Paz en la Tierra

La paz en la tierra, profunda aspiración de los hombres en todo tiempo, no se puede establecer ni asegurar si no se guarda íntegramente el orden establecido por Dios.

El progreso de las ciencias y los inventos de la técnica nos manifiestan, ya el maravilloso orden que reina en los seres vivos y en las fuerzas de la naturaleza, ya la excelencia del hombre que descubre este orden y crea los medios aptos para adueñarse de aquellas fuerzas y reducirlas a su servicio.

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148. Cristo Predicador

148.1. Así como no llamas “lluvia” a la caída de una gota de agua, ni es una gota la que sacia la sed del sediento ni la que hacer reverdecer el jardín, así tampoco debes llamar “predicación” a una palabra hermosa y ni siquiera a un buen sermón. Una verdadera predicación es como una lluvia que, llegando a la aridez de este mundo, le hace revivir para Dios. Una frase bonita o una buena plática pueden ser el comienzo de un aguacero de gracias, pero si no van acompañados por esa eficacia que la lluvia tiene en la naturaleza incluso pueden hacer daño. Tú sabes, en efecto, que una media verdad es a veces más peligrosa que una completa mentira.

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147. La Dama Pobreza

147.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

147.2. Tu pobreza se llama fragilidad. La pobreza tiene muchos nombres, tantos cuantos son o pueden ser las carencias del ser humano.

147.3. Así, hay una pobreza que se llama ignorancia, porque la carencia del saber o de la ciencia conveniente hace pobre al hombre y le limita. De otro modo es pobre el que quisiera perdonar y no puede. Su resentimiento es una forma de pobreza, por consiguiente. Hay otro que anhela una salud que no le llega; es pobre en salud, y su enfermedad es también un modo de pobreza. La depresión que se adueña del alma robándole todo sosiego, ¿no es también un modo de durísima pobreza? Y desde luego, hay una pobreza por la que ha de pasar todo ser humano, cuando se vea despojado de todo. Es la pobreza de la muerte.

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Ejercicios sobre el perdon, 59

Ejercicio: Ver a Dios en la naturaleza: Retírate con tu imaginación a cualquier lugar propicio y crea un clima de silencio y alabanza; una iglesia silenciosa, una terraza bajo un cielo estrellado, la playa, la cima de una montaña, la orilla de un río, un lugar donde haya abundantes árboles de pino.

Imagina la naturaleza alrededor, árboles, pájaros, animales, el cielo, la montaña…Contempla la naturaleza y absorbe el silencio que ella transmite…Experimenta la naturaleza en movimiento: el frescor de la mañana, el calor del medio día, los colores del poniente, la oscuridad de la noche, las estrellas, la luna… Pregunta a la naturaleza, a los árboles, a los pájaros, al río, a la montaña, a las estrellas, si tienen algún mensaje para darte. Pregunta, sobre todo, a las personas si tienen algo que decirte. “Oh valles y espesuras/ plantadas por la mano del Amado,/ decid si por vosotras ha pasado”… Pregunta también al Señor lo que tiene que decirte por medio de la naturaleza. Espera la respuesta de Dios. Puede ser una palabra, una frase, un silencio… Piensa: a través de tus ojos Dios contempla la belleza de la creación. Invita al Señor a mirar a través de tus ojos las cosas más bellas que El ha creado. Si te inspiras en la Biblia, invita a la creación a glorificar al Señor con el cántico de Daniel (3,52-90).

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