“En atención al llamado que hiciera el Papa Francisco de orar y apoyar a las víctimas de este desastre natural, los obispos extienden una invitación especial a todos colombianos para que se unan al clamor de los ecuatorianos…”
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
Un saludo fraterno y lleno de afecto para todos, y especialmente para las mujeres, en este 8 de marzo, llamado “Día de la Mujer.”
Soy consciente de los orígenes de esta celebración y de las grandes ambigüedades que presenta. En sus orígenes, hace poco más de un siglo, se buscó siempre una actitud de reivindicación de los derechos de la mujer para el sufragio y para acceder al mundo laboral. No es extraño que con el paso de los años haya tomado un tinte de feminismo agresivo en muchos lugares, o también un tono de consigna a favor del “igualitarismo” entre los sexos. Así por ejemplo, la ONU ha querido que el 8 de marzo de 2016 tenga como lema: “Por un Planeta 50-50 en 2030: Demos el paso para la igualdad de género” Eso sencillamente no es cristiano y no pertenece a la que creemos sobre la hermosa distinción entre hombre y mujer, según la cual nos complementamos precisamente porque NO somos iguales.
Dicho eso, creo que no es correcto tampoco hacer caso omiso de este día. Lo femenino es don precioso que tiene su fuente en Dios, que ha concedido a la mujer dones de fecundidad, dulzura, compasión, fortaleza, capacidad de empatía y de reconciliación que son sencillamente indispensables para la sociedad y también para la Iglesia. La unidad entre la mente y el corazón, entre la intuición y la razón, entre la emoción y la acción conjunta, entre el liderazgo y la comunidad, son también regalos que Dios otorga con mucha mayor frecuencia a las mujeres que a nosotros los varones.
Todo ello brilla con particular esplendor en María, la Madre de Jesús, y tiene eco precioso en tantas santas como nuestra muy querida Catalina de Siena. Así que FELIZ DÍA DE LA MUJER a tantas hermanas nuestras en la fe que con su presencia son bendición y motivo de esperanza y gratitud para nosotros. De verdad les invito a darle el verdadero sentido a esta celebración y a ser generosos en el cariño y los detalles con las mujeres especialmente en este día.
¡Que el Señor las bendiga y con ellas nos bendiga a todos!
hechas las averiguaciones y encuestas del caso, lo puedo afirmar con bastante firmeza: que cuatro mujeres sean maltratadas hasta matarlas es noticia que atraviesa el mundo entero… excepto si son cuatro religiosas de nuestra Iglesia Católica. Entiende, tú que esto lees, en qué mundo estamos viviendo y cuáles son los medios de comunicación que construyen una “realidad” falsa en torno nuestro y, a menudo, con nuestra complicidad.
“La población musulmana será el 4,09 por ciento en la Unión Europea en 2020. Y, en 2050, crecerá hasta el 8,12%. Mientras, los cristianos bajarán del 74,23% actual al 61,81% a mediados de siglo, según cálculos de ABC a partir de los datos del prestigioso instituto Pew Research Center. Las estimaciones obedecen principalmente a la menor edad media actual de los practicantes del Islam, su mayor ratio de fertilidad y la inmigración…”
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“La eutanasia normalmente se promociona como un acto voluntario – por eso la referencia a los “niños emancipados”-. Todavía queda la pregunta si todos aquellos “puestos a morir” por los doctores hicieron realmente una decisión informada. Esta es una pregunta particularmente sutil cuando se trata de personas que tienen dañada su capacidad mental…”
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NOTA DE FRAY NELSON M.: estamos ante otra agresión a la dignidad de la vida humana, y como de costumbre, lo primero es guerra semántica: lo que siempre se llamó “eugenesia” y fue visto como una depravación, por ejemplo en el tiempo en que Hitler o Stalin lo intentaron, ahora quieren que lo miremos como un “adelanto científico sin precedentes”: bebés a la carta, objeto de diseño, marketing y comercio.
