Curso de Sacramentos II, parte 09 de 13: Vida y espiritualidad del sacerdote

Vida y espiritualidad del sacerdote

Se va a seguir el esquema propuesto por el Papa San Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Pastores dabo vobis. Un esquema aprovechable no solo para sacerdotes sino también para todos los servidores del Evangelio.

La caridad, como centro y principio interior, y las dimensiones de la formación sacerdotal.

El hecho que presente varias dimensiones es una invitación al equilibrio. Hay que evitar enfatizar solo la espiritualidad o solo la ayuda social, misionera o la consejería psicológica. No se trata de absolutizar ninguna de estas dimensiones sino de balancearlas de una manera sana.

Dimensión espiritual:

  1. Una persona espiritual es la que aceptado a Jesucristo como el señor de su vida y por tanto todas las áreas de su vida están sometidas y comparecen ante Jesucristo. Los santos son los más adelantados en esta dimensión.
  2. La persona espiritual tiene la experiencia del poder y la gracia del Espíritu Santo. Tiene conciencia de que Dios es el que obra, pero sin que por eso se caiga en una mediocridad pactada.
  3. La verdadera espiritualidad es siempre sentido de pertenencia a la Iglesia.
  4. La auténtica espiritualidad es una cercanía con la Palabra Divina para evitar que conozco al verdadero Jesucristo.

Dimensión intelectual:

  1. Se trata de tomar en serio el Depósito de la Fe. Lo que tiene primacía no es lo que a mí me llama la atención o mi experiencia subjetiva sino un encuentro con Jesucristo real y su Palabra.
  2. Se debe dar un encuentro inmediato y al mismo tiempo un encuentro mediado con la Palabra de Dios y por lo tanto habrá que acudir humildemente a la Historia para averiguar lo que ya se ha dicho y las respuestas que se han dado a cuestiones y problemas.
  3. Se precisa tener formación  sólida, profunda y fundada sobre las cuestiones más relevantes y candentes de nuestro tiempo y así evitar caer en posturas cómodas e irresponsables. Hay que estar despiertos y al día.

Dimensión humana:

  1. Tiene que ver con el ejercicio armónico de nuestra condición psicosomática. El cuidado del cuerpo es importante y debe tenerse en cuenta, sin caer en la exageración. La armonía entre el cuidado del cuerpo y alma es necesario
  2. También es preciso un cierto equilibrio y armonía en la dimensión social de las relaciones humanas. Hay que evitar los extremos de “corazón duros y resecos” que conduce al distanciamiento y a la amargura y aquellos que son “demasiado humanos”.
  3. Hace falta cultivar las virtudes humanas: justicia, prudencia, fortaleza y templanza. Por ejemplo, hay que evitar imprudencias porque el sacerdote no se es dueño de su figura pública.

Dimensión apostólica:

  1. Significa el cultivo del deseo y las estrategias para transmitir la fe a todo el Pueblo de Dios. El sacerdote debe salir de su comodidad y evangelizar a todo tipo de personas. El celo apostólico debe traspasar fronteras y estratos sociales.
  2. Evitar hacer grupos donde se siente a gusto y limitar la evangelización a solo gente selecta.
  3. El celo por el apostolado solo se sacia en la santidad. La preocupación por las ovejas de Cristo es para que lleguen a su plenitud de la santidad.

Fuentes o entornos donde se vive la espiritualidad sacerdotal:

  1. La fraternidad sacerdotal donde los reconocernos nuestros hermanos  y aprendemos a servirlos como tales hermanos que son.
  2. La formación permanente, sin la cual no cabe la dimensión intelectual y espiritual. Más allá de los títulos se trata de enfatizar la lectura y la perseverancia.
  3. La Comunidad, que hay que cuidar por su relación con lo humano e intelectual.
  4. La Eucaristía es la mayor responsabilidad. Cristo no se reserva nada y ello nos debe cuestionar.

Modos de presencia del sacerdote.

  1. Hermano: San Agustín decía: para vosotros soy obispo, con vosotros soy cristiano. Esto es ser hermano. La gente nos necesita hermanos sin que se nos suba los títulos.
  2. Maestro: el sacerdote debe enseñar y dejar una palabra oportuna que guíe y alimente.
  3. Testigo: la Iglesia necesita recibir del sacerdote la Palabra de Dios como mensaje instantáneo y fresco.
  4. Pastor: el sacerdote está supuesto a guiar y dirigir el rebaño de Dios.

 

Curso de Sacramentos II, parte 08 de 13: Cuestionamientos personales y eclesiales

Cuestionamientos personales y eclesiales

Introducción. Desfiguración del ministerio sacerdotal.

  1. La Iglesia es más que un conjunto de personas. Podemos decir que tiene una naturaleza teándrica y ello se siente de una manera muy especial en el sacramento del Orden.
  2. Se supone que el ministro es el sucesor del apóstol, pero surge la separación a este ideal y ese distanciamiento conlleva la dificultad de reconocer el Evangelio en el ministro o en la comunidad. Cualquier pecado es una desfiguración del ministerio. Hay cuatro de ellos que tienen una caja de resonancia tremenda y sobresalen en este desvirtuar el ministerio del Orden:

La falta de fe en Cristo.- Esta incredulidad hace que uno este más preocupado por sus propios intereses y compensaciones más que los de la comunidad. El ministro se convierte en un funcionario que intenta mantener contento a su jefe.

Egoísmo.-  Se espera la generosidad del ministro consagrado. Cuando se le exige mucho y éste no tiene abundancia de amor entonces se cuestiona la razón de su ordenación. Los ministros egoístas tienden a ver su ministerio como un privilegio, algo que desfigura totalmente el servicio y hace imposible la discusión.

Abuso.– Corromper al inocente es una de los mayores motivos de escándalo.

División.- Es lo contrario a lo que Jesús pedía cuando decía… Que todos sean uno. Como consecuencia de las divisiones internas entre los cristianos, las esferas públicas se han aprovechado para expulsar a la religión. Como consecuencia la Verdad se reduce a la verdad subjetiva o a la verdad científica y el tema de la Ética queda fuera de discusión.

Cuestionamientos referidos a la persona del ministro.

