Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 03 de 10: El puente, parte 1 de 2

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 3 de 10: El puente, parte 1

* Las solas fuerzas humanas no alcanzan para cruzar el “río,” es decir: para vencer sobre todo el cieno del pecado, y la impetuosidad con que los pecados propios y ajenos se imponen sobre la voluntad. Sin la gracia divina es imposible salvarse.

* Esa gracia, ese auxilio que viene de la pura benevolencia del Padre Celestial, se ha hecho presente y eficaz en Jesucristo, que en razón de ello es llamado “puente” por Santa Catalina: es el puente que nos permite superar el obstáculo del río.

* En cuanto a su estructura, el Puente es ALTO porque no negocia con el mundo. Es SÓLIDO porque está hecho de piedras firmes y bien acopladas.

* En cuanto a los materiales: para Catalina, estas piedras corresponden a las verdaderas virtudes, que tienen que complementarse. Así por ejemplo: la humildad sin valor puede ser pusilanimidad; el valor sin humildad puede ser arrogancia.

Formar la conciencia

“La conciencia la ha puesto Dios para que el hombre no ande a oscuras. Si tu has podido avanzar en tu camino de santidad, en este camino de tu programa de vida espiritual ha sido gracias a muchos factores: la fuerza de voluntad, la fijación de ciertas metas claras que te has fijado, la ayuda invaluable de la gracia de Dios. Pero también ha sido, y quizás no lo has notado, gracias a tu conciencia. Ella habla a tu alma, a tu corazón al interior de ti mismo…”

conciencia

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ESCUCHA, La unidad de las virtudes en Cristo

* Dice Cristo: “Cuando yo sea levantado, atraeré a todos hacia mí” (Juan 12,32).

* De modo exterior, esta frase y promesa puede entenderse como la unidad que Cristo crea entre pueblos comunidades y personas.

* De modo interior, puede entenderse de otras maneras: (1) Como le explicó Dios a Santa Catalina, a saber: unidad de las potencias del alma (inteligencia, voluntad, memoria), que en Cristo hallan su alimento y meta. (2) Unidad entre el ser y el deber-ser, o entre la “razón” y el “corazón” o entre lo que realmente quiero y lo que realmente hago, según aquello que expone de manera vívida el apóstol Pablo al final del capítulo 7 de la Carta a los Romanos. (3) Unidad entre las virtudes, tanto humanas como teologales.

* Son eje para todas las demás virtudes humanas estas cuatro:

(1) Prudencia, que lleva a hacer o dejar de hacer según conviene en cada caso.

(2) Justicia, que lleva dar a cada uno lo que le corresponde.

(3) Fortaleza, que mueve a acometer cosas arduas pero valiosas y posibles; o también a resistir en los momentos de dolor o dificultad.

(4) Templanza, que trae dominio de sí mismo, especialmente en los placeres propios de la sexualidad, los alimentos o la comodidad.

* Las virtudes teologales brotan de la predicación de la revelación cristiana y sólo acontecen verdaderamente a través de la acción del Espíritu Santo.

(1) La fe nos mueve a entregarnos confiadamente al Dios que ha mostrado su bondad, y ene sa entrega, acoger la verdad de Dios que así se muestra.

(2) La esperanza nos lleva a fiarnos de sus promesas y por lo tanto a saber nuestro futuro seguro en Dios.

(3) La caridad es el fruto de la acción del amor divino en nosotros, de modo que también nosotros podamos amarlo a Él, a nosotros mismos y a nuestro prójimo según Él.

* La unidad de las virtudes teologales radica en el binomio fe – caridad. Es unidad que proviene de acoger el amor que Dios nos concede gratuitamente en su Hijo, y luego permitirle a ese amor reinar en nuestras vidas y obrar en nosotros y a través de nosotros.

* La unidad de las virtudes humanas proviene, o bien de la prudencia, que lo rige todo, o bien de la justicia que da un criterio sobre cada actuar.

