A Michael Phelps, todo lo que el oro no le pudo dar…

“La estrella de la natación Michael Phelps, el atleta olímpico más condecorado de la historia, casi cometió suicidio hace dos años. Su pericia atlética y su éxito le habían valido muchísima atención mediática durante la última década, tanta que pareciera que los medios deportivos le veneraban como a un dios, pero mientras tanto Phelps luchaba por encontrar paz en su corazón…”

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Historia prodigiosa del Santo Cristo de Totolapan

A unos 125 kilómetros de la ciudad de México, cerca de la Estación Cascada, se halla el pueblo de Totolapan, cuyo primer evangelizador y prior, en 1535, fue fray Jorge de Avila, que edificó casa y convento, y que desde allí evangelizó otros ocho pueblos del actual estado de Morelos. Pues bien, fray Antonio de Roa en 1542 fue nombrado prior de San Guillermo Totolapan, allí precisamente donde aprendió la lengua mexicana, cuando pensaba volverse a España. Tenía entonces 51 años, y su enamoramiento de Cristo Crucificado iba haciéndose cada vez más profundo…

Por aquellos años, apenas llegaban imágenes de España y no había en el lugar todavía quien las hiciese. Y el padre Roa, acostumbrado a orar en Burgos ante aquel famoso cristo de los agustinos, tenía muy vivos deseos de conseguir un hermoso crucifijo, y «lo había pedido muchas veces con devoción y ahínco».

Y un día de 1543, el quinto viernes de Cuaresma, el portero avisa al prior Roa que un indio ha traído un crucifijo para vender. Fray Antonio corre allí, desenvuelve el cristo del lienzo en que el indio lo traía, y sin hacer caso del indio, toma el crucifijo, besa sus pies y su costado, lo venera con emocionadas palabras, y se apresura a colocarlo en la reja del Coro, donde siempre había deseado tenerlo. En seguida llama a los frailes para darles tan buena nueva… Pero cuando trata de dar razón del indio, advierte que ni se ha fijado en él. Corren entonces a la portería, al pueblo, a los caminos, pero del indio nunca más se sabe nada.

En 1583, cuarenta años más tarde, los agustinos lo trasladaron a su gran convento de México, donde esperaban que podría recibir más culto, y para ello, al parecer, lo sacaron de noche y ocultamente por una ventana que todavía se muestra. En 1861, con motivo de la exclaustración decretada por Benito Juárez, los agustinos hubieron de abandonar su grandioso templo de la ciudad de México. Y fue entonces, tras doscientos setenta y ocho años de ausencia, cuando el pueblo de Totolapan consiguió recuperar su santo cristo, y lo trajo cargando desde México. Éste es el origen del Santo Cristo de Totolapan, lleno de majestad y de belleza, tan venerado hasta el día de hoy.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Ofensiva en Escocia para que los niños crezcan ateos

“Los ateos de la llamada Sociedad Humanista Escocesa han publicado un manual ateo para que “niños y jóvenes” que tienen que cursar la materia de Religión en sus colegios puedan rebatir a sus profesores y así aumentar en ellos la animadversión al cristianismo hasta que logren hacer desaparecer definitivamente esta asignatura de todos los colegios..”

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¿Por qué las ayudas por hijos no sirven para aumentar la natalidad?

“El juego al que se supone que jugamos todas las especies, el juego de Darwin, consiste en sobrevivir todo lo que se pueda y, sobre todo, transmitir los genes. La especie que se extingue, ha perdido; la que prospera y se multiplica, ha ganado. Si coges un grupo de individuos de una especie y los sueltas en un lugar donde tienen en abundancia todo lo que necesitan y eliminas enfermedades y depredadores, al cabo esa especie se habrá multiplicado al máximo. Sencillo, ¿verdad? Y, sin embargo, parece no funcionar con nosotros. Es decir, parece empezar a no funcionar ahora, especialmente con los WEIRD (siglas en inglés de Occidentales, Educados, Industrializados, Ricos y Democráticos)…”

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Comienza la historia admirable del agustino Fray Antonio de Roa

Conocemos la historia admirable del agustino fray Antonio de Roa por la Crónica de la Orden de N. P. S. Agustín en las provincias de la Nueva España, escrita por el padre Juan de Grijalva, y publicada en México en 1624; y también por el libro del benemérito presbítero mexicano Lauro López Beltrán, Fray Antonio de Roa, taumaturgo penitente.

