Una nueva catequesis comparando los tiempos litúrgicos llamados fuertes, y el tiempo ordinario, que recomienza este lunes.
ESCUCHA, Quien celebrara la primera Eucaristia en el planeta Marte?
Un cientifico le responde a Richard Dawkins
“En el caso de Dawkins creo que se ha pasado la frontera de la sensatez y prudencia que cabría esperar de un profesor de Oxford: acusar de fraude o deshonestidad a personas e instituciones es algo grave. Despreciar a millones y millones de creyentes que viven honestamente su religiosidad, muchos de ellos desde un perfecto conocimiento de la ciencia y de la cultura, es una insensatez e indignidad humanística considerable. Podría haber expuesto el ateísmo de una forma más digna y competente, como otros muchos hacen…”
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Cuidado con trivializar Pentecostes
Cuando yo era niño, Pentecostés podía pasar casi desapercibido. Se cumplía a la letra lo que dijo Y. Congar en su hora, que el Espíritu Santo era el “gran desconocido.” Poco a poco, y en buena parte debido a la Renovación Carismática, en mi país y en muchos otros lugares se tomó más conciencia de la grandeza de esta fiesta litúrgica, y sobre todo, de la importancia de la acción del Paráclito en la vida de los cristianos. Surgieron así celebraciones, típicamente “vigilias,” en las que se destacaba y se destaca el poder del Espíritu, y también el gozo y fuerza que trae a los fieles.
Ahora el peligro es otro: cuando reúnes jóvenes–especialmente jóvenes–y la gente está “en buena onda” es fácil tener una fiesta agradable que ya no tiene demasiado que ver con el Espíritu de Dios, y que en cambio puede llenarse del espíritu del mundo, o de otros espíritus que no son limpios ni llaman a conversión y santidad. Mi experiencia en este sentido no ha sido la más hermosa en los últimos años y por eso pido a todos que, así como queremos que la Semana Santa sea santa con la santidad de Cristo, así preservemos Pentecostés en la fuerza de Cielo que debe tener.
ESCUCHA, Examinados en el amor
Aquello que Cristo dice a Pedro vale para nosotros, si entendemos el lugar central del amor en la vida cristiana.
LA GRACIA del Domingo 19 de Mayo de 2013
SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS
Una reflexión sobre la conexión íntima y fecunda entre Pascua y Pentecostés.
Hablar de Dios en las redes sociales
Hoy en día muchos de nosotros invertimos bastante tiempo de nuestra vida en las redes sociales y creo que está de más recordarles el nombre de ellas ya que las conocen perfectamente. El caso es que estos espacios se han convertido en el segundo medio de comunicación masivo mas importante desfalcando inclusive a la radio y teniendo solo a la Televisión sobre ellos como el primer lugar, aunque no sabemos hasta cuando. La pregunta que surge de todo esto es: ¿Cómo hablar de Dios en este ambiente? sabiendo y tratando de cumplir la misión de la Iglesia que Cristo nos encomendó “Predicar el Evangelio a todas las naciones”
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Oración de un cristiano tibio
Espíritu Santo de Dios:
Sé que te necesito
porque a veces no siento que te necesito.
Pobre de mí, si no percibo la urgencia,
la sed, el anhelo infinito
de tu presencia bendita.
Dios Altísimo: que yo no sienta necesidad de ti
es grave señal de cuánta falta haces en mi vida.
Sé que te necesito
porque leo de personas santas
y no se me enciende el pecho
con ansia de darte una alegría semejante
a la que ellos te dan.
Se ve que me he vuelto de hielo,
y es evidente
que sin ti jamás valdré para el cielo.
Sé que te necesito
porque cada día las noticias
me hablan de traiciones, abortos y más muertes.
Y los ojos se me quedan secos.
¿Dónde perdí las lágrimas?
¿Por qué se acabó el dolerme el pecho?
Todo es culpa mía.
Y es señal de que sin ti
no voy a ser un milímetro mejor de lo que soy.
Sé que te necesito.
Lo sé con certeza soberana.
Lo saben mis entrañas
y me lo repite el corazón.
Sé que te necesito
con mayor prisa y en mayor proporción
de todo lo que yo pudiera enunciar.
Apiádate de mí, y ven.
Sé que te necesito.
Por piedad te suplico:
Haz que por lo menos tenga idea
de lo poco que he sido,
de lo mal que he vivido,
de lo mucho que he perdido,
y sobre todo,
que hasta el final
pueda saberte superior a mis males.
Sé que te necesito
porque tú me concedes saberlo.
Ven a vencerme,
porque ese será mi bien.
