¿Cómo se hace para amar?

Fray, Còmo se hace para amar? si uno se reconoce imposibilitado y ademàs de eso no logra atisbar en el otro ( cualquier humano) algún indicio de que es amable. Còmo es que se tiene el deseo de amar sabièndose incapacitado. No sè si me hago entender. –LV

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Si entendemos el amor como sentimiento agradable que nos hace disfrutar de la presencia de otra persona, ese tipo de amor no tiene uno cómo producirlo de la nada. Ese tipo de amor podemos decir que depende de su “objetivo” o “meta,” o sea, depende de que la persona a que se dirige sea “amable.” Observemos que la palabra “amable” tiene la misma estructura de palabras como “pensable,” “dibujable,” “construíble” y las de ese género. Todas esas palabras indican algo que se puede hacer. “Amable” quiere decir entonces: alguien a quien se puede amar; y la idea va más allá: que no sólo se puede amar sino que invita a ser amado.

Entendemos entonces que el amor-sentimiento depende de lo que uno vaya a amar y por consiguiente es en la práctica imposible hacerlo surgir. Es como si a uno le dijeran: “Tiene que enamorarse de tal persona, y además tener detalles de amor y ternura con ella.”

La Biblia tiene un enfoque diferente, en tres aspectos:

(1) El amor de que nos habla la Biblia sólo existe en aquellos que se han descubierto amados, intensa, infinitamente amados por Dios. La fuente no está en el ser humano porque el ser humano básicamente responde a estímulos, como hemos visto con el amor-sentimiento. “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados” (1 Juan 4,10). Por ello mismo, el modelo de amor, según la Biblia, no implica reciprocidad ni mérito. Cristo nos llama a amar de esa manera: “…para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; porque El hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.” (Mateo 5,45)

(2) La expresión máxima del amor no está en las palabras o las caricias sino en buscar con toda fuerza el bien de la persona amada, hasta entregar la propia vida si es necesario. “No hay un amor más grande que el dar la vida por los amigos [que debiera mejor traducirse: los que uno ama, con amor como el de Cristo]” (Juan 15,13). El amor “bíblico” se concentra en las obras, en el bien que es posible y apropiado hacer en favor de la persona amada. Por eso Cristo nos dice: “Amad a vuestros enemigos” (Mateo 5,44). Claramente al mandarnos que amemos así, Cristo no nos está diciendo: “Sentid cosas bonitas por los que os tratan mal;” ese amor más bien es: “Haced el bien posible y apropiado por aquellos que lo necesiten, incluso si son vuestros enemigos.”

(3) El amor de que nos habla la Biblia no se concentra en lo que yo siento sino en lo que la otra persona necesita. Por eso Cristo, cuando le preguntan, ¿quién es mi prójimo?, o sea, ¿Quién es ese al que se supone que debo amar?, responde con la historia de una persona en grave necesidad. Es lo que está en la parábola del buen samaritano (Lucas 10,25-37). Este aspecto del amor, según la Biblia, implica que amar no necesariamente significa complacer. En muchas circunstancias amar puede implicar contradecir, corregir, oponerse o denunciar; porque uno lo que está buscando es el bien necesario a la otra persona, incluso si ella no lo conoce o no lo desea. Es como cuando la mamá pide que sea vacunado su bebé aunque el bebé llore un poco.

¿Ese tipo de amor, que hemos llamado “bíblico,” es posible? Por supuesto, si recordamos el orden de los puntos expuestos: empezar por la experiencia del amor de ese Dios que nos ha creado, perdonado, ungido y que nos llama a la plena comunión de vida y gozo en Él. Por eso nos dice San Juan: “Esta vida se manifestó. Nosotros la hemos visto y damos testimonio de ella, y les anunciamos a ustedes la vida eterna que estaba con el Padre y que se nos ha manifestado. Les anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.” (1 Juan 1,2-3).

¿Por qué Dios no le permitió a Moisés entrar a la tierra prometida?