  1. Estos cuestionamientos personales se suceden continuamente: ¿Por qué solo hombres son sacerdotes?; Cuestión del celibato; Cuestión de la pobreza (caso de la herejía de los Fraticelli ,siglo XIV).
  2. Una manera de enjuiciar los condicionamientos personales o doctrinales que suponen un vivir ajenos a la vida de Cristo es alegar que la validez del sacerdocio nunca depende de esos posibles desajustes. Otro modo de verlo y que supone una manera de defenderse la Iglesia nos llevaría al capítulo de los impedimentos (dispensados o no dispensados), es decir, se trata de saber dónde se traza la línea. Como tarea se podría investigar cuáles son los impedimentos y si se pueden o no dispensar. (ver en CDC, en Cap. II De los Ordenandos, Art. 3 De las Irregularidades y otros Impedimentos).
  3. Las licencias son los permisos para celebrar los sacramentos que conceden los obispos a sus sacerdotes. Sirven también como medida de protección que tiene la Iglesia para evitar llegar a juicios canónicos si no se siguen las normas.
  4. Otra manera de protegerse son las penas canónicas en casos extremos. Esta penas pueden llegar a una suspensión a divinis (para siempre).
  5. Sobre por qué el sacerdocio se restringe a los hombres conviene volver a San Juan Pablo II en su Carta Apostólica ?Ordinatio Sacerdotalis. Se dice que Cristo estaba por encima de los condicionamientos culturales y lo prueba el que acepte hombres de todo tipo y condición, o bien que permita que una mujer pecadora pública le abrace, llore y unja sus pies, o que envíe como primer testigo de la Resurrección a una mujer. El grupo es heterogéneo porque Cristo es libre para elegir quien desee, pero sin embargo Él no eligió mujeres y nosotros sus seguidores no estamos capacitados para cambiar esa elección de Jesús.
  6. En el tema del celibato se está de acuerdo que es una norma disciplinaria. Pero se ve (Pablo VI) que los bienes del celibato nos llevan a mantenerlo:
  • Generosidad y disponibilidad del sacerdote célibe,
  • Ayuda para evangelizar con las misiones,
  • Carácter de signo: renuncia por el Reino.

Cuestionamientos eclesiales contemporáneos.

  1. Ministerio petrino. Hay una desfiguración del ministerio con los escándalos de los Papas (siglo X y XVI son ejemplos vergonzosos), pero a pesar de ello Cristo le dio un mandato a Pedro que no murió con el Apóstol. Cristo ha confirmado en la fe a los Papas.
  2. Curias Vaticanas. El pecado puede desfigurar la fe debido a los secreteos, intrigas, escándalos, etc., pero este aspecto de corrupción puede ser contrarrestado con una vida espiritual sólida. Santo Tomás dice que en el sacerdote se aúna el oficio y la persona. Todo puede ser ofrecido incluso las debilidades. El sacerdocio y la ofrenda están unidos no solo en toda vida cristiana sino también en el sacerdocio ministerial.

Curso de Sacramentos II, parte 07 de 13: Liderazgo y poder en la Iglesia, parte 2 de 2

Liderazgo y poder en la Iglesia, parte 2 de 2

¿Cuál es la fuente del liderazgo en la Iglesia? Cristo: es Su manera de amar y vivir la que clarifica cómo se debe ser un líder y tener poder en la Iglesia.

Relación Noticia y Comunidad.

La comunidad (ekklesía) o asamblea convocada se relaciona con el verbo llamar o convocar que a su vez proviene de la palabra voz. Es importante resaltar que todo en la Iglesia surge de una noticia, de una palabra, de un testimonio (Hech. 2).  La noticia es la semilla y la predicación de esa noticia es la que suscita la comunidad.

Así al nacer la Iglesia en Pentecostés encontramos …

  • que el anuncio de Joel se cumple cuando dice que se derramará el Espíritu sobre toda carne.
  • que San Pedro nos explica que es la Resurrección de Cristo la que hace posible la efusión del Espíritu.
  • que se produce un llamamiento al arrepentimiento con el Bautismo.

La primera persona que tiene autoridad dentro la Iglesia, la tiene en cuanto portador-testigo de la Noticia.

Ante esta Noticia (de la Resurrección) caben tres posturas:

  • ¿es una alucinación? pero nadie se deja matar por una alucinación.
  • ¿es un engaño para manipular? pero la manera coherente de vivir y hablar desmiente la idea que sea un engaño.
  • ¿es la gran noticia: el Evangelio? La Noticia nunca se va a separar de los ministros, que la propagan y dan testimonio.

Es importante destacar que la Comunidad Eclesial no surge de la necesidad de salvaguardar un bien. El poder y la autoridad no está en los miembros que constituyen la Comunidad. La Iglesia es sociedad humana por aquellos que la constituyen, pero a diferencia de las otras asociaciones humanas en la Iglesia la voluntad constituyente no está en los miembros (no me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros). El de los apóstoles portadores de la gran Noticia.

La Noticia no es del pasado porque la Eucaristía nos la hace constantemente presente. La Noticia es anticipación de una realidad más allá, el Cielo.

La lista quedará: 1. Apóstoles, 2. Noticia, 3. Eucaristía, 4. Anticipación del futuro, 5. Comunidad.

La estrechísima relación entre las cinco palabras anteriores nos ayuda a entender el Sacramento del Orden. Diremos que el Orden Sacerdotal es …

… la continuación en la historia del testimonio de los apóstoles con todas las implicaciones y consecuencias (la victoria que nos viene de la cruz, la actualización con la Eucaristía y la construcción de una Comunidad llamada a una eternidad).

El Sacramento del Orden no reemplaza los otros dones. Es esencial pero no es lo máximo. Es primero en el orden de la constitución pero no primero en valor. El valor primordial es la donación, es la caridad, es el amor.

¿Qué se espera del sacerdote?

  • Que el sacerdocio sea un regalo del amor de Jesús.
  • Que muestre cómo es el amor y el Evangelio de Jesucristo.
  • Que me conduzca a la Eucaristía, donde desaparece el sacerdote.
  • Que me lleve al Cielo.
  • Que construya Comunidad.

