¿Es verdad que la Navidad se escogió en reemplazo de una fiesta pagana?

Una pregunta que siempre resurge por estas fechas: ¿Intentaron los cristianos superponer una celebración de su fe sobre una fiesta pre-existete en el mundo pagano?

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Una excelente respuesta nos llega de CATHOLIC.NET:

No fueron los cristianos quienes asumieron una fiesta pagana, sino al revés. Recuperamos un artículo muy útil en estas fechas.

Muchos cristianos creen que el cristianismo celebra el nacimiento de Cristo el 25 de diciembre porque los padres de la Iglesia se apropiaron de la fecha de un festival pagano. Casi nadie da importancia a este hecho, excepto algunos grupos marginales de evangélicos americanos, que parecen interpretar que ello convierte a la Navidad en un festival pagano.

Sin embargo, resulta interesante saber que la opción del 25 de diciembre es el resultado de los intentos realizados por los primeros cristianos para averiguar la fecha de nacimiento de Jesús, basándose en cálculos de calendario que nada tenían que ver con los festivales paganos.

Fue más bien al contrario, ya que el festival pagano del “Nacimiento del Sol Invicto”, instituido por el emperador romano Aurelio el 25 de diciembre de 274, fue casi con toda certeza un intento de crear la alternativa pagana a una fecha que ya gozaba de cierta importancia para los cristianos romanos. Así pues, “los orígenes paganos de la Navidad” son un mito sin fundamento histórico.

Un error

La idea de que la fecha fue sacada de los paganos se remonta a dos estudiosos de finales del siglo XVII y principios del XVIII. Paul Ernst Jablonski, un protestante alemán, pretendía demostrar que la celebración del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre era una de las muchas “paganizaciones” del cristianismo que la Iglesia del siglo IV había adoptado, como una de las muchas “degeneraciones” que habían transformado el cristianismo apostólico puro en catolicismo.

Dom Jean Hardouin, un monje benedictino, intentó demostrar que la Iglesia católica había adoptado festivales paganos para fines cristianos sin paganizar el Evangelio. En el calendario juliano, creado en el año 45 a.C. bajo Julio César, el solsticio de invierno caía en 25 de diciembre y, por tanto, a Jablonski y a Hardouin les pareció evidente que esa fecha debía haber contenido obligatoriamente un significado pagano antes de haber sido cristiano.

Pero, en realidad, la fecha no había tenido ningún sentido religioso en el calendario festivo pagano en tiempos anteriores a Aurelio, y el culto al sol tampoco desempeñaba un papel importante en Roma antes de su llegada.

Había dos templos del sol en Roma. Uno de ellos (mantenido por el clan en el que nació o fue adoptado Aurelio) celebraba su festival de consagración el 9 de agosto, y el otro el 28 de agosto. Sin embargo, ambos cultos cayeron en desuso en el siglo II, en que los cultos solares orientales, como el mitraísmo, empezaron a ganar adeptos en Roma. Y en cualquier caso, ninguno de estos cultos, antiguos o nuevos, tenían festivales relacionados con solsticios o equinoccios.

Lo que ocurrió realmente fue que Aurelio, que gobernó desde el año 270 hasta su asesinato en 275, era hostil hacia el cristianismo, y está documentado que promocionó el establecimiento del festival del “Nacimiento del Sol Invicto” como método para unificar los diversos cultos paganos del Imperio Romano alrededor de una conmemoración del “renacimiento” anual del sol. Lideró un imperio que avanzaba hacia el colapso, ante las agitaciones internas, las rebeliones en las provincias, el declive económico y los repetidos ataques por parte de tribus germanas por el norte y del Imperio Persa por el este.

Al crear esa nueva festividad, su intención era que el día 25, en el que comenzaba a alargarse la luz del día y a acortarse la oscuridad, fuera un símbolo del esperado “renacimiento” o eterno rejuvenecimiento del Imperio Romano, que debía ser el resultado de la perseverancia en la adoración de los dioses cuya tutela (según creían los romanos) había llevado a Roma a la gloria y a gobernar el mundo entero. Y si podía solaparse con la celebración cristiana, mejor aún.

Una consecuencia

Es cierto que la primera prueba de una celebración cristiana en 25 de diciembre como fecha de la Natividad del Señor se encuentra en Roma, algunos años después de Aurelio, en el año 336 d.C., pero sí hay pruebas del Este griego y del oeste latino donde los cristianos intentaban averiguar la fecha del nacimiento de Cristo mucho antes de que lo empezaran a celebrar de una forma litúrgica, incluso en los siglos II y III. De hecho, las pruebas indican que la atribución a la fecha de 25 de diciembre fue una consecuencia de los intentos por determinar cuándo se debía celebrar su muerte y resurrección.

¿Y cómo ocurrió todo esto? Parece haber una contradicción en la fecha de la muerte del Señor entre los Evangelios Sinópticos y el Evangelio de Juan. Los sinópticos la situarían en la Pascua de los judíos (después de la Última Cena la noche anterior), mientras que Juan la describiría en la Víspera de la Pascua, en el momento en que los corderos eran sacrificados en el Templo de Jerusalén para el ágape que tendría lugar después de la salida del sol ese mismo día.

La solución a esta cuestión implica contestar a la pregunta de si la Santa Cena fue un ágape pascual o una cena que tuvo lugar un día antes, lo cual no estudiaremos aquí. Basta con decir que la primitiva Iglesia siguió a Juan y no a los sinópticos y, por tanto, creyó que la muerte de Cristo había tenido lugar el 14 Nisán, de acuerdo con el calendario lunar judío.

Por cierto, los estudiosos modernos se muestran de acuerdo con que la muerte de Cristo podría haber tenido lugar en el año 30 o en el 33 d.C., ya que éstos son los únicos años de esa época en los que la Vigilia de Pascua podían haber caído en viernes. Las posibilidades son, por tanto, el 7 de abril del 30 o el 3 de abril del 33.

Sin embargo, dado que la Iglesia primitiva fue forzosamente separada del judaísmo, entró en un mundo de calendarios distintos y tuvo que instaurar sus propios momentos para celebrar la Pasión del Señor, en parte también para independizarse de los cálculos rabínicos de la fecha de Pascua. Por otra parte, como el calendario judío era un calendario lunar que constaba de 12 meses de 30 días cada uno, cada pocos años debía añadirse un mes decimotercero por un decreto del Sanedrín, para mantener el calendario sincronizado con los equinoccios y los solsticios, así como para evitar que las estaciones se fueran “desviando” hacia meses inapropiados.