Padre Nelson , quería que me despeje una gran duda q tengo acerca de la palabra : por qué Moisés no vio la tierra prometida? — M.B.

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Por una parte, es verdad que lo más grande que Dios podía y quería darle a Moisés no era un lote en esta tierra. Dios es más grande y tenía algo mejor para él.

Por otra parte, es verdad que la Biblia misma muestra que Moisés no fue perfecto ante los ojos de Dios porque en un momento dudó de lo que Dios le decía. Fue una duda más interior que exterior pero Dios escruta los corazones, y todo lo sabe. Puedes leer el texto de Números 20,1-12.

Así que el hecho de que Moisés no hubiera entrado contiene a la vez un castigo, un ejemplo para nosotros, y una señal que sirve a todos: en realidad, Dios no le concedió ese deseo pero sin duda le concedió la plenitud de gozo más allá de esa tierra y de todas las cosas de este mundo. Por eso vemos a Moisés gozoso y en plena comunión con Dios en pasajes como la transfiguración de Cristo, en que precisamente Moisés se aparece junto al Señor. Mira Lucas 9,28-36.

Felicitar a una pareja gay por el bautismo de los niños que llaman hijos

Fray Nelson, no entiendo por qué el escándalo con lo de la pareja gay. Que el Papa felicite o no a una pareja Gay, no es problema, todo humano es hijo de Dios y todos tendremos que responder ante las leyes espirituales más que ante las leyes humanas… TODOS. – I.C.

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Hay dos posibilidades: (1) La práctica homosexual es concorde con la fe cristiana. (2) La práctica homosexual no es concorde con la fe cristiana.

El punto (1) es insostenible a la luz clara del Catecismo de la Iglesia Católica, y multitud de textos de 20 siglos, y la enseñanza de docenas de santos y doctores de la Iglesia; y la tradición ininterrumpida del Magisterio. Entonces hay que afirmar la (2), es decir: la práctica homosexual no es concorde con la fe cristiana. (Obsérvese que decimos “la práctica” no la simple tendencia.)

Si (2) es verdad, entonces estamos hablando de un pecado.

Pregunta: Si se tratara de otro tipo de pecado, ¿qué reacción tendríamos frente a una felicitación semejante? Por ejemplo: un político que roba los dineros del pueblo; un mafioso que trafica estupefacientes; un violador de niños. ¿Nos quedaríamos tranquilos diciendo que ese violador, o ese corrupto o ese traficante es hijo de Dios, y por tanto merece ser felicitado?

Respuesta: no.

Nueva pregunta: ¿por qué entonces se quiere tratar de modo especial y particular a los pecados sexuales?

Respuesta: Porque gozan de amplia aceptación social hoy en día, y esa presión social desfigura la apreciación de la conciencia. es lo mismo que pasó en épocas en que la esclavitud era parte de la organización de sociedades que se consideraban “cristianas.”

Última pregunta: ¿Debe uno estar entonces de acuerdo con esta felicitación?

Respuesta: Por supuesto que no. Respeto y oración por todos pero semejante felicitación o fue una terrible negligencia burocrática o una seña de desviación de nuestra fe. Así que repito: oración y más oración.

¿Ascensión o asunción?

Fray Nelson le saludo con aprecio. Me puede esclarecer una duda? Diferencia entre ascensión y asuncion. Gracias. –JJ

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Ascensión, viene del verbo ascender, y en nuestra fe católica se aplica ante todo al misterio de Jesucristo resucitado que “asciende” a la gloria del Padre. Como ya lo sugiere el verbo, Cristo asciende por su propio poder, en el sentido de que, siendo verdadero Dios como el Padre, su gloria es la misma del Padre, y a ella asciende, una vez concluida su misión redentora en esta tierra.