Fernando Alvarez de la Puebla, distinguido caballero castellano, y Doña Inés López, en la villa burgalesa de Roa, perteneciente a la diócesis de Osma, tuvieron en 1491 un hijo a quien llamaron Fernando. De su madre recibió éste una formación espiritual que habría de valerle para toda su vida. «Su madre, asegura Grijalva, fue tan piadosa y buena cristiana que fue maestra de este gran contemplativo» (II,20), como se vio más tarde, siendo ya religioso. Desde chico «le llamaban el niño santo», y era «la estatura y los miembros bien proporcionados, y de robusta salud. Hombre de grandísima verdad, y de discreta conversación, muy piadoso con los pobres, humilde y templado».

La precocidad religiosa de este joven da ocasión a que sea nombrado a los 14 años, siendo laico, canónigo de la Colegiata de Canónigos Regulares de San Agustín en Roa, función que desempeña día a día con la mayor fidelidad, aunque siempre se resiste a ser ordenado sacerdote. En 1524, a los 33 años, pasa de la vida litúrgica en la Colegiata y de las obras de caridad y apostolado en Roa a la vida religiosa, ingresando en los agustinos de Burgos, atraído por su devoción al santo Cristo Crucificado que allí se venera. Toma entonces el nombre de Antonio de Roa, profesa en 1528, y venciendo los frailes sus muchas resistencias, es ordenado sacerdote poco después.

En 1536, fray Francisco de la Cruz, agustino adelantado en México, viaja a España consigue doce misioneros de su Orden, y entre ellos al padre Antonio de Roa. La marcha de fray Antonio fue muy sentida en Burgos, y ante la solicitud de fray Francisco de la Cruz, «le rogó el Padre Provincial que le dejase, y que le daría por él otros tres religiosos, los que quisiese escoger de toda la Provincia» (II,20)…


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

El valor del fracaso

“Pero la mirada de Dios es distinta. Por eso, el recuerdo de que Cristo triunfó cuando fracasaba y que en la Cruz fue cuando más atrayente se volvió, nos debe ayudar a considerar nuestras situaciones personales con otra óptica…”

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Los padres tienen que prepararse para la persecución

“En este contundente discurso, John Smeaton resalta la creciente y severa amenaza que se cierne sobre los padres, al ejercer sus derechos y deberes para con sus hijos, por parte de las Naciones Unidas y poderosos gobiernos de occidente como lo son los Estados Unidos y el Reino Unido. También hace un llamado de atención a los padres en la medida en que autoridades del Vaticano, colaboran activamente con esas mismas fuerzas…”

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Curso de Sacramentos II, parte 08 de 13: Cuestionamientos personales y eclesiales

Cuestionamientos personales y eclesiales

Introducción. Desfiguración del ministerio sacerdotal.

  1. La Iglesia es más que un conjunto de personas. Podemos decir que tiene una naturaleza teándrica y ello se siente de una manera muy especial en el sacramento del Orden.
  2. Se supone que el ministro es el sucesor del apóstol, pero surge la separación a este ideal y ese distanciamiento conlleva la dificultad de reconocer el Evangelio en el ministro o en la comunidad. Cualquier pecado es una desfiguración del ministerio. Hay cuatro de ellos que tienen una caja de resonancia tremenda y sobresalen en este desvirtuar el ministerio del Orden:

La falta de fe en Cristo.- Esta incredulidad hace que uno este más preocupado por sus propios intereses y compensaciones más que los de la comunidad. El ministro se convierte en un funcionario que intenta mantener contento a su jefe.