Aparte de la dificultad que debieron tener los cristianos en investigar, o quizás en ser bien informados sobre las fechas pascuales en un determinado año, el hecho de seguir un calendario lunar diseñado por ellos habría dispuesto en su contra tanto a judíos como a paganos, y seguramente también les habría sumido en inacabables disputas entre sí mismos.

El siglo II vio fuertes disputas sobre si la Pascua tenía que caer siempre en domingo o en cualquier día de la semana dos días después del 14 Artemision/Nisán, pero haber seguido un calendario lunar no habría hecho más que agravar estos problemas.

Estas divergencias eran interpretadas de distintas maneras entre los cristianos griegos de la parte oriental del imperio y los cristianos latinos en la parte occidental del mismo. Parece ser que los cristianos griegos quisieron encontrar una fecha equivalente a su 14 Nisán en su propio calendario solar y, dado que el Nisán era el mes en el que tenía lugar el equinoccio de primavera, eligieron el día 14 de Artemision, el mes en el que el equinoccio de primavera caía invariablemente en su propio calendario.
Alrededor del 300 d.C., el calendario griego fue solapado por el romano y, como las fechas de principio y final de los meses en estos dos sistemas no coincidían, el 14 Artemision se convirtió en el 6 de abril.

No obstante, parece que los cristianos latinos del siglo II en Roma y África del norte querían establecer la fecha histórica en la que murió Jesús. En la época de Tertuliano [c.155 -220 d.C.] habían concluido que murió en viernes, 25 de marzo del 29. Como nota aparte, debo hacer constar que ello es imposible: el 25 de marzo del 29 no cayó en viernes, y la Víspera de Pascua judía en el 29 d.C. no caía en viernes ni en 25 de marzo, ni siquiera en el mes de marzo.

Edad Integral

Así pues, en el este, tenemos el 6 de abril y, en el oeste, el 25 de marzo. Llegados a este punto, debemos introducir una creencia que parece ser que se propagó en el judaísmo en el tiempo de Cristo, pero la cual, como no aparece en la Biblia, no han tenido presente los cristianos. Se trata de la “edad integral” de los grandes profetas judíos: la idea de que los profetas de Israel murieron en la misma fecha que la de su nacimiento o concepción.

Este conocimiento es un factor clave a la hora de entender por qué algunos de los primeros cristianos llegaron a la conclusión de que el 25 de diciembre fue la fecha del nacimiento de Jesucristo. Los primeros cristianos aplicaron esta idea a Jesús, con lo que el 25 de marzo y el 6 de abril no sólo eran las supuestas fechas de la muerte de Jesús, sino también las de su concepción o nacimiento. Existe alguna prueba fugaz de que al menos algunos cristianos en los siglos I y II consideraron el 25 de marzo y el 6 de abril como la fecha del nacimiento de Cristo, pero rápidamente prevaleció la asignación del 25 de marzo como la fecha de la concepción de Cristo.

Y es en este día, conmemorado casi universalmente entre cristianos como la Fiesta de la Anunciación, cuando el Arcángel Gabriel llevó la Buena Nueva de un salvador a la Virgen María, con cuyo consentimiento la Palabra de Dios (“Luz de Luz, Dios verdadero del Dios verdadero, nacido del Padre antes de todos los tiempos”) se encarnó en su vientre. ¿Cuánto dura un embarazo? Nueve meses. Si contamos nueve meses a partir del 25 de marzo, es 25 de diciembre; si es a partir del 6 de abril, tenemos el 6 de enero. El 25 de diciembre es Navidad y, el 6 de enero, es la Epifanía.

La Navidad (el 25 de diciembre) es una fiesta de origen cristiano occidental. Parece que en Constantinopla fue introducida en el año 379 ó 380. De un sermón de San Juan Crisóstomo, que en su época fue un renombrado asceta y predicador en su nativa Antioquía, parece que ahí la fiesta se celebró por primera vez el 25 de diciembre del 386. Desde esos centros, se esparció por todo el Oriente cristiano y se adoptó en Alejandría alrededor del 432, mientras que en Jerusalén se asumió un siglo o un poco más después. Los armenios, solos entre las Iglesias cristianas antiguas, nunca la adoptaron, y hasta hoy llevan celebrando el nacimiento de Cristo, la adoración de los Reyes y el bautismo el 6 de enero.

Por su parte, las Iglesias occidentales fueron adoptando gradualmente la celebración de la Epifanía del este el 6 de enero, y Roma lo hizo entre el 366 y el 394. Pero en Occidente, esta festividad se presentaba normalmente como la conmemoración de la visita de los Reyes Magos al niño Jesús y, como tal, era una fiesta importante, pero no una de las más determinantes. Ello provocaba un fuerte contraste con la posición de la Iglesia oriental, donde sigue siendo la segunda fiesta más importante de la iglesia después de la Pascua.

En Oriente, la Epifanía es mucho más importante que la Navidad. La razón es que la festividad también celebra el bautismo de Cristo en el Jordán y el momento en que la Voz del Padre y el Descenso del Espíritu Santo manifestaron por primera vez a los mortales la divinidad del Cristo Encarnado y la Trinidad de las 3 Personas en un solo Dios.

Una fiesta cristiana

Así pues, parece que el 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Cristo no está en absoluto en deuda con las influencias paganas en las prácticas de la Iglesia durante o después del tiempo de Constantino. Es totalmente improbable que fuera la fecha exacta del nacimiento de Cristo, pero surgió estrictamente de los esfuerzos de los primeros cristianos latinos para averiguar la fecha histórica de la muerte de Cristo.

En cambio, la fiesta pagana que instituyó el emperador Aurelio en esa fecha, en el año 274, no sólo fue un esfuerzo para utilizar el solsticio de invierno con el objetivo de hacer una declaración política, sino que, casi con toda certeza, fue también un intento de dar un sentido pagano a una fecha ya importante para los cristianos romanos. A su vez, los cristianos podrían más tarde volver a adoptar la fiesta del “Nacimiento del Sol Invicto” para referirse, en memoria del nacimiento de Jesús, a la ascensión del “Sol de la Salvación” o el “Sol de la Justicia”.

[William J. Tighe, corresponsal de TOUCHSTONE y profesor adjunto de la Universidad de Muhlenberg. Para los interesados, recomienda la lectura de Los Orígenes del Año Litúrgico de Thomas J. Talley.]

¿Puede un católico creer en la reencarnación?

¿Puede un católico creer en la reencarnación?