Asunción, en cambio, viene del verbo asumir. El acto de asumir es una “asunción.” Asumir significa: atraer hacia sí y hacer suyo algo. Por ejemplo, si una persona dice: “Yo asumo que (tal o cual cosa)…” lo que está diciendo es: “Yo tomo esa idea y la hago parte de mi razonamiento o discurso…”

Cuando en nuestra fe católica hablamos del misterio de la asunción estamos refiriéndonos en particular a que la Santísima Virgen María fue “asumida” o sea: recibida, acogida.. ¿por quién, y en dónde? Recibida y acogida por Dios mismo, en la gloria del Cielo.

Se ve entonces que el verbo asumir, y el sustantivo asunción indican que es una acción que se RECIBE mientras que la Ascensión es una acción que se HACE.

Cristo asciende, por su propio poder y gloria; María Santísima es “asunta” o “asumida” a la gloria del Cielo por el amor del Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo.

Sobre el uso del agua bendita

Padre Nelson Medina, gracias por su labor en Internet y en los medios. Quiero preguntarle una orientación sobre el agua bendita. Concretamente, ¿qué opina de la práctica, que es muy común en mi familia, de hacer bendecir grandes cantidades de agua para utilizarla en toda clase de cosas, desde la limpieza hasta el consumo humano? Yo respeto mucho las cosas de Dios pero me parece extraño y creo que se revuelve como con otras cosas que no son de nuestra fe. Gracias por su orientación. –M.B.

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La Iglesia Católica enseña muy claramente sobre los sacramentos, que son siete, y los sacramentales, cuyo número y variedad es mucho más amplio. Los sacramentos son: bautismo, confirmación, eucaristía, matrimonio, orden sagrado, confesión y unción de los enfermos. Los sacramentales incluyen las bendiciones, los exorcismos, el uso de objetos sagrados, y aún otras prácticas. La definición propia de los sacramentales está en el número 1667 del Catecismo: “signos sagrados con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida.”

Hay varias cosas que comentar aquí:

1. Los sacramentales “imitan de alguna manera a los sacramentos” pero con dos grandes diferencias. Primera, que la Iglesia considera a los sacramentos como instituidos por Jesucristo, hasta le punto de que, en opinión de San León Magno, son como una prolongación de su propia Encarnación. Segunda diferencia: los sacramentos, precisamente por esta estrecha relación con Cristo poseen una fuerza propia, que va más allá de las disposiciones particulares del ministro que los administra. Es lo que en teología se menciona con la expresión “ex opere operato”: por la obra realizada se concede el efecto propio del sacramento, de modo que, por ejemplo, la presencia eucarística no está determinada por la virtud o falta de virtud del sacerdote, siempre que el sacramento se celebre como lo quiere y prescribe la misma Iglesia. Estas dos características no están en los sacramentales, que son más bien expresiones de la vida de la Iglesia, y cuya fuerza proviene enteramente de las condiciones en que se celeren o se otorguen y de la oración de la misma Iglesia.

2. Los sacramentales disponen para recibir el fruto principal de los sacramentos. No son entonces “cosas” que tengan poder por sí mismas. Mirar a los sacramentales como objetos poderosos que actúan más allá de la conciencia y la oración de las personas es negar lo que la Iglesia nos enseña con bastante claridad. Uno se da cuenta que el uso de los sacramentales como “cosas” equivale a convertirlos casi que en amuletos, negando así toda nuestra fe que sólo puede tener su centro en Cristo. Así que todo uso de los sacramentales debe ir acompañado de oración consciente, explícita, debidamente aprobada por la Iglesia.

3. Puesto que hay esa relación entre sacramentales y sacramentos, uno ve que el agua bendita, para dar un ejemplo específico, está en relación directa con el bautismo. Y el propósito del bautismo no es comulgar sino lavar exteriormente el cuerpo para indicar la purificación interior que Dios realiza. Así que, por principio, no es buena idea beber el agua bendita. No es que sea un pecado: es que destruye el signo y prepara la mente para una mentalidad que sólo puede calificarse de “mágica.” Hay un ejemplo más serio. Hubo costmbre en algunos sacerdotes de llevar consigo, de modo habitual y cotidiano, al Santísimo Sacramento. Y aunque ello se hiciera con reverencia y dentro de un recipiente apropiado (el viático) uno ve que el propósito de la Eucaristía, que es la comunión, queda pospuesto y desdibujado, y lo que aparece es algo así como un “objeto protector.” ¡Ese no es el sentido del Sacramento! Distinto el caso de un escapulario: como su origen y su nombre lo indican, esa sencilla pieza de tela está para acompañar el día y la vida de quien la lleva con devoción.