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Mujer, tu plenitud está en dar vida la cual se da en tu apertura a la gracia divina, a tu fe que crece y madura, y a tu fecundidad que le da santos al cielo.
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“Se cumplen dos años de la implantación en Sevilla del Proyecto Raquel, cuya finalidad se resume en el acompañamiento a las mujeres que sufren un trauma psicológico tras haber abortado. Es la aportación más directa de la Iglesia a una realidad no suficientemente conocida pero que atañe a un porcentaje importante de las mujeres que han pasado por el drama del aborto…”
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El título de la famosa obra de Collins & Lapierre, aunque esta vez sin el interrogante, es el resumen de una serie trágica de atentados que dejan un saldo de decenas de muertos. Escribo esto en medio de la consternación propia del 13 de noviembre de 2015.
El presidente Hollande ha ordenado cierre de fronteras y para todos los efectos el pueblo francés experimenta el dolor y angustia propios de una situación de guerra. Pero en la novela histórica de 1964 el enemigo era claro, visible y externo: los nazis. Ahora, en cambio, una sociedad pulverizada ha descubierto con un golpe de terror que no sabe bien ni quiénes son sus enemigos ni cuáles podrían ser sus amigos de fiar. Resulta que los “valores” no subsisten por sí mismos, ni por la sola inercia cultural, si no están anclados firmemente en algo más profundo y estructurado: un credo común. Duélale a quien le duela, y llámenme fanático religioso si les place, el hecho es que los enemigos, bien infiltrados y presentes en las entrañas mismas de Europa, se reconocen entre sí al grito de “¡Alá es grande!” Frente a ellos, la mayor parte de los actuales europeos no tienen nada que gritar porque la única consigna posible sería “¡Viva Cristo Rey!” y ese es un grito malsonante para el laicismo que campea por la Europa otrora cristiana. Continuar leyendo “Arde París”
“Un documental australiano ha filmado en Bélgica la eutanasia de una mujer de 85 años, saludable pero deprimida. El documental salió al aire la semana pasada y atrajo la atención internacional sobre la política de «muerte administrada por un doctor», cada vez más extendida en aquel país…”
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Aprendamos de las santas mujeres que seguían y ayudaban a Cristo, a derribar barreras y a extender la Buena Noticia.
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“La actriz británica Emma Beck a los 30 años de edad, abortó, luego se ahorcó, aliviándose al dejar a sus parientes una patética carta: “La vida es un infierno para mí, yo nunca debería haber abortado, habría sido una buena madre. Quiero estar con mi bebé, necesita de mí, más que nadie”…”
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El bautismo fue vivamente deseado por los indios, según se aprecia en diversos relatos. Al paso de los frailes, dice Motolinía, «les salen los indios al camino con los niños en brazos, y con los dolientes a cuestas, y hasta los viejos decrépitos sacan para que los bauticen… Cuando van al bautismo, los unos van rogando, otros importunando, otros lo piden de rodillas, otros alzando y poniendo las manos, gimiendo y encogiéndose, otros lo demandan y reciben llorando y con suspiros» (II,3, 210).
Al principio de la evangelización, «eran tantos los que se venían a bautizar que los sacerdotes bautizantes muchas veces les acontecía no poder levantar el jarro con que bautizaban por tener el brazo cansado, y aunque remudaban el jarro les cansaban ambos brazos… En aquel tiempo acontecía a un solo sacerdote bautizar en un día cuatro y cinco y seis mil» (III,3, 317). Con todo esto, dice Motolinía, «a mi juicio y verdaderamente, serán bautizados en este tiempo que digo, que serán 15 años, más de nueve millones» (II,3, 215). En los comienzos, bautizaron sólo con agua, pero luego hubo disputas con religiosos de otras órdenes, que exigían los óleos y ceremonias completas (II,4, 217-226). Y antes de que hubiera obispos, sólo Motolinía administró la confirmación, en virtud de las concesiones hechas por el Papa a estos primeros misioneros.