20151218

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La reencarnación es llamada propiamente metempsícosis. Consiste en la creencia de que el alma del sujeto que muere vuelve a nacer en otro cuerpo. Esta creencia envuelve una concepción dualística del hombre que considera al cuerpo y al alma como dos cosas independientes. Según esta doctrina, el alma es lo único verdadero, mientras que el cuerpo es el lugar de confinamiento temporal del alma, donde ésta queda encerrada hasta que se purifica totalmente de sus ataduras temporales. Según esta doctrina cuando el alma no ha conseguido purificarse totalmente en esta vida, al morir vuelve a encarnarse en otro cuerpo y así sucesivamente hasta que termina su definitivamente su purificación. Se presenta en muchas doctrinas con variantes distintas. En este tiempo es la doctrina fundamental del espiritismo kardecista.

El judaísmo, el islam y el cristianismo no aceptan la reencarnación. En efecto, ésta no es compatible con la revelación del Antiguo Testamento ni con la del Nuevo Testamento. Esta doctrina es totalmente incompatible con las tesis católicas sobre el alma. El alma es la forma sustancial del cuerpo, que le da el ser específico, por lo que no puede llegar a ser la forma de otro cuerpo (cf. Santo Tomás, De spiritalibus creaturis, a.9, ad 4). Además, la resurrección de los cuerpos contradice totalmente la metempsícosis, también la metempsicosis contradice la doctrina de las penas eternas del infierno. [Tomado de catholic.net]

¿También tiene Dios un propósito con las acciones de los malvados?

Estimado Fray Nelson: En el libro de los Proverbios capitulo 16 versículo 4, se expresa: “Yahveh ha hecho todo con un propósito; inclusive al malvado para el día fatal”. ¿Qué quiere decir esto? .Un amigo seminarista me dijo que Dios ha hecho absolutamente todo con una finalidad y que los delincuentes por ejemplo tenían como misión perjudicar a otros y que ése daño purificaba a los agraviados; si esto es así y los “malvados” tienen un propósito desde su creación ¿cómo pueden ir al infierno por ejemplo si estarían cumpliendo su “misión”? Acláreme por favor Fray Nelson y le agradezco todas las respuestas que gentilmente concede a mis preguntas. — G-S.H.P.

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En ese versículo hay varios temas teológicos–todos muy densos–que salen a la vista. Podemos presentarlos en forma de preguntas: Continuar leyendo “¿También tiene Dios un propósito con las acciones de los malvados?”

Un detalle olvidado en el credo de la Misa

El domingo me traje el Misal Romano de la Iglesia para leer las rúbricas de la celebración Eucaristica y cuando llego a la parte del Credo me encuentro con que hay que hacer una inclinación cuando decimos ” FUÉ CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL E. S. , NACIÓ DE SANTA MARIA VIRGEN.” eso jamás vi que nadie lo hiciera, ni jamás me lo enseñaron, y los muchos sacerdotes a los que les he escuchado decir la Santa Misa, nunca han dicho nada al respecto….La pregunta es: las rubricas son para cumplirlas en parte, en su totalidad o depende de criterios de cada celebrante? – DK

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Gracias por tu confianza. Efectivamente, esa es una rúbrica olvidada. Un signo externo: inclinar la cabeza es un recordatorio público de nuestra infinita gratitud, de nuestra adoración, y de cómo todos hemos de abajarnos frente a aAquel que se abajó por puro amor a nosotros.

Ahora bien, tal inclinación es en su raíz un gesto de AMOR. Y el amor hay que saber pedirlo y hay que saber darlo. Así sucede con todo en la liturgia: una buena y amorosa exhortación ayuda más que un regaño o el lenguaje de la ley por la ley. Nuestros contemporáneos vibran poco con el argumento de que “el ritual dice…” Y aunque deben importarnos nuestros preciosos rituales, el camino va más por hacer amar.

La buena catequesis y a buena predicación pueden ayudar mucho en ello.

¿Es el Islam, visto en sí mismo, una religión de paz?

Con motivo de los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París, algunos han querido presentar las cosas de esta manera: “el Islam es una religión pacífica pero en ella, como en tantos otros grupos humanos, hay sectores que se radicalizan; son estos tales los que producen los actos de barbarie…” De verdad, ¿es el Islam, visto en sí mismo, una religión de paz?

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Esa cuestión fue planteada en comentarios a mi artículo Arde París. Debo entonces también aquí recordar algo que publiqué hace poco, de lo cual extracto un fragmento. Es parte de una entrevista al P. Khalil Samir, SJ:

Se oye decir a menudo en Occidente y en ciertos ambientes musulmanes moderados que estos mujáhidín no son verdaderos musulmanes, que su acción es contraria al espíritu del islam, que islam significa, etimológicamente, paz y tolerancia, y otras cosas así. ¿Es correcta esta precisión?

Los occidentales que repiten estas afirmaciones, por lo general, saben muy poco del islam. Aceptan gustosamente estas tesis procedentes de ambientes islámicos. Unas tesis que, en realidad, no son exactas.

Las palabras islam y salam derivan, efectivamente, de la misma raíz, pero no tienen una relación directa. Me explicaré: la raíz s-l-m en árabe, como la raíz sh-l-m en hebreo y en todas las lenguas semíticas, significa «estar sano», «estar en paz» y existe un vínculo semántico entre paz, salvación, salud, etc. Salám, en árabe, significa paz, salama significa salud, islam significa sumisión. La palabra islam deriva del verbo aslama, que significa «someterse» o «abandonarse a»; el islam consiste, por tanto, en el acto de abandonarse o de someterse, se sobrentiende a Dios, pero no significa «alcanzar un estado de paz», aunque alguien pueda añadir, por motivaciones espirituales, esta falsa etimología.

Por otra parte, la violencia está claramente presente en la vida misma de Mahoma, como hemos señalado ya en su biografía. Aquí también es interesante observar que las primeras biografías del fundador no llevan el nombre de sira, como serán llamadas en el siglo tercero de la hégira (siglo IX de la era cristiana), sino el de kitab almagazi, o sea, «el Libro de las razias». Fue el mismo Mahoma el que dirigió sistemáticamente, como jefe político, estas razias o incursiones bélicas, el que las organizó y conquistó, una tras otra, las diferentes tribus árabes. Y éstas se sometieron a él y a su Dios, pagando un tributo que permitía a Mahoma lanzarse a nuevas conquistas.