4. ¿Qué criterios seguir entonces? Propongo estos:

a) Puesto que los sacramentales reciben su eficacia de la virtud y oración de la Iglesia, lo primero es que nuestra vida sea de Cristo, y para eso están ante todo los siete sacramentso, y en particular, la confesión bien hecha y la comunión eucarística frecuente. Esa es la base irrenunciable: que nuestra vida misma sea cristiana.

b) La oración debe acompañar todo uso de los sacramentales. De modo ordinario, ha de ser oración aprobada debidamente por la Iglesia, y realizada en las condiciones que indica la Iglesia. Por ejemplo: las oraciones de exorcismo las debe decir solamente el presbítero que ha recibido autorización expresa de su obispo para tal ministerio.

c) Hemos de respetar todos la índole de cada sacramental, relacionándolo con sentido común y según la mente de la Iglesia con los sacramentos que le son próximos. En concreto: el agua bendita es para aspersiones; el aceite bendito, para unciones; los escapularios y medallas, para ser portados; y así sucesivamente.

¿Es verdadero amor si está esperando algo a cambio?

Padre, si una persona dice tener amor fraterno hacia su prójimo pero si espera que de igual manera ese amor sea mutuo y si se siente celos de algunas personas que se le acercan es porq realmente el q dice amar nunca amo? — C.F.

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Hay amor de transacción, que es el más frecuente en las relaciones humanas, y hay amor de gratuidad, como el que Dios nos tiene.

No se debe esperar que todo amor sea de gratuidad ni se debe definir el amor, en general, como pura gratuidad, es decir: “dar sin esperar nada a cambio.” Es cierto que hay una forma elevada de amor, que tiene su fuente en Dios, y que se llama propiamente “caridad,” y que obra así, pero el funcionamiento normal de la sociedad requiere reciprocidad. Y por eso, lo normal, lo tácitamente esperado, es que haya reciprocidad.

Pensemos en el caso de una pareja. Con mucha frecuencia, la generosidad femenina es muy grande. Una mujer que defina el amor como “dar y no esperar nada” ¿qué reacción tendrá frente a la violencia doméstica, la infidelidad del esposo, la humillación de verse pospuesta mientras el corazón del hombre al que le entrega “todo” y cada vez le da “nada”? Si a esa mujer le decimos que el amor no requiere reciprocidad estamos destruyendo su dignidad y ciertamente no estamos ayudando al esposo que, interpretando mal la generosidad de la esposa, se hunde en sus visios egoístas.

Algo parecido sucede en la amistad. Hay personas que están esperando todo el tiempo que las tomen en cuenta, las llamen por teléfono, tengan detalles de afecto con ellas; pero ellas mismas dan muy poco. Son gente experta en quejarse y pedir atención pero se han acostumbrado a girar sólo en torno a sus intereses. Si estando cerca de alguien así pretendemos aplicar sin discernimiento que amar es dar sin esperar nada, lo único que estamos consiguiendo es empeorar la condición egoísta de la misma persona que supuestamente estamos amando.

Por supuesto, si la persona lo que espera en reciprocidad es una especie de “posesión,” o sea, de adueñarse del tiempo, los afectos o los intereses de la otra persona, eso no es reciprocidad: eso es una forma de control e incluso de explotación, y hay que estar en guardia también frente a ese peligro.

