SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Gracias a la redención, tenemos en nosotros huella cierta de lo que Dios es.

Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Gracias a la redención, tenemos en nosotros huella cierta de lo que Dios es.
Padre,
que enviaste al Espíritu de Verdad
para que reconociéramos en tu Hijo
a tu propia Sabiduría Increada;
Padre,
que derramaste el Espíritu de Caridad
para que amáramos a tu Hijo
con algo del amor que Tú le tienes;
Padre,
que nos enviaste a tu Hijo
para que conociéramos el aroma del Cielo
en la Unción de Gracia
que él esparció con tanta bondad;
Padre,
que nos diste a tu Hijo
para que renaciendo en Él por el Espíritu
conociéramos algo mejor que el amanecer
del primer día de la Creación;
Padre,
¡qué bello eres, qué santo,
qué justo, qué sabio,
qué bueno!
Padre,
te da gloria tu Hijo en el Espíritu Santo,
como era en el principio
ahora y siempre
por los siglos de los siglos.
Amén.
¿Cómo surge la pregunta por la Trinidad en la Sagrada Escritura?
* En el A.T. no se encuentra de modo expreso el misterio trinitario: hay sólo algunas expresiones que, con la llegada de la Nueva Alianza, podían interpretarse como prefiguraciones de la Trinidad.
* Ya en el contexto del N.T., en cuanto se afirma que el Padre envió a su Hijo, y se afirma también que este Hijo merece adoración y obediencia a la par de Dios Padre, ahí surge el problema teológico de la Trinidad.
* Si uno pretende negar la divinidad de Cristo, deja sin sentido la autoridad con que Cristo se presenta en numerosos pasajes, y la manera como admite que se le ore y adore. Pasajes especialmente significativos son el prólogo de San Juan (Juan 1,1-14), y también Juan 10,33; Lucas 7,47; Marcos 1,5; Mateo 12,8; Juan 8,28 (con Éxodo 3,14); Juan 18,6. En cuanto a la divinidad del Espíritu, véase 1 Corintios 3,16; Romanos 8,15; Mateo 12,31-32.
Este capítulo pertenece al volumen 5 de la Suma Conversación.
Encuentro Huracán 2011 en Ciudad de Panamá. Tema 2 de 2: Una vida con cimiento y libertad.
Esa etapa nueva de la vida, que llamamos juventud, trae consigo que podamos cuestionar certezas que teníamos. Un caso frecuente es la sensación de rebeldía y desconfianza frente a la autoridad tradicional de los papás. Pero ello abre un espacio amplio de incertidumbre, y la necesidad de hallar nuevo fundamento en áreas centrales de la vida, incluyendo los principios y valores. Puede darse que estructuras sociales amorfas, como son las pandillas, se conviertan en verdadera autoridad para jóvenes que no logran tener otra referencia. Se da así un retorno a la lógica de la “tribu.”
Cristo trae una propuesta diferente. Él mismo ha tenido que sufrir la pérdida del apoyo de su pueblo, de sus amigos, de las autoridades de su tiempo. Su cimiento ha sido el Padre Celestial, y ese mismo fundamento ha querido Él que tengamos nosotros.
Así fundados en Cristo y en Dios Padre entendemos el verdadero sentido de la libertad. No es “hacer lo que venga en gana” porque la “gana” es algo que fácilmente manipulan los maestros de la publicidad y la ingeniería social. La libertad empieza a existir cuando se abraza a la verdad. Tal es la libertad que nos trae el Espíritu Santo de Dios.
Encuentro Huracán 2011 en Ciudad de Panamá. Tema 1 de 2: Decidirse por Jesucristo.
Es característico de la juventud el empezar a tomar las propias decisiones. De jóvenes vivimos una cierta tensión entre el deseo de ser distintos y originales, por una parte, y el deseo de pertenecer a algo, y ser semejantes a un grupo, por la otra parte. En esa tensión interna es fácil equivocarse, y lamentablemente cada decisión incorrecta deja consecuencias de muy largo alcance.
Jesús tiene todas las credenciales para ayudarnos a decidir con resolución pero sobre todo con sabiduría. Es verdadero hombre, verdadero punto de referencia de lo que significa ser humano; es auténtico y claro; y es espejo de bondad y fuente de vida.
Cristo recibe todo del Padre, y nos enseña que así se da él mismo. La Eucaristía es señal de la Trinidad.
Breve exposición de la resonancia del misterio trinitario en el ser humano, según san Agustín: el entendimiento tiene hambre de la Verdad del Verbo; la voluntad tiene hambre del Bien del Espíritu; la memoria tiene hambre de la solidez insondable del Padre.
¡Celebramos a Dios! Y celebramos que él se ha revelado a nosotros. Y celebramos su Nombre.
Homilía en la Solemnidad de la Santísima Trinidad, durante el Congreso de la Renovación Carismática, en Callao, Perú.
[Si estás leyendo esto en Facebook y deseas escuchar la predicación a la que aquí se hace referencia, haz click en “Publicación Original.”]