Inmediatamente después de su muerte (632) fueron muchas las tribus que se rebelaron contra su sucesor, el califa Abü Bakr al-Siddíq (632-634), negándose a seguir pagando el tributo, de modo que el califa les tuvo que declarar la guerra. Los historiadores musulmanes llaman a estas guerras hurüb al-ridda, las guerras de los apóstatas. De ahí ha derivado la obligación de matar a todo el que se eche atrás, al apóstata que reniegue de su fe. Con todo, es preciso añadir que los compañeros del califa le señalaron que esas tribus se negaban a pagar el tributo, sin que por ello abandonasen el islam. En realidad, las tribus consideraban a Mahoma más como líder político que como profeta religioso, y no estaban dispuestas a reconocer, a su muerte, a ningún otro jefe.

La violencia, en definitiva, formaba parte del islam naciente. En aquella época, nadie encontraba nada reprobable en las acciones bélicas de Mahoma, dado que las guerras eran un componente más de la cultura beduina de Arabia. Sin embargo, el problema es que, hoy, los grupos islámicos más aguerridos continúan adoptando ese modelo. Proclaman: «También nosotros debemos llevar el islam a los no musulmanes como hizo el Profeta, con la guerra y la violencia», y fundamentan estas afirmaciones en algunos versículos del Corán.

¿Se contradice Jesús?

Estimado Fray Nelson: Que Nuestra Señora lo bendiga siempre. Una consulta: En el Evangelio de San Mateo ( Mt 5 22 y ss)el Señor nos dice que no debemos llamar indebidamente a nuestros hermanos, como “renegado” por ejemplo; sin embargo El llama a los fariseos “sepulcros blanqueados” o “raza de víboras”. Aparentemente habría una contradicción; claro que EL es Dios y puede llamarnos como quiera, pero he oído a algunas personas que basándose en lo que el Señor les decía a los fariseos insultan alegremente a otros y todavía citan al Señor. Por favor quisiera que me aclare este punto. Agradezco anticipadamente su atención. Atentamente. G-S H.

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El tema es más complejo de lo que parece. Una lectura cuidadosa de los evangelios parece revelar aún más contradicciones entre el sentido literal de la enseñanza de Cristo y lo que Él mismo hizo. Dos ejemplos notables son:

(1) Cristo nos manda “no juzgar” (Lucas 6,37) pero Él mismo se pronuncia con claridad y contundencia sobre el comportamiento de algunos contemporáneos suyos, como lo demuestra extensamente el P. Ayúcar, SJ en un enlace que ya hemos publicado.

(2) Cristo nos manda “poner la otra mejilla” (Mateo 5,39) pero interpeló al siervo del sumo sacerdote que le habia golpeado injustamente (Juan 18,23).

Podrían encontrarse otros ejemplos. En la misma línea va lo preguntado en esta ocasión: el mismo Cristo que dice que no llamemos a nadie “renegado” (cosa que parecería un insulto relativamente menor) luego trata de “raza de víboras” a los fariseos.

Uno se da cuenta que una interpretación literalista, es decir, una interpretación que quisiera tomar las palabras de Cristo como si fueran palabras de un código civil o un texto legal, llega a un callejón sin salida: he aqu´un maestro que se contradice a cada paso.

Pero la palabra clave es esa: maestro. Cristo es un magnífico pedagogo que usa muy diversos recursos, entre los que se incluyen paradojas, parábolas, ejemplos gráficos, frases enigmáticas. Uno no puede construir un código civil con frases como “el que quiera ser el primero, que sea el último.” Pero eso no significa que ese frase sea inútil; lo que significa es que en la intención y en el uso de Cristo hemos de entenderla de otro modo. Estamos de lleno en el tema de los “géneros literarios.” No es lo mismo decir algo como alegoría o parábola que decirlo como explicación teológica o texto jurídico.

Sobre esa base, uno observa una intención pedagógica constante en Cristo a través del uso de las frases contradictorias o exageradas. Cuando dice que un hombre debía 10.000 talentos. Un talento era algo así como 600.000 dólares. 10.000 talentos es una cifra gigantesca, del orden de seis mil millones de dólares. ¿Quién puede endeudarse de esa forma? ¿Y qué significaría que a alguien le perdonaran toda esa deuda? Otra exageración es aquello de que si alguien escandaliza a un niño, más le valdría que le pusieran una piedra de molino al cuello y lo arrojaran al mar. Según algunos estimados una piedra de esas, movida por animales de carga, por ejemplo un asno, debía pesar casi dos toneladas. ¿Alguien puede imaginarse a un ser humano con una rueda de dos toneladas en el cuello?

El papel de esas exageraciones es pedagógico: es lograr que la memoria recuerde con mayor facilidad lo que se le dice. Cuando yo era niño era frecuente que a los varones nos dijeran: “¡A una niña no se le pega ni con el pétalo de una rosa!” Algo así es lo que quiere encomendarnos Cristo con palabras como aquello de no despreciar ni insultar a los hermanos, por ejemplo, llamándolos “renegados.” Se trata de una recomendación de prudencia, sensatez pero ante todo de verdadero amor, único que puede dar estabilidad y fruto a la comunidad de creyentes.

Los duros castigos de la Ley de Moisés

Padre, que la paz del Señor esté siempre contigo. Padre, en el presente quiero que me ayudes con algo que preguntó un amigo, es acerca de la cita bíblica Números 15, 32-36, la inquietud es por el versículo que habla de que Yahveh mandó a apedrear a un hombre. Muchas gracias en lo que me puedas ayudar Padre, que Dios te bendiga. – VRMC

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Los castigos durísimos, incluso letales, prescritos en la Ley de Moisés, de los cuales hay muchos ejemplos en la Biblia, chocan frontalmente con nuestra sensibilidad actual, educada desde la infancia en los derechos humanos. Dos consideraciones es preciso hacer:

1. El mundo bíblico es culturalmente muy distante de nosotros, fundamentalmente por la falta de reconocimiento permanente de autoridades centrales estables y de códigos éticos vinculantes. podemos imaginar los tiempos bíblicos al estilo del ambiente que se vive hoy en una pandilla o “mara.” La autoridad, en esos casos, no proviene de muchas razones sino de la aplicación directa de la fuerza. No se puede tomar a un grupo de pandilleros, que vienen de un mundo de pandilleros y sin violentar sus voluntades masivamente transformarlos en un instante en gente capaz de deliberar y decidir. Así que tienes dos posibilidades : o haces demostraciones claras de fuerza para imponer el orden, o renuncias a entrar a ese medio, y dejas que se destruyan mutuamente. Dios prefirió entrar a ese medio por medio de una legislación durísima que pudiera empezar a educar a esas mentes endurecidas por la crueldad en las coordenadas básicas sobre qué es lo bueno y qué es lo malo. Cualquier persona que haya tenido cerca un barrio realmente peligroso o que haya visto cómo actúan las pandillas de mafiosos sabe de qué estoy hablando. Con la diferencia de que en ese tiempo esa manera de obrar no era la excepción, por el borde de la periferia social, sino la norma práctica de casi todo el mundo.

