¿Agua bendita para proteger al Santísimo?

Queridísimo Padre: al grano. En nuestra parroquia se celebra, una vez al mes, la antigua misa de sanación, hoy llamada, misa de oración y unción de los enfermos. A ella concurrre un sacerdote ( asesor diocesano de la RCC ) de otra localidad y antes de su llegada, lo hace un equipo de servidores de la RCC, de la misma localidad del sacerdote; quienes encontrándose aún la iglesia sin abrir, comienzan a rociar el templo con agua bendita o exhorcizada, según me señalaron, y también esparce sal por el templo. Al ser consultados me señalan que eso siempre se hace pues hay que cuidar al Santísimo. Yo opino que eso es indebido pues en el templo está el Santísimo sacramento, Dios vivo y el templo, por cierto, es un lugar santo por sí. ¿Estaría bien lo que hacen esos hermanos de la RCC ? –H.R.

* * *

Es un gesto innecesario y confuso el que esos hermanos, quizás con la mejor buena voluntad, están realizando. Claramente los recursos que ellos quieren utilizar son espirituales (agua bendita sal exorcizada). ¡Pero ningún recurso espiritual es mayor que la presencia misma de Cristo en la Eucaristía, como la cree y confiesa la Iglesia!

Si queremos orar, cosa buena y santa, hemos de pedir por las PERSONAS, incluyendo a aquellas que en mala hora podrían pensar en ofender el lugar santo de la Casa de Dios. Fuera de eso, el tipo de protección que la Iglesia enseña que hay que dar al Santísimo, y a los templos y cosas sagradas, y a veces a las personas consagradas, es de orden físico, por ejemplo, para el caso de los templos: en la manera como deben construirse y cuidarse para evitar robos y sacrilegios.

¿Sacramentos virtuales?

Estamos en la era de la comunicación. Nuestra generación esta cada dia mas dependiente de ella. Nuestras necesidades (muchas) tienen respuesta usando los medios que la ciencia a logrado para servicio de la humanidad contemporanea. Usted y su ministerio son un ejemplo de ello. ¿Podría entonces la Iglesia considerar ofrecer el Sacramento de la CONFESION on line? Gracias y bendiciones. JC

* * *

Hay razones prácticas que hacen ver, de entrada, lo extraño de la propuesta de “sacramentos virtuales.” Entre los tesoros de nuestra Iglesia está el sigilo sacramental que en ningún caso se puede garantizar a través de comunicaciones que no sean directas. Entendamos que toda comunicación mediada por escritos, chat, email, teléfono o videoconferencia es susceptible de ser interceptada y espiada. Las noticias de los últimos días con PRISM lo confirman. Pero hay razones más profundas, aun suponiendo, que no se puede suponer, que se llegara a al comunicación encriptada “perfecta.”

Los sacramentos no son actos mágicos (que funcionarían con el sólo hecho de que se sigan unos pasos y se digan unas palabras) ni tampoco burocráticos (que requieren únicamente que se siga lo prescrito en un protocolo o manual de procedimientos). Los sacramentos de la fe son expresiones de esa misma fe, la cual no hemos recibido por libro o por pantalla, sino al contacto con personas reales. En efecto, la fe no es una idea o una simple convicción interior: es un modo de vida que abarca todas las dimensiones de la persona humana en todo su ser: sus sentidos, su imaginación, sus recuerdos, sus proyectos.

Nada que sea parte de mi vida puede quedar por fuera de la vida de fe. Esto se nota particularmente en los sacramentos de la fe que se dirigen no únicamente a la mente o la inteligencia sino a todo el ser. El agua del bautismo recorre la cabeza y el cuerpo del bautizado; la unción brilla en la frente del confirmado, que además recibe la cálida mano del obispo; la eucaristía la comemos y se deja sentir en la boca. Lo que acompaña los sacramentos es sensible también, o sea, llega a través de los sentidos: los ambientes, el perfume del incienso, el hecho mismo de hacer parte de una asamblea y sentir el calor de la presencia de los hermanos.

Es verdad que estos elementos, que son parte de una rica antropología, a veces se descuidan en las celebraciones litúrgicas pero nuestra actitud no debe ser dejar perder sino más bien recuperar en su plenitud y hermosura cada sacramento. Cada uno de ellos es acontece dentro de la comunidad creyente y se alimenta de todo lo que sucede en un encuentro real entre personas reales. Esto vale también, y en altísimo grado, para la confesión. El tono de la voz del penitente es también lenguaje que habla de contrición o de cinismo. Uno puede decir: “He colaborado como en unos quince o veinte abortos” de muchas maneras, y ese tono, que se percibe al encuentro real con la persona real es parte del sacramento.

Pareciera que eso se puede reemplazar con una video-conferencia pero lo que el corazón humano pide y necesita es mucho más que eso. Lo que sucede en una confesión no es una pura declaración de paz y salvo de un documento: ¡es el reencuentro vivo con Dios nuestro Padre! Jesús dijo que hay fiesta en el Cielo cuando un pecador se convierte; ese lenguaje está indicando que en la absolución sacramental se trata de algo que sólo se compara a una nueva creación: es un reencuentro precioso que pide que todo nuestro ser se haga presente.