Por eso, en las relaciones cotidianas, normales, hay que esperar que haya afecto, alegría, donación; pero también una sana reciprocidad, un equilibrio. No exactamente como quien compra o vende pero sí como quien entiende que, al igual que un buen baile, uno solo no es pareja, y el baile no funciona.

Estas reflexiones no quitan espacio para el amor sublime, el amor de caridad. La idea no es quitarle espacio a la caridad sino a la manipulación, los complejos, el bullying, el egoísmo. Y para erradicar esas plagas hay que poner un piso sólido de trato justo. Sobre esa base, y sobre la conciencia de la dignidad de todos, ¡qué hermoso donarse a aquellos que quizás no tienen cómo pagarlo, en especial, los más pequeños, los más pobres y los más alejados!

Sobre la idea de que hay distintos tipos de familia

El otro día me quedé escuchando a una religiosa que dijo que ella no se explica cómo algunas personas no le llaman familia a una madre soltera con su hija, lo cual a mi criterio tiene razón, por ejemplo, si un padre fallece, la madre con sus hijos siguen siendo una familia. Pero me surge la duda con las uniones homosexuales, estamos claros que no deberían llamarse matrimonio, pues el matrimonio es un sacramento que pasa entre hombre y mujer de acuerdo al plan de Dios, pero debería hacerse alguna excepción al termino familia cuando los padres adoptivos son homosexuales? — MBQ

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Las palabras en el lenguaje humano tienen siempre un sentido propio y luego uno o muchos sentidos derivados, que también son llamados sentidos “por extensión.” Por ejemplo, una casa, en sentido propio, es el lugar estable de residencia de una o más personas. Pero luego sucede que encontramos una persona que se ha refugiado debajo de un puente. Se puede decir que ese puente es como su “casa” y ponemos las comillas para indicar que estamos usando la palabra en un sentido ampliado o extensivo porque no vamos a decir que cada vez que se construye un puente se está haciendo también casas. Así que esto es lo primero: ver la diferencia entre sentido propio y sentido extensivo de las palabras.

Lo segundo es darse cuenta de que no toda extensión en el sentido de las palabras es lícita. Imaginemos, por seguir con el ejemplo del puente, que un habitante de la calle le dijera a otro que está buscando dónde resguardarse del clima: “Este puente es mi casa; si quiere se queda aquí pero me tiene que pagar arriendo.” Uno se da cuenta que el que pretende cobrar arriendo está abusando de un sentido extensivo de la palabra “casa” porque propiamente hablando esa no es su casa, sino que simplemente ha llegado a vivir ahí. Estamos ante un abuso en el lenguaje porque aunque la extensión sea en cierto modo lícita, la aplicación es desproporcionada y abusiva.

Consideremos otro caso: un cierto hombre pierde todo su dinero en el juego, y como no puede pagar la hipoteca de su inmueble entonces saca a su pequeña hija de la que era su casa y la pone a vivir con él, durmiendo en lugares públicos de estacionamiento dentro de un carro. Cuando la policía le dice que eso es un abuso contra al seguridad y el bienestar de la niña, el señor dice que no es ningún abuso porque él sí le ha dado “casa” a su hija en el asiento de atrás del carro en que la ha tenido ya por cuatro meses. Aquí estamos ante una extensión abusiva e impropia del término “casa.”

Algo así pasa con la palabra “familia.” Si una mujer queda viuda, o es cabeza de hogar y debe velar por los hijos, el esfuerzo excepcional de ella puede corresponder muy bien con el significado de la palabra “familia.” Dentro de sus circunstancias, que no son las que ella hubiera querido, trata de acercarse todo lo que puede al ideal de estabilidad familiar que considera que es muy importante para sus hijos. Ella está poniendo en primer lugar el interés de los hijos, cosa que es vital en cualquier definición de familia, y está tratando de acercarse todo lo que puede a lo que ella sabe que sí es una familia. Podemos comprender su esfuerzo y apoyarla y diremos que ella tiene una familia, dentro de sus crcunstancias arduas y exigentes.

