La Iglesia nos invita como creyentes a darle profundidad y seriedad a nuestra vida, evaluando qué estamos haciendo, cómo estamos viviendo y a quién estamos sirviendo.
La capacidad de reflexionar, de tener sabiduría y de amar están en nuestro corazón; así somos imagen de Cristo y se convierte nuestra vida en verdadera preparación para la eternidad.
[Conferencia en YPFB Andina, en Santa Cruz, Bolivia.]
Tres pilares para construir una vida mas solida:
1. No se te olvide que quieres ser feliz. Y hay que preguntarse: ¿Esto que estoy haciendo me acerca o me aleja de la verdadera felicidad?
2. Los conflictos exteriores empiezan de los conflictos interiores. Por consiguiente, todos necesitamos un tiempo mínimo (suelen proponerse 7 minutos) para conocerse a uno mismo.
3. Nada estable se construye sobre la injusticia. Para no ir por la vida o por la historia humana dando bandazos o simplmente reaccionando, conviene preguntarse a fondo y a menudo, cómo se están sintiendo los demás.
* Hay procesos de conversión que nos llenan de alegría y admiración por su profundidad y agilidad; porque hay convicción y compromiso. Hay en cambio otros procesos que en su lentitud o inconstancia llaman al desaliento. ¿Por qué sucede esto?
* Claramente es el Espíritu de Dios quien está al frente del camino de nuestra conversión pero ello no disminuye la importancia que debemos dar a los varios “aceleradores” que pueden quitar obstáculos al trabajo de la gracia. Con ello en mente, revisamos brevemente experiencias claves en las vidas de algunos sanotos:
(1) Decepción (muerte de Isabel de Portugal) – Búsqueda de Eternidad – San Francisco de Borja
(2) Duda – Anhelo de verdad – San Justino
(3) Futilidad – Búsqueda de verdadera victoria – San Bruno
(4) Fragilidad – Anhelo de firmeza – Santa Catalina de Siena
(5) Fractura – Búsqueda de la gracia de la coherencia – San Agustín de Hipona
Cristo nos enseña la manera sensata de vivir: recordando que no soy dueño; y la manera sensata de morir: con plena confianza si he vivido según su divina voluntad.
Debemos permanecer vigilantes al descubrir nuestro valor: somos únicos por creación; valemos la Sangre del Hijo de Dios; y somos templo del Espíritu Santo.
El sentido de la existencia de Nuestro Señor Jesucristo es servir, dándonos vida, soporte y fuerza; para luego nosotros también servir y dar soporte a nuestros hermanos.
La verdadera felicidad depende de acoger la Palabra, llevarla en nuestro corazón haciéndonos nuevos, y compartir con los demás a través de la evangelización.
Cristo nos enseña a sumar y a restar: sumar, buscando aquello que realmente es común con otros; restar, quitando de mi vida aquello que me aleja de Dios.
La historia de la salvación es nuestra historia, es lo que Dios ha hecho por nosotros, es la manera como se nos ha revelado y como nos ha enseñado su lenguaje.
Secuencia de la vida cristiana: arrepentimiento, confianza, recibir perdón, expresar gratitud, abrirse a la alabanza, querer compartir la maravilla del amor recibido.