2. Téngase presente que en la Biblia entera hay un proceso, hay una evolución o pedagogía, de modo que, aunque es el mismo Dios el que va guiando todo ese camino, su lenguaje mismo va cambiando y se va clarificando a medida que su rebaño le va entendiendo mejor. El querer definitivo de Dios no está en el Libro de los Números o ninguno de los profetas del Antiguo Testamento, sino en la persona de Jesucristo. Todo lo demás lo debemos ver como camino que llevaba hacia Cristo partiendo, como ya se dijo, de las espantosas condiciones de vida y grandes limitaciones de la humanidad de aquel tiempo.

Sobre el rapto que predican algunos protestantes

Padre buenas tardes le quería aser una consulta sobre la cita de Mateo 24 – 37,44 está es una cita muy usada por los evangélicos para predicar y anunciar, la doctrina del arrebatamiento, y en verdad cuando la leí pareciera que confirmará dicha doctrina, me gustaría que me aclare dicha cita y poder asi saber como refutar dicha enseñanza protestante. De antemano le agradezco por la atención prestada, que Díos lo bendiga Fray Nelson. — A.C.L.

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Me apoyo en la respuesta redactada por José Santiago B., que a su vez toma de varias fuentes bien conocidas en Internet.

Querido hermano en el Señor:

Nuestros hermanos evangélicos son muy afectos a seleccionar textos que produzcan temor en los oyentes para tratar de motivarlos a una conversión moral que los lleve a su “iglesia”

Continuar leyendo “Sobre el rapto que predican algunos protestantes”

Orar sin ganas

Querido Padre; gracias por su perseverancia enseñándonos. Hoy quiero preguntarle algo que tal vez es sólo personal o tal vez le pasa a mucha gente. En mi parroquia nos recuerdan con frecuencia que hay que orar por los sacerdotes, por el obispo y por el Papa. Digamos que en principio estoy de acuerdo, ni más faltaba. Pero a veces, o muchas veces, me siento una hipócrita por que oro sin ganas. Lo que sucede es que he tenido muchas decepciones con sacerdotes, incluyendo un caso de un primo mío que no es de contar en público. Y este Papa a veces me gusta pero otras veces me confunde. A veces lo siento valiente y otras creo que se acobarda ante otros obispos o cardenales. Me imagino y que estoy juzgando y que soy lo peor del mundo pero eso es exactamente lo que siento. Entonces la pregunta es si debe orar sin ganas y cuando siento que soy la peor hipócrita del mundo. Por favor, no publique mi nombre.

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Un buen punto de partida es recordar que la oración no es un simple ejercicio de nuestra emocionalidad: no debemos compararla demasiado con una catarsis o con la simple expresión de nuestra subjetividad. Para expresar lo que somos y sentimos no necesitaríamos de un “Dios” a quien hablarle: bastaría conversar con un amigo o escribir algo en un diario bien llevado.

La oración entonces es ante todo DIÁLOGO, y ello implica abrirnos a la Palabra de Dios, que es quien inicia tal encuentro y conversación. La iniciativa es siempre suya. Esa Palabra nos ilumina, cuestiona, transforma. Esa Palabra no tiene que aprobar todo lo que sentimos pero también es verdad que resulta eficaz para levantarnos en momentos de duda o fracaso–precisamente porque no es una Palabra que nos damos a nosotros mismos.

Por otro lado, la oración, según nos enseña San Pablo, es fruto de la acción del Espíritu Santo. Y el Espíritu no necesariamente está en consonancia con lo que a nosotros nos gusta o nos parece. Si Dios tuviera que estar siempre de acuerdo o en sintonía con lo que yo siento, ese “dios” sería indistinguible de mi propio “yo.”

Unidos entonces a la Iglesia, la Gran Orante, iluminados por la Palabra y guiados e inspirados por el Espíritu, no nos buscamos a nosotros mismos en la oración, sino que queremos orar en dirección de los intereses de Jesucristo, lo cual hace que vayamos más allá de quién me cae bien o mal, o quién me ha tratado de manera simpática o agria.

este modo de crecer en la fe es de enorme importancia en tiempos de confusión como los que vivimos. Porque será la oración el primer recurso que nos ayude a encontrar luces más claras y quien logrará de la misericordia divina mejores pastores.

Sobre la predestinación

Fray Nelson, gracias a Dios porque a través de usted nos ilumina con sus enseñanzas; deseo que nos ilustre sobre el tema de la pre-destinación: ya todo esta escrito y hay un destino trazado para cada uno?, o cada persona puede cambiar su destino? Gracias y que Dios lo siga bendiciendo. – LJCP

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El Catecismo de la Iglesia Católica tiene una clave importante sobre este tema en sunúmero 600: “Para Dios todos los momentos del tiempo están presentes en su actualidad. Por tanto establece su designio eterno de ‘predestinación’ incluyendo en él la respuesta libre de cada hombre a su gracia.”

Dios por supuesto sabe todo, incluyendo mi futuro. ¿Me condiciona eso a un futuro determinado independientemente de lo que yo quiera o intente? No, porque en aquello que Dios sabe también sabe del lugar que ocupa mi voluntad, sea cual sea, en aquello que me va a suceder.

Lo importante para nosotros no es entonces conocer el desenlace, cosa que Dios de modo ordinario nunca dice ni revela, sino vivir en libertad y desde la libertad responder a la iniciativa de su amor y gracia.

¿Qué es un religioso?

Buena noche, padre, si podría darme una respuesta a la siguiente pregunta, ¿Que es ser religioso? – AyB

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Hay varios sentidos diferentes, pero relacionados entre sí, sobre lo que es ser religioso.

En el mundo anglosajón suele usarse la palabra para indicar a las personas creyentes, por oposición a quienes se consideran ateos o agnósticos. En ese contexto, decir que uno “no es religioso” quiere decir: “No creo en Dios ni en nada sobrenatural.”

