“El reconocido exorcista P. José Antonio Fortea en su “Summa Daemoniaca” menciona un gran conjunto de cuestiones relativas al demonio que es importante que todo cristiano lo tome en cuenta para el combate espiritual por alcanzar el cielo. Aquí 13 cosas que tal vez no sabías del diablo y sus demonios…”
466 La tutela del medio ambiente constituye un desafío para la entera humanidad: se trata del deber, común y universal, de respetar un bien colectivo,979 destinado a todos, impidiendo que se puedan « utilizar impunemente las diversas categorías de seres, vivos o inanimados —animales, plantas, elementos naturales—, como mejor apetezca, según las propias exigencias ».980 Es una responsabilidad que debe crecer, teniendo en cuenta la globalidad de la actual crisis ecológica y la consiguiente necesidad de afrontarla globalmente, ya que todos los seres dependen unos de otros en el orden universal establecido por el Creador: « Conviene tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado, que es precisamente el cosmos ».981
Esta perspectiva adquiere una importancia particular cuando se considera, en el contexto de los estrechos vínculos que unen entre sí a los diversos ecosistemas, el valor ambiental de la biodiversidad, que se ha de tratar con sentido de responsabilidad y proteger adecuadamente, porque constituye una riqueza extraordinaria para toda la humanidad. Al respecto, cada uno puede advertir con facilidad, por ejemplo, la importancia de la región de amazónica, « uno de los espacios naturales más apreciados en el mundo por su diversidad biológica, siendo vital para el equilibrio ambiental de todo el planeta ».982 Los bosques contribuyen a mantener los esenciales equilibrios naturales, indispensables para la vida.983 Su destrucción, incluida la causada por los irrazonables incendios dolosos, acelera los procesos de desertificación con peligrosas consecuencias para las reservas de agua y pone en peligro la vida de muchos pueblos indígenas y el bienestar de las futuras generaciones. Todos, personas y sujetos institucionales, deben sentirse comprometidos en la protección del patrimonio forestal y, donde sea necesario, promover programas adecuados de reforestación.
La mirada de Cristo no se detiene en mi pecado, penetra hasta lo más profundo de mi ser y me ayuda a descubrir lo que puedo llegar a ser y lo que pueden llegar a ser mis hermanos.
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“Las asociaciones de la Iglesia Católica Cáritas, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y REDES (Red de Entidades para el Desarrollo Solidario) han desarrollado una iniciativa para conseguir un planeta más habitable basado en un modelo de desarrollo justo, solidario y sostenible tomando como ejemplo la encíclica “Laudato Si'”…”
Cómo se forma un discípulo, parte 2 de 2: El campo de entrenamiento
* La gran transformación que tuvieron los discípulos de Cristo–de rudos, ignorantes, ambiciosos, vanidoso y cobardes a prudentes, valientes, generosos, humildes y sabios–tiene su fuente ante todo en los misterios de la Cruz, la Pascua y Pentecostés.
* Y sin embargo, cabe preguntarse: Durante el tiempo que los Doce estuvieron en tanta cercanía con el Mesías, ¿qué recibieron de Él, que fuera formación como discípulos? Porque sin duda ese tiempo debió tener una razón de ser y una fecundidad peculiar.
* El examen de los Evangelios nos lleva a descubrir ocho puntos principales en el “entrenamiento” que Jesucristo dio a sus discípulos:
(1) Los guía por diversos lugares y situaciones.
(2) Los escucha y corrige.
(3) Les predica, sobre todo de la Cruz.
(4) Ora por ellos, en frente de ellos y con ellos.
Cómo se forma un discípulo, parte 1 de 2: Los fundamentos
* Quienes reconocemos a Jesucristo como nuestro Maestro tenemos el hermoso deber de aprender a ser sus discípulos.
* Si miramos a los Evangelios, lo primero que destaca en el grupo de los Doce es la extraordinaria diversidad y contrastes entre ellos, en varias direcciones y sentidos: por su origen, nombres, relación con el Imperio Romano, nivel de educación, y aun otros factores.
* Entendemos que esa diversidad entre los apóstoles fue querida por Cristo, pues Él mismo asegura que no fueron ellos los que lo eligieron a Él sino lo contrario. Posiblemente el motivo de esta variedad de llamados es el mismo que asegura Santo Tomás de Aquino al hablar de la variedad de las obras de Dios Creador: ninguna obra por sí misma puede expresar suficientemente la grandeza de la majestad divina y la riqueza interior de su sabiduría.
* De modo que la primera conclusión es que hemos de aprender a reconocernos como frutos de un mismo amor que nos ha unido, siendo como somos tan distintos.
* En la raíz de los diferentes modos del amor redentor de Cristo está el hecho de que hay como dos grandes vertientes en la acción de la gracia divina: la inocencia (expresión del amor que preserva de caer en el mal) y la penitencia (expresión del amor que levanta al que ha caído).
* Puede decirse que todos tenemos “áreas de inocencia” y “áreas de penitencia,” y también podemos encontrar santos en que brilló más una u otra forma de la obra de la gracia divina.
* Lo importante en cuanto a nuestras áreas de inocencia es que sigan el modelo precioso que tenemos en la Virgen María, es decir: humildad, gratitud, alabanza, servicio al prójimo, de modo que todo lo que es bueno, sano o fuerte en nosotros se gaste en dar gloria a Dios y amor a nuestros hermanos.
* Lo importante en cuanto a las áreas de penitencia es que no las usemos como pretexto de que “así somos” sino como manifestaciones de la gracia transformante de Cristo, y testimonio que ayude a otros a dar el paso de la fe hacia el Señor.