Los Hechos
El primer comercial de televisión sobre toallas higiénicas femeninas, en mis recuerdos, presentaba a dos amigas que se disponían a ir a un paseo en compañía de muchos otros chicos y chicas. Una dice a la otra: “Pensé que no vendrías…” y la otra responde: “¡SERENA me salvó el paseo!” Eso debió suceder hacia 1972. Con el tiempo supe que SERENA era la marca de esas toallas y supe también que ese paseo se hubiera podido arruinar debido al periodo menstrual de esa muchacha.
Por supuesto, las toallas femeninas u otros recursos similares han mejorado de muchos modos la higiene, salud y calidad de vida de millones de mujeres, que se sienten más “serenas” para llevar una vida simplemente normal sin temor de que los ritmos de su cuerpo las pongan en evidencia o incomodidad con otros. Yo no estoy en guerra contra las toallas. Tengo otros adversarios más importantes.
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Usualmente se distingue entre dos tipos de cirugías plásticas: reconstructivas y estéticas. Las primeras, como su nombre indica, intentan recuperar una función o aspecto de alguna parte del cuerpo humano que por deficiencia genética, accidente o enfermedad se han deteriorado o perdido. Ejemplo: el labio leporino o paladar hendido, que es una condición de nacimiento; la reconstrucción de una parte de la piel de una persona después de un accidente o de una condición dermatológica grave; y así sucesivamente. Con respecto a esta clase de cirugías el parecer moral de la Iglesia es sumamente favorable y prácticamente la única limitación es que no vayan a poner en peligro la salud o la vida de la persona.
He no-recibido millones de no-dinero. Me he no-alegrado de no-recibir no-dinero. Todos estos trabalenguas son para destacar cuánto florecen los timos y estafas a través de correos electrónicos que le prometen a uno que se ha ganado esta vida y la otra. Según ellos, en esta última semana solamente he recibido decenas de millones de dólares, que han de juntarse a otros tantos millones de euros, libras esterlinas, yenes y dólares canadienses. Todos los días gano más y más no-dinero en una proporción y velocidad que harían palidecer de envidia a Bill Gates o Donald Trump. Además, en contra de lo que dice el refrán, en mi caso se supone que uno sí puede ganarse la lotería sin comprarla porque hay gente tan caritativa que busca a quién darle unos cuantos millones y, a falta de mejores ideas, busca en listas de correos electrónicos.
63.1. Si sucediera en el mundo un diluvio que todo lo anegara, pero no como aquel diluvio de que te habla la Escritura (Gén 6,13-22), que llenó de muerte, sino un diluvio de sensatez y de sabiduría, muchas cosas cambiarían en la raza humana. Una de ellas, tal vez la primera, sería la manera de orar.
Cuando éramos estudiantes de filosofía y de teología, pocas puertas nos resultaban tan amables como la del Padre Marco Tulio Prieto, a quien poco a poco todos nos acostumbramos a llamar “Prietico.” Su puerta era como una entrada al mundo de la misericordia, porque sin nombramiento oficial, él se había convertido en confesor de muchos de nosotros. Había quien decía que Prietico asentaba su popularidad en su proverbial sordera o avanzada edad–dos factores que lo harían atractivo para que uno completara la tarea siempre difícil de confesarse. La verdad es que, aunque tuviera limitaciones para escuchar, uno sentía bien que a través de esos oídos se llegaba sin dificultad a un corazón sabio y bondadoso, bien dispuesto a devolver la paz perdida y a brindar el consejo oportuno.
El reverendo Ian Paisley, jefe del Partido Unionista Democrático (DUP, por su sigla en inglés) y Martin McGuinness, senador del partido republicano Sinn Fein, hasta hace poco enemigos irreconciliables, son ahora Primer Ministro y Vice Primer Ministro en el gobierno de Irlanda del Norte, con sede en Belfast. La gente habla de poco menos que un milagro.
62.1. El lenguaje es expresión de la vida. Te escucho decir “yo quisiera…,” y te pregunto: ¿Por qué no “quieres” simplemente? Los actos de la voluntad se hacen más perfectos cuanto más simples y directos. Espero que pronto comprendas la fuerza y belleza que tiene una voluntad llana y limpia, recta y nítida.
Las recientes elecciones presidenciales en Francia han despertado enorme interés en toda Europa. No sólo por el papel de liderazgo que Francia tiene en la Unión Europea sino porque lo que se decide en París termina afectando por vía de imitación o por efecto dominó al resto del continente, y más allá. No debemos olvidar que las revueltas de 1968, que sacudieron el mundo Occidental, tuvieron allí su epicentro, así como el proyecto, hoy moribundo, de una Constitución Europea tuvo ahí su estocada decisiva.