No más excusas

¿Por qué no te entregas a Dios de una vez…, de verdad… ¡ahora!?

Si ves claramente tu camino, síguelo. -¿Cómo no desechas la cobardía que te detiene?

“Id, predicad el Evangelio… Yo estaré con vosotros…” -Esto ha dicho Jesús… y te lo ha dicho a ti.

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Felices de ser pequeños ante Dios

No estás solo. -Lleva con alegría la tribulación. -No sientes en tu mano, pobre niño, la mano de tu Madre: es verdad. -Pero… ¿has visto a las madres de la tierra, con los brazos extendidos, seguir a sus pequeños, cuando se aventuran, temblorosos, a dar sin ayuda de nadie los primeros pasos? -No estás solo: María está junto a ti.

Jesús: nunca te pagaré, aunque muriera de Amor, la gracia que has derrochado para hacerme pequeño.

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Verdadero espíritu de hijos

El trabajo rinde tu cuerpo, y no puedes hacer oración. Estás siempre en la presencia de tu Padre. -Si no le hablas, mírale de cuando en cuando como un niño chiquitín… y El te sonreirá.

Nuestra voluntad, con la gracia, es omnipotente delante de Dios. -Así, a la vista de tantas ofensas para el Señor, si decimos a Jesús con voluntad eficaz, al ir en el tranvía por ejemplo: “Dios mío, querría hacer tantos actos de amor y de desagravio como vueltas da cada rueda de este coche”, en aquel mismo instante delante de Jesús realmente le hemos amado y desagraviado según era nuestro deseo.

Si tienes “vida de infancia”, por ser niño, has de ser espiritualmente goloso. -Acuérdate, como los de tu edad, de las cosas buenas que guarda tu Madre. Y esto muchas veces al día. -Es cuestión de segundos… María… Jesús… el Sagrario… la Comunión… el Amor… el sufrimiento… las ánimas benditas del purgatorio… los que pelean: el Papa, los sacerdotes… los fieles… tu alma… las almas de los tuyos… los Angeles Custodios… los pecadores…

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Oración e infancia espiritual

Te distraes en la oración. -Procura evitar las distracciones, pero no te preocupes, si, a pesar de todo, sigues distraído. ¿No ves cómo, en la vida natural, hasta los niños más discretos se entretienen y divierten con lo que les rodea, sin atender muchas veces los razonamientos de su padre? -Esto no implica falta de amor, ni de respeto: es la miseria y pequeñez propias del hijo. Pues, mira: tú eres un niño delante de Dios.

Cuando hagas oración haz circular las ideas inoportunas, como si fueras un guardia del tráfico: para eso tienes la voluntad enérgica que te corresponde por tu vida de niño. -Detén, a veces, aquel pensamiento para encomendar a los protagonistas del recuerdo inoportuno. ¡Hala!, adelante… Así, hasta que dé la hora. -Cuando tu oración por este estilo te parezca inútil, alégrate y cree que has sabido agradar a Jesús.

¡Qué buena cosa es ser niño! -Cuando un hombre solicita un favor, es menester que a la solicitud acompañe la hoja de sus méritos. Cuando el que pide es un chiquitín -como los niños no tienen méritos-, basta con que diga: soy hijo de Fulano. ¡Ah, Señor! -díselo ¡con toda tu alma!-, yo soy… ¡hijo de Dios!

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Mira de otro modo tus faltas

Ese descorazonamiento que te producen tus faltas de generosidad, tu caídas, tus retrocesos -quizá sólo aparentes- te da la impresión muchas veces de que has roto algo de subido valor (tu santificación). No te apures: lleva a la vida sobrenatural el modo discreto que para resolver conflicto semejante emplean los niños sencillos. Han roto -por fragilidad, casi siempre- un objeto muy estimado por su padre. -Lo sienten, quizá lloran, pero van a consolar su pena con el dueño de la cosa inutilizada por su torpeza…, y el padre olvida el valor -aunque sea grande- del objeto destruido, y, lleno de ternura, no sólo perdona, sino que consuela y anima al chiquitín. -Aprende.

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Camino de infancia espiritual

Pero ¡niño!, ¿por qué te empeñas en andar con zancos?

No quieras ser mayor. -Niño, niño siempre, aunque te mueras de viejo. -Cuando un niño tropieza y cae, a nadie choca…: su padre se apresura a levantarle. Cuando el que tropieza y cae es mayor, el primer movimiento es de risa. -A veces, pasado ese primer ímpetu, lo ridículo da lugar a la piedad. -Pero los mayores se han de levantar solos. Tu triste experiencia cotidiana está llena de tropiezos y caídas. ¿Qué sería de ti si no fueras cada vez más niño? No quieras ser mayor. -Niño, y que, cuando tropieces, te levante la mano tu Padre-Dios.

