Protege tu corazón

La guarda del corazón. -Así rezaba aquel sacerdote: “Jesús, que mi pobre corazón sea huerto sellado; que mi pobre corazón sea un paraíso, donde vivas Tú; que el Angel de mi Guarda lo custodie, con espada de fuego, con la que purifique todos los afectos antes de que entren en mí; Jesús, con el divino sello de tu Cruz, sella mi pobre corazón”.

Más pensamientos de San Josemaría.

LA GRACIA 2020/12/08 ¡Bendita la Virgen pura!

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE SANTA MARÍA VIRGEN

María Santísima conserva todo su valor y su pureza para traernos al Señor, la santidad de Dios se refleja en ella sin mancha desde su concepción hasta su asunción al cielo.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA en redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios. Tu donación hace fuerte la evangelización católica. ¡Dona ahora!]

Lucha y victoria en la pureza

Para custodiar la santa pureza, la limpieza de vida, has de amar y de practicar la mortificación diaria.

Ponte cada día delante del Señor y, como aquel hombre necesitado del Evangelio, dile despacio, con todo el afán de tu corazón: »Domine, ut videam!» -¡Señor, que vea!; que vea lo que Tú esperas de mí y luche para serte fiel.

Dios mío, ¡qué fácil es perseverar, sabiendo que Tú eres el Buen Pastor, y nosotros -tú y yo…- ovejas de tu rebaño! -Porque bien nos consta que el Buen Pastor da su vida entera por cada una de sus ovejas.

Más pensamientos de San Josemaría.

LA GRACIA del Viernes 26 de Julio de 2019

MEMORIA DE SAN JOAQUIN Y SANTA ANA

Necesitamos puntos de referencia como San Joaquín y Santa Ana, quienes, llevando una sexualidad sana y santa, concibieron a Nuestra Señora la Virgen María.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA en redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios. Tu donación hace fuerte la evangelización católica. ¡Dona ahora!]

Una historia sobre el pudor

Cuatro mujeres llegaron a una reunión usando ropas que mostraban demasiado bien sus cuerpos. El presidente de la empresa les dio un buen vistazo, les pidió que se sentaran, las miró fijamente a los ojos y les dijo algo que nunca olvidarán en la vida.

“Señoras, todo lo que Dios ha hecho valioso en este mundo está bien cubierto y es difícil de ver, encontrar o conseguir. Por ejemplo:

1. ¿Dónde Puedes encontrar los diamantes? En el fondo de la tierra, cubiertos y protegidos.

2. ¿Dónde se encuentran las perlas? En el fondo del océano, cubiertas y protegidas en una hermosa concha.

3. ¿Dónde puedes encontrar oro? Abajo de la tierra, cubierto con capas de roca y para conseguirlo hay que trabajar duro y cavar profundo.

Habiendo dicho eso, volvió a mirarlas fijamente y dijo:

“Tu cuerpo es sagrado y único. Eres mucho más preciosa que el oro, los diamantes y las perlas. piensa, entonces, cómo es mejor vestirte para mostrar el inmenso valor que tienes.”

Generosos con Dios… desde la juventud

Es preciso ofrecer al Señor el sacrificio de Abel. Un sacrificio de carne joven y hermosa, lo mejor del rebaño: de carne sana y santa; de corazones que sólo tengan un amor: ¡Tú, Dios mío!; de inteligencias trabajadas por el estudio profundo, que se rendirán ante tu Sabiduría; de almas infantiles, que no pensarán más que en agradarte. -Recibe, desde ahora, Señor, este sacrificio en olor de suavidad.

Hay que saber entregarse, arder delante de Dios como esa luz, que se pone sobre el candelero, para iluminar a los hombres que andan en tinieblas; como esas lamparillas que se queman junto al altar, y se consumen alumbrando hasta gastarse.

Más pensamientos de San Josemaría.

Pudor franciscano

Pudor franciscano

La relación de San Francisco Solano con las mujeres indias, también ellas criaturas de Dios, no tenía, en cambio, expresiones tan conmovedoras de familiaridad. Y es que los graves escándalos causados con las indias por algunos encomenderos, y aún a veces por ciertos padres doctrineros, hacían recomendable unas medidas prudenciales especialmente enérgicas y elocuentes. Por eso, como cuenta fray Diego de Córdoba y Salinas, el padre Solano, «cuando era doctrinante en la provincia de Tucumán, considerando las ocasiones de la tierra y su libertad, ordenó que, desde trecho de a cien pasos de su celdilla pobre donde se recogía, no pudiese pasar alguna india, ni llegase a hablarle, si no fuese en la iglesia, para confesarse o cosa necesaria; y si alguna pasaba la señalación, la hacía castigar con los fiscales de la doctrina, y con esta tregua se aseguraba de las astucias del enemigo».

También en esto Solano sigue el ejemplo de San Francisco de Asís, que no conocía de cara, según confesión propia, sino a dos mujeres, a su madre, o quizá a Jacoba de Settesoli, y a santa Clara, y nunca hablaba a solas con mujeres. Por lo demás, ya es sabido que las imitaciones serviles no tienen lugar en el camino de la perfección cristiana. Pero en lo recordado se afirma claramente la relación profunda que existe entre ascesis estricta, unión plena con Dios, alegría espiritual y reconciliación perfecta del hombre consigo mismo, con sus hermanos y con todas las demás criaturas.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Para bien del amor y de la pureza

Un matrimonio cristiano no puede desear cegar las fuentes de la vida. Porque su amor se funda en el Amor de Cristo, que es entrega y sacrificio… Además, como recordaba Tobías a Sara, los esposos saben que “nosotros somos hijos de santos, y no podemos juntarnos a manera de los gentiles, que no conocen a Dios”.