Egoísmo.-  Se espera la generosidad del ministro consagrado. Cuando se le exige mucho y éste no tiene abundancia de amor entonces se cuestiona la razón de su ordenación. Los ministros egoístas tienden a ver su ministerio como un privilegio, algo que desfigura totalmente el servicio y hace imposible la discusión.

Abuso.– Corromper al inocente es una de los mayores motivos de escándalo.

División.- Es lo contrario a lo que Jesús pedía cuando decía… Que todos sean uno. Como consecuencia de las divisiones internas entre los cristianos, las esferas públicas se han aprovechado para expulsar a la religión. Como consecuencia la Verdad se reduce a la verdad subjetiva o a la verdad científica y el tema de la Ética queda fuera de discusión.

Cuestionamientos referidos a la persona del ministro.

  1. Estos cuestionamientos personales se suceden continuamente: ¿Por qué solo hombres son sacerdotes?; Cuestión del celibato; Cuestión de la pobreza (caso de la herejía de los Fraticelli ,siglo XIV).
  2. Una manera de enjuiciar los condicionamientos personales o doctrinales que suponen un vivir ajenos a la vida de Cristo es alegar que la validez del sacerdocio nunca depende de esos posibles desajustes. Otro modo de verlo y que supone una manera de defenderse la Iglesia nos llevaría al capítulo de los impedimentos (dispensados o no dispensados), es decir, se trata de saber dónde se traza la línea. Como tarea se podría investigar cuáles son los impedimentos y si se pueden o no dispensar. (ver en CDC, en Cap. II De los Ordenandos, Art. 3 De las Irregularidades y otros Impedimentos).
  3. Las licencias son los permisos para celebrar los sacramentos que conceden los obispos a sus sacerdotes. Sirven también como medida de protección que tiene la Iglesia para evitar llegar a juicios canónicos si no se siguen las normas.
  4. Otra manera de protegerse son las penas canónicas en casos extremos. Esta penas pueden llegar a una suspensión a divinis (para siempre).
  5. Sobre por qué el sacerdocio se restringe a los hombres conviene volver a San Juan Pablo II en su Carta Apostólica ?Ordinatio Sacerdotalis. Se dice que Cristo estaba por encima de los condicionamientos culturales y lo prueba el que acepte hombres de todo tipo y condición, o bien que permita que una mujer pecadora pública le abrace, llore y unja sus pies, o que envíe como primer testigo de la Resurrección a una mujer. El grupo es heterogéneo porque Cristo es libre para elegir quien desee, pero sin embargo Él no eligió mujeres y nosotros sus seguidores no estamos capacitados para cambiar esa elección de Jesús.
  6. En el tema del celibato se está de acuerdo que es una norma disciplinaria. Pero se ve (Pablo VI) que los bienes del celibato nos llevan a mantenerlo:
  • Generosidad y disponibilidad del sacerdote célibe,
  • Ayuda para evangelizar con las misiones,
  • Carácter de signo: renuncia por el Reino.

Cuestionamientos eclesiales contemporáneos.

  1. Ministerio petrino. Hay una desfiguración del ministerio con los escándalos de los Papas (siglo X y XVI son ejemplos vergonzosos), pero a pesar de ello Cristo le dio un mandato a Pedro que no murió con el Apóstol. Cristo ha confirmado en la fe a los Papas.
  2. Curias Vaticanas. El pecado puede desfigurar la fe debido a los secreteos, intrigas, escándalos, etc., pero este aspecto de corrupción puede ser contrarrestado con una vida espiritual sólida. Santo Tomás dice que en el sacerdote se aúna el oficio y la persona. Todo puede ser ofrecido incluso las debilidades. El sacerdocio y la ofrenda están unidos no solo en toda vida cristiana sino también en el sacerdocio ministerial.