Una variación de la misma idea es que se considerarían religiosos a los que se declaran miembros de una religión organizada o institucional, por contraste con quienes se dicen “espirituales” pero que huyen de lo institucional. Estos que se llaman “espirituales” consideran que no son ateos ni materialistas pero piensan que al unirse con otros lo institucional arruinará su camino o experiencia. La frase de ellos sería: “Yo soy muy espiritual pero no me considero religioso.” Una variación de esa frase la han utilizado de modo tramposo algunos grupos protestantes con frases como: “Las religiones no salvan; Cristo, sí.” Por supuesto, es una contradicción porque ellos mismos tienen organizado todo, desde el culto hasta la repartición de la limosna ero su frase les sirve para captar católicos incautos.

Los dos sentidos mencionados son de alguna manera despectivos. Hay también sentidos más positivos.

Una persona “muy religiosa,” dicho en un contexto familiar o cercano, quiere decir que es persona devota, piadosa, fervorosa; que se toma la fe en serio y muy al corazón.

Siglos atrás, se llamaba a veces “religión” a una comunidad religiosa, como en la frase: “Entró en religión…” para indicar que alguien había entrado en una comunidad, como decir: los franciscanos o los benedictinos.

Y por eso también la palabra “religioso/ religiosa” indica a quienes pertenece a una comunidad de hombre so de mujeres que se han consagrado siguiendo un ideal, un fundador y unas determinadas constituciones o reglas. Es el caso de los dominicos, claretianos, salvatorianos, franciscanos, capuchinos, y muchas más comunidades tanto masculinas como femeninas.

Consejos para empezar a estudiar teología

Te agradezco la confianza al hablarme de tus estudios y desde ya te deseo acierto y bendición en cada paso que des. Al mismo tiempo, te invito a tener un corazón agradecido porque la oportunidad de estudiar teología en un nivel superior, oportunidad que la Iglesia te concede por medio de tus superiores, es algo que se concede a un número proporcional muy pequeño: estará bien entonces que te sientas elegido, con lo que esto implica de gratitud y de sentido de responsabilidad y servicio.

A partir de tu petición he reflexionado bastante y de esos pensamientos y muchas oraciones ha surgido una pequeña lista de sugerencias, advertencias y propuestas que espero te resulten útiles.

1. La teología es un camino de maduración en la fe. No se trata de abandonar la fe o de reemplazarla por algo distinto. La teología surge del deseo de recibir con mayor plenitud aquello que Dios nos ha entregado como regalo en la revelación. Si comparamos a la fe con un regalo, la teología quiere abrir o desempacar mejor ese regalo pero nunca cambiarlo. La teología que pretende reemplazar el regalo de la fe con explicaciones que quizás parecen más racionales o más aceptables para el tiempo en que vivimos no es verdadera teología sino una especie de profanación.

2. Asi que el propósito de la teología no es hacer razonable a la arrogancia de la inteligencia, o compatible con los valores de este mundo, eso que creemos, sino otras tres cosas que Santo Tomás definió y practicó muy bien: (a) Defender la fe de las objeciones y ataques que vienen de fuera, es decir, de los no creyentes o de los que se han separado de la fe cristiana y católica; (b) Encontrar poco a poco, y de la mano de la experiencia de la Iglesia, las analogías y conexiones profundas entre diversas partes de la Escritura, diversas experiencias de los místicos y santos, y diversos desafíos que la Iglesia ha sufrido o está sufriendo en muchos lugares; (c) Presentar el contenido de la fe de un modo íntegro, responsable y apropiado al contenido que damos y a las personas a las que nos dirigimos.

3. Esto implica que no habrá verdadera teología sino al interior de una vida que se alimenta de la oración y la humildad, unidas a un deseo profundo de que Dios sea conocido, amado y servido, para bien de nuestro pueblo, especialmente de los más frágiles, olvidados o excluidos. El propósito último de la teología es la santificación de la inteligencia unido al amor por la evangelización. Si no hay celo evangelizador, el teólogo cae pronto en el pecado del elitismo intelectual, de modo que ya no le importa agradar a Dios ni servir a nadie sino sólo recibir aprobación o buen nombre de la comunidad académica de los que son como él. Semejantes “clubes exclusivos” de la fe son ajenos y contrarios a la enseñanza y la praxis de Jesús. Si no hay deseo de santidad, el deseo de protagonismo o la curiosidad intemperada llevan pronto a afirmaciones caprichosas que ya no expresan la fe que hemos recibido sino sólo el ego inmaduro e inflado del supuesto teólogo.

4. Es un hecho que lamentablemente hoy en la Iglesia hay mucha confusión en estos asuntos. No esperes que todos tus docentes o compañeros tengan claros o visibles los ideales de los que vengo hablándote. Por el contrario, y para vergüenza de la Iglesia, hay que admitir que hoy abundan las instituciones, publicaciones y profesores, incluso de renombre, que ofrecen algo de buen trigo pero mezclado con maleza envenenada; si no es que han ido a peor, y pretenden imponer en toda la Iglesia conceptos y teorías heterodoxos, capaces de oscurecer la claridad que nos dejaron como herencia los santos apóstoles.

5. Por eso es importante que desde el primer dia de tus estudios tengas criterios claros y que no te dejen seducir las siguientes plagas:

(a) El progresismo, que en el fondo no quiere que la Iglesia evangelice al mundo sino que se adapte a él y comulgue con él. Los lemas preferidos de estos son que “ya estamos en el siglo XXI” y que la Iglesia “tiene que ser comprensible,” con lo cual, según ellos, hay que negar lo que no guste a la gente, como decir: una moral exigente o la proclamación de que Dios es de verdad Señor de toda la creación y por tanto puede haber y ha habido numerosos milagros. Eso no lo pueden resistir los que piensan como progresistas.

(b) La falsa misericordia, que pretende ofrecernos un evangelio más “sencillo” y “auténtico” en el que sin embargo ha desaparecido la palabra más importante de la predicación primera de Jesús: “¡Conviértanse!” Estos de la falsa misericordia solo hablan de conversión para decirle a la Iglesia que debe cambiar sus prácticas “excluyentes.” Y por supuesto, para ser “incluyente,” hay que aceptar al pecador con su pecado, sin perturbarlo en la tranquilidad ponzoñosa de sus vicios. Esta línea teológica tiene poderosos padrinos, de nombre internacional, y hay quienes quieren asignarla al mismo Papa Francisco.

(c) El inmovilismo tradicionalista, que considera que todo lo que se podía decir en teología ya se dijo, y muy seguramente se dijo en latín. Esta tendencia, aunque minoritaria, resulta seductora para quienes detestan el caos al que nos han llevado los modernistas y los falsamente compasivos. Pero un error no debe corregirse con otro error, y esta tradicionalismo propio de lefebvristas y filo-lefebvristas, es una forma de idolatría así que no puede ser guía para nosotros.

