¡Ay de los corazones mezquinos!

De la falta de generosidad a la tibieza no hay más que un paso.

Para que no lo imites, copio de una carta este ejemplo de cobardía: “desde luego, le agradezco mucho que se acuerde de mí, porque necesito muchas oraciones. Pero también le agradecería que, al suplicarle al Señor que me haga «apóstol», no se esfuerce en pedirle que me exija la entrega de mi libertad”.

Aquel conocido tuyo, muy inteligente, buen burgués, buena persona, decía: “cumplir la ley, pero con tasa, sin pasarse de la raya, lo más escuetamente posible”. Y añadía: “¿pecar?, no; pero darse, tampoco”. Causan verdadera pena esos hombres mezquinos, calculadores, incapaces de sacrificarse, de entregarse por un ideal noble.

Más pensamientos de San Josemaría.

Los 10 Mandamientos Siguen de Moda

“Siendo este tema fundamental e importante, es de gran actualidad. Su gran actualidad me la ha sugerido el asunto de los Derechos Humanos, tan de moda, que ocupa y preocupa hoy día a todos, peritos y profanos. Hasta se ha llegado a establecer ya una Comisión especial encargada de tutelar, defender y exigir, la inviolabilidad del “derecho” humano…”

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¿Y qué cosa es un sínodo de obispos?

“El Sínodo de los Obispos es una institución permanente, creada por el Papa Pablo VI (15 de septiembre de 1965), en respuesta a los deseos de los Padres del Concilio Vaticano II para mantener vivo el espíritu de colegialidad nacido de la experiencia conciliar. Etimológicamente hablando la palabra “sínodo”, derivada de los términos griegos syn (que significa “juntos”) y hodos (que significa “camino”), expresa la idea de “caminar juntos”. Un Sínodo es un encuentro religioso o asamblea en la que unos obispos, reunidos con el Santo Padre, tienen la oportunidad de intercambiarse mutuamente información y compartir experiencias, con el objetivo común de buscar soluciones pastorales que tengan validez y aplicación universal…”

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Cinco poderosas razones para orar por el actual sínodo

Cinco poderosas razones para orar:

  1. El tema es de máxima gravedad: la FAMILIA.
  2. Hay posturas contrapuestas sobre el valor del sacramento del matrimonio y su relación con el sacramento de la eucaristía.
  3. Hay una enorme presión social que quiere que se consideren aceptables lo que ellos llaman “nuevos modelos de familia,” incluyendo los que se basan en la unión de personas del mismo sexo.
  4. La autoridad presente y futura del magisterio del Papa en cierto modo ya está comprometida pero estará bajo presión y escrutinio mayor a partir de lo que él determine después de que el presente sínodo haya dado sus conclusiones.
  5. Los medios de comunicación quieren imponer su diccionario en cuanto a términos como tolerancia, progreso de la Iglesia, misericordia, lugar de la Iglesia en la sociedad.

Conclusión: orar, orar, orar.

Laudes & Vísperas para la semana del 12 al 18 de Octubre de 2014

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Domingo 12 de Octubre: XXVIII del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Lunes 13

Martes 14

Miércoles 15: Memoria de Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia

Jueves 16

Viernes 17: Memoria de San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir

Sábado 18: Fiesta de San Lucas, evangelista

Reconocer el pecado

“No es fácil especialmente en el mundo moderno, dominado por la ciencia, el racionalismo, las corrientes psicológicas, las “espiritualidades” tipo New Age. Un mundo en el que queda muy poco espacio para Dios, y casi nada para el pecado…”

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La sociedad al servicio de la familia

252 El punto de partida para una relación correcta y constructiva entre la familia y la sociedad es el reconocimiento de la subjetividad y de la prioridad social de la familia. Esta íntima relación entre las dos « impone también que la sociedad no deje de cumplir su deber fundamental de respetar y promover la familia misma ».570 La sociedad y, en especial, las instituciones estatales, —respetando la prioridad y « preeminencia » de la familia— están llamadas a garantizar y favorecer la genuina identidad de la vida familiar y a evitar y combatir todo lo que la altera y daña. Esto exige que la acción política y legislativa salvaguarde los valores de la familia, desde la promoción de la intimidad y la convivencia familiar, hasta el respeto de la vida naciente y la efectiva libertad de elección en la educación de los hijos. La sociedad y el Estado no pueden, por tanto, ni absorber ni sustituir, ni reducir la dimensión social de la familia; más bien deben honrarla, reconocerla, respetarla y promoverla según el principio de subsidiaridad.571

253 El servicio de la sociedad a la familia se concreta en el reconocimiento, el respeto y la promoción de los derechos de la familia.572 Todo esto requiere la realización de auténticas y eficaces políticas familiares, con intervenciones precisas, capaces de hacer frente a las necesidades que derivan de los derechos de la familia como tal. En este sentido, es necesario como requisito previo, esencial e irrenunciable, el reconocimiento —lo cual comporta la tutela, la valoración y la promoción— de la identidad de la familia, sociedad natural fundada sobre el matrimonio. Este reconocimiento establece una neta línea de demarcación entre la familia, entendida correctamente, y las otras formas de convivencia, que —por su naturaleza— no pueden merecer ni el nombre ni la condición de familia.

254 El reconocimiento, por parte de las instituciones civiles y del Estado, de la prioridad de la familia sobre cualquier otra comunidad y sobre la misma realidad estatal, comporta superar las concepciones meramente individualistas y asumir la dimensión familiar como perspectiva cultural y política, irrenunciable en la consideración de las personas. Ello no se coloca como alternativa de los derechos que las personas poseen individualmente, sino más bien como su apoyo y tutela. Esta perspectiva hace posible elaborar criterios normativos para una solución correcta de los diversos problemas sociales, porque las personas no deben ser consideradas sólo singularmente, sino también en relación a sus propios núcleos familiares, cuyos valores específicos y exigencias han de ser tenidos en cuenta.

NOTAS para esta sección

570Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 45: AAS 74 (1982) 136.

571Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2211.

572Cf. Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 46: AAS 74 (1982) 137-139.

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