10 señales que indican que tu hijo está malcriado

“Criar y educar a un niño es probablemente uno de los mayores desafíos a los que nos podemos enfrentar. Nos equivocaremos muchas veces, pero el primer paso para aprender y rectificar es darnos cuenta de que no lo estamos haciendo bien. El segundo paso será detectar qué es lo que hacemos mal (en este artículo encontrarás algunas pautas)…”

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Conoce a Paul Claudel

Decía muy bien “L’Osservatore Romano” al calificar la muerte de Paul Claudel como día de luto para toda la cultura católica. El brillante escritor galo, que llevó al par una fecunda tarea diplomática representando a Francia en puestos claves, ocupaba por derecho propio tal puesto en la literatura que, para alcanzar una talla comparativa, habría que remontarse a los mejores clásicos de la Edad de Oro y, sobre todo, a Calderón. Por eso nos ha alegrado ver cómo en las reseñas que del autor de “La Anunciación” se han hecho últimamente, ha imperado unidad de criterio en esta idea que inicialmente apuntaba Pérez Lozano desde “Signo”.

Pero si, como Calderón, Paul Claudel ha sido un coloso de las letras, su figura humana no está exenta de ricos matices, entre los que descuella su simpática y atrayente ejemplaridad, sobre la que insistimos para las juventudes de ahora.

HIJO DE CAMPESINOS

Villenueve-sur-Fere es un humilde pueblo de la gleba francesa que abriga el orgullo de sus tradiciones. 1868 trajo para la aldea un nuevo timbre de gloria: allí nacía un chico a quien en el bautizo se signaría como Paul, hijo del campesino Claudel. Años después, como al mozo le tiraba la afición por los libros, París se encargaría de darle el espaldarazo de la ilustración. Como lo hizo, será mejor que él nos lo cuente.

“Yo también, como los antiguos profetas, en los días de mis dieciocho años, cuando se me sacó de la buena provincia para atiborrarme la cabeza con tinta de imprenta y la pulpa podrida de los libros paganos, yo también he sido cautivo de esta Tiro y en esta Babilonia, he errado hasta lo más profundo de las entrañas tenebrosas, esperando leer sobre las placas indicadoras la mismísima “encrucijada de la desesperación”.

¿Cómo se las arregló la ciudad de la luz para que en el muchacho cristalizara este estado de amargura? París en 1882, era una urbe de “diletantes” en la que pontificaba el ateo Renán. Sin un timón que orientara sus lecturas, Claudel cayó pronto en la más honda sima del ateísmo. El ha concretado las causas de su incredulidad en estos términos: “la enseñanza laica, la “Vida de Jesús” de Renán y su hermana Camila, también ganada por un malentendido intelectual al que acabó arrastrando la adolescencia de Claudel.

LA CONVERSIÓN

Cuatro años –de los catorce a los dieciocho- pasó el joven Claudel al margen de la fe, “arrastrando en las aceras por el torrente de esa humanidad impura que surge a la noche de los teatros”. Sigrid Undset, la Nobel noruega, ha escrito: “Si cuantos se han convertido al catolicismo descubrieran los caminos que los llevaron a Roma, probablemente no encontraríamos, dos trayectorias idénticas”.