6. Asegura bien tus fuentes. No corras detrás de novedades ni te dejes atraer por modas que hoy estan y mañana pasan. Autores serios, profundos, de vida santa y amplia recomendación por la Iglesia: esos son los que pueden darte mayor claridad y dejar una huella positiva y profunda en tu corazón creyente.

7. Y una vez más: no olvides a tu gente. No olvides tus raíces. No olvides que te debes a los sencillos y que ellos tienen derech a recibir Pan del Cielo. No lo que a nosotros nos parezca más interesante o fácil sino lo que Cristo ganó para ellos a precio de su sacrificio en la Cruz. Y esta es mi última recomendación: recuerda la Cruz; recuerda el valor de esa Sangre. No la hagas inútil acomodándote a lo que el mundo diga y ni siquiera a lo que la gente quiere oír. Haz fecundo el sacrificio de tu Señor uniéndote tú mismo en sacrificio por amor a Dios y a su pueblo.

Sobre el capricho de los sacerdotes que parten el pan en la consagración

Fray Nelson: Mi esposo y yo participamos de la Santa Misa diariamente, desde hace varios años. Últimamente, hemos estado en celebraciones con dos Sacerdotes diferentes quienes parten la Hostia cuando están pronunciando las Palabras de la Consagración (…Y tomando el pan lo partió…). Hemos consultado con otros Sacerdotes sobre la implicación del cambio de la fórmula litúrgica, específicamente, preguntamos si se invalída o no la Consagración, por no hacer lo debido, como aparece en Redemptionis Sacramentum. Los consultados nos dicen que no hay ningún problema teológico, pero que no debería hacerse. Y, al contrario, los que lo hacen dicen que incluso les gusta que “suene” en el micrófono cuando se quiebra. Lo anterior, nos ocasiona distracción, dudas y desconfianza en las Eucaristías, donde preciden esos Sacerdotes. ¿Puede usted darnos alguna orientación, y ratificarnos o no sobre la validez de la Consagración cuando se procede de esa manera por parte del Celebrante? Dios le pague por respondernos a esta inquietud. – Piedad Restrepo V.

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La forma del pan que se consagra, o la cantidad, no son factores que validen o invaliden ala consagración. Los únicos factores que considera la Instrucción General del Misal Romano (IGMR, números 319 a 321), que es ley en este tema, es que sea pan de trigo, hecho recientemente, y sin otro levadura ni otro aditamento. Si un sacerdote fracciona la hostia al momento de la consagración no cambia nada de la materia del pan y por lo tanto el acto de consagración es completamente válido, y nadie debe dar espacio a ningún tipo de duda, a menos que hubiera otros factores sin relación con lo que ha sido planteado.

Como por otra parte la misma IGMR indica cuál es el momento propio para fraccionar el pan, a saber, inmediatamente antes de repartirlo (n. 267). El tenor del texto indica sin embargo que no está en juego la validez del sacramento, de modo que el cambio, inluso si es caprichoso y repetido, de la fracción al momento de la consagración, es una desobediencia que no es leve pero tampoco gravísima, y que no afecta la validez de la consagración eucarística.

¿Propiamente qué son los ministerios, consagraciones, devociones..?

Estimado Fray Nelson: Reciba un cordial saludo con sincera gratitud por su bondad en su ministerio sacerdotal. Ruego su caridad en responder este mensaje para aclarar la siguiente duda: Me pregunto sobre la diferencia entre Laicado y Voluntariado. Entre ministerio, consagración y devoción. Finalmente, me pregunto si es correcto cuando afirman que la Adoración Eucarística, a Jesús Sacramentado es una devoción. Dios le pague y le colme con su bendición. — C.M.Q.B.

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“Laicado” es la característica de aquel número inmenso de fieles bautizados que son la mayortía del pueblo cristiano y que, viviendo en medio de las realidades de este mundo, tienen como misión propia conducirlas de acuerdo con el plan de Dios y para el reinado de Cristo. Padres de familia, científicos, literatos, artistas, profesores, deportitstas… son incontables los caminos de los hijos de Dios en esta tierra. A medida que se hacen conscientes del valor de su bautismo y de su unión con Cristo, son instrumentos muy fuertes y necesarios para que la vida nueva propia de nuestra fe impregne todas las áreas de la vida.

Un “voluntariado” en cambio es un grupo de personas que se asocian para hacer algunas obras buenas, usualmente en favor de personas en condición de fragilidad y dependencia, o también como respuesta a algunas necesidades de la sociedad. En un voluntariado hay de todo, y no se debe presumir siquiera que tengan una misma fe. Siendo algo provechoso, en muchas ocasiones, también puede ser una especied e tranquilizador de la conciencia, como para no pensar en las grandes y nobles exigencias de nuestra fe, a saber, la santidad, la evangelización, el reinado de Cristo. Entre estar en un voluntariado y no hacer nada, parece mejor estar en el voluntariado; pero es poca cosa frente a un verdadero compromiso de fe.

La palabra “ministerio” significa originalmente un “servicio.” Los sacerdotes, por ejemplo, son llamados “ministros del altar” pero como cerca del altar se realizan tantos servicios, de una o de otra forma, bien se puede decir que los acólitos son también “ministros del altar.” de hecho, la Iglesia Católica confiere de modo oficial y solemne el “ministerio” del acolitado a quienes se espera que un día sean ordenados sacerdotes pero en principio ese ministerio lo podrían recibir también personas que no tienen el sacerdocio en su horizonte de vida pues el acolitado y el lectorado son ministerios propiamente “laicales.”

Un poco por influencia protestante, aunque no particularmente dañina en esta materia, se habla hoy también de otros ministerios, en el sentido de servicios, en algunos lugares. Así por ejemplo, se habla de un “ministerio de música” para referirse al grupo que acompaña algunas celebraciones o eventos de evangelización. En algunos sitios de Estados Unidos he oído la expresión: el “ministerio” para referirse a comunidades enteras que desarrollan distintas actividades propias de la evangelización.

La “consagración” indica en principio una de dos cosas: (1) Opción de algunas personas que, renunciando a la posibilidad de formar su propia familia, toman como suyos los intereses del Reino de Dios y a ellos se entregan con particular ardor; es el caso de los monjes, las monjas, las vírgenes consagradas y los miembros de las comunidades religiosas, tanto femeninas como masculinas. Este tipo de consagración se concreta en los VOTOS: típicamente, votos de pobreza, castidad y obediencia. (2) Acción y efecto dle sacramento del orden, en sus diversos grados: diácono, sacerdote y obispo.