 

Curso de Sacramentos II, parte 06 de 13: Liderazgo y poder en la Iglesia, parte 1 de 2

Liderazgo y poder en la Iglesia, parte 1 de 2

Introducción

La discusión abierta sobre la exclusión de las mujeres del Sacramento del Orden siempre ha suscitado el tema del poder de la Iglesia.

Hay una noción clave en nuestra Iglesia que nos ayuda a entender este tema: la jerarquía. La jerarquía es el poder de lo sagrado. En un intento de luchar contra este término, desde la antigüedad y sobre todo en la actualidad, todo símbolo sagrado, como la vestimenta, se considera como sospechoso de merecer un trato especial. Se tendió incluso, no hace mucho, a excluir los símbolos sagrados o bien se ha llegado a invertir el lenguaje jerárquico.

A veces, se ha intentado inculturar la religión para hacerla más accesible al pueblo, sin embargo los resultados han sido contradictorios. Véase en casos concretos de la tradición religiosa asiática y europea (Taiwán y zonas rurales de España).

¿Cómo hacer una discusión seria al tema del poder? Hay dos errores que hay que evitar: 1) arrogancia: la visión petulante y vanidosa de la jerarquía; mientras que el otro extremo es 2) igualitarismo: la autoridad inculturada.

¿Cómo surge la autoridad y el poder en los grupos humanos?

Hay distintos modos de ejercer la autoridad  y en cada caso depende de alguna circunstancia concreta que es lo que se llama criterio (dinastía, fuerza, saber,…).

Hay dos tipos de saber: exotérico (formal, público y con fuerza de argumentar) y esotérico (oculto e interno). Es importante distinguir la autoridad de los maestros exo y la autoridad de los maestros eso. De notar es la situación política insalvable en el siglo XIV con los Papas de Avignon (galicanismo). Santa Catalina de Siena con su saber místico-profético evitó que el Cisma de Occidente que se inició en 1378 no durase más de 50 años. Santa Catalina, maestra y doctora de la Iglesia, tuvo un poder muy importante que estaba en su saber.

Otro maestro y doctor de la Iglesia fue San Bernardo de Claraval (s. XII); contemporáneo de Bernardo es Pedro Abelardo, prototipo del saber exo argumentativo. Mientras que por lo contrario San Bernardo se fundaba más bien en el saber eso.

Los reyes tienen autoridad por su dinastía, los generales por su fuerza, los maestros por su saber (exo/eso), los amantes por el amor: la autoridad del amante se debe a que el amor tiene muchas dimensiones y poderes; hay líderes carismáticos que saben utilizar gestos con los que se pueden arrastrar multitudes.

El sacerdocio no tiene ninguna de estas autoridades mencionadas anteriormente. El Sacramento del Orden no es oficio de funcionario (maestro, general, reyes, carismáticos,…), sin embargo, sí que debe tener algo de todas estas autoridades:  un buen sacerdote debe y tiene que …

  • presentar resultados,
  • saber ganarse a la gente,
  • tener clara la doctrina,
  • tener algo de místico,
  • aplicar la fuerza en algunos momentos y finalmente,
  • tiene que tener alguna dinastía según el orden de Melquisedec.

 

Curso de Sacramentos II, parte 05 de 13: Evolución del Sacerdocio en la Sagrada Escritura

Evolución del Sacerdocio en la Sagrada Escritura.

1. Rasgos generales de la religiosidad en la Ley de Moisés.

Pedagogía de distinción entre lo sagrado y lo profano.

Aparecen una serie de tabúes (distinción entre lo puro e impuro) que en principio parecen caprichosos, pero que en realidad pretenden poner límites a la curiosidad, al apetito y al orgullo del propio yo (hybris). Los límites educan.

Singularidad de la tribu de Leví.

Única tribu que no tiene tierra.
Tienen ciudades pero no tienen el medio de subsistencia que es la tierra. Los levitas han de ser mantenidos. El sacerdote vive del Señor. Dios sostiene a Israel.

Los levitas son los que explican la ley.
No solo sacrifican sino que sobre todo son maestros que enseñan la ley.

Los levitas tienen grados.
La tribu de Levi son levitas, a los descendientes de Aarón son los sacerdotes, a los que se suman el Sumo sacerdote.

Las fiestas en honor de Yahvé.
Estas festividades son umbrales que nos acercan a Dios. La Pascua es una memoria/anuncio y el Sábado es un grito de libertad que rompe la rueda del producir-consumir-entretenerse.

2. Límites de la religiosidad en el sacerdocio del AT.

  • Ritualismo: honran con los labios, pero el corazón lejos de Dios.
  • Egoísmo de clase: los sacerdotes velan solo por sus intereses.
  • Idolatría: ofrecían sacrificios pero su vida era gobernada por la astrología cayendo en el escepticismo.

3. Relación con el poder (con los reyes y los profetas).

Denuncia donde se ve cómo los sacerdotes se alían con los poderosos. Intento de manipular el sacerdocio para convertirlo en oficio (funcionario). Hay peligro de que el sacerdocio quede subsidiado por el poder. Se cae en la cobardía y en la incoherencia dentro del sacerdocio. El sacerdocio queda marginado y a disposición del poder civil.

4. Relación entre profetas y sacerdotes.

Los profetas denuncian los límites del sacerdocio de su tiempo. Anuncian que tiene que haber un cambio. El conocimiento tiene que tener una ruta diferente y no puede quedarse en la casta sacerdotal. El conocimiento quedará abierto a todos.

5. El Día del Señor.

Los sacerdotes son llamados al arrepentimiento. Tanta corrupción tiene que traer el Día del Señor. Separar sacrificio y sacrificador es la raíz del problema. El sacerdote como funcionario mata toda devoción y llega la mediocridad.

6. Novedad en Cristo y su sacerdocio.

Lo que hace distinto al sacerdote es que él no es distinto de su sacrificio. Lo vemos en Jesucristo. Cuando el sacerdote es un alter Christus entonces se convierte en sacerdote y víctima a la vez. El sacerdote funcionario termina traicionando su vocación porque lo único que busca es sus intereses. Sin embargo, el sacerdote que no se reserva nada, según el NT reúne las siguientes características: pleno, perfecto, único, suficiente e irrepetible. La unión entre sacrificador y sacrificio es lo que hace nuevo el sacerdocio en el NT. Es el Espíritu Santo el que hace que Dios esté a los dos lados del puente (sacerdote).

