Síntesis de la doctrina espiritual del Padre Pío

“Ten por cierto que cuanto más crecen los asaltos del demonio, tanto más cerca del alma está Dios.”

“Tengamos bien esculpido en nuestra mente lo que dice el divino Maestro: en nuestra paciencia poseeremos nuestra alma.”

“Mediten en la palabra de Dios y ella adquirirá el poder de destruir sus naturales inclinaciones hacia lo material.”

“El sufrir es de todos. El saber sufrir es de pocos.”

“Cuando se hace bien, la oración conmueve el corazón de Dios y le invita, siempre más, a acoger nuestras súplicas.”

“Buscar sí la soledad, pero sin faltar a la caridad con el prójimo”

“Jesús llama a los pobres y sencillos pastores por medio de los ángeles para manifestarse a ellos. Llama a los sabios por medio de su misma ciencia. Y todos, movidos por la fuerza interna de su gracia, corren hacia él para adorarlo”

“Los corazones fuertes y generosos no se afligen más que por graves motivos, e incluso estos motivos no logran penetrar en lo íntimo de su ser”

“La vanagloria ha sido llamada con acierto por los santos carcoma de la santidad.”

“El sufrimiento no es abandono, por tanto, todo esto, sino amor y amor muy especial que Dios te va demostrando.”

“Jesús desde su nacimiento nos indica nuestra misión, que es la de despreciar lo que el mundo ama y busca.”

“Digámonos con el pleno convencimiento de que nos decimos la verdad: alma mía, comienza hoy a hacer el bien, que hasta ahora no has hecho nada.”

“Ora y espera; no te inquietes. La inquietud no conduce a nada. Dios es misericordioso y escuchará tu oración.”

“Oh! Qué precioso es el tiempo! Felices los que saben aprovecharlo, porque todos, en el día del juicio, tendremos que dar cuenta rigurosísima de ello al Juez supremo.”

“Ora con perseverancia, con confianza y con la mente tranquila y serena.”

“Para que se dé la imitación, es necesaria la meditación diaria y la reflexión frecuente sobre la vida de Jesús.”

“Meditemos la gran condescendencia con la que Jesús asume nuestra misma carne para vivir en medio de nosotros la mísera vida de la tierra.”

“Muchas veces ignoramos que para crecer tenemos necesidad de pan duro; es decir, necesitamos cruces, pruebas, contradicciones.”

“Mira: por un sí, por un solo sí, fiat secundum verbum tuum, por hacer la voluntad de Dios, María llega a ser Madre del Altísimo.”

“Guárdense de la ansiedad y de las inquietudes, porque no hay cosa que impida tanto el caminar hacia la perfección.”

“Jamás te he visto tan querido de Jesús como en este momento. Por tanto, ¿qué motivo tienes para temer, temblar y asustarte?”

“Igual que el cuerpo necesita de alimentarse, así el alma necesita día tras día de la cruz, para purificarse y separarse de las criaturas.”

“Procura no inquietar tu alma ante el triste espectáculo de la injusticia humana. Sobre esta injusticia verás un día el triunfo definitivo de la justicia de Dios.”

“Ten gran confianza en la misericordia y en la bondad de Dios.”

“A la medida que te vayas vaciando de ti mismo, es decir, del amor al cuerpo y de tu propia voluntad, y te vayas enraizando en la santa humildad, el Señor lo irá comunicando a tu corazón.”

“El Señor hace ver y llama, pero no queremos ni ver ni responder porque son los propios intereses los que nos agradan.”

“Cuando nos ponemos a orar a Dios, busquemos desahogar todo nuestro espíritu.”

“Un solo acto de amor a Dios en tiempos de aridez vale más que cien en momentos de ternura y consuelo.”

“Actuemos de modo que Dios no vea en nosotros nada más que el bien.”

“Cuando se pasa ante una imagen de la Virgen hay que decir: Te saludo, Maria. Saluda a Jesús de mi parte.”

“De la meditación y de la reflexión frecuente sobre la vida de Jesús brota la estima de sus obras; y de la estima, el deseo y el consuelo de la imitación.”

“Cuando no consigas avanzar a grandes pasos por el camino que conduce a Dios, conténtate con dar pequeños pasos y espera pacientemente a tener piernas para correr, o mejor alas para volar.”

“En la medida en que crecían en la Madre nuestra los dones del cielo, ahondaba cada vez más en la humildad.”