* La unidad del conjunto de la vida humana puede encontrarse entonces cuando la prudencia se deja gobernar por el mandato de Cristo: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros” (Juan 13,34).

Renovar en Cristo la vida, 4 de 4, Fe, Esperanza y Caridad

[Retiro con la Fundación MOCE, de Palmira, Colombia, en Julio de 2013.]

Tema 4 de 4: Fe, Esperanza y Caridad

* Tres son las grandes virtudes de la vida cristiana: fe, esperanza y caridad. Son ellas parte esencial de “lo que nos hace falta” según lo dicho en la predicación anterior.

* ¿Cómo despierta y afianza en nosotros estas virtudes Jesucristo? Lo primero y esencial está en la fe.

* En la fe hay una dimensión doctrinal (contenidos) y una dimensión existencial (el confiar, el darse).

* Lo mismo que pedimos de un médico para confiar en él, eso encontramos, y de manera superlativa, en Cristo, que ha venido a sanarnos de la profunda miseria a que nos ha conducido el pecado.

* Tres cosas pedimos del médico: ciencia suficiente, recta intención, buenas recomendaciones.

(1) Cristo conoce lo que hay en Dios y conoce al corazón humano: ciencia suficiente.

(2) Cristo no sólo es correcto: es la expresión misma de la bondad: recta intención.

(3) Cristo viene acompañado de un amplísimo coro de testimonios elocuentes, a saber, el conjunto de las vidas de los santos.

* Pero un médico no toma posesión de mi vida. El médico arregla mi vida, que sigue siendo enteramente mía. En esto hay una diferencia con Cristo porque él se declara vida nuestra, y manifiesta pretensiones que parecen descomunales, demenciales o poco serias: dice que hay que ponerlo a él en primer lugar siempre, incluso más que a aquellos que por naturaleza parece que debieran sernos más amados, a saber, el papá, la mamá, la pareja o los hijos. ¿Cuál es el fundamento de esta colosal petición del Señor?

* Sólo puede hablar como Cristo un loco, un payaso o el Hijo de Dios. Cristo puede hablar así porque lo que él trae es un bien mayor. Puede hablar así porque él mismo es nuestro bien, y ese bien es Dios mismo. El poder de su obra no es distinto del poder de Dios, y el bien que otorga no sólo es superior sino que es fuente de todo otro bien. Por eso de él brotan nuestra esperanza y nuestro amor.

La Verdad y el Amor, 09 de 12, Fe como cimiento

[Retiro Espiritual en el Real Monasterio de Monjas Dominicas en Caleruega, Octubre de 2012.]

Tema 9 de 12: Fe como cimiento

* El subjetivismo infecta por igual el pensar y el obrar. La lógica consecuencia de imaginarse que uno puede definir lo que es verdadero, es que después uno imagine que puede definir qué es lo correcto. Por eso la pérdida del recto pensamiento (ortodoxia) conduce prontamente a la pérdida del recto obrar (ortopraxis).

* El subjetivismo mira la fe como un fruto de la fantasía o como una sugestión que a uno se le antoja agradable o conveniente. O también la mira como aquello que la “alta gerencia” de la Iglesia estima que debe creerse. De esta última postura surge una idea servil de la Iglesia, como si su principal tarea fuera buscar la aprobación del mundo. Es la Iglesia que vive en “rebajas” y que se considera dueña de lo que enseña o manda.

* Por contraste, la frase Pablo en 1 Corintios es: “Aquello que recibí, lo mismo transmití.” No se siente dueño del mensaje ni se pone por encima de él. El verdadero apóstol ve al depósito de la fe en los mismos términos que hablaba san Agustín refiriéndose a la Escritura. como un pozo que sacia mi sed, pero de cuyas aguas no soy dueño: Carezco entonces del derecho de dañar lo que otros habrán de beber.

* Eso de contaminar la fe que es bien de todos ya aparece en el Nuevo Testamento. En pasajes como 1 Colosenses 2 vemos a Pablo advirtiendo sobre el peligro de dejarse llevar por doctrinas capciosas, o de dejarse convencer de “filosofías humanas.”