Curso de Sacramentos II, parte 04 de 13: Fundamentos de la Unción de los Sacramentos

El misterio y el ministerio de la sanación.

1. Unidad psicosomática del ser humano y extensión del término “salud”.

La palabra salud está relacionada con la palabra salvación. La salud sale de la esfera de lo puramente físico. Todo lo concerniente a lo psíquico tiene una relación profunda con lo corporal. La salud afecta y es afectada por la unidad psicosomática del ser humano. Hoy en día, para explicar este fenómeno, tenemos dos extremos:

1.1. Filosofías orientales que hablan de la relación de la mente y el cuerpo pero acabando en panteísmos o en sincretismos.

1.2. Materialismo y ateísmo de la medicina occidental que niegan todo tipo energías o fuerzas espirituales dejando sin respuesta a todos los fenómenos espirituales.

La interacción entre el cuerpo y la mente es un mundo por investigar en el que se necesitan brillantes científicos y a la vez buenos cristianos. Podemos afirmar que el hombre posee una profunda unidad psicosomática y que el término salud es muy amplio debido a la misma complejidad del ser humano.

2. ¿Qué trae el pecado? (panorama bíblico)

2.1. Siendo el pecado una ruptura con Dios y dado que el ser humano, desde un punto de vista antropológicogoz de unidad sustancial, resulta lógico pensar que el pecado tiene repercusiones en todas las áreas de nuestro ser. La Biblia las muestra comenzando por la relación que existe entre pecado y enfermedad, sin que de ahí pueda uno apresurarse a sacar una regla general:

2.1.1. Rebelión de Aarón y María, hermanos de Moisés (Núm. 12). Pecado de murmuración de los hermanos, castigo a María con la lepra (enfermedad), arrepentimiento posterior, intercesión de Moisés y perdón de Dios.

2.1.2. Muerte del hijo de David fruto de su crimen. (II Sam. 11-12) Vemos un pecado cometido por el Rey David, denuncia del Profeta Natán, arrepentimiento del rey, declaración formal del perdón por el profeta y sin embargo hay una consecuencia del pecado ya perdonado. Esto es clave para entender la teoría teológica de las Indulgencias.

2.1.2.1. Perdonar es abrirse a una nueva historia, pero no es un “aquí-no-ha-pasado-nada”.

2.1.2.2. Las Indulgencias aluden a las consecuencias del pecado (pena temporal) en la historia humana. Las Indulgencias ingresan una fuerza temporal que supera las consecuencias del pecado. La abundancia del bien supera la consecuencia del mal.

El fruto del pecado de David (un niño) muere (enfermedad-castigo) a pesar de los sacrificios de David. Después sigue la vida normal aceptando en esta muerte la voluntad de Dios. Vemos de nuevo la relación y el vínculo entre pecado-enfermedad y muerte.

2.1.3. La profanación en la “Cena del Señor”. (I Cor. 11, 29-30) Los que profanan la Fracción del Pan enferman. Hay un vínculo claro entre pecado y enfermedad.

2.1.4. Ciego de nacimiento (Jn. 9) Le preguntan quién pecó éste o sus padres, lo cual significa que tenían claro el vínculo pecado-enfermedad, (en este caso será una excepción porque el ciego no nació así por culpa de pecado).

Podemos decir que se da un vínculo general pecado-enfermedad pero que no es uno a uno e inmediato, porque de hecho en los Salmos aparece que a muchos malvados les va bien; y también en la Biblia se da el ejemplo contrario como le sucede al santo Job que siendo bueno sufre de modo impresionante.

3. Promesa del Nuevo Mesías. Misión del Profeta. (Is. 61 – Lc. 4)

“… anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos …” Cristo pasó haciendo el bien (Hech. 10). Su “bien” se muestra particularmente en:

3.1. Pobres: la pobreza es una forma de cautividad. El pobre está aprisionado.

3.2. Enfermos: la enfermedad es una pobreza porque se carece de recursos.

3.3. Cautivos: la cautividad es una enfermedad porque los prisioneros se consideran como desecho de la sociedad y se les margina.

Todas estas realidades sociales se interrelacionan en todas las direcciones–cosa que no es fácil si vamos a la praxis cristiana. Así por ejemplo, la Teología de la Liberación se fijó en la pobreza y en la cautividad pero olvidó la enfermedad. No se puede transformar la estructura de la sociedad sin tocar el pecado personal.

3.4. En Lc. 4, vemos a Cristo como es un manantial de amor y de sanación. Los efectos que traen la obra de sanación son:

3.4.1. Asombro que revienta el esquema pesimista que provocó el pecado. “Nunca hemos visto a nadie así.” (Mc. 2, 12)

3.4.2. Alegría, que evita la desesperación y los falsos consuelos pecaminosos. El alma alegre está blindada a la tentación y el demonio no puede atacar.

3.4.3. Conversión interior que es un entrar a sí mismo. En el pasaje de los 10 leprosos a nueve les cambió la salud, a uno le cambió la vida.

3.4.4. Poder de la sanación y curación física que se manifiesta a partir de Pentecostés. (Hech. 2-3). Evítese los extremos de una posición mágica argumentando que sin milagros no hay evangelización, pero tampoco se caiga en un neopositivismo desmitologizador que intenta anular milagros.

Es entonces evidente que hay un círculo, que aparece en Lc.4, que define el programa de evangelización de Jesucristo, y que el ministerio de sanación de Jesús es hecho incontestable que heredan los primeros discípulos de Cristo.

Curso de Sacramentos II, parte 03 de 13: Confesión y penitencia en el segundo milenio

Sacramento de la Confesión – Confesión y Penitencia – Segundo Milenio

La idea de Comunión (koinonía) es clave en el Primer Milenio, mientras que es Gracia la que resulta fundamental en el Segundo, sin ser términos excluyentes. Hay tres riesgos que se corren al no entenderse bien el concepto de la Penitencia en el Segundo Milenio:

  • riesgo de suprimir la Gracia,
  • riesgo de cosificar la Gracia,
  • riesgo de subjetivar la Gracia.

Riesgo de suprimir la Gracia.