Cuando éramos pequeños, nos pegábamos a nuestra madre, al pasar por caminos oscuros o por donde había perros. Ahora, al sentir las tentaciones de la carne, debemos juntarnos estrechamente a Nuestra Madre del Cielo, por medio de su presencia bien cercana y por medio de las jaculatorias. -Ella nos defenderá y nos llevará a la luz.

Permíteme un consejo, para que lo pongas en práctica a diario. Cuando el corazón te haga notar sus bajas tendencias, reza despacio a la Virgen Inmaculada: ¡mírame con compasión, no me dejes, Madre mía! -Y aconséjalo a otros.

Más pensamientos de San Josemaría.

Lecciones prácticas sobre la pureza

La castidad -la de cada uno en su estado: soltero, casado, viudo, sacerdote- es una triunfante afirmación del amor.

El “milagro” de la pureza tiene como puntos de apoyo la oración y la mortificación.

Más peligrosa se demuestra la tentación contra la castidad, cuanto más disimulada viene: por presentarse insidiosamente, engaña mejor. -¡No transijas, ni siquiera con la excusa de no “parecer raro”!

Más pensamientos de San Josemaría.

Nueve meditaciones sobre la Virgen Inmaculada, 8 de 9: La Purísima

* La liturgia católica y la piedad popular coinciden al destacar la virginidad y la pureza como señales propias de la Madre de Cristo. Ella es la “Santísima Virgen María” para la liturgia; Ella es la “Purísima” para el común de nuestros fieles.

* La victoria de la pureza es uno de los rasgos más impactantes en los comienzos del cristianismo. La mentalidad pagana, que idolatra el placer corporal, o lo trivializa con desdén, no logra acertar en el punto justo.

* De hecho, podemos recorrer la mente de las religiones paganas y encontrar que, por una línea, lo propio del cuerpo humano se sacraliza y se exalta, pero a la vez, por otra línea, se le trata como material de reciclaje, vestido que se desprecia, o juguete de placer. Podemos decir que una de las razones de la admiración que causa la pureza es que revela el justo valor, la verdad profunda, del cuerpo humano.

* En otro sentido, la pureza hace genuina la comunicación propia del amor. Lo que caracteriza la relación íntima es la entrega. En su intimidad, los cuerpos hablan de entrega mutua, y por tanto, de donación. El lenguaje del amor destaca esta misma idea a través de oportunos pronombres posesivos que hablan del deseo de poseer y de ser del otro. Es evidente entonces que la infidelidad, la promiscuidad, o la huida al engaño, por ejemplo a través de la prostitución o de la pornografía, son negaciones de esta verdad corporal que llevamos dentro.

* Por eso la pureza hace visible la verdad del cuerpo. El cuerpo que se reserva exclusivamente para el Amado o la Amada hace corresponder el lenguaje de los gestos con el lenguaje de las decisiones. Cualquier otra cosa tiene sabor de mentira.

* La pureza de la Virgen no es solamente una virtud moral sino también una condición para su singular misión. Es evidente que la maternidad otorga un cierto modo de poder sobre la prole, como lo dice la misma Escritura, y por ello es explicable que desde antiguo repugnara a tantos santos predicadores y doctores la idea de que alguna forma de pecado o mancha de pecado tuviera lugar en la Virgen María. Es aquí donde tiene su sitio el razonamiento de Duns Scoto: “Potuit, decuit ergo fecit.” Dios podía hacerlo; era conveniente que lo hiciera; luego, lo hizo.

La desnudez de la Pureza en la Cruz

Desnudaron a Cristo en la Cruz, para avergonzarlo; pero Él entregó sus ropas para cubrir con piedad nuestra vergüenza.

Lo que no pudo Adán en el paraíso, tejiendo con torpes manos un vestido con las hojas del pecado, eso se lo concedió el Nuevo Adán, Cristo vivo, revistiéndonos a todos con su piedad y con el valor infinito de su Sangre.

Porque el ornamento único de este Sumo Sacerdote era su propia Sangre; y su liturgia era de silencios, dolor y plegarias; y su altar, el pecho abierto; y sus acólitos, miríadas de angeles en reverencia infinita.

Pureza del abrazo de Cristo, renueva en nosotros la capacidad de amar tu Amor, y recibirlo sin excusas.

Pureza de la mirada de Cristo, renueva en nosotros la luz que permite reconocer y agradecer la belleza que el mundo ignora o profana.

Pureza del Corazón de Cristo, renueva en nosotros el gozo de la fidelidad y la paz serena de las amistades limpias y los hogares felices.

Pureza del Cuerpo de Cristo, renueva en toda la Iglesia el sentido profundo de la adoración a tu Divina Presencia en la Eucaristia.

Pureza del amor de Cristo, enséñanos a amar, sin rehuir la Cruz y sin olvidar la Pascua. Que jamás olvidemos que nuestros cuerpos han sido hechos de tierra pero han sido hechos para el Cielo. Amén.