“¿No nos dice el Espíritu Santo que, en la medida que el alma se acerca a Dios, debe prepararse para la prueba?”

“La paz se posesionará de nosotros y seremos felices y fuertes en la medida en que, manteniendo un crecimiento en la vida espiritual y mortificándonos a nosotros mismos, hagamos que Cristo viva en nosotros.”

“Las mejores humillaciones son las que nosotros no hemos elegido, o también las que nos son menos gratas.”

“El sufrimiento no es castigo sino amor y amor delicadísimo.”

“En estos tiempos tan tristes de fe muerta, en los que triunfa la impiedad, el medio más seguro para mantenerse libres del terrible mal que nos rodea, es el de fortalecerse con este alimento eucarístico. Algo que no lo podrá conseguir aquel que vive meses y meses sin saciarse de la carne inmaculada del Cordero divino.”

“La piedad es útil para todo y se adapta a todo según las circunstancias, menos a lo que sea pecado.”

“Sólo un general sabe cuándo y cómo deben actuar sus soldados. Ten paciencia; también a ti te llegará tu vez.”

“Sufre pero no temas, porque Dios está contigo.”

“Tú que tienes cuidado de almas, inténtalo con amor, con mucho amor, con todo el amor.”

“Ocupa el tiempo en ganar almas para Jesús, enseñándoles el modo de agradarle.”

“Mantener el buen ánimo y cumplir el deber es lo propio de las almas más perfectas.”

“No se cansen de orar a Jesús.”

“Marchen con sencillez por el camino del Señor y no atormenten su espíritu.”

“Les conjuro por la mansedumbre de Cristo y por las entrañas misericordiosas del Padre celestial a no perder nunca el entusiasmo en el camino del bien.”

“Amemos a Jesús por su grandeza divina, por su poder en el cielo y en la tierra, y por sus méritos infinitos, pero, también y sobre todo, por motivos de gratitud.”

“Acepta todo dolor e incomprensión que vienen de lo Alto. Así te perfeccionarás y te santificarás.”

“Camina con alegría y con un corazón lo más sincero y abierto que puedas; y cuando no puedas mantener esta santa alegría, al menos no pierdas nunca el valor y la confianza en Dios.”

“Confiesa con toda sinceridad, que, si Dios no fuese tu coraza y tu escudo, habrías sido incautamente herido por toda clase de pecados.”

Algunos criterios básicos de buen gobierno

Los hombres mediocres, mediocres en cabeza y en espíritu cristiano, cuando se alzan en autoridad, se rodean de necios: su vanidad les persuade, falsamente, de que así nunca perderán el dominio. Los discretos, en cambio, se rodean de doctos -que añadan al saber la limpieza de vida-, y los transforman en hombres de gobierno.

No es prudente elevar a hombres inéditos hasta una labor importante de dirección, para ver qué sale. -¡Como si el bien común pudiera depender de una caja de sorpresas!

¿Constituido en autoridad, y obras por el qué dirán los hombres? -Primero, te ha de importar el qué dirá Dios; luego -muy en segundo término, y a veces nunca-, habrás de ponderar lo que puedan pensar los demás. “A todo aquél -dice el Señor- que me reconociere delante de los hombres, yo también le reconoceré delante de mi Padre, que está en los cielos. Mas a quien me negare delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre, que está en los cielos”.

Una norma fundamental de buen gobierno: repartir responsabilidades, sin que esto signifique buscar comodidad o anonimato. Insisto, repartir responsabilidades: pidiendo a cada uno cuentas de su encargo, para poder “rendir cuentas” a Dios; y a las almas, si es preciso.

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Responsables con las almas

Razonan que, en nombre de la caridad, proceden con delicadeza y comprensión, ante los que atropellan. -Ruego a Dios que esa delicadeza y esa comprensión no sean el camuflaje de… sus respetos humanos, ¡de su comodidad!, para permitir que cometan el mal. Porque entonces… su delicadeza y su comprensión sólo serían complicidad en la ofensa a Dios.

No cabe facilitar la conversión de un alma, a costa de hacer posible la perversión de otras muchas.

Si alguno aceptara que, entre los corderos, se criasen lobos…, puede imaginarse con facilidad la suerte que correrían sus corderos.

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Asumir tu responsabilidad ¡ya!