  • Se trata de creer que yo estoy comprando el amor de Dios, pero el perdón de Dios no se compra según en el NT.
  • Un peligro que conlleva la penitencia es que puede dar la sensación que es uno el que consigue el perdón por el acto penitencial olvidándose que ya Cristo lo consiguió en la Cruz.
  • Hay una perdida de claridad ante el infinito valor del sacrificio de Jesucristo.

Riesgo de cosificar la Gracia.

  • La Gracia se convierte en algo (cosa) que tengo o pierdo. Pero la Gracia no es tanto algo que se tiene, como estar en plena Comunión con Dios.
  • Se cosifica la Gracia en el Matrimonio cuando llevando una vida ajena al Evangelio y sin embargo se exige la ceremonia. Al igual sucede cuando se pretende comulgar por homenajear a un difunto. Se cosifica la Gracia, la Absolución y la Hostia Consagrada.
  • Los Sacramentales (imágenes, agua bendita, escapulario, estampa,…) también llegan a cosificar con la consiguiente burla al poder de Dios.

Riesgo de subjetivar la Gracia.

  • Se cae en error contrario a la objetivización (cosificación) que consiste en la subjetivización: la Gracia solo la puedo juzgar yo. Como Lutero pensaba, solo mi conciencia y la Biblia son suficientes.
  • Al igual que la cosificación lleva a la idolatría y la superstición, mientras que la subjetivización cae en el relativismo.

¿Cómo resuelve la Iglesia estos riesgos?

El análisis sereno de la Teología fue el que ayudó a entender correctamente la teoría del Perdón y la Gracia. La exposición sistemática de estos conceptos fue la que aclaró dudas y disipó los riesgos. Véase Suma Teológica – Parte IIIa – Cuestión 90, donde Santo Tomás trata el Sacramento de la Penitencia.

Aportes de Santo Tomás:

Relación entre la virtud de la Penitencia y el sacramento de la Penitencia. (véase IIIª q. 84 a. 8 y también IIIª q. 84 a. 10 ad 4.). Sto. Tomás recupera la dimensión existencial del arrepentimiento en una época en la que se ya se empezaba el fenómeno de la cosificación. El arrepentimiento es un dolor de amor frente al mal conocido. La inteligencia (ve la incoherencia) y la voluntad (se duele del mal) entran en funcionamiento en el arrepentimiento.
Al hablar de virtud se está refiriendo a un camino que no se hace solo sino en unión con Cristo para la remisión de los pecados (“completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia” Col. 1, 24).

Partes del sacramento de la Penitencia.

  • Contrición: dolor de corazón y propósito de enmienda.
  • Confesión: confesión oral de los pecados.
  • Satisfacción: cumplir la penitencia.

Análisis del Concilio de Trento (9 capítulos)

  • Cap. I. De la necesidad e institución del sacramento de la Penitencia.
  • Cap. II. De la diferencia entre el sacramento de la Penitencia y el Bautismo.
  • Cap. III. De las partes y fruto de este Sacramento.
  • Cap. IV. De la Contrición.
  • Cap. V. De la Confesión.
  • Cap. VI. Del ministro de este Sacramento, y de la Absolución.
  • Cap. VII. De los casos reservados.
  • Cap. VIII. De la necesidad y fruto de la Satisfacción.
  • Cap. IX. De las obras satisfactorias.

Como ejemplo, en el capítulo VIII se dice: “…corresponde a la clemencia divina, que no se nos perdonen los pecados, sin que demos alguna satisfacción; no sea que tomando ocasión de esto, y persuadiéndonos que los pecados son más leves, procedamos como injuriosos, e insolentes contra el Espíritu Santo, y caigamos en otros muchos más graves, …” Lo cual significa que las obras satisfactorias son pura misericordia divina que actúa como “medicina” para curar los malos actos y para ayudar a crear nuevos hábitos de conducta. El Concilio de Trento, por tanto, aporta una gran clarificación sobre los problemas de la cosificación y supresión de la Gracia.

Aportes del Concilio Vaticano II.

  • Ubicación teológica del sacramento de la Penitencia.
  • Hay que situarlo en la estructura de la Iglesia teniendo en cuenta la dimensión comunitaria del pecado.
  • Se recupera dimensión eclesiológica y comunitaria del pecado.
  • Recuerda que la forma ordinaria de la Penitencia es la Confesión individual.
  • Solo en caso de peligro de muerte, no convirtamos la excepción en norma.
  • Recuperar la conciencia del don.
  • El Concilio quiere subrayar el papel fundamental de la misericordia divina.

Curso de Sacramentos II, parte 02 de 13: Confesión y penitencia en el primer milenio

Confesión y Penitencia – Primer Milenio

El Sacramento de la Reconciliación ha ido evolucionando en su praxis a lo largo de la historia. Las diversas formas de entender la realidad del pecador han ido cambiando desde los tiempos de los apóstoles hasta el día de hoy. Nos fijaremos en tres etapas:

1a etapa: Persecuciones: la cuestión de los que traicionan su fe. (siglos I-III).

¿Qué hacer ante el pecado de los bautizados?

Problema central: San Pablo, en Rom. 10, 9, nos dice que si proclamas con tus labios y crees con tu corazón serás salvo. Se trata de la oferta de amor de Cristo que te ama hasta el extremo y que te debería impedir ofenderle. Sin embargo, a Dios se le ofende, ¿qué hacer ante la realidad del pecado?

Los pecados que singularmente perturban a las primeras comunidades son tres: Adulterio, Herejía-Apostasía y Homicidio. Estos pecados suponían un dilema entre la excomunión con la consiguiente separación del pecador de la Comunidad o bien la acogida pero, eso sí, condicionada. Y es cuando se ve qué sentido tiene lo que la Biblia enseña sobre penitencias de todo tipo.

Solución propuesta: Hay que hacer un itinerario del pecado al perdón. Ese camino está marcado por la penitencia. ¿Por qué se pide una penitencia? Porque:

  • garantiza que el pecador no vuelva a recaer,
  • exterioriza un arrepentimiento genuino que no se queda en palabras, y
  • es una compensación o justicia (futura satisfacción).

