Cuando las preocupaciones te agobien y sientas que tu cuerpo ya no puede más, no te encierres en una idea solamente: desahógate, y piensa que en ese momento estás viviendo un instante de tu larga vida.
Y todos los problemas son circunstanciales y las circunstancias son igual que las olas: vienen y se van. La felicidad espiritual no consiste en borrar de la mente las preocupaciones ni olvidarlas; la tranquilidad espiritual consiste en la búsqueda constante de soluciones para nuestros problemas.