* Si hay algo que tiene que ser la fe es verdadera, porque sólo una fe verdadera es cimiento de una esperanza que vaya más allá del deseo. Y sólo una fe verdadera revela el amor de Dios en su sorprendente dimensión, aquella que nos colma y nos hace capaces de amar.

Propositos

¡Eres tan joven! -Me pareces un barco que emprende la marcha. -Esa ligera desviación de ahora, si no la corriges, hará que al final no llegues a puerto.

Haz pocos propósitos. -Haz propósitos concretos. -Y cúmplelos con la ayuda de Dios.

¡Mañana!: alguna vez es prudencia; muchas veces es el adverbio de los vencidos.

Haz este propósito determinado y firme: acordarte, cuando te den honras y alabanzas, de aquello que te avergüenza y sonroja. Esto es tuyo; la alabanza y la gloria, de Dios.

Pórtate bien “ahora”, sin acordarte de “ayer”, que ya pasó, y sin preocuparte de “mañana”, que no sabes si llegará para ti.

Más pensamientos de San Josemaría.

Educacion Catolica, 004

Las Nueve Cualidades

4. Aquí tenemos nueve cualidades del discípulo, las cuales se deben desarrollar en el discipulado. Evidentemente, del ejemplo de Jesús, María y José, surgen innumerables cualidades y virtudes; pero enunciamos sólo estas nueve cualidades básicas, como muestra de lo que hay que cultivar.

Jesús, Dios y hombre, como ser humano tuvo que cumplir los procesos de discipulado y aprendizaje, y fue un excelso discípulo del Padre, del Espíritu Santo y de sí mismo como Dios. También lo fue de su santa Madre María y de su santo padre José.

María es la discípula perfectísima de la Santísima Trinidad y de su Reino; también lo es de sí misma y de su esposo san José.

San José fue el discípulo perfecto de Dios, de su Reino, de María Santísima y de sí mismo.

De los tres surgen estas nueve cualidades del discípulo: 1. Hacer la voluntad de Dios, negándose a sí mismo, 2. Seguir las mociones del Espíritu Santo, Maestro de la Verdad, 3. Estar sujeto en obediencia a los superiores, 4. Pedir la fe y hacerla crecer, 5. Saber guardar silencio, 6. Saber escuchar, 7. Ser fiel a Dios y a la Iglesia, 8. Ser prudente, y 9. Ser proveedor de la santa Iglesia (para con la Jerarquía, la parroquia y la feligresía).

[Texto original de Juan de Jesús y María.]

Tips para contemplativos. No. 02: Sobre el origen de las tensiones

TIPS para contemplativos. Tip No. 02: Origen de las tensiones.

* Las distracciones vienen por atracciones múltiples y diversas, o por tensiones. Conviene buscar el origen de éstas.

* Las virtudes suelen clasificarse en teologales (fe, esperanza, amor), y cardinales o humanas (prudencia, justicia, fortaleza, templanza).

* Las virtudes teologales son “extremistas” porque su perfección siempre está en el máximo. Las cardinales, en cambio, requieren de la búsqueda del punto medio, y por eso es en ellas donde nacen la mayor parte de nuestras tensiones.

* Uno suele desconocer el origen de las opciones que le llevan a preferir un “punto medio” en lugar de otro. Con frecuencia es el roce con otras personas y culturas lo que le lleva a uno a descubrir que hay raíces ancestrales que hacen que uno reaccione de modo diverso.

* Las tensiones ancestrales no salen a flote por sí mismas pero su efecto se deja sentir, en el plano comunitario, cuando las mutuas limitaciones nos obligan a buscar consensos, aclarar motivaciones y explicitar metas y propósitos.

* Son esas las mismas tensiones que pueden robar nuestra atención cuando más deseamos y necesitamos orar.

Comunion y Comunidad, 10 de 10

Comunion y comunidad en Cristo. Retiro espiritual en el Monasterio de las Dominicas de Lerma. Tema 10 de 10: Virtudes teologales y vida de comunidad.

