Serie de imágenes de uno de los lugares realmente únicos de nuestra América.
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
Del hablar y actuar de Cristo podemos aprender cómo es su amor y qué hay en su Sagrado Corazón.
Desierto, cuerpo y vida: tres palabras que ayudan a sintetizar el mensaje de la Eucaristía.
Cristo recibe todo del Padre, y nos enseña que así se da él mismo. La Eucaristía es señal de la Trinidad.
“En lugar de simplemente, tratar los problemas de fertilización, la NaProTecnología trabaja para hacer frente a muchos de los problemas ginecológicos a los que las mujeres se enfrentan. “Es un giro de 180º en la dirección opuesta de las tecnologías reproductivas artificiales”, que, como explica Hilgers, son de supresión o de destrucción del potencial de la vida humana, y no cooperativos con el mismo. Dice que la NaProTecnología beneficia a las mujeres que sufren una variedad de problemas, como, pero no limitado a, la depresión post-parto, quistes ováricos, endometriosis, y ciclos irregulares; también puede ayudar a prevenir partos prematuros, que resultan de los métodos reproductivos artificiales…”
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La libertad no tiene su valor en sí misma: hay que apreciarla por las cosas que con ella se consiguen. – Ramiro de Maeztu
No se nos otorgará la libertad externa más que en la medida exacta en que hayamos sabido, en un momento determinado, desarrollar nuestra libertad interna. – Mahatma Gandhi
La verdadera libertad consiste en el dominio absoluto de sí mismo. – Michel Eyquem de Montaigne
Más cuesta mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía. – Simón Bolívar
No nos hacemos libres por negarnos a aceptar nada superior a nosotros, sino por aceptar lo que está realmente por encima de nosotros. – Johann Wolfgang Goethe
Servir no es un lujo sino una necesidad porque es nuestra primera y más fundamental forma de ser fecundos.
Zacarías quedó no sólo mudo sino también sordo: ninguna palabra entraba ni sale de él. Él se queda a solas con la palabra del ángel, hasta que esa palabra crezca en él y dé fruto.
Hay que comer de este pan
Todos conocemos las palabras con las que Jesús instituyó el sacramento por excelencia: “Tomad y comed, esto es mi cuerpo… Tomad y bebed, este es el cáliz de mi sangre…” (Lucas 22,19-20). Es bueno preguntarse qué son esas palabras: ¿Una sugerencia? ¿Una orden? ¿Una petición? Probablemente las tres cosas.
Una sugerencia
En la tradición católica se suele distinguir entre los mandatos y los consejos. La Eucaristía es ambas cosas; pero pienso que en primer lugar es un consejo, una sugerencia que hemos de recibir con el mismo amor con que fue pronunciada.
Una sugerencia es como una invitación. En Apocalipsis 3,20 leemos que Cristo toca nuestra puerta y llama; “si alguno me abre, entraré, y cenaré con él y él conmigo.” No es una obligación sino una propuesta. Cristo quiere que yo abra la puerta porque él ha abierto primero su puerta. Quiere que mi corazón se abra porque él suyo está ya abierto, dramáticamente abierto por la lanza del soldado.
Los judíos preguntaban: “¿Cómo puede este darnos a comer su carne?” (Juan 6,52). Esa misma pregunta puede hacerse de muchas maneras en la vida de Jesús. Podemos preguntar, en efecto: ¿Cómo puede ser que Dios se encarne y se haga uno de nosotros? ¿Cómo puede él decirnos que hay que nacer de nuevo? ¿Acaso debe uno entrar de nuevo en el vientre de la madre? ¿Cómo puede él entregarse de ese modo tan completo y tan perfecto al servicio de los más despreciados, como son los leprosos, los paralíticos, los posesos del demonio, en vez de dedicar su tiempo a construir buenas relaciones con los poderosos y la gente influyente? ¿Cómo puede Dios cargar sobre sí nuestros pecados y subir así cargado a la Cruz? ¿Cómo puede el más santo morir sin una queja y sólo suplicando perdón para sus enemigos? ¿Cómo puede resucitar esa carne macerada por nuestros maltratos?
La respuesta a todas esas preguntas es la misma: el amor.
24. Dios, que cuida de todos con paterna solicitud, ha querido que los hombres constituyan una sola familia y se traten entre sí con espíritu de hermanos. Todos han sido creados a imagen y semejanza de Dios, quien hizo de uno todo el linaje humano y para poblar toda la haz de la tierra (Act 17,26), y todos son llamados a un solo e idéntico fin, esto es, Dios mismo.
Por lo cual, el amor de Dios y del prójimo es el primero y el mayor mandamiento. La Sagrada Escritura nos enseña que el amor de Dios no puede separarse del amor del prójimo: … cualquier otro precepto en esta sentencia se resume : Amarás al prójimo como a ti mismo … El amor es el cumplimiento de la ley (Rom 13,9-10; cf. 1 Io 4,20). Esta doctrina posee hoy extraordinaria importancia a causa de dos hechos: la creciente interdependencia mutua de los hombres y la unificación asimismo creciente del mundo.
Más aún, el Señor, cuando ruega al Padre que todos sean uno, como nosotros también somos uno (Io 17,21-22), abriendo perspectivas cerradas a la razón humana, sugiere una cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad. Esta semejanza demuestra que el hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás.
[Constitucion Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 24]
“El celibato se ha convertido en una controversia dentro y fuera de la Iglesia Católica, la gran mayoría de los pastores protestantes son casados, en algunas congregaciones es una obligación que sean casados, y en cambio, los sacerdotes Católicos han decidido ser célibes para servir al Señor. Esto es una cosa que se ve con la mejor disposición para quien entiende que ser célibe es la mejor manera de servir al Señor, lo lamentable es que las sectas protestantes se meten en todo, hasta pretender meterse en las decisiones de quienes deciden dejarlo todo y consagrar su vida a Dios…”
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Saray quiere colaborar con Dios pero sin que le cueste. Las cosas no funcionan. Ayudar implica amar, y amar, involucrarse, incluso hasta el sufrimiento.
“Hoy quisiera comentar el libro de oración por excelencia, el libro de los Salmos. Los ciento cincuenta cantos que lo componen, con distintas temáticas y géneros literarios, expresan la riqueza de la experiencia humana. Dos ideas centrales pueden resumir esa amplia gama de sentimientos, la súplica y la alabanza, ambas profundamente unidas…”
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Abraham, en lo más hondo de su soledad, descubre compañía y alianza: Dios se declara a su favor, en un pasaje impresionante.