Ciento cuarenta y tres profesores de las facultades de teología alemanas, suizas y austriacas han dado a conocer en días pasados un texto titulado “Iglesia 2011 – un viraje necesario”. ¿Qué es lo que piden? Obviamente “reformas profundas”, como por ejemplo la abolición del celibato obligatorio para los sacerdotes de rito latino y, por tanto, la apertura a la ordenación de hombres casados, la adopción de “estructuras más sinodales a todos los niveles de la Iglesia”, la implicación de los fieles en el proceso de selección de párrocos y obispos, la apertura a las mujeres “en el ministerio de la Iglesia”, el reconocimiento de los matrimonios gay y de los divorciados que se han casado nuevamente.
Los firmantes sostienen que sólo abriéndose a estas reformas, por ser precisamente un “viraje necesario”, la Iglesia podrá retomar vigor y volver a hablar a los hombres y a las mujeres del siglo veintiuno. El elenco no es en absoluto sorprendente. Aquellas propuestas que los teólogos firmantes sostienen ser virajes necesarios, son de hecho propuestas archiconocidas y debatidas desde hace decenios.
Algunas de éstas aparecen como muy auto-referenciales y clericales. Es verdad, por ejemplo, que la merma de vocaciones comienza a ser un problema también en Occidente, y es cierto que precisamente en Alemania y en Austria existen muchos casos de presbíteros que conviven con mujeres y no lo esconden, pero, ¿de veras la abolición de la norma del celibato es la respuesta a esta situación? Más, ¿de verdad la respuesta a la crisis de fe es la apertura a la ordenación ministerial de las mujeres en la Iglesia? ¿Pensamos de verdad que un cambio en la doctrina sobre la homosexualidad podría llenar nuevamente las iglesias semivacías?
Basta mirar a lo que ha sucedido en la Iglesia anglicana para darse cuenta de que la respuesta a la secularización no puede ser otra secularización, como demuestra la constante hemorragia de fieles no obstante el viraje más liberal (desde el sacerdocio hasta el episcopado femenino y la apertura a sacerdotes gay convivientes). Lo que llama la atención en la iniciativa de los 143 teólogos es el hecho de que cíclicamente se reabren cuestiones sin tomar en consideración el hecho de que sobre estas cuestiones el magisterio ha reflexionado e intervenido muchas veces.