La Comunión eclesial (koinonía) se resiente por los pecados y todos sufren. Todo pecado tiene una repercusión comunitaria, porque la falta de santidad en uno de los miembros de la Comunidad hace que la obra de Dios no pueda ser plena ni en el pecador ni en el otro. Dice San Pedro (1 P 4,10-11) … sirva cada uno a los demás con el don que haya recibido, cuando se peca se deja servir a la Comunidad y se la ofende. Cuanto más público es el pecado, más daño se hace a la Koinonía. Se ve fácilmente la relación entre la Teología Sacramental y la Eclesiología. Al ser el pecado una realidad eclesiológica surge otro problema a resolver: la reconciliación no puede ser solo personal. La pérdida de la resonancia comunitaria del pecado será la antesala de la disociación entre vida privada y vida pública que en el mundo moderno ha autorizado al hombre a obrar como le place: individualismo liberal.

¿Qué lugar tiene el obispo? En el enfoque de Lutero, el ministro (ya no sacerdote) tenía una misión de puro funcionario, que vemos que se ha infiltrado muchas veces en el Catolicismo actual. Pero para los antiguos, en cambio, la figura del ministro, en especial del obispo suponía un orgullo en la certeza gozosa de su origen apostólico. El carácter fundamental que los primeros cristianos descubrían en los apóstoles, fundamentalmente en los Doce, es que eran los testigos de la verdad del sacrificio y la pascua de Jesucristo. Al morir estos primeros testigos, cobra un papel esencial la sucesión apostólica.

– Los obispos no eran funcionarios sino garantes del depósito de la fe, convirtiéndose en fuente del nacimiento de la Comunidad.

– Por ello también los obispos eran los únicos facultados para imponer la penitencia y los únicos que recibían de nuevo a los penitentes después del camino de la reconciliación para perdonar los pecados por una potestad recibida de los obispos anteriores, e incluso en un primer lugar de Jesucristo a sus apóstoles.

2a etapa: Controversias arriana, nestoriana y monofisita. (siglos IV-VII).

Para destacar ene ste tiempo, la abundante provisión de reconciliaciones con la Iglesia en razón de las varias herejías.

3a etapa: Confesión auricular (siglo VII en adelante).

Conscientes de los riesgos (marginación, temor, desconfianza) que conllevaba la confesión pública practicada en la Iglesia durante los primeros siglos, algunos monjes irlandeses trajeron de Oriente una nueva modalidad de confesión llamada Confesión Auricular. Los cambios que se produjeron fueron los siguientes:

  • El obispo no es el único que perdona pecados.
  • El ministro de la Reconciliación pasó a ser el sacerdote, por delegación de la licencia recibida del obispo.
  • La Penitencia pasa del ámbito público al privado, de lo solemne a lo discreto, de lo único a lo repetido.
  • Se facilita la comprensión y acogida para los que se sienten débiles.
  • Se pasa del grupo de penitentes al anonimato, convirtiéndose en un derecho para todo cristiano, según el Derecho Canónico, la confesión anónima y privada.

Riesgos y avances de la Confesión Auricular.

Los riesgos son los que siguen:

  • El primer riesgo es la disminución del sentido comunitario.
  • El segundo problema es que aparecen catálogos de pecados con la sana intención de valorar adecuadamente los pecados, pero con ellos surge una peligrosa concepción tarifaria de la confesión. Se cae en la compra y venta del perdón, indulgencias y en la simonía.
  • El sacerdote tiene la tentación de convertirse en un “pequeño Papa,” que dispone de la salvación de las almas a su capricho llevados de su laxitud o de su excesiva rigurosidad.

Los avances que conllevó la Confesión Auricular son:

  • Atrajo a mucha gente a la confesión por el alivio que proveía y la discreción.
  • Los confesores proporcionaban formación, educación y ayuda más adecuada sobre cómo el penitente debía mejor examinarse su conciencia.
  • Ayuda a integrar la victoria sobre el pecado con la conversión permanente.

Sacramentos que imprimen carácter

Padre, he oído que hay sacramentos que “imprimen carácter,” como por ejemplo la confirmación. No tengo muy claro qué significa esa expresión: ¿Es algo así como una fuerza especial? Si es así, ¿no sería necesario ese carácter para el sacramento del matrimonio, que está tan devaluado por todas partes hoy? Gracias por su tiempo. — M.N.M.

* * *

Hay palabras que adquieren un sentido particular cuando las usamos para explicar o exponer la fe. Por ejemplo, la palabra “gracia” puede significar muchas cosas en el lenguaje común pero cuando hablamos de que los sacramentos nos conceden la gracia de Dios estamos diciendo algo muy preciso que tiene que ver con nuestra redención.

Algo así pasa con la palabra “carácter.” En el lenguaje común significa una cierta fortaleza y coherencia que se muestra especialmente en circunstancias difíciles. Pero este noe s el sentido exacto de la palabra en teología. El Catecismo de la Iglesia, en su número 1121, nos aclara que: “Los tres sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y del Orden sacerdotal confieren, además de la gracia, un carácter sacramental o “sello” por el cual el cristiano participa del sacerdocio de Cristo y forma parte de la Iglesia según estados y funciones diversos. Esta configuración con Cristo y con la Iglesia, realizada por el Espíritu, es indeleble (Concilio de Trento: DS 1609); permanece para siempre en el cristiano como disposición positiva para la gracia, como promesa y garantía de la protección divina y como vocación al culto divino y al servicio de la Iglesia. Por tanto, estos sacramentos no pueden ser reiterados.”

Es importante la afirmación final: los sacramentos que imprimen carácter no pueden ser repetidos o reiterados. Algo cambia para siempre en quien los recibe. Y por tanto, su eficacia es de particular relieve para el bien de la Iglesia.

En el caso del matrimonio, hay, por supuesto, un don de gracia santificante pero es un sacramento que puede repetirse en caso de viudez, y este solo criterio nos indica que los casados sirven a la Iglesia de un modo diferente, a saber a través de los frutos de su amor unitivo y fecundo.

