Algunos criterios básicos de buen gobierno

Los hombres mediocres, mediocres en cabeza y en espíritu cristiano, cuando se alzan en autoridad, se rodean de necios: su vanidad les persuade, falsamente, de que así nunca perderán el dominio. Los discretos, en cambio, se rodean de doctos -que añadan al saber la limpieza de vida-, y los transforman en hombres de gobierno.

No es prudente elevar a hombres inéditos hasta una labor importante de dirección, para ver qué sale. -¡Como si el bien común pudiera depender de una caja de sorpresas!

¿Constituido en autoridad, y obras por el qué dirán los hombres? -Primero, te ha de importar el qué dirá Dios; luego -muy en segundo término, y a veces nunca-, habrás de ponderar lo que puedan pensar los demás. “A todo aquél -dice el Señor- que me reconociere delante de los hombres, yo también le reconoceré delante de mi Padre, que está en los cielos. Mas a quien me negare delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre, que está en los cielos”.

Una norma fundamental de buen gobierno: repartir responsabilidades, sin que esto signifique buscar comodidad o anonimato. Insisto, repartir responsabilidades: pidiendo a cada uno cuentas de su encargo, para poder “rendir cuentas” a Dios; y a las almas, si es preciso.

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Responsables con las almas

Razonan que, en nombre de la caridad, proceden con delicadeza y comprensión, ante los que atropellan. -Ruego a Dios que esa delicadeza y esa comprensión no sean el camuflaje de… sus respetos humanos, ¡de su comodidad!, para permitir que cometan el mal. Porque entonces… su delicadeza y su comprensión sólo serían complicidad en la ofensa a Dios.

No cabe facilitar la conversión de un alma, a costa de hacer posible la perversión de otras muchas.

Si alguno aceptara que, entre los corderos, se criasen lobos…, puede imaginarse con facilidad la suerte que correrían sus corderos.

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Asumir tu responsabilidad ¡ya!

Si tú amas de verdad a tu Patria -y estoy seguro de que la amas-, ante un alistamiento voluntario para defenderla de un peligro inminente, no dudarías en inscribir tu nombre. En momentos de emergencia, ya te lo he escrito, todos son útiles: hombres y mujeres; viejos, maduros, jóvenes y hasta adolescentes. Sólo quedan al margen los incapaces y los niños. Cada día se convoca, no ya un alistamiento voluntario -eso es poco-, sino una movilización general de almas, para defender el Reino de Cristo. Y el mismo Rey, Jesús, te ha llamado expresamente por tu nombre. Te pide que luches las batallas de Dios, poniendo a su servicio lo más elevado de tu alma: tu corazón, tu voluntad, tu entendimiento, todo tu ser. -Escúchame: la carne, con tu pureza de vida y especialmente con la protección de la Virgen, no es problema. -¿Serás tan cobarde, que intentarás librarte del llamamiento, excusándote con que tienes enfermo el corazón, la voluntad o el entendimiento?… ¿Pretendes justificarte y quedarte en servicios auxiliares? -El Señor quiere hacer de ti un instrumento de vanguardia -ya lo eres- y, si vuelves la espalda, no mereces más que lástima, ¡por traidor!

Si el tiempo fuera solamente oro…, podrías perderlo quizá. -Pero el tiempo es vida, y tú no sabes cuánta te queda.

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La responsabilidad de cada cristiano

La Trinidad Santísima te concede su gracia, y espera que la aproveches responsablemente: ante tanto beneficio no cabe andar con posturas cómodas, lentas, perezosas…, porque, además, las almas te esperan.

Al coger a sus niños en brazos, las madres -las buenas madres- procuran no llevar alfileres que puedan herir a esas criaturas…: al tratar con las almas, hemos de poner toda la suavidad… y toda la energía necesaria.

«Custos, quid de nocte!» -¡Centinela, alerta! Ojalá tú también te acostumbraras a tener, durante la semana, tu día de guardia: para entregarte más, para vivir con más amorosa vigilancia cada detalle, para hacer un poco más de oración y de mortificación. Mira que la Iglesia Santa es como un gran ejército en orden de batalla. Y tú, dentro de ese ejército, defiendes un “frente”, donde hay ataques y luchas y contraataques. ¿Comprendes? Esa disposición, al acercarte más a Dios, te empujará a convertir tus jornadas, una tras otra, en días de guardia.

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Esto se llama verdadera responsabilidad

Me parecen muy lógicas tus ansias de que la humanidad entera conozca a Cristo. Pero comienza con la responsabilidad de salvar las almas de los que contigo conviven, de santificar a cada uno de tus compañeros de trabajo o de estudio… -Esta es la principal misión que el Señor te ha encomendado.

Compórtate como si de ti, exclusivamente de ti, dependiera el ambiente del lugar donde trabajas: ambiente de laboriosidad, de alegría, de presencia de Dios y de visión sobrenatural. -No entiendo tu abulia. Si tropiezas con un grupo de compañeros un poco difícil -que quizá ha llegado a ser difícil por tu abandono-, te desentiendes de ellos, escurres el bulto, y piensas que son un peso muerto, un lastre que se opone a tus ilusiones apostólicas, que no te entenderán… -¿Cómo quieres que te oigan si, aparte de quererles y servirles con tu oración y mortificación, no les hablas?… -¡Cuántas sorpresas te llevarás el día en que te decidas a tratar a uno, a otro, y a otro! Además, si no cambias, con razón podrán exclamar, señalándote con el dedo: «hominem non habeo!» -¡no tengo quien me ayude!