Así, a Chesterton lo ganó una paradoja, a García Morente los compases de Berlioz y a Claudel una polifonía. En la nochebuena de 1886, Cristo nació también en la pesebrera que era entonces su corazón, por caminos que a nosotros pueden parecer incomprensibles. Rimbaud el joven e irresoluto Rimbaud, al que en la agonía alcanzara también el lebrel del Cielo, horas antes abrió contradictoriamente con sus poemas amargos “una fisura en mi amargura materialista”. Abrumado por la lectura, había acudido a la catedral de Notre-Dame para buscar inspiración. Acababa de entonarse el “Magnificat”. “Yo estaba de pie entre la gente, cerca del segundo pilar en la entrada del coro, a la derecha del lado de la sacristía. Y fue entonces cuando se produjo el acontecimiento que ha dominado toda mi vida. De pronto mi corazón fue tocado y creí. Creí con una tal fuerza de adhesión con una tal elevación de todo mi ser, con una convicción tan pujante, con tal certeza, que no quedó lugar para ninguna especie de duda, de tal forma que después todos los libros, todos los razonamientos, todos los azares de una vida agitada, no han podido quebrantar, ni siquiera tocar, mi fe”.

MISIONERO DE LAS MENTES

La noche de la conversión, la misma Camila puso en las manos de Claudel una biblia. El hecho es significativo, porque no sólo la hizo el pan de sus meditaciones, sino que llegó a encomiarla en su obra, aun costándole incomprensiones que deshizo al fin la excelsa “Anunciación a María”. Es cierto que a él poco le afectaron, porque fue el prototipo de la fidelidad a la vocación, pero conviene resaltar la incorporación de este tesoro que tan útil habría de serle en su predicación desde el verso y las tablas y, sobre todo, en el apostolado directo con sus amigos carentes de fe.

Precisamente lo que más asombra de Claudel-hombre es ese su sentido de la caridad que intrépidamente le llevaba en ansias de salvación adonde hubiera un alma en tinieblas. Desde la noche de Notre-Dame, el resto de los ochenta y cinco años de Claudel están imbuídos de esta inquietud. Gusta considerarle como el converso misionero de las grandes inteligencias. La cita de nombres a los que el coloso de Francia llevó al camino de Damasco se haría interminable. Nombremos uno bien significativo: Francis Jammes, el místico y magistral poeta de la Virgen. Hasta dónde llegará su afán lo demuestran las cartas cruzadas con Gida, el autor que está en el “Índice”. Existe también una epístola suya que nos gustaría meditara una y mil veces la juventud de hoy, y la escrita a Jacques Riviere, en la que figura este pensamiento que tanto gustaba a los del 36: “La juventud no ha sido hecha para el placer, sino para el heroísmo”.

Hablaba a los amigos en el error con un cariño incomparable. A Maxime Alejandre, un judío de verdad, le dijo: “Dios lo necesita a usted, lo llama, llora por usted como un niño en la cuna. ¿Qué espera?”.

CONSECUENTE CON LA FE

Claudel supo lo que decía cuando afirmaba que nada en la vida había podido ni siquiera tocar su fe. Le costó a veces sangrarle el corazón, pero el siempre obró en consonancia con los principios.

Toda su producción de converso se caracteriza por una limpieza inmaculada. Es más: en su etapa de incrédulo hay una obra reprobable. El la repudió en estos términos: “Antes de irme para no volver, yo también quiero lanzar al Sena mi segundo libro, ese drama La Ville en el que la prostituida estaba prometida a la mano de los conquistadores”

Lágrimas, sublimes lágrimas le costó también una decisión tomada en su vida. En un viaje que hizo a Extremo Oriente en función diplomática, conoció a una mujer agraciada de la que se enamoró apasionadamente. Le bastó saber que estaba casada para zanjar, heroicamente, su amor porque no se lo permitía la moral cristiana.

¿Y con España? ¿Cómo le pagaría nuestra patria el favor que le hizo durante la Cruzada? Cuando una ominosa consigna de silencio pretendía ocultar el espantoso holocausto de vidas que el comunismo hacia aquí, la voz de Claudel, no solo denunció el genocidio, sino que con su “Oda a los sacerdotes mártires de España” cristalizó la defensa mas apasionada, a la vez que una pieza literaria de antología.