Administración de los sacramentos en los comienzos de la evangelización de Hispanoamérica

El bautismo fue vivamente deseado por los indios, según se aprecia en diversos relatos. Al paso de los frailes, dice Motolinía, «les salen los indios al camino con los niños en brazos, y con los dolientes a cuestas, y hasta los viejos decrépitos sacan para que los bauticen… Cuando van al bautismo, los unos van rogando, otros importunando, otros lo piden de rodillas, otros alzando y poniendo las manos, gimiendo y encogiéndose, otros lo demandan y reciben llorando y con suspiros» (II,3, 210).

Al principio de la evangelización, «eran tantos los que se venían a bautizar que los sacerdotes bautizantes muchas veces les acontecía no poder levantar el jarro con que bautizaban por tener el brazo cansado, y aunque remudaban el jarro les cansaban ambos brazos… En aquel tiempo acontecía a un solo sacerdote bautizar en un día cuatro y cinco y seis mil» (III,3, 317). Con todo esto, dice Motolinía, «a mi juicio y verdaderamente, serán bautizados en este tiempo que digo, que serán 15 años, más de nueve millones» (II,3, 215). En los comienzos, bautizaron sólo con agua, pero luego hubo disputas con religiosos de otras órdenes, que exigían los óleos y ceremonias completas (II,4, 217-226). Y antes de que hubiera obispos, sólo Motolinía administró la confirmación, en virtud de las concesiones hechas por el Papa a estos primeros misioneros.

El sacramento de la penitencia comenzó a administrarse el año 1526 en la provincia de Texcoco, y al decir de Motolinía, «con mucho trabajo porque apenas se les podía dar a entender qué cosa era este sacramento» (II,5, 229). Por esos años, siendo todavía pocos los confesores, «el continuo y mayor trabajo que con estos indios se pasó fue en las confesiones, porque son tan continuas que todo el año es una Cuaresma, a cualquier hora del día y en cualquier lugar, así en las iglesias como en los caminos… Muchos de éstos son sordos, otros llagados» y malolientes, otros no saben expresarse, o lo hacen con mil particularidades..,«Bien creo yo que los que en este trabajo se ejercitaren y perseveraren fielmente, que es un género de martirio, y delante de Dios muy acepto servicio» (III,3, 319).

A veces los indios se confesaban por escrito o señalando con una paja en un cuadro de figuras dibujadas (II,6, 242). Acostumbrados, como estaban, desde su antigua religiosidad, a sangrarse y a grandes ayunos penitenciales, «cumplen muy bien lo que les es mandado en penitencia, por grave cosa que sea, y muchos de ellos hay que si cuando se confiesan no les mandan que se azoten, les pesa, y ellos mismos dicen al confesor: «¿por qué no me mandas disciplinar?»; porque lo tienen por gran mérito, y así se disciplinan muchos de ellos todos los viernes de la Cuaresma, de iglesia en iglesia», sobre todo en la provincia de Tlaxcala (II,5, 240). Realmente en esto los frailes se veían comidos por los fieles conversos. «No tienen en nada irse a confesar quince y veinte leguas. Y si en alguna parte hallan confesores, luego hacen senda como hormigas» (II,5, 229).

Al principio la comunión no se daba sino «a muy pocos de los naturales», pero el papa Paulo III, movido por una carta del obispo dominico de Tlaxcala, fray Julián Garcés, «mandó que no se les negase, sino que fuesen admitidos como los otros cristianos» (II,6, 245). La misma norma fue acordada en 1539 por el primer concilio celebrado en México.

La celebración de matrimonios planteó problemas muy graves y complejos, dada la difusión de la poligamia, sobre todo entre los señores principales, que a veces tenían hasta doscientas mujeres. «Queriendo los religiosos menores poner remedio a esto, no hallaban manera para lo hacer, porque como los señores tenían las más mujeres, no las querían dejar, ni ellos se las podían quitar, ni bastaban ruegos, ni amenazas, ni sermones para que dejadas todas, se casasen con una en faz de la Iglesia. Y respondían que también los españoles tenían muchas mujeres, y si les decíamos que las tenían para su servicio, decían que ellos también las tenían para lo mismo» (II,7, 250). De hecho, el marido tenía en sus muchas mujeres una fuerza laboral nada despreciable, de la que no estaba dispuesto a prescindir.

No había modo. En fin, con la gracia de Dios, pues «no bastaban fuerzas ni industrias humanas, sino que el Padre de las misericordias les diese su divina gracia» (III,3, 318), fueron acercándose los indios al vínculo sacramental del matrimonio. Y entonces, «era cosa de verlos venir, porque muchos de ellos traían un hato de mujeres y hijos como de ovejas», y allí había que tratar de discernir y arreglar las cosas, para lo que los frailes solían verse ayudados por indios muy avisados y entendidos en posibles impedimentos, a quienes los españoles llamaban licenciados (II,7, 252; +Ricard 200-209).


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Las nulidades y la gracia sacramental

Buenos días Fray Nelson. Tengo una inquietud acerca de la UNIÓN SACRAMENTAL QUE SE PRODUCE EN LAS PAREJAS QUE NOS CASAMOS. Si la iglesia dice que el matrimonio es INDISOLUBLE, ¿qué sucede entonces con la UNIÓN SACRAMENTAL después de la nulidad de un matrimonio? – OLVM.

* * *

La Iglesia no “anula” matrimonios. Si un matrimonio es válido es válido. Lo que sucede es que hay matrimonios que PARECEN válidos y no lo son. Por ejemplo, si la persona fue obligada a casarse o si la casaron con engaño grave.

Si al estudiar las condiciones de un matrimonio se ve que no fue válido eso es lo que se llama una declaración de nulidad, o sea, se declara oficialmente que NUNCA hubo matrimonio.

En esos casos graves no existe la gracia sacramental porque no existió el sacramento. Piensa en una persona que se casa y la tienen engañada; por ejemplo: una mujer que sabe que es estéril pero no le dice nada al novio, y así se “casan.” Ahí no hay matrimonio. No se anula sino que no lo hubo.

Por supuesto, cuando sí hay matrimonio, la Iglesia cree en la fuerza de la gracia sacramental.

¿Por qué necesitamos el Espíritu Santo?

