El hombre es: la más elevada de las criaturas.
La mujer es: el más sublime de los ideales.
El hombre es: el águila que vuela.
La mujer es: el ruiseñor que canta.
Volar es: dominar el espacio.
Cantar es: conquistar el alma.
Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
El hombre es: la más elevada de las criaturas.
La mujer es: el más sublime de los ideales.
El hombre es: el águila que vuela.
La mujer es: el ruiseñor que canta.
Volar es: dominar el espacio.
Cantar es: conquistar el alma.
Un mensaje de mujer a mujer
¿Te sabes hija de Dios? ¿Compartes tu vida y tus sueños todos los días junto a Él?
Hoy voy a platicar contigo sobre un concepto que me hace sentir orgullosa, que me impulsa, pero que también me hace pensar en un gran compromiso. Ese concepto es el saberme hija de Dios. Y tú, querida amiga, también eres hija de Dios.
“el que no se sabe hijo de Dios, desconoce su verdad más íntima, y carece en su actuación del dominio y del señorío propios de los que aman al Señor por encima de todas las cosas”. (Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, n 26.)
He aprendido….Que la mejor aula de aprendizaje está a los pies de una persona mayor.
He aprendido… Que cuando estás enamorado, se nota.
He aprendido….Que cuando una persona me dice, “Tú me alegraste el día”, me alegra el día.
Si no te gusta trabajar,
no seas trabajo para los otros.
Si perdiste fuerza para subir,
haz fuerza para no descender.
Que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados.
Una mujer que siendo joven, tiene la reflexión de una anciana y en la vejez trabaja con el vigor de la juventud.
Una mujer, que si es ignorante, descubre con mas acierto los secretos de la vida que un sabio, y si es instruída se acomoda a la simplicidad de los niños.
“Quien cultiva su tierra, se hartará de pan; quien persigue sombras, es un imbécil” (Proverbios 12, 11)
No tenemos en nuestras manos las soluciones para los problemas del mundo. Pero frente a los problemas del mundo, tenemos nuestras manos. Cuando el Dios de la historia venga, nos mirará las manos.
El hombre de la tierra no tiene el poder de suscitar la primavera. Pero tiene la oportunidad de comprometer sus manos con la primavera. Y es así que la primavera lo encuentra sembrando. Pero no sembrando la primavera; sino sembrando la tierra para la primavera. Porque cada semilla, cada vida que en el tiempo de invierno se entrega a la tierra, es un regalo que se hace a la primavera. Es un comprometer las manos con la historia.
Hay personas calladas, que necesitan de alguien para conversar.
Hay personas tristes, que necesitan de alguien que las consuele.
Hay personas tímidas, que necesitan de alguien que las ayude a vencer la timidez.
Hay personas solas, que necesitan de alguien para jugar.
Hay personas con miedo, que necesitan de alguien que les de la mano.
Sólo podemos dar a los demás lo que tenemos dentro de nosotros.
Asume el compromiso personal de hacer lo que quieras y de querer lo que hagas. ¡Hoy!
En cada uno de nosotros hay sitio para el amor. Sólo debemos dejarlo entrar.
Nada es de tu propiedad, y cuanto antes te des cuenta de ello, más estarás en condiciones de conectar con el portentoso principio de la abundancia.
La vida duele. Sí, sin duda, la vida duele muchas veces.
Para la sociedad y en lo individual, la vida está cargada de momentos difíciles donde lo único que queda es seguir adelante; no simplemente en darle la vuelta a la gran piedra que nos estorba en el camino, sino en cargar la piedra, empujarla a un lado y llevarla a donde no estorbe a los viajeros que vienen detrás.
“La vida”, escuché decir hace muchos años a mi anciano profesor de historia, son dos pelotas rebotando en las paredes de un cuarto cerrado; es el movimiento de verlas, y sentirlas, en su viaje constante y ante el siempre inminente peligro de chocar entre ellas y salir disparadas en dirección contraria a donde iban, para continuar el movimiento, para volver nuevamente a ese juego de desplazamiento y a la siguiente interrogante del momento del futuro choque.
La vida no es acerca de mantener un puntaje.
No es acerca de cuántos amigos tienes o cuán aceptado eres.
No es acerca de si tienes planes este fin de semana o si estás solo.
No es acerca de con quién salgas, o cuántas personas salgas,
No es acerca de a quién hayas besado, no es acerca de sexo.
Sólo podemos dar a los demás lo que tenemos dentro de nosotros.
Asume el compromiso personal de hacer lo que quieras y de querer lo que hagas. ¡Hoy!
El muro de la fraternidad está hecho con piedras desiguales.
Cada Piedra tiene su historia. Las redondas provienen de los ríos.
Ellas rodaron durante muchos años en el seno de las corrientes sonoras.
Otras fueron cantos rodados, bajando por las pendientes de las montañas.
Algunas fueron extraídas expresamente de las canteras ardientes.
La fortaleza de un hombre no está en el ancho de sus hombros…
Está en el tamaño de sus brazos cuando abrazan.
La fortaleza de un hombre no está en lo profundo del tono de su voz…
Está en la gentileza que usa en sus palabras.
1. Comience por dar a su hijo durante la infancia todo lo que el quiera; así crecerá con la falsa idea de que todo mundo tiene que servirle.
2. Cuando aprenda malas palabras, celebre “el chiste”; así creerá que es “muy gracioso” y lo estimulará a aprender otras groserías que le sacarán a usted de quicio en unos años más.
Hace años, un inspector visitó una escuela primaria. En su recorrido observó algo que le llamó la atención: una maestra estaba atrincherada atrás de su escritorio, los alumnos hacían un gran desorden; el cuadro era caótico. Decidió presentarse:
Amar a un ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus máscaras y sus defensas; es contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos; es comprender que detrás de su careta y su coraza, se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en la que pueda sentirse en casa; es reconocer que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido, que no puede confiar ni en sí mismo; es descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la Vida.