Una vez que uno descubre que la vida cristiana implica combate es grande ver que la Virgen María aporta “armas de paz” que nos ayudan a alcanzar la victoria. Enumeramos cinco:
(1) La belleza, si es armonía en Dios, precisamente para combatir el poder siniestro de la belleza como tentación hacia el deleite egoísta o estéril.
(2) La humildad, que nos devuelve una mirada sensata y realista, y que nos hace suficientemente pequeños como para escapar de las tupidas redes enemigas.
(3) La oración, que nos permite repetir con san Pablo: “todo lo puedo en aquel que me fortalece.”
(4) La maternidad, el arma que desarma, porque desactiva las bombas del resentimiento, la venganza y el individualismo.
(5) La virginidad, que asegura un espacio claro para Dios y sus planes en nuestra vida.