Si tú amas de verdad a tu Patria -y estoy seguro de que la amas-, ante un alistamiento voluntario para defenderla de un peligro inminente, no dudarías en inscribir tu nombre. En momentos de emergencia, ya te lo he escrito, todos son útiles: hombres y mujeres; viejos, maduros, jóvenes y hasta adolescentes. Sólo quedan al margen los incapaces y los niños. Cada día se convoca, no ya un alistamiento voluntario -eso es poco-, sino una movilización general de almas, para defender el Reino de Cristo. Y el mismo Rey, Jesús, te ha llamado expresamente por tu nombre. Te pide que luches las batallas de Dios, poniendo a su servicio lo más elevado de tu alma: tu corazón, tu voluntad, tu entendimiento, todo tu ser. -Escúchame: la carne, con tu pureza de vida y especialmente con la protección de la Virgen, no es problema. -¿Serás tan cobarde, que intentarás librarte del llamamiento, excusándote con que tienes enfermo el corazón, la voluntad o el entendimiento?… ¿Pretendes justificarte y quedarte en servicios auxiliares? -El Señor quiere hacer de ti un instrumento de vanguardia -ya lo eres- y, si vuelves la espalda, no mereces más que lástima, ¡por traidor!

Si el tiempo fuera solamente oro…, podrías perderlo quizá. -Pero el tiempo es vida, y tú no sabes cuánta te queda.

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La responsabilidad de cada cristiano

La Trinidad Santísima te concede su gracia, y espera que la aproveches responsablemente: ante tanto beneficio no cabe andar con posturas cómodas, lentas, perezosas…, porque, además, las almas te esperan.

Al coger a sus niños en brazos, las madres -las buenas madres- procuran no llevar alfileres que puedan herir a esas criaturas…: al tratar con las almas, hemos de poner toda la suavidad… y toda la energía necesaria.

«Custos, quid de nocte!» -¡Centinela, alerta! Ojalá tú también te acostumbraras a tener, durante la semana, tu día de guardia: para entregarte más, para vivir con más amorosa vigilancia cada detalle, para hacer un poco más de oración y de mortificación. Mira que la Iglesia Santa es como un gran ejército en orden de batalla. Y tú, dentro de ese ejército, defiendes un “frente”, donde hay ataques y luchas y contraataques. ¿Comprendes? Esa disposición, al acercarte más a Dios, te empujará a convertir tus jornadas, una tras otra, en días de guardia.

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Esto se llama verdadera responsabilidad

Me parecen muy lógicas tus ansias de que la humanidad entera conozca a Cristo. Pero comienza con la responsabilidad de salvar las almas de los que contigo conviven, de santificar a cada uno de tus compañeros de trabajo o de estudio… -Esta es la principal misión que el Señor te ha encomendado.

Compórtate como si de ti, exclusivamente de ti, dependiera el ambiente del lugar donde trabajas: ambiente de laboriosidad, de alegría, de presencia de Dios y de visión sobrenatural. -No entiendo tu abulia. Si tropiezas con un grupo de compañeros un poco difícil -que quizá ha llegado a ser difícil por tu abandono-, te desentiendes de ellos, escurres el bulto, y piensas que son un peso muerto, un lastre que se opone a tus ilusiones apostólicas, que no te entenderán… -¿Cómo quieres que te oigan si, aparte de quererles y servirles con tu oración y mortificación, no les hablas?… -¡Cuántas sorpresas te llevarás el día en que te decidas a tratar a uno, a otro, y a otro! Además, si no cambias, con razón podrán exclamar, señalándote con el dedo: «hominem non habeo!» -¡no tengo quien me ayude!

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Hacer bien el bien

Efectivamente, lo viejo merece respeto y agradecimiento. Aprender, sí. Tener en cuenta esas experiencias, también. Pero no exageremos: cada cosa a su tiempo.

No te enfades: muchas veces un comportamiento irresponsable denota falta de cabeza o de formación, más que carencia de buen espíritu.

Corres el gran peligro de conformarte con vivir -o de pensar en que debes vivir- como un “niño bueno”, que se aloja en una casa ordenada, sin problemas, y que no conoce más que la felicidad. Eso es una caricatura del hogar de Nazaret: Cristo, porque traía la felicidad y el orden, salió a propagar esos tesoros entre los hombres y mujeres de todos los tiempos.

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A tiempo y a destiempo

Algunos no saben nada de Dios…, porque no les han hablado en términos comprensibles.

Donde no te llegue la inteligencia, pide que te alcance la santa astucia [pillería], para servir más y mejor a todos.

