Advertencia: el lenguaje explícito, aunque respetuoso, de la presente entrada puede parecer inapropiado o desagradable a algunos lectores. En principio no se recomienda este texto a menores de edad.
La idea de que el sexo es un pasatiempo, un estimulante o un modo de levantarse el ánimo o la autoestima tiene consecuencias que no son obvias y que sólo emergen ante el paradigma del onmipresente “mercado.” Esta vez, sin embargo, no quiero referirme a los efectos económicos a los que aludí antes, sino a ese otro uso metafórico de la palabra que se dice con un guiño en parte cínico, como cuando una persona termina de resolver los asuntos de su divorcio (¿express?) y se dice que está volviendo “al mercado” porque de nuevo queda disponible para ligar con otros u otras.

La separación entre las funciones procreativa y unitiva de la sexualidad humana sólo puede tener un desenlace: que el sexo es un entretenimiento. La idea no es nueva en la Humanidad. Era bien popular ya en Corinto, en el siglo I. Lo que sí es nuevo es el estudio de los factores neurológicos y bioquímicos que van ligados al ejercicio de la sexualidad. Las dopaminas y oxitocina que se liberan con cierta abundancia en la actividad sexual han dado soporte a la idea de que la práctica regular de la sexualidad es un derecho humano universal y a la vez, una de las actividades más saludables y con mayor capacidad de levantar el ánimo.
Después de haber reflexionado sobre la misericordia del Padre, de Jesús, vamos a reflexionar sobre un tema fundamental para nuestra vida, y que brota de la misericordia de Dios, la curación o sanación de toda la persona. En efecto, el odio, los rencores y otros sentimientos dañinos, de los cuales ya hemos hablado, son enfermedades del alma y del espíritu con un gran poder para debilitar el vigor del cuerpo con una cantidad de enfermedades, pero que se pueden sanar.
Los eventos que llevaron al combate en que murió
Causas de la violencia: Hace pensar la creciente violencia imperante en todos los ámbitos del mundo y de nuestra sociedad. Pero perturba todavía más la exaltación abierta que se hace de ella, por pare de personas y hasta de países, sin respetar siquiera el universo infantil. Necesitamos cuidarnos para que la pasión no haga de nosotros seres adictos a la violencia. Era lo que más temía Pablo para los nuevos cristianos: “Queridos míos, no se venguen, no se dejen vencer por el mal; venzan el mal con el bien” (Rm 12,19-21). Tratemos de profundizar para ver a qué podemos atribuir este crecimiento casi astronómico de la violencia.
Les invito a reflexionar sobre un sentimiento que está en la raíz de toda vida humana, que acompaña a todo mortal, la violencia. No es algo nuevo para la humanidad e irrumpe en la vida humana desde el paraíso terrenal, acompañando al hombre desde entonces. En la sociedad actual, la violencia se ha convertido en una epidemia. Hay naciones donde los asesinatos, las violaciones, los robos, los asaltos violentos y los allanamientos han alcanzado niveles alarmantes en las últimas dos décadas. Elementos de formación humana tan poderosos como el cine y la TV se han convertido en maestros insuperables de la violencia, llegando hasta el hogar. Nos hemos convertido en volcanes de impaciencia, violencia y terrorismo. Y no fue así desde el principio.
Lo que yo he aprendido es que hay solamente dos errores que no se deben cometer cuando se trata de la Divina Providencia: 1. Desconfiar. 2. Imponer un camino. Si en algún caso uno materialmente no puede ayudar lo que ha de hacer es subir a la cruz con Jesús y desde allí clamar a Papá Dios que abra otro camino para que la ayuda de algún modo llegue.
Respiro profundamente, despacio. Ojalá viendo entrar y salir el aire de mis pulmones: el que sale es oscuro, el que entra es claro.
Para algunos de nosotros esta Navidad tendrá un sabor distinto. Estoy pensando en las familias de mis hermanos en el Perú, afectados por el terremoto; estoy pensando en tantos amigos y conocidos en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, que enfrentan un panorama incierto y duro, para sí mismos y para su país; estoy recordando con amor a tantos en Venezuela que sufren al ver a su país polarizado y tan cerca de un punto de no retorno.