La misma palabra “consagración” ha adquirido matices más amplios por la obra de predicación y evangelización de santos como Luis María Grignon de Monfort, que propagó ampliamente la “consagración” a la Virgen María. En este caso, el sentido es que bajo la guía y protección cercana de Maria podemos alcanzar con mayor agilidad y profundidad una genuina vida cristiana. Otras consagraciones semejantes son las que se realizan al ángel de la guarda, a San José, o incluso como expresión de la pertenencia a un movimiento eclesial. No debería extenderse y estirarse tanto esta palabra, me atrevo a decir, porque termina perdiendo su auténtico valor.

Una “devoción” es una práctica, que normalmente incluye acciones y palabras, con la que algunos fieles consideran que su vida cristiana se afianza, crece o florece con mayor fuerza. El origen de la palabra “devoción” indica algo a lo que uno se “entrega” como queda sugerido también con las consagraciones. Y sin embargo, el uso real de la palabra indica algo que es en cierto modo opcional, es decir, que no perteece a las obligaciones propias del cristiano por el solo hecho de ser cristiano.

Por supuesto, las devociones son muchas: estamos hablando de peregrinaciones, novenas, reuniones piadosas de distintos tipos.

Surge la pregunta: ¿es la adoración al Santísimo una devoción? Claramente cumple con la definición propuesta: incluye acciones específicas, tiene un propósito de crecimiento en la fe y la gracia, y de suyo no es obligatorio. Es muy, muy recomendable, pero no es obligatorio al punto de lo que es en cambio, por dar un ejemplo, la participación en la eucaristía dominical. Lo que sí debemos decir es que, entre todas las devociones, nada se le compara, y a todas supera.

La glándula pineal

Apreciado Fray Nelson: Le saludo en nombre del Señor Jesus y de la Santisima Virgen Maria y deseo preguntarle lo siguiente: Cuando el Señor Jesus dice que la lampara del cuerpo es el ojo a que se refiere, es cierto, como dicen algunos, que se trata de la llamada glandula pineal. Le rogaria me responda porque no alcanzo a comprender exactamente lo expresado por el Señor y ademas me encuentro confundida. Muchas gracias y que Nuestra Señora lo proteja. Atentamente, G. S. H.

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Consultada el 25 de agosto de 2015, la Wikipedia nos explica bastante bien qué es y para qué sirve la glándula pineal:

La glándula pineal, también conocida como cuerpo pineal, conarium o epífisis cerebral es una pequeña glándula endocrina en el cerebro de los vertebrados. Produce melatonina, una hormona derivada de la serotonina que afecta a la modulación de los patrones del sueño, tanto a los rítmos circadianos como estacionales. Su forma se asemeja a un pequeño cono de pino (de ahí su nombre), y está ubicada en el epitálamo cerca del centro del cerebro, entre los dos hemisferios, metida en un surco donde las dos mitades del tálamo se unen.

La ubicación de este pequeño órgano, en lo más profundo y recóndito del cerebro, le ha hecho ganar una fama que no han tenido otros órganos. Así por ejemplo, el filósofo René Descartes (siglo XVII) creía que la pineal era nada menos que el “puente” entre la mente inmaterial y el cuerpo material, o, como él decía, entre una “res cogitans” (cosa o realidad pensante) y una “res extensa” (cosa o realidad espacial o material). No explicó Descartes, sin embargo, cómo era que un órgano plenamente material, cual es esta glándula, servía de conducto a lo inmaterial pero esa es sola una de las dificultades que hacen insostenible su posición filosófica dualista.

Un hombre tan confundido y tan confuso en sus escritos como George Bataille (siglo XX), fue un inesperado continuador de Descartes en proclamar las grandezas (ficticias) de la glándula pineal, esta vez asignándole el papel de “puente” entre nuestra cultura occidental, tan adicta a la ciencia, y la cultura oriental, tan próxima a la percepción de lo trascendente. Al parecer fue él quien propulsó notablemente la idea de que un órgano del cuerpo humano, tan visible como la nariz o los pies, correspondía completamente al famoso “tercer ojo” de que hablan distintos autores orientales, de corte hinduista o budista. La idea sin embargo ya la había formulado el mismo Descartes.

Lo interesante de esas afirmaciones es que no tienen más fundamento que la ignorancia, y por eso no puede ser peor la condición de quienes las admiten o propagan.

Génesis 6 y las relaciones entre “hijos de Dios” e “hijas de los hombres”

Quisiera saber si usted me puede ayudar con una inquietud, es que estaba viendo un reportaje de TuHistory medio raro, la cosa es que salio algo de los libros apócrifos, y había uno que era el libro de Enoc, y decía que en el contenido de ese libro había muchas “cosas reveladas”, y decía algo de los ángeles caídos con mujeres, y sobre unos gigantes, en fin cosas muy raras que me intrigan. Quisiera que me respondiera esta duda, yo se que no todos los reportajes son 100% verídicos, y que manipulan la información, pero este me inquieta porque ademas leí un versículo Gn 6,1-4. Es muy difícil de comprender, hay varios géneros literarios en la Biblia, solo quisiera saber mas, para instruirme y salir de la duda. – M.A.Martínez.

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Como criterio general debe recordarse que los grandes canales de televisión reciben fuertes sumas de dinero para atacar de modo abierto o disimulado a la fe cristiana, y sobre todo, católica.

Es verdad que esos versículos son muy difíciles–de los demás difíciles de entender en toda la Biblia–pero eso NO nos autoriza a buscar como explicación preferida algo tomado de un libro que fue expresamente rechazado como arte de la Sagrada Escritura, pues tal es el caso de los libros apócrifos, como el llamado Libro de Enoc. Por principio, uno debe considerar como ÚLTIMA posibilidad que un libro ajeno y contrario a nuestra fe tiene la clave correcta de interpretación sobre un texto de la Escritura.

¿Qué interpretación posible tiene ese texto difícil? Muchas conjeturas se han hecho pero creo que la más razonable, y que respeta el texto, es que la expresión “hijos de Dios” alude a la descendencia “limpia” de Set se mezcló con la descendencia turbia de Caín: las “hijas de los hombres,” cerrando así la posibilidad de una humanidad abierta a alguna forma de obediencia a Dios. Esta mezcla de linajes precipita los acontecimientos hacia el relato del diluvio.

En todo caso, el sentido general es que el pecado toma más y más fuerza en la humanidad y las distintas razas y linajes no dan esperanza alguna de algo distinto sino sólo pecado y más corrupción.