FE

– Según la Biblia, la fe no es autosugestión, “energía positiva,” o hacer de cuenta que las cosas son lo que no son. La fe no consiste en cerrar los ojos y concentrarse en convicciones interiores sino en abrir los ojos hasta ver, en profundidad, lo que no resulta aparente.

– Así entendidos, los “ojos” de la fe nos invitan a ver al hermano en su realidad de necesidad ante Dios. La Biblia no paga homenaje al hombre sino a la obra que Dios realiza en él. Así también nosotros, movidos por la fe, vemos al mismo tiempo la necesidad y la posibilidad en el hermano.

ESPERANZA

– Esta virtud no alude sólo al “más allá;” se practica ya en esta tierra cuando acometemos (virtud de la fortaleza) caminos nuevos, como por ejemplo, al responder a una vocación.

– En lo cotidiano, la esperanza nos invita a mirar por encima de nuestras barreras y prejuicios, y a preguntarnos qué NO hemos visto en aquellas personas que hemos etiquetado.

AMOR

– La clave para amar está siempre en que “Dios nos amó primero” como dice la Primera Carta de Juan. El amor fraterno en comunidad no es, pues, asunto de solas relaciones humanas, simpatía, o tolerancia estoica.

– Sabiéndonos acogidos en Cristo, nos entregamos mutuamente a su poder, para que Él haga en nosotros como se cuenta en la Carta a los Efesios: derribando el muro de odio que separaba a judíos y gentiles. El es nuestra unidad; El es nuestra paz.

Comunion y Comunidad, 07 de 10

Comunion y comunidad en Cristo. Retiro espiritual en el Monasterio de las Dominicas de Lerma. Tema 7 de 10: Breve historia de la noción de virtud.

– Aunque el individualismo propio de la Modernidad sitúa el tema de la plenitud humana en el ámbito estrecho de la satisfacción de necesidades y deseos sólo personales, una visión más amplia a la historia de la humanidad muestra que tal plenitud ocurre de modo mucho más natural y frecuente en comunidad.

Areté, en griego, o virtus, en latín, aluden a facultades, destrezas o capacidades que en principio pueden usarse para bien o para mal.

– Aristóteles propone una “ética de virtudes” necesaria para la vida en la “polis” (la “política”). El objetivo es alcanzar la “eu-daimonía” que es algo así como el florecimiento o plenitud de lo que uno puede llegar a ser.

– Para Tomás de Aquino, la virtud tiene ya una connotación decididamente positiva: es un hábito bueno, contrapuesto al vicio, que es el hábito malo. El ejercicio de la virtud, así entendida, hace adelantar el camino hacia un bien objetivo, que es la posesión de Dios en la bienaventuranza.

– La moral de Tomás es, entonces, objetiva, pero no es “objetivante,” es decir, no desconoce los aspectos propios de la intención y de las circunstancias, que también pueden ser interiores al sujeto.

– Su modelo del bien humano goza de equilibrio y ha sido asumido muy integralmente por la Iglesia como referencia moral prácticamente universal.

FORJA, de San Josemaria

Forja
De la obra clasica de San Josemaria Escriva: “No se que te ocurrira a ti…, pero necesito confiarte mi emocion interior, despues de leer las palabras del profeta Isaias: “ego vocavi te nomine tuo, meus es tu!” -Yo te he llamado, te he traido a mi Iglesia, eres mio!: que Dios me diga a mi que soy suyo! Es como para volverse loco de Amor!” Click!

Experiencia y Esperanza

La experiencia mira hacia el pasado, y de él nos trae grandes enseñanzas pero también heridas y desilusiones. Del pasado podemos aprender a ser más sabios pero también más cobardes o faltos de vigor. El don teologal de la esperanza no nos lanza hacia la fantasía sino hacia la conquista de la mejor que podía darnos el pasado y lo mejor que puede depararnos el futuro.