Revienta mi mundo y haz un mundo nuevo.
Renueva la faz de la tierra.
Por amor, por piedad, por favor.
Amén.
Descubrir a Cristo en tu juventud
[Reflexión compartida con un grupo de jóvenes de origen hispano, en Lafayette, LA, Estados Unidos. Mayo de 2013.]
* Es relativamente fácil encontrar de qué quejarse cuando se trata de los jóvenes. Violencia, superficialidad, facilismo, son algunas de las críticas que se les hacen. Pero el ejercicio de culpabilizar es estéril, y a menudo se vuelve contra la generación precedente. Uno ve que de las mutuas acusaciones no saldrá nada útil.
* De hecho, no es difícil encontrar raíces profundas para esa agresividad expresa o implícita de tantos jóvenes:
(1) Vivimos en un mundo que miente sistemáticamente. La publicidad presenta el uso de tal producto como la causa inmediata e instantánea de compañía atención o felicidad. Pero nada de eso llega.
(2) Desbordamiento de información. La voluntad queda desbordada por una multitud de propuestas, y es triste ver que detrás de muchas de esas voces hay solamente intereses y lucro.
(3) Culto al instante y al multi-tasking (multi-tarea: hacer muchas cosas al tiempo). Eso implica que lo que no responda al ciclo corto de deseo y satisfacción es descartado, no reparado. En la práctica tal tendencia engendra seres humanos solos que desechan y son desechados ágilmente.
* Este diagnóstico no debe quedarse con la última palabra. En concreto, quien ha encontrado a Jesucristo ha encontrado un modo de relación señalado por las coordenadas de la verdad, la sanación y un camino con propósito.
LA GRACIA del Sabado 18 de Mayo de 2013
En el capítulo 28 de los Hechos de los Apóstoles termina un libro pero comienza una inmensa y hermosa misión.
Prepara tu Pentecostes
El Camino del Discipulado, 3 de 3
[Retiro Espiritual con un Grupo de Servidores de la Comunidad Hispana en Lafayete, Louisiana, EEUU, en Mayo de 2013.]
* Continuamos sobre el CRECIMIENTO como una de las etapas básicas del discipulado.
* Además de la mistagogía y la catequesis, la vida cristiana crece a través del ejercicio de la virtud. La palabra griega “askesis” significa ejercicio, y de ahí viene nuestro término “ascesis.”
* Es importante notar el papel que la vida en comunidad tiene dentro de este proceso de crecimiento. Cristo eligió discípulos muy distintos entre sí; de muy diversa procedencia geográfica y cultural; también con ideas incluso divergentes sobre lo que podría ser el Reino de Dios. Desde zelotas (extrema izquierda) como Simón el Zelota y Judas Iscariote, hasta colaboracionistas, (extrema derecha) como Mateo, Jesús llamó gente que no podía tener en común otra cosa sino al mismo Cristo y su Evangelio. El ejercicio de encaminarse hacia la unidad, soportándose, y además venciendo esa tendencia a querer ser el primero, tuvo que ser altamente formativa para todos.
* La MADUREZ viene con la Cruz. No es que uno busque el dolor para encontrar a Cristo sino que el dolor que llega por seguir con fidelidad y generosidad a Cristo es la indicación principal sobre cuál es la cruz que va a ser fecunda en la vida de uno.
* La Cruz es indispensable para llegar a la verdad de lo que uno es, de lo que uno ama y de lo que uno cree. por algo Cristo dijo: Si alguien quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga (Mateo 16,24).
* Finalmente, madurados por la Cruz, que equivale a: habiendo sido molidos nuestros deseos y sueños en el altar del dolor que ama hasta el fondo, estamos listos para recibir el rocío y a la vez fuego del Espíritu. Así es como se llega a la DONACIÓN total.
El Camino del Discipulado, 2 de 3
[Retiro Espiritual con un Grupo de Servidores de la Comunidad Hispana en Lafayete, Louisiana, EEUU, en Mayo de 2013.]
* Continuamos con las etapas del discipulado. Hablaremos del CRECIMIENTO.
* Hay tres cosas que nos hacen crecer: mistagogía, catequesis y ascesis.
* Originalmente, la mistagogía es el camino que ayuda a reconocer los “misterios,” y con esta palabra los primeros cristianos aludían al mundo rico y profundo de las celebraciones litúrgicas, y muy especialmente los sacramentos. Avanzar en la mistagogía es reconocer esa riqueza de sentido y alimentar en ella nuestra vida.