Pero lo que más le enorgullecía era su fidelidad al Papa y el desenlace que ésta tuvo hace unos años. Fue a raíz del Año Santo, cuando se pensó, como una deferencia hacia el Pontífice, representar en los jardines vaticanos la simbólica “Anunciación a María”. De por sí, la asistencia de Pio XII era una distinción excepcional y así lo entendió el poeta. Sin embargo, hubo algo más. De rodillas ante el Vicario de Cristo, Claudel vió inclinarse su figura ascética y se sintió estrechado entre sus brazos. Sesenta y siete años de lucha los dio por bien recompensados con la emoción del instante. El Santo Padre le hizo dos regalos: unas palabras personales y un rosario. Las palabras decían:

“… Me parecía seguir con la mente y el recuerdo el itinerario de un alma poseída y conquistada por la gracia de Cristo, que a partir del día de la conquista se esforzaba por manifestar el amor de que estaba henchida, siempre con ardor”. El rosario lo llevó Claudel a la tumba entre sus manos entrelazadas.

A LA HORA DE LA VERDAD

En la capital francesa, el 23 de abril último amaneció envuelto por una neblina cenicienta que algodonaba las frondas. Era natural, porque el calendario marcaba el miércoles de ceniza.

En una estancia próxima al bosque de Boulogne, Paul Claudel, el mejor poeta de la Francia contemporánea, dormía, abrumado de gloria, el sueño de la muerte. Por eso, cuando se sintió morir, no tuvo que tomar otra disposición que la de seguir trabajando hasta el momento postrero. Solo entonces se tomó unos segundos, los necesarios para decir:

“Dejadme morir tranquilamente. No tengo miedo.”

Junto al rosario del Papa, Claudel llevó consigo un crucifijo muy querido, regalo de un misionero: la cruz a la que tanto había amado y servido.

Necesitamos cambiar nuestro estilo de vida si queremos que la vida sea posible en este planeta

486 Los graves problemas ecológicos requieren un efectivo cambio de mentalidad que lleve a adoptar nuevos estilos de vida,1012 « a tenor de los cuales la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un desarrollo común, sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorros y de las inversiones ».1013 Tales estilos de vida deben estar presididos por la sobriedad, la templanza, la autodisciplina, tanto a nivel personal como social. Es necesario abandonar la lógica del mero consumo y promover formas de producción agrícola e industrial que respeten el orden de la creación y satisfagan las necesidades primarias de todos. Una actitud semejante, favorecida por la renovada conciencia de la interdependencia que une entre sí a todos los habitantes de la tierra, contribuye a eliminar diversas causas de desastres ecológicos y garantiza una capacidad de pronta respuesta cuando estos percances afectan a pueblos y territorios.1014 La cuestión ecológica no debe ser afrontada únicamente en razón de las terribles perspectivas que presagia la degradación ambiental: tal cuestión debe ser, principalmente, una vigorosa motivación para promover una auténtica solidaridad de dimensión mundial.

487 La actitud que debe caracterizar al hombre ante la creación es esencialmente la de la gratitud y el reconocimiento: el mundo, en efecto, orienta hacia el misterio de Dios, que lo ha creado y lo sostiene. Si se coloca entre paréntesis la relación con Dios, la naturaleza pierde su significado profundo, se la empobrece. En cambio, si se contempla la naturaleza en su dimensión de criatura, se puede establecer con ella una relación comunicativa, captar su significado evocativo y simbólico y penetrar así en el horizonte del misterio, que abre al hombre el paso hacia Dios, Creador de los cielos y de la tierra. El mundo se presenta a la mirada del hombre como huella de Dios, lugar donde se revela su potencia creadora, providente y redentora.

NOTAS para esta sección

1012Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 36: AAS 83 (1991) 838-840.

1013Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 36: AAS 83 (1991) 839.

1014Cf. Juan Pablo II, Discurso al Centro de las Naciones Unidas, Nairobi (18 de agosto de 1985), 5: AAS 78 (1986) 92.


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