66.1. Aunque hay igualdades fundamentales entre los seres humanos, ellas son de tal naturaleza que se abren a una diversidad inagotable. En efecto, vuestras facultades propias, como la inteligencia y la voluntad tienen una identidad básica, pero tienen también una apertura radical hacia el objeto que les es propio, a saber, la verdad para la inteligencia y el bien para la voluntad.
66.2. Eres semejante a tus hermanos los hombres en que también ellos, lo mismo que tú, estáis llamados al bien y a la verdad, pero como no estáis predestinados a un bien particular o a una verdad única, resulta así que de la unidad de naturaleza y de especie nace la diversidad de los individuos.

La Ecología es la ciencia que mira a los seres vivos en relación con su entorno y por ello mismo en la complejidad de sus mutuas relaciones. Es una ciencia con nombre hermoso porque la raíz “eco” viene del griego “oikos” que quiere decir “casa;” es la misma raíz que está en la palabra “economía.” Según eso, la ecología quiere que conozcamos nuestra “casa común,” que en cierto sentido es este planeta Tierra, y en otro sentido se confunde con el universo, con el cosmos mismo.
65.1. En todo tiempo aquellos que han anhelado la más plena libertad han querido desprenderse del tiempo, y en todo lugar aquellos que han pretendido la más perfecta libertad han tratado de irse más allá de todo lugar. No siempre las palabras que expresan estas ansias de liberación suprema han sido las más apropiadas. Así por ejemplo, los que hablaron del cuerpo como “cárcel” del alma describieron con acierto la fuerza de este impulso interior, pero suscitaron confusión sobre el hecho de que lo corpóreo tiene su origen en el mismo Dios que es único Creador de todo “lo visible y lo invisible,” según ha enseñado varias veces la Iglesia en solemnes y augustos credos.
Irlanda tiene entre las glorias de su fe católica ser el hogar que vio nacer a la Legión de María, una organización de laicos que se adelantó en muchos aspectos al Concilio Vaticano II. Yo mismo he recibido inmenso bien de su apoyo y del espacio que me han brindado para predicar el Evangelio aquí en Dublín de dos maneras: en retiros anuales de un día y en reflexiones mensuales que ofrezco como director espiritual de una de las Curias, la de Bethlehem.
El primer comercial de televisión sobre toallas higiénicas femeninas, en mis recuerdos, presentaba a dos amigas que se disponían a ir a un paseo en compañía de muchos otros chicos y chicas. Una dice a la otra: “Pensé que no vendrías…” y la otra responde: “¡SERENA me salvó el paseo!” Eso debió suceder hacia 1972. Con el tiempo supe que SERENA era la marca de esas toallas y supe también que ese paseo se hubiera podido arruinar debido al periodo menstrual de esa muchacha.

Usualmente se distingue entre dos tipos de cirugías plásticas: reconstructivas y estéticas. Las primeras, como su nombre indica, intentan recuperar una función o aspecto de alguna parte del cuerpo humano que por deficiencia genética, accidente o enfermedad se han deteriorado o perdido. Ejemplo: el labio leporino o paladar hendido, que es una condición de nacimiento; la reconstrucción de una parte de la piel de una persona después de un accidente o de una condición dermatológica grave; y así sucesivamente. Con respecto a esta clase de cirugías el parecer moral de la Iglesia es sumamente favorable y prácticamente la única limitación es que no vayan a poner en peligro la salud o la vida de la persona.
He no-recibido millones de no-dinero. Me he no-alegrado de no-recibir no-dinero. Todos estos trabalenguas son para destacar cuánto florecen los timos y estafas a través de correos electrónicos que le prometen a uno que se ha ganado esta vida y la otra. Según ellos, en esta última semana solamente he recibido decenas de millones de dólares, que han de juntarse a otros tantos millones de euros, libras esterlinas, yenes y dólares canadienses. Todos los días gano más y más no-dinero en una proporción y velocidad que harían palidecer de envidia a Bill Gates o Donald Trump. Además, en contra de lo que dice el refrán, en mi caso se supone que uno sí puede ganarse la lotería sin comprarla porque hay gente tan caritativa que busca a quién darle unos cuantos millones y, a falta de mejores ideas, busca en listas de correos electrónicos.
63.1. Si sucediera en el mundo un diluvio que todo lo anegara, pero no como aquel diluvio de que te habla la Escritura (Gén 6,13-22), que llenó de muerte, sino un diluvio de sensatez y de sabiduría, muchas cosas cambiarían en la raza humana. Una de ellas, tal vez la primera, sería la manera de orar.