Que Dios muera por nosotros en una Cruz no es menor misterio que el Crucificado se levante del sepulcro.
Cinco Homilias sobre la Resurreccion de Cristo, 1 de 5
Los que niegan la resurrección diciendo que es relato que crearon los discípulos no tienen cómo explicar que los textos nos presentan discípulos escépticos y resistentes a la fe.
LA GRACIA del Jueves 12 de Abril de 2012
Al dar la fe la aumentamos, y al compartirla, crece en nosotros.
LA GRACIA del Miercoles 11 de Abril de 2012
Cristo explicaba a los discípulos de Emaús que la Cruz era “necesaria” no como un destino sino como sacrificio de amor que salva.
Homilia de Pascua 2012: Amor sin Frontera ni Limite
La resurrección dilata el amor de Cristo más allá de toda frontera.
LA GRACIA del Martes 10 de Abril de 2012
Hay continuidad pero también discontinuidad entre la realidad del cuerpo antes de la muerte y después de la resurrección.
LA GRACIA del Lunes 9 de Abril de 2012
Alegría, paz y misión: primeras tres consignas de la Pascua del cristiano.
Los saduceos no podian creer en la resurreccion
Creer en la otra vida da una fuerza y belleza inmensas a esta vida.
LA GRACIA del Sabado 19 de Noviembre de 2011
Los saduceos intentaron varias estrategias para neutralizar y eliminar a Cristo. Les fastidiaba que predicara la resurrección porque la esperanza de resucitar vence el miedo a morir, miedo que es usado por los tiranos como arma predilecta.
LA GRACIA del Martes 13 de Septiembre de 2011
“Lucharon vida y muerte, en singular batalla,” dice la secuencia del día de Pascua; y así se cumple cuando Cristo, que es la Vida, vence a la caravana de la muerte.
El cortejo triunfal de Cristo
A la victoria de Cristo nos une el amor: un amor que ya se mostró capaz de vencer a la muerte, y que es el dinamismo de renovación permanente de la vida cristiana.
Ahora, que no se te olvide la misericordia, 2 de 3
Jornada de retiro en Ibagué. Un día de Misericordia, tema 2 de 3: el Espíritu del Resucitado.
* ¿Qué tiene que ver el Espíritu con la resurrección del Señor?
* El Espíritu nos permite reconocer al Resucitado.
* El Espíritu nos hace misioneros.
* Es parte de nuestra fe: ¡resucitaremos!
Una victoria real
Si los dolores son reales las respuestas han de ser reales; si la muerte de Cristo fue real, también lo es su resurrección.
Pablo VI: La Resurreccion fisica de Jesucristo (Humanitas 54)
¿No es la Resurrección la única que da sentido a toda la liturgia, a nuestras celebraciones eucarísticas, asegurándonos la presencia del Resucitado que celebramos en la acción de gracias: «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!» (Anámnesis)?
Sí, toda la esperanza cristiana está basada sobre la Resurrección de Cristo, en la que está «anclada» nuestra misma resurrección con Él. Más aún, ya hemos resucitado con Él (cf. Col 1, 3); toda nuestra vida cristiana está tejida con esta certeza inconmovible y con esta realidad oculta, con la alegría y el dinamismo que ellas engendran.
No es extraño que este misterio tan fundamental para nuestra fe, tan prodigioso para nuestra inteligencia, haya suscitado siempre, junto al interés apasionado de los exégetas, una «contestación» pluriforme a lo largo de toda la historia. Este fenómeno se manifestaba ya en vida del evangelista san Juan, que juzgó necesario precisar que Tomás, el incrédulo, había sido invitado a tocar con sus manos la huella de los clavos y el costado herido del Verbo de la Vida resucitado (cf. Jn 20, 24-29).
Y desde entonces, ¿cómo no evocar los intentos de una «gnosis» que renacía continuamente bajo múltiples formas, deseando penetrar este misterio con todos los recursos del espíritu humano, esforzándose por reducirlo a las dimensiones de unas categorías plenamente humanas? Tentación muy comprensible, ciertamente, y sin duda inevitable, pero con una tendencia muy inquietante a vaciar insensiblemente todas las riquezas y la importancia de lo que, ante todo, es un hecho: la Resurrección del Salvador.
También en nuestros días –y no es precisamente a vosotros a quienes debemos recordarlo– vemos cómo esta tendencia manifiesta sus últimas consecuencias dramáticas, llegándose a negar, incluso entre los fieles que se dicen cristianos, el valor histórico de los testimonios inspirados o, más recientemente, interpretando de forma puramente mítica, espiritual o moral, la Resurrección física de Jesús. ¿Cómo no nos ha de doler profundamente el efecto destructor que estas discusiones deletéreas tienen para tantos fieles? Pero proclamamos con toda energía que estos hechos no nos dan miedo porque, hoy como ayer, el testimonio «de los Once y de sus compañeros» es capaz, con la gracia del Espíritu Santo, de suscitar la verdadera fe: «El Señor en verdad ha resucitado y se ha aparecido a Simón» (Lc 24, 34-35).
Publicado via email a partir de Palabras de camino
Juan, el que vio y creyo
Juan, que presenció la sepultura, reconoce que todo está en orden en el sepulcro: todo, menos Cristo. Nadie roba un cadáver desnudo dejando todo como estaba. Este es el discípulo vio y creyó.
Profeta Resucitado
Profeta de breve vida,
hirsuto, santo, elocuente,
poderoso, y tan clemente:
tu nombre es Eterno Día.
Profeta de Galilea,
hijo de Santa María;
ojos de mirada limpia;
quien los ve, bendito sea.
Profeta muerto en la Cruz,
atravesado en dolores,
crucificado de amores,
bendito seas, Jesús.
Profeta de Pascua Santa,
y heraldo del gran perdón,
cuando se haya apagado el sol
seguirá brillando tu gracia.