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Hacer bien el bien

Efectivamente, lo viejo merece respeto y agradecimiento. Aprender, sí. Tener en cuenta esas experiencias, también. Pero no exageremos: cada cosa a su tiempo.

No te enfades: muchas veces un comportamiento irresponsable denota falta de cabeza o de formación, más que carencia de buen espíritu.

Corres el gran peligro de conformarte con vivir -o de pensar en que debes vivir- como un “niño bueno”, que se aloja en una casa ordenada, sin problemas, y que no conoce más que la felicidad. Eso es una caricatura del hogar de Nazaret: Cristo, porque traía la felicidad y el orden, salió a propagar esos tesoros entre los hombres y mujeres de todos los tiempos.

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A tiempo y a destiempo

Algunos no saben nada de Dios…, porque no les han hablado en términos comprensibles.

Donde no te llegue la inteligencia, pide que te alcance la santa astucia [pillería], para servir más y mejor a todos.

Créeme, el apostolado, la catequesis, de ordinario, ha de ser capilar: uno a uno. Cada creyente con su compañero inmediato. A los hijos de Dios nos importan todas las almas, porque nos importa cada alma.

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LA GRACIA del Lunes 30 de Abril de 2018

El camino para saber quién eres, para qué existes, cuál es el futuro que te aguarda, quién es Jesús y su Padre, es amando, guardando la Palabra de Cristo y acogiendo al Espíritu.

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Un testigo del Evangelio se enfrentará con lo que aquí se dice

Vociferan los sectarios contra lo que llaman “nuestro fanatismo”, porque los siglos pasan y la Fe católica permanece inmutable. En cambio, el fanatismo de los sectarios -porque no guarda relación con la verdad- cambia en cada tiempo de vestidura, alzando contra la Santa Iglesia el espantajo de meras palabras, vacías de contenido por sus hechos: “libertad”, que encadena; “progreso”, que devuelve a la selva; “ciencia”, que esconde ignorancia… Siempre un pabellón que encubre vieja mercancía averiada. ¡Ojalá se haga cada día más fuerte “tu fanatismo” por la Fe, única defensa de la única Verdad!

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Recomendaciones prácticas en la era de la información

Jesucristo quiere que su luz brille en la conducta y en las palabras de sus discípulos, en las tuyas también.

Resulta chocante la frecuencia con que, ¡en nombre de la libertad!, tantos tienen miedo -¡y se oponen!- a que los católicos sean sencillamente buenos católicos.

Guárdate de los propagadores de calumnias e insinuaciones, que unos recogen por ligereza y otros por mala fe, destruyendo la serenidad del ambiente y envenenando la opinión pública. En ocasiones, la verdadera caridad pide que se denuncien esos atropellos y a sus promotores. Si no, con su conciencia desviada o poco formada, ellos y quienes les oyen pueden razonar: callan, luego otorgan.

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Moverse en un mundo con tantas palabras hostiles

Quienes te han hablado mal de ese amigo leal a Dios, son los mismos que murmurarán de ti, cuando te decidas a portarte mejor.

Cuando se camina -cabeza y corazón- tras el Señor, las críticas se acogen como purificación, y sirven de acicate para avivar el paso.

Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, nos pedirá cuenta de toda palabra ociosa. Otro motivo para que digamos a Santa María que nos enseñe a hablar siempre en la presencia del Señor.

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Sobre la dificultad de saber escuchar y saber hablar

No querías creerlo, pero has tenido que rendirte a la evidencia, a costa tuya: aquellas afirmaciones que pronunciaste sencillamente y con sano sentido católico, las han retorcido con malicia los enemigos de la fe. Es verdad, “hemos de ser cándidos como las palomas…, y prudentes como las serpientes”. No hables a destiempo ni fuera de lugar.

Porque no sabes -o no quieres- imitar la conducta noble de aquel hombre, tu secreta envidia te empuja a ridiculizarle.

Tú, que estás constituido en muy alta autoridad, serías imprudente si interpretases el silencio de los que escuchan como signo de aquiescencia: piensa que no les dejas que te expongan sus sugerencias, y que te sientes ofendido si llegan a comunicártelas. -Has de corregirte.

Esta ha de ser tu actitud ante la difamación. Primero, perdonar: a todos, desde el primer instante y de corazón. -Después, querer: que no se te escape ni una falta de caridad: ¡responde siempre con amor! -Pero, si se ataca a tu Madre, a la Iglesia, defiéndela valientemente; con calma, pero con firmeza y con entereza llena de reciedumbre, impide que manchen, o que estorben, el camino por donde han de ir las almas, que quieren perdonar y responder con caridad, cuando sufren injurias personales.

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Sobre cuentos y murmuraciones

¡No hay derecho a que te dejes impresionar por la primera o por la última conversación! Escucha con respeto, con interés; da crédito a las personas…, pero tamiza tu juicio en la presencia de Dios.

No te preocupen esas contradicciones, esas habladurías: ciertamente trabajamos en una labor divina, pero somos hombres… Y resulta lógico que, al andar, levantemos el polvo del camino. Eso que te molesta, que te hiere…, aprovéchalo para tu purificación y, si es preciso, para rectificar.

Murmurar, dicen, es muy humano. -He replicado: nosotros hemos de vivir a lo divino.

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LA GRACIA del Sábado 10 de Marzo de 2018

En la experiencia de la misericordia que recibo y que doy puedo tener un verdadero conocimiento de Dios.

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