[Predicación con la comunidad hispana en Lakewood, NJ, con motivo dePentecostés 2015]

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* San Pablo enseña que “nadie puede decir Jesús es el Señor, si no es movido por el Espíritu Santo” (1 Corintios 12,3). Por supuesto, no se trata sólo de repetir unas palabras: se trata de reconocer la verdad sobre quién es Cristo. Una verdad que a muchos hoy se les pierde en especulaciones estériles o en comparaciones que oscurecen. Decir que Cristo es un filósofo, un líder social o alguien comparable con Buda o con Mahoma es uno de los desastres a los que conduce la falta de Espíritu Santo.

* El mismo Espíritu nos revela la verdad de los detalles, infinitos y fecundos, de las palabras y gestos de Cristo, sobre todo cuando se trata de los sacramentos de la fe. A pesar de lo que nos dicen nuestros ojos, “vemos” a Cristo en la Hostia Consagrada, y que nos concede verlo es el Espíritu Santo. A pesar de que en la confesión sólo vemos “otro hombre,” el Espíritu nos permite percibir la unción que ese hombre limitado ha recibido, y nos permite escuchar como palabra actual y certísima la que Cristo dijo a los apóstoles e indudablemente a sus sucesores en Juan 20,23: “a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados…”

* Es el Espíritu quien hace, en fin, que los sacramentos no sean “cosas” ni “solo palabras” sino realidades transformantes en las que el misterio de Cristo se hace presente y actuante en nuestra vida. Esto vale peculiarmente para el matrimonio. Cuando una pareja descubre que Dios se ha pronunciado a favor suyo, mira de otro modo las dificultades y tentaciones que sin duda llegarán en su camino como pareja y como familia.

* Una última razón conviene mencionar sobre por qué necesitamos el Espíritu Santo: solamente el Espíritu nos enseña a gustar la Palabra de Dios y a comprender en su sentido propio las palabras que Él mismo inspiró y que quiso que quedaran consignadas en la Biblia para nuestra eterna salvación.

Fundamento bíblico de los sacramentales

Los sacramentales son “signos sagrados con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida”

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El sacramento del matrimonio

219 Los bautizados, por institución de Cristo, viven la realidad humana y original del matrimonio, en la forma sobrenatural del sacramento, signo e instrumento de Gracia. La historia de la salvación está atravesada por el tema de la alianza esponsal, expresión significativa de la comunión de amor entre Dios y los hombres y clave simbólica para comprender las etapas de la alianza entre Dios y su pueblo.485 El centro de la revelación del proyecto de amor divino es el don que Dios hace a la humanidad de su Hijo Jesucristo, « el Esposo que ama y se da como Salvador de la humanidad, uniéndola a sí como su cuerpo. El revela la verdad original del matrimonio, la verdad del “principio” (cf. Gn 2,24; Mt 19,5) y, liberando al hombre de la dureza del corazón, lo hace capaz de realizarla plenamente ».486 Del amor esponsal de Cristo por la Iglesia, cuya plenitud se manifiesta en la entrega consumada en la Cruz, brota la sacramentalidad del matrimonio, cuya Gracia conforma el amor de los esposos con el Amor de Cristo por la Iglesia. El matrimonio, en cuanto sacramento, es una alianza de un hombre y una mujer en el amor.487

220 El sacramento del matrimonio asume la realidad humana del amor conyugal con todas las implicaciones y « capacita y compromete a los esposos y a los padres cristianos a vivir su vocación de laicos, y, por consiguiente, a “buscar el Reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios” ».488 Íntimamente unida a la Iglesia por el vínculo sacramental que la hace Iglesia doméstica o pequeña Iglesia, la familia cristiana está llamada « a ser signo de unidad para el mundo y a ejercer de ese modo su función profética, dando testimonio del Reino y de la paz de Cristo, hacia el cual el mundo entero está en camino ».489

La caridad conyugal, que brota de la caridad misma de Cristo, ofrecida por medio del Sacramento, hace a los cónyuges cristianos testigos de una sociabilidad nueva, inspirada por el Evangelio y por el Misterio pascual. La dimensión natural de su amor es constantemente purificada, consolidada y elevada por la gracia sacramental. De esta manera, los cónyuges cristianos, además de ayudarse recíprocamente en el camino de la santificación, son en el mundo signo e instrumento de la caridad de Cristo. Con su misma vida, están llamados a ser testigos y anunciadores del sentido religioso del matrimonio, que la sociedad actual reconoce cada vez con mayor dificultad, especialmente cuando acepta visiones relativistas del mismo fundamento natural de la institución matrimonial.

NOTAS para esta sección

485Cf. Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 12: AAS 74 (1982) 93: « Por esta razón, la palabra central de la Revelación, ‘‘Dios ama a su pueblo”, es pronunciada a través de las palabras vivas y concretas con que el hombre y la mujer se declaran su amor conyugal. Su vínculo de amor se convierte en imagen y símbolo de la Alianza que une a Dios con su pueblo (cf. por ejem.: Os 2,21; Jer 3,6-13; Is 54). El mismo pecado que puede atentar contra el pacto conyugal se convierte en imagen de la infidelidad del pueblo a su Dios: la idolatría es prostitución (cf. Ez 16,25), la infidelidad es adulterio, la desobediencia a la ley es abandono del amor esponsal del Señor. Pero la infidelidad de Israel no destruye la fidelidad eterna del Señor; por tanto, el amor siempre fiel de Dios se pone como ejemplo de las relaciones de amor fiel que deben existir entre los esposos (cf. Os 3) ».

486Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 13: AAS 74 (1982) 93-94.

487Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 48: AAS 58 (1966) 1067-1069.

488Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 47: AAS 74 (1982) 139. La cita interna es de: Concilio Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 31: AAS 57 (1965) 37.

489Juan Pablo II, Exh. ap. Familiaris consortio, 48: AAS 74 (1982) 140; cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1656-1657. 2204.

Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.

El matrimonio no se “anula”: existe o no existe

“Ahora bien, un sacramento (y los sacramentos son siete) existe o no existe. Por ejemplo, el bautismo. Si has sido bautizado ya no puedes volver atrás: eres cristiano. Puedes dejar de comportarte como tal y puedes incluso solicitar, como hacen algunos fanáticos, que te borren de los registros parroquiales (una especie de “desbautizo”, una cosa de fanáticos ateos militantes). Pero sigues estando bautizado. Para siempre…”

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