Niño, el abandono exige docilidad.

No olvides que el Señor tiene predilección por los niños y por los que se hacen como niños.

Paradojas de un alma pequeña. -Cuando Jesús te envíe sucesos que el mundo llama buenos, llora en tu corazón, considerando la bondad de El y la malicia tuya: cuando Jesús te envíe sucesos que la gente califica de malos, alégrate en tu corazón, porque El te da siempre lo que conviene y entonces es la hermosa hora de querer la Cruz.

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Cómo perseverar en la oración

“Tal vez te haya sucedido que sales de un taller de oración, de ejercicios espirituales o de un retiro con el gran deseo de mejorar tu comunicación con Dios y al poco tiempo vuelves a las mismas… Regresas a los ejercicios el año entrante y después de un mes, otra vez lo mismo…. Y entonces concluyes que los ejercicios o los talleres no sirven, o que la vida de oración no es lo tuyo y te desalientas. Conviene reflexionar bien dónde está el problema principal para poder poner soluciones adecuadas…”

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Táctica sobrenatural

Quieres ser mártir. -Yo te pondré un martirio al alcance de la mano: ser apóstol y no llamarte apóstol, ser misionero -con misión- y no llamarte misionero, ser hombre de Dios y parecer hombre de mundo: ¡pasar oculto!

Los niños no tienen nada suyo, todo es de sus padres…, y tu Padre sabe siempre muy bien cómo gobierna el patrimonio.

Sé pequeño, muy pequeño. -No tengas más que dos años de edad, tres a lo sumo. -Porque los niños mayores son unos pícaros que ya quieren engañar a sus padres con inverosímiles mentiras. Es que tienen la maldad, el “fomes” del pecado, pero les falta la experiencia del mal, que les dará la ciencia de pecar, para cubrir con apariencia de verdad lo falso de sus engaños. Han perdido la sencillez, y la sencillez es indispensable para ser chicos delante de Dios.

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Saber estar donde estás

Eres, entre los tuyos -alma de apóstol-, la piedra caída en el lago. -Produce, con tu ejemplo y tu palabra un primer círculo… y éste, otro… y otro, y otro… Cada vez más ancho. ¿Comprendes ahora la grandeza de tu misión?

¿Brillar como una estrella…, ansia de altura y de lumbre encendida en el cielo? Mejor: quemar, como una antorcha, escondido, pegando tu fuego a todo lo que tocas. -Este es tu apostolado: para eso estás en la tierra.

Servir de altavoz al enemigo es una idiotez soberana; y, si el enemigo es enemigo de Dios, es un gran pecado. -Por eso, en el terreno profesional, nunca alabaré la ciencia de quien se sirve de ella como cátedra para atacar a la Iglesia.

¡Galopar, galopar!… ¡Hacer, hacer!… Fiebre, locura de moverse… Maravillosos edificios materiales… Espiritualmente: tablas de cajón, percalinas, cartones repintados… ¡galopar!, ¡hacer! -Y mucha gente corriendo: ir y venir. Es que trabajan con vistas al momento de ahora: “están” siempre “en presente”. -Tú… has de ver las cosas con ojos de eternidad, “teniendo en presente” el final y el pasado… Quietud. -Paz. -Vida intensa dentro de ti.

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Cuando lo pequeño se vuelve muy importante

Todo aquello en que intervenimos los pobrecitos hombres -hasta la santidad- es un tejido de pequeñas menudencias, que -según la rectitud de intención- pueden formar un tapiz espléndido de heroísmo o de bajeza, de virtudes o de pecados.

¿Te has parado a considerar la suma enorme que pueden llegar a ser “muchos pocos”?

¿No has visto las lumbres de la mirada de Jesús cuando la pobre viuda deja en el templo su pequeña limosna? -Dale tú lo que puedas dar: no está el mérito en lo poco ni en lo mucho, sino en la voluntad con que lo des.

No me seas… tonto: es verdad que haces el papel -a lo más- de un pequeño tornillo en esa gran empresa de Cristo. Pero, ¿sabes lo que supone que el tornillo no apriete bastante o salte de su sitio?: se aflojarán piezas de más tamaño o caerán melladas las ruedas. Se habrá entorpecido el trabajo. -Quizá se inutilizará toda la maquinaria. ¡Qué grande cosa es ser un pequeño tornillo!

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