a pensar que no está en nuestro poder eliminarlas absolutamente todas.
Continuar leyendo “La fe, más allá de las incoherencias”
39.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
39.2. Hay algo que puede extrañarte en algunos momentos: la presencia continua del mal en tu vida y en tu mundo. Aquella expresión de Pedro, «Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar» (1 Pe 5,8), parece no dejar espacio a la paz. ¿Cómo descansar seguro, cómo conservar la serenidad con semejante enemigo a las puertas? Hoy quiero enseñarte a cultivar la paz en medio de las dificultades. Porque no es gran cosa permanecer en alabanza y gratitud a Dios mientras todo marcha como tú quisieras; lo notable y bello es avanzar en la paz mientras los dardos del enemigo zumban junto a tu cabeza.
Man of Prayer
A Contemplative Man
What We Can Learn from St. Martin To-day
295.1. La paz de tu mente la pierdes cuando el mundo no obra como tú esperarías. La contradicción entre tus expectativas y lo que termina sucediendo te desconcierta y te obliga a reajustar tus planes e incluso tus deseos, y por eso sientes incomodidad o impaciencia.
295.2. Ten en cuenta que no suele estar en tu mano tomar control de todo lo que suceda a tu alrededor. Eso no lo puedes ajustar; lo que sí puedes ajustar son tus expectativas, y fue de eso de lo que te habló Nuestro Señor cuando se describió a sí mismo con estas palabras: “El Hijo del Hombre no ha venido para ser servido sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20,28).