En síntesis: la legislación de la Iglesia es clara: no hay sacramentos virtuales. Y la razón es clara: el lenguaje de Dios en los sacramentos es total; abarca todo nuestro ser y supone un reencuentro pleno, en lenguaje total de alma y cuerpo con la comunidad creyente, y en particular con el ministro del sacramento.

La falta de fe como posible causa de nulidad del matrimonio

El Papa pidió a los jueces eclesiásticos y “rotales” «más reflexiones» sobre la falta de fe de los esposos como posible causa de nulidad del matrimonio. «No pretendo sugerir –precisó– ningún automatismo fácil entre la carencia de fe y la invalidez de la unión matrimonial, sino más bien indicar que tal carencia puede, aunque no necesariamente, herir incluso los bienes del matrimonio». Se trata de una espiral importante, que podría llevar a la reflexión sobre algunos criterios con los que se juzgan estas causas, ante el «cisma silencioso» de los divorciados que se han vuelto a casar y de tantas personas excluidas de la comunión eucarística por la «irregularidad» de su nueva relación.

falta de fe y anulación matrimonial

Click!

Historia del Agua Bendita

“Pero para llegar a la concepción eminentemente espiritual que le conocemos hoy, la práctica del agua bendita ha pasado por varias vicisitudes, por lo menos dos concretamente: su utilización como instrumento de las abluciones corporales, y su uso como instrumento de sanación…”

historia del agua bendita

Click!

Se acaba el sacramento cuando se acaba el amor?

Hablemos de los Sacramentos de la Iglesia, en especial al sacramento del matrimonio. Mi pregunta serian hasta que punto existe el sacramento entre las parejas? Para mi, sin obligar a nadie, el sacramento existe hasta que el amor, el cariño y la ayuda o deberes de los cónyuge termina y empieza la farsa, las mentiras y la falta de fidelidad mutua. El sexo debe ser objeto de unión en la pareja con fines de la procreación del genero humano y deleite mutuo. Hoy día hay muchas parejas que están separadas o divorciada y que miran a la Iglesia como la 3ra. personas que pudieran ayudarlas. Hay muchas de estas personas que uno ve en el templo que quieren acercarse a los sacramentos y involucrase en los grupos apostolicos. Que remedio puede ofrecer la Iglesia para tales personas. — Preguntado en FRAYNELSON.NET

* * *

Una primera dificultad que encuentro con tu postura es que lo que dices no corresponde a lo que dijo Jesús en el Evangelio. ¿Podemos considerarnos cristianos y no seguir lo que enseña Cristo?

Es claro además que Cristo conoce a fondo y sobre todo ama a fondo nuestra naturaleza. Porque la conoce, sabe bien que los seres humanos fallamos, traicionamos, somos inconstantes para amar y constantes en nuestra exigencia de ser amados. Eso lo sabía Cristo cuando dijo: “Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre.”

Y Cristo ama lo que somos. No deja de amarnos cuando parece pedir de nosotros cosas que están más allá de nuestras fuerzas, como aquello de amar a los enemigos y de orar por los que nos persiguen. Su amor no es un adorno, sino la fuerza indispensable para llevar una vida que corresponda al don que él nos dio al altísimo precio de su muerte en la Cruz.

De donde uno ve que probablemente el error que estamos cometiendo es que se están casando como cristianos parejas que no conocen a Cristo, o por lo menos, no lo reconocen como Señor verdadero de cada área de su vida. Tanto el que adultera como el que se llena de odio hacia el adúltero parecen desconocer por completo quién es Jesús y qué significa y cuánto trae su Sangre preciosa.

El matrimonio como sacramento no puede, no debe celebrarse, sino solo sobre la base canónica pero ante todo existencial de otro sacramento: el del bautismo. Y una vida bautismal, una vida que tome en serio la Pascua del Señor, nos está haciendo inmensa falta en todas partes.

Un tema relacionado aquí.

Riqueza y belleza de los sacramentales

“Casi siempre en nuestras culturas latinas los objetos se impregnan de cierto poder y superstición a manera de magia como amuletos y fetiches. En contraposición a ellos la Iglesia nos presenta los sacramentales como signos sagrados que representan los efectos espirituales obtenidos por las oraciones de la Iglesia (Canon 1166)…”

sacramentales

Click!

Testimonio antiguo sobre el sacramento de la confirmacion

Todos los fieles deben recibir al Espíritu Santo después del bautismo por la imposición de las manos de los obispos, de modo que puedan ser hallados plenamente cristianos, ya que cuando el Espíritu Santo es derramado sobre ellos, el corazón creyente es ensanchado para la prudencia y la firmeza. Recibimos el Espíritu Santo para poder ser hechos espirituales; porque el hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios.

Continuar leyendo “Testimonio antiguo sobre el sacramento de la confirmacion”

El Sacramento de la Eucaristía (2)

Curso sobre el Sacramento de la Eucaristía ofrecido a los frailes estudiantes dominicos. Sección 1 de 4: Propedéutica Eucarística. Cada grabación contiene dos temas. En este caso, los temas 3 y 4 muestran las dificultades que el Subjetivismo – Relativismo y el Cientificismo – Modernismo traen para la recta comprensión y vivencia del Sacramento por excelencia.