LA GRACIA del Miércoles 13 de Febrero de 2019

Seremos más fieles al Evangelio y haremos mucho mejor este mundo si dejamos de sentirnos victimas buscando la culpa afuera, responsabilizándonos de cada uno de nuestros actos.

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Asumir tu responsabilidad ¡ya!

Si tú amas de verdad a tu Patria -y estoy seguro de que la amas-, ante un alistamiento voluntario para defenderla de un peligro inminente, no dudarías en inscribir tu nombre. En momentos de emergencia, ya te lo he escrito, todos son útiles: hombres y mujeres; viejos, maduros, jóvenes y hasta adolescentes. Sólo quedan al margen los incapaces y los niños. Cada día se convoca, no ya un alistamiento voluntario -eso es poco-, sino una movilización general de almas, para defender el Reino de Cristo. Y el mismo Rey, Jesús, te ha llamado expresamente por tu nombre. Te pide que luches las batallas de Dios, poniendo a su servicio lo más elevado de tu alma: tu corazón, tu voluntad, tu entendimiento, todo tu ser. -Escúchame: la carne, con tu pureza de vida y especialmente con la protección de la Virgen, no es problema. -¿Serás tan cobarde, que intentarás librarte del llamamiento, excusándote con que tienes enfermo el corazón, la voluntad o el entendimiento?… ¿Pretendes justificarte y quedarte en servicios auxiliares? -El Señor quiere hacer de ti un instrumento de vanguardia -ya lo eres- y, si vuelves la espalda, no mereces más que lástima, ¡por traidor!

Si el tiempo fuera solamente oro…, podrías perderlo quizá. -Pero el tiempo es vida, y tú no sabes cuánta te queda.

Más pensamientos de San Josemaría.

La responsabilidad de cada cristiano

La Trinidad Santísima te concede su gracia, y espera que la aproveches responsablemente: ante tanto beneficio no cabe andar con posturas cómodas, lentas, perezosas…, porque, además, las almas te esperan.

Al coger a sus niños en brazos, las madres -las buenas madres- procuran no llevar alfileres que puedan herir a esas criaturas…: al tratar con las almas, hemos de poner toda la suavidad… y toda la energía necesaria.

«Custos, quid de nocte!» -¡Centinela, alerta! Ojalá tú también te acostumbraras a tener, durante la semana, tu día de guardia: para entregarte más, para vivir con más amorosa vigilancia cada detalle, para hacer un poco más de oración y de mortificación. Mira que la Iglesia Santa es como un gran ejército en orden de batalla. Y tú, dentro de ese ejército, defiendes un “frente”, donde hay ataques y luchas y contraataques. ¿Comprendes? Esa disposición, al acercarte más a Dios, te empujará a convertir tus jornadas, una tras otra, en días de guardia.

Más pensamientos de San Josemaría.

Esto se llama verdadera responsabilidad

Me parecen muy lógicas tus ansias de que la humanidad entera conozca a Cristo. Pero comienza con la responsabilidad de salvar las almas de los que contigo conviven, de santificar a cada uno de tus compañeros de trabajo o de estudio… -Esta es la principal misión que el Señor te ha encomendado.

Compórtate como si de ti, exclusivamente de ti, dependiera el ambiente del lugar donde trabajas: ambiente de laboriosidad, de alegría, de presencia de Dios y de visión sobrenatural. -No entiendo tu abulia. Si tropiezas con un grupo de compañeros un poco difícil -que quizá ha llegado a ser difícil por tu abandono-, te desentiendes de ellos, escurres el bulto, y piensas que son un peso muerto, un lastre que se opone a tus ilusiones apostólicas, que no te entenderán… -¿Cómo quieres que te oigan si, aparte de quererles y servirles con tu oración y mortificación, no les hablas?… -¡Cuántas sorpresas te llevarás el día en que te decidas a tratar a uno, a otro, y a otro! Además, si no cambias, con razón podrán exclamar, señalándote con el dedo: «hominem non habeo!» -¡no tengo quien me ayude!

Más pensamientos de San Josemaría.

Hacer bien el bien

Efectivamente, lo viejo merece respeto y agradecimiento. Aprender, sí. Tener en cuenta esas experiencias, también. Pero no exageremos: cada cosa a su tiempo.

No te enfades: muchas veces un comportamiento irresponsable denota falta de cabeza o de formación, más que carencia de buen espíritu.

Corres el gran peligro de conformarte con vivir -o de pensar en que debes vivir- como un “niño bueno”, que se aloja en una casa ordenada, sin problemas, y que no conoce más que la felicidad. Eso es una caricatura del hogar de Nazaret: Cristo, porque traía la felicidad y el orden, salió a propagar esos tesoros entre los hombres y mujeres de todos los tiempos.

Más pensamientos de San Josemaría.

LA GRACIA del Domingo 15 de Noviembre de 2015

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO B

La Iglesia nos invita como creyentes a darle profundidad y seriedad a nuestra vida, evaluando qué estamos haciendo, cómo estamos viviendo y a quién estamos sirviendo.

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Responsabilidad y participacion

31. Para que cada uno pueda cultivar con mayor cuidado el sentido de su responsabilidad tanto respecto a sí mismo como de los varios grupos sociales de los que es miembro, hay que procurar con suma diligencia una más amplia cultura espiritual, valiéndose para ello de los extraordinarios medios de que el género humano dispone hoy día. Particularmente la educación de los jóvenes, sea el que sea el origen social de éstos, debe orientarse de tal modo, que forme hombres y mujeres que no sólo sean personas cultas, sino también de generoso corazón, de acuerdo con las exigencias perentorias de nuestra época.

Pero no puede llegarse a este sentido de la responsabilidad si no se facilitan al hombre condiciones de vida que le permitan tener conciencia de su propia dignidad y respondan a su vocación, entregándose a Dios ya los demás. La libertad humana con frecuencia se debilita cuando el hombre cae en extrema necesidad, de la misma manera que se envilece cuando el hombre, satisfecho por una vida demasiado fácil, se encierra como en una dorada soledad. Por el contrario, la libertad se vigoriza cuando el hombre acepta las inevitables obligaciones de la vida social, toma sobre sí las multiformes exigencias de la convivencia humana y se obliga al servicio de la comunidad en que vive.

Es necesario por ello estimular en todos la voluntad de participar en los esfuerzos comunes. Merece alabanza la conducta de aquellas naciones en las que la mayor parte de los ciudadanos participa con verdadera libertad en la vida pública. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, la situación real de cada país y el necesario vigor de la autoridad pública. Para que todos los ciudadanos se sientan impulsados a participar en la vida de los diferentes grupos de integran el cuerpo social, es necesario que encuentren en dichos grupos valores que los atraigan y los dispongan a ponerse al servicio de los demás. Se puede pensar con toda razón que el porvenir de la humanidad está en manos de quienes sepan dar a las generaciones venideras razones para vivir y razones para esperar.

[Constitucion Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 31]