Represión de los Sentimientos
Les invito a emprender una reflexión sobre el fenómeno de la represión o no expresión de nuestros sentimientos, por el mal que esto significa para nuestra salud psicológica, espiritual y hasta biológica. Por el contrario cómo se vive bien de salud cuando se comparte toda la verdad acerca de sí mismo y de los propios sentimientos. No expresar los sentimientos enferma hasta orgánicamente a la persona. Ocultando o negando nuestros sentimientos y emociones estamos perjudicando nuestra capacidad de ser felices, de tener relaciones saludables y satisfactorias. Esto parece evidente, pero en la vida diaria no es tan fácil de realizar. Hay muchos sentimientos que no expresamos porque nos avergonzamos, porque las normas de educación no lo permiten, etc. Pero es muy importante que expresemos la verdad sobre nosotros mismos al menos a una sola persona, pero que nos expresemos. Nadie nos pide que pongamos nuestra vida de par en par a todo el mundo. Normalmente vamos enmascarando la verdad para ocultarnos a nosotros mismos y a los demás. Pero, cuando expresamos lo que sentimos estamos disolviendo la tensión emocional y enriqueciéndonos en nuestra relación con los demás.
El fenómeno de la represión: Cuando una persona no expresa la verdad de lo que siente, por temor, por vergüenza, por el motivo que sea, está reprimiendo sus sentimientos. La represión es un mecanismo de seguridad que se ha desarrollado a lo largo de los años. La persona que reprime sus sentimientos aprende a ocultarlos y confía en que acaben por desaparecer. Poco a poco y con el paso de los años, la persona que reprime sus sentimientos se va convirtiendo en una persona extraña para sí misma. La persona empieza a pasar todo lo que siente más por su cabeza que por su corazón. Pierde el equilibrio que tiene que tener la cabeza y el corazón. .

86.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Expresión de los Sentimientos
85.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
El modo en que nos movemos, las posturas que adoptamos, los gestos, la forma de respirar, etc, afectan fuertemente nuestro estado anímico. Te invito a que descubras las claves para mantener elevado tu estado anímico.
Les invito a continuar nuestra reflexión sobre los sentimientos. Cualquier acontecimiento puede ser ocasión de emociones, por ejemplo, la vista de un relámpago, de un paisaje maravilloso, una fiera suelta, oír el rugido de una tempestad, de un león, los insultos de un adversario; experimentar la muerte de un ser querido, una enfermedad, un fracaso, el recuerdo vivo de una humillación. Todo lo anterior puede dar pie al temor, a la ira, a la tristeza, al dolor, al gozo. Del mismo modo, la presencia de una persona querida, sus palabras de aliento, sus regalos serán ocasión de amor, de alegría, de seguridad.
83.2. En el tumulto de todas las voces se oye la voz de Dios. Dicho mejor aún: Dios hace que todas las voces hablen su voz; es como la voz que, construida desde todas las voces, colma de sentido cuanto ellas no alcanzan a decir. Es lo que sugiere la Sagrada Escritura varias veces cuando te habla del vigor divino. Por ejemplo, aquello de Isaías: «Porque así me ha dicho Yahveh: Como ruge el león y el cachorro sobre su presa, y cuando se convoca contra él a todos los pastores, de sus voces no se intimida, ni de su tumulto se apoca: tal será el descenso de Yahveh Sebaot para guerrear sobre el monte Sión y sobre su colina» (Is 31,4). Hay gente —y entre ellos varias veces te he contado a ti—, que tiene una visión cobarde y simple del poder de Dios, como si Él no pudiera o no quisiera obrar cuando llega la confusión o cuando el terror se levanta; como si Él para reinar tuviera que estar sujeto a algunas condiciones externas o ajenas a su voluntad. ¡No es así! ¡Él, y sólo Él es Soberano!