El sacramento de la penitencia comenzó a administrarse el año 1526 en la provincia de Texcoco, y al decir de Motolinía, «con mucho trabajo porque apenas se les podía dar a entender qué cosa era este sacramento» (II,5, 229). Por esos años, siendo todavía pocos los confesores, «el continuo y mayor trabajo que con estos indios se pasó fue en las confesiones, porque son tan continuas que todo el año es una Cuaresma, a cualquier hora del día y en cualquier lugar, así en las iglesias como en los caminos… Muchos de éstos son sordos, otros llagados» y malolientes, otros no saben expresarse, o lo hacen con mil particularidades..,«Bien creo yo que los que en este trabajo se ejercitaren y perseveraren fielmente, que es un género de martirio, y delante de Dios muy acepto servicio» (III,3, 319).
A veces los indios se confesaban por escrito o señalando con una paja en un cuadro de figuras dibujadas (II,6, 242). Acostumbrados, como estaban, desde su antigua religiosidad, a sangrarse y a grandes ayunos penitenciales, «cumplen muy bien lo que les es mandado en penitencia, por grave cosa que sea, y muchos de ellos hay que si cuando se confiesan no les mandan que se azoten, les pesa, y ellos mismos dicen al confesor: «¿por qué no me mandas disciplinar?»; porque lo tienen por gran mérito, y así se disciplinan muchos de ellos todos los viernes de la Cuaresma, de iglesia en iglesia», sobre todo en la provincia de Tlaxcala (II,5, 240). Realmente en esto los frailes se veían comidos por los fieles conversos. «No tienen en nada irse a confesar quince y veinte leguas. Y si en alguna parte hallan confesores, luego hacen senda como hormigas» (II,5, 229).
Al principio la comunión no se daba sino «a muy pocos de los naturales», pero el papa Paulo III, movido por una carta del obispo dominico de Tlaxcala, fray Julián Garcés, «mandó que no se les negase, sino que fuesen admitidos como los otros cristianos» (II,6, 245). La misma norma fue acordada en 1539 por el primer concilio celebrado en México.
La celebración de matrimonios planteó problemas muy graves y complejos, dada la difusión de la poligamia, sobre todo entre los señores principales, que a veces tenían hasta doscientas mujeres. «Queriendo los religiosos menores poner remedio a esto, no hallaban manera para lo hacer, porque como los señores tenían las más mujeres, no las querían dejar, ni ellos se las podían quitar, ni bastaban ruegos, ni amenazas, ni sermones para que dejadas todas, se casasen con una en faz de la Iglesia. Y respondían que también los españoles tenían muchas mujeres, y si les decíamos que las tenían para su servicio, decían que ellos también las tenían para lo mismo» (II,7, 250). De hecho, el marido tenía en sus muchas mujeres una fuerza laboral nada despreciable, de la que no estaba dispuesto a prescindir.
No había modo. En fin, con la gracia de Dios, pues «no bastaban fuerzas ni industrias humanas, sino que el Padre de las misericordias les diese su divina gracia» (III,3, 318), fueron acercándose los indios al vínculo sacramental del matrimonio. Y entonces, «era cosa de verlos venir, porque muchos de ellos traían un hato de mujeres y hijos como de ovejas», y allí había que tratar de discernir y arreglar las cosas, para lo que los frailes solían verse ayudados por indios muy avisados y entendidos en posibles impedimentos, a quienes los españoles llamaban licenciados (II,7, 252; +Ricard 200-209).
El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.
“Un grupo de alrededor de ochenta médicos británicos han hecho pública una carta en la que aseguran que en caso de que su parlamento apruebe la eutanasia -suicidio asistido-, los ancianos serán presionados para que acepten que se les aplique. Los galenos advierten que reciben a muchas personas mayores que les manifiestan su preocupación porque se consideran una carga para sus familias debido a sus enfermedades y limitaciones…”
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