Créeme, el apostolado, la catequesis, de ordinario, ha de ser capilar: uno a uno. Cada creyente con su compañero inmediato. A los hijos de Dios nos importan todas las almas, porque nos importa cada alma.

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LA GRACIA del Lunes 30 de Abril de 2018

El camino para saber quién eres, para qué existes, cuál es el futuro que te aguarda, quién es Jesús y su Padre, es amando, guardando la Palabra de Cristo y acogiendo al Espíritu.

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Un testigo del Evangelio se enfrentará con lo que aquí se dice

Vociferan los sectarios contra lo que llaman “nuestro fanatismo”, porque los siglos pasan y la Fe católica permanece inmutable. En cambio, el fanatismo de los sectarios -porque no guarda relación con la verdad- cambia en cada tiempo de vestidura, alzando contra la Santa Iglesia el espantajo de meras palabras, vacías de contenido por sus hechos: “libertad”, que encadena; “progreso”, que devuelve a la selva; “ciencia”, que esconde ignorancia… Siempre un pabellón que encubre vieja mercancía averiada. ¡Ojalá se haga cada día más fuerte “tu fanatismo” por la Fe, única defensa de la única Verdad!

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Recomendaciones prácticas en la era de la información

Jesucristo quiere que su luz brille en la conducta y en las palabras de sus discípulos, en las tuyas también.

Resulta chocante la frecuencia con que, ¡en nombre de la libertad!, tantos tienen miedo -¡y se oponen!- a que los católicos sean sencillamente buenos católicos.

Guárdate de los propagadores de calumnias e insinuaciones, que unos recogen por ligereza y otros por mala fe, destruyendo la serenidad del ambiente y envenenando la opinión pública. En ocasiones, la verdadera caridad pide que se denuncien esos atropellos y a sus promotores. Si no, con su conciencia desviada o poco formada, ellos y quienes les oyen pueden razonar: callan, luego otorgan.

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Moverse en un mundo con tantas palabras hostiles

Quienes te han hablado mal de ese amigo leal a Dios, son los mismos que murmurarán de ti, cuando te decidas a portarte mejor.

Cuando se camina -cabeza y corazón- tras el Señor, las críticas se acogen como purificación, y sirven de acicate para avivar el paso.

Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, nos pedirá cuenta de toda palabra ociosa. Otro motivo para que digamos a Santa María que nos enseñe a hablar siempre en la presencia del Señor.

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Sobre la dificultad de saber escuchar y saber hablar

No querías creerlo, pero has tenido que rendirte a la evidencia, a costa tuya: aquellas afirmaciones que pronunciaste sencillamente y con sano sentido católico, las han retorcido con malicia los enemigos de la fe. Es verdad, “hemos de ser cándidos como las palomas…, y prudentes como las serpientes”. No hables a destiempo ni fuera de lugar.

Porque no sabes -o no quieres- imitar la conducta noble de aquel hombre, tu secreta envidia te empuja a ridiculizarle.

Tú, que estás constituido en muy alta autoridad, serías imprudente si interpretases el silencio de los que escuchan como signo de aquiescencia: piensa que no les dejas que te expongan sus sugerencias, y que te sientes ofendido si llegan a comunicártelas. -Has de corregirte.

Esta ha de ser tu actitud ante la difamación. Primero, perdonar: a todos, desde el primer instante y de corazón. -Después, querer: que no se te escape ni una falta de caridad: ¡responde siempre con amor! -Pero, si se ataca a tu Madre, a la Iglesia, defiéndela valientemente; con calma, pero con firmeza y con entereza llena de reciedumbre, impide que manchen, o que estorben, el camino por donde han de ir las almas, que quieren perdonar y responder con caridad, cuando sufren injurias personales.

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Sobre cuentos y murmuraciones

¡No hay derecho a que te dejes impresionar por la primera o por la última conversación! Escucha con respeto, con interés; da crédito a las personas…, pero tamiza tu juicio en la presencia de Dios.

No te preocupen esas contradicciones, esas habladurías: ciertamente trabajamos en una labor divina, pero somos hombres… Y resulta lógico que, al andar, levantemos el polvo del camino. Eso que te molesta, que te hiere…, aprovéchalo para tu purificación y, si es preciso, para rectificar.

Murmurar, dicen, es muy humano. -He replicado: nosotros hemos de vivir a lo divino.

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