San Pedro Claver, incomprendido a veces

Incomprendido a veces

En la primera biografía de San Pedro Claver, escrita en 1657, tres años después de su muerte, se le describe como hombre «mediano de cuerpo, el rostro flaco, la barba medianamente poblada, entre negra y cana, los ojos grandes y melancólicos, la nariz afilada, el color trigueño y con las penitencias y malos tratamientos del cuerpo estaba amarillo, como de hombre muy penitente».

Envuelto el padre Claver en su famoso manteo, cubierto por algo que dicen fue un sombrero, calzado siempre con zapatos de desecho, colgada al hombro una bolsa con toda clase de socorros para los pobres, aquel santo espantajo, a veces un tanto desabrido con los ricos, que convertía su celda en almacén para pobres, con vino y todo, que metía en su cama negros enfermos, que apenas comía nunca en la primera mesa, que llenaba portería y templo con negros y miserables, aunque era generalmente estimado como santo, no siempre era comprendido y aprobado, ni siquiera por sus compañeros jesuitas.

En realidad, el padre Claver fue muy estimado como santo y como apóstol por sus compañeros y superiores. Y si no tuvo cargos de importancia dentro de la Compañía fue porque no valía para ello. Una vez que le hicieron ministro, se vio pronto que no sabía mandar, y que se abrumaba a sí mismo tomando cargas para descargar a los otros. Muchos años, eso sí, hasta su última enfermedad, fue maestro de novicios de los hermanos coadjutores, director espiritual de la casa y prefecto de la iglesia.

Era San Pedro Claver muy estimado, sí, por sus hermanos religiosos. Sin embargo, «juzgaban muchos -refiere el padre Andrade- que no procedía según las reglas de la prudencia… Las reprensiones ácidas con palabras muy mayores y de vivo sentimiento que llevó de algunos superiores fueron muchas y muy graves, no una, sino muchas veces… Muchos, tomando ocasión de su paciencia y mansedumbre, le despreciaron y trataron ignominiosamente, llamándole ignorante, simple, impertinente, sin letras ni prudencia y que no sabía gramática». El solía responder a estos chaparrones con el silencio, o a veces poniéndose de rodillas y pidiendo perdón. Pero no parecía verse demasiado afectado, pues, a no mediar la obediencia, él seguía a su aire, que era el del Espíritu Santo.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

La idolatría y el panteísmo no pueden considerarse cultura

“Luego de los hechos ocurridos en el Vaticano durante el Sínodo de Amazonia, que parecen ser el non plus ultra de la abominación, muchas voces católicas se han llamado a silencio, atónitas, sin saber más qué argüir para justificar lo injustificable, mientas una inmensa cantidad de fieles siguen adormecidos sin conciencia de la gravedad de las cosas. Y creemos que es peligroso ese adormecimiento, como lo es la anestesia en un cuerpo muy debilitado…”

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ROSARIO de las Semanas 20191128

#RosarioFrayNelson para el Jueves:
Contemplamos los Misterios de la vida pública del Señor

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que es bautizado por Juan en el Jordán y recibe la unción del Espíritu Santo.
  2. En el segundo misterio de la vida pública contemplamos que el diablo tienta a Jesús en el desierto pero al final tiene que retirarse derrotado.
  3. En el tercer misterio de la vida pública contemplamos las bodas en Caná de Galilea, donde Cristo dio su primera señal como Mesías.
  4. En el cuarto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que predica la Buena Nueva a los pobres.
  5. En el quinto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que llama a algunos discípulos para que estén con él y sean sus apóstoles.
  6. En el sexto misterio de la vida pública contemplamos la transfiguración del Señor, verdadero anuncio de su pasión y de su pascua.
  7. En el séptimo misterio de la vida pública contemplamos la institución de la Eucaristía y el mandamiento de amar como Jesús nos ha amado.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

ROSARIO de las Semanas 20191127

#RosarioFrayNelson para el Miércoles:
Contemplamos los Misterios de la Infancia de Jesús