* De ahí viene un segundo sentido, derivado, de mistagogía: corresponde a lo que varias veces nos pide Cristo en el Evangelio: aprender a leer los signos de los tiempos. Crecer como discípulos no es simplemente celebrar con respeto y devoción la liturgia, es hacer de nuestra vida una ofrenda, y esto implica ofrecer lo que somos, lo que vivimos, lo que padecemos, entendiendo que nuestra existencia está precedida por el amor providente de Señor que cuando cierra un camino es sólo para mostrarnos otro.
* La catequesis tiene varias dimensiones. (1) Implica la familiaridad con la Biblia, hasta hacer de ella la casa espiritual en que uno vive. (2) Implica claridad de conceptos, es decir, tener muy firmes las verdades de nuestra fe. (3) Implica reconocer cuáles son las cuestiones más duras, los desafíos actuales para vivir y predicar nuestra fe.
* En síntesis: la catequesis no es un adornos ni es cosa que uno pueda dejar cómodamente en el pasado: es la herramienta fundamental para abordar de manera inteligente y fructuosa los retos del mundo presente.
El Camino del Discipulado, 1 de 3
[Retiro Espiritual con un Grupo de Servidores de la Comunidad Hispana en Lafayete, Louisiana, EEUU, en Mayo de 2013.]
* Pentecostés nunca está lejos. lo sabemos porque Cristo ha prometido: “Pues si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11,13).
* La dinámica del discipulado. Dos verbos destacan como propios de los discípulos, en los cuatro evangelios: aprender y colaborar. Discípulo es el que aprende, por supuesto, pero Cristo no quiere una simple acumulación de conocimiento, porque el tema de aprendizaje es el Reino de Dios, y Dios no llega a reinar solamente con lo que sabe nuestra cabeza sino sobre todo con lo que practicamos y vivimos. Por eso la importancia del “laborar.” Pero no laboramos solos; Él está cono nosotros, y nosotros co-laboramos.
* Sobre esa base se establecen las etapas del discipulado, que pueden condensarse en cuatro: comienzo, crecimiento, madurez y donación.
* El COMIENZO supone recibir a Cristo por alguna de las puertas que la vida suele dejar abiertas: sanación, liberación y perdón. Lo característico de esta primera etapa es el gozo que Cristo describe en varias de sus parábolas, como por ejemplo, la del hombre que encontró un tesoro en un campo, o el comerciante que halló una perla de grandísimo valor. Esta alegría es importante porque suele suceder que quien no conoce esta clase de gozo tenga siempre espacio en su alma para otro tipo de gozo, que ya no será según Dios.
LA GRACIA del Viernes 17 de Mayo de 2013
Las palabras de un pagano resumen bien el Evangelio: ello habla con elocuencia de la capacidad comunicativa de San Pablo.
Tercera Lección sobre el martirio
Lección Tercera
La legislación persecutoria
Duración de las persecuciones y evolución de la situación jurídica
Entre el año 64, fecha de la primera matanza de cristianos ordenada por Nerón, y el 313, cuando se da finalmente el edicto de paz, los fieles cristianos vivieron en una atmósfera jurídica hostil tanto a la libertad de sus creencias como a la seguridad de sus personas y bienes.
No son, pues, como suele decirse, tres siglos de persecución, sino dos y medio, más exactamente, doscientos cuarenta y nueve años. En ese largo transcurso de tiempo se sucedieron a la cabeza del Imperio Romano emperadores de muy diverso espíritu y condición. No fue un tiempo de ininterrumpida persecución. Hubo calmas en la tempestad, y horas de tregua en la guerra.
Tratando de hacer estadística, que no es fácil en esto, parece que se puede afirmar que la Iglesia sufrió persecución 6 años en el siglo I, 86 en el II, 24 en el III, y 13 en el siglo IV. Por tanto, fue perseguida durante 129 años, y gozó de relativa paz durante 120: 28 en el I, 15 en el II, 76 en el III.
Apenas es posible hacer sobre este tema afirmaciones exactas, pues en un mismo tiempo la situación de la Iglesia pudo ser muy distinta en unos y otros lugares del Imperio; pero sí puede decirse en términos generales que desde Nerón a Constantino pasa la Iglesia tantos años de persecución como de precaria paz.
En los dos primeros siglos los cristianos, al menos teóricamente, viven siempre en estado de proscripción continua. En el siglo III la suerte de los cristianos depende del capricho de los sucesivos emperadores. Y al comienzo de la cuarta centuria la persecución es al principio general, y después local, según las provincias.
Consideraremos, pues, las cambiantes situaciones jurídicas del cristianismo en tres fases: primera, los 36 últimos años del siglo I y todo el II; segunda, el siglo III; tercera, los doce primeros años del siglo IV.