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la infancia contemplamos la Anunciación a María Santísima y la Encarnación del Hijo de Dios.
  2. En el segundo misterio de la infancia contemplamos la visita de la Virgen Madre a su pariente Isabel.
  3. En el tercer misterio de la infancia contemplamos el sufrimiento que pasó San José, y la fe amorosa que tuvo.
  4. En el cuarto misterio de la infancia contemplamos el Nacimiento del Hijo de Dios en el humilde portal de Belén.
  5. En el quinto misterio de la infancia contemplamos la Epifanía: Jesús es luz para las naciones, y así es adorado por unos magos venidos de Oriente.
  6. En el sexto misterio de la infancia contemplamos la Presentación del Niño Jesús en el templo de Jerusalén.
  7. En el séptimo misterio de la infancia contemplamos a Jesús Niño en el templo, ocupado de las cosas de su Padre del Cielo.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

LA GRACIA del Jueves 28 de Noviembre de 2019

Debemos ser conscientes que vienen cosas terribles para la humanidad, que la peor parte las llevaran las ciudades pero no hay que entrar en pánico sino permanecer alegres y confiados en el Señor.

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Sobre las cosas raras o falsas que dicen algunos sacerdotes

Estimado Fray Nelson: ¿Qué puede hacer un laico cuando vé que en misa existen sacerdotes que se declaran en clara desobediencia a su obispo, al dar o motivar durante la eucaristía que personas sin la debida preparación, confesión, sacramento del matrimonio, o en pecado mortal, puedan comulgar, con el argumento de que Jesús es o vino por todos nosotros los pecadores? ¿Es conveniente actuar y denunciar siendo feligres o es mejor guardar la prudencia y tener paciencia, esperando que los obispos y la iglesia en general se mantenga firme en la doctrina y actue en consonancia con sus enseñanzas, corrigiendo o destituyendo a los innovadores sacerdotes? ¿Cómo combatir la confusión que crean? Estoy en oración por toda la iglesia y sus sacerdotes. Que Dios nos ayude. — O.O.

* * *

Intento darle orden a mi respuesta con los siguiente puntos:

1. Ante todo, GRACIAS por tus oraciones, y las de tantos hermanos, muchas veces anónimos, que aman a la Iglesia y que sifren cuando ella se aparta de su servicio al Señor.

2. Hay un problema de fondo: eso de tener, por una parte, sacerdotes de los que cuales lo único que sabemos es la misa que dicen, bien o mal; y por otra parte, laicos más o menos anónimos, cada uno con quién sabe qué formación; ese modo de ver la Iglesia o de ser Iglesia realmente no ayuda, y solo crea posiciones distantes y mucha desconfianza.

3. Precisamente lo que quiero decir es que debemos poner todo de nuestra parte para no ser extraños “asistentes” a la misa. Cada sacerdote, cada laico, cada persona es un ser humano con su historia, su formación, sus preguntas, sus errores. Sin un trato mínimo entre sacerdotes y feligreses corremos el peligro de querer solucionarlo todo con denuncias, documentos y disciplina. Esa manera de obrar omite el primer paso fundamental: la comunicación directa y la corrección fraterna.

4. Alguien dirá: “Es que precisamente busqué la comunicación directa y el padre no me escuchó, o no tuvo tiempo para mí, o me dijo que no iba a cambiar su manera de hacer las cosas.” Entiendo lo frustrantes que pueden ser todas esas situaciones pero es que empezar el conocimiento mutuo por una corrección o amenaza de denuncia no es exatcamente lo que más ayuda a crear un verdadero clima de entendimiento.

5. Por supuesto que las denuncias, por ejemplo ante el obispo, pueden tener lugar, sobre todo si hay arrogancia, pertinacia o materia grave en la falta, pero entendamos que son un último recurso, al que de modo ordinario deben preceder la oración, el diálogo, el ser comunidad.

6. Al mismo tiempo, y esto vale para cada uno, con el nivel de formación cristiana que tenga: mientras tratamos de acercarnos a los sacerdotes que nos decepcionan por su vida, ministerio o doctrina, hay que ayudar a que otros fieles no se confundan. Por ejemplo, si algún sacerdote comete el error brutal de decir que se puede comulgar siempre, nosotros, seamos laicos o sacerdotes, tenemos el derecho y deber de usar todos nuestros recursos de comunicación para sostener la enseñanza real de la Iglesia de siempre.

7. Y una vez más: orar. La muy deficiente formación en tantos seminarios y facultades de teología anuncia que esta clase de prolemas y decepciones se repetirán muchas veces. Nuestra propia conversión, nuestras plegarias y sacrificios, nuestro esfuerzo por ser y construir comunidades donde sea normal la corrección fraterna entre todos… todo ello dará fruto a su tiempo.