Pero eso no nos autoriza a llamar “familia” a cualquier asociación de adultos que dicen quererse o desearse sexualmente. Como ya hemos visto en Colombia, hay casos de tres hombres que dicen amarse y que quieren ser considerados “matrimonio” o “familia.” ¿No tiene ningún derecho la sociedad a preservar el sentido de estas palabras, dada la importancia que tiene la institución familiar para el futuro de toda la sociedad? ¿Es que cualquier cosa, por cualquier motivación, puede ser llamada familia?

Lo mínimo que hay que exigir es que la estructura familiar esté al servicio de los niños, y no simplemente que se sirva de ellos a modo de complemento afectivo deseado por unos adultos. Una vez que uno entiende que hay diferencias vitales en la estructura emocional del hombre y de la mujer, y una vez que uno comprende el bien inmenso que esta complementariedad trae a los hijos, uno se da cuenta que no es justo llamar familia a una asociación de adultos que simplemente quiere reicbir los beneficios que la sociedad ha concedido al matrimonio entre hombre y mujer por una razón: por el bien que esa unión está llamado a crear en favor de la sociedad.

Los que tratan de estirar y luego reventar la definición de matrimonio o de familia, luego no tienen razones lógicas claras para detener su proceso de estiramiento semántico. Si dos mujeres pueden ser llamadas familia, ¿por qué no tres? Si la razón que se da es que no hay que discriminarlas, ¿no sería entonces discriminación prohibir los tríos, o los incestos, o el sexo con menores? Estas posibilidades, cada vez más aberrantes no son hipótesis abstractas: son realidades sociales que tratan de imponerse por el mismo camino legal que en muchas partes ha dado estatuto legal de “matrimonio” a las uniones entre eprsonas del mismo sexo.

En resumen: si una persona o personas, sin responsabilidad suya, se encuentran en una situación en que sólo parece haber un modo de preservar el bien de los niños, manteniendo claridad sobre cuál es el punto de referencia en el que creen y al que buscan, lo de ellos podría considerarse familia, en sentido extensivo, por vía de excepción y mientras dure tal excepción. Lo demás es posponer el bien de los niños y el bien de la sociedad, que queda sometida a los intereses de grupos de poder con sus propias agendas: las de la ideología de género.

¿Misiones un poco prematuras?

Fray Nelson, Cristo envió a sus apóstoles e incluso a otras personas a hacer misión antes de morir. ¿Cuál era el sentido de esas misiones y por qué incluían otras personas aparte de los Doce? — AC

Podemos decir que hay distintos tipos de misión y no siempre lo que se quiere con una misión es lo mismo. La palabra misma “misión” indica simplemente que una persona es enviada por otra. Así por ejemplo podemos decir que Jesucristo es el gran misionero de Dios nuestro Padre. Y también podemos decir que cuando Cristo envía a sus discípulos de alguna manera está prolongando el envío que él mismo recibió; por eso leemos en el Evangelio según San Juan estas palabras de Cristo a sus Apóstoles: “como el Padre me envió a mí yo los envío a ustedes” (Juan 20,21).

Claramente hay una gran diferencia entre los envíos que Cristo hace antes de su cruz y los envíos que él hace después de su Pascua. Uno puede decir que antes de la cruz las misiones tenían sobre todo un propósito como de entrenamiento. Por eso son misiones con bastantes restricciones entre las cuales hay que destacar aquello de que no vayan a pueblos de samaritanos ni a pueblos de gentiles sino que permanezcan únicamente en el entorno propio de los judíos. Pueden leerse algunas otras de estas restricciones en el capítulo décimo de San Mateo.

¿Qué clase de cosas podrían aprender los apóstoles en esas primeras experiencias misioneras? Podrían aprender cosas como estas: La autoridad de Jesucristo; el poder de su santo nombre; su manera de estar presente aún en la distancia; la confianza en la divina providencia; la certeza de que podían ser bien recibidos o mal recibidos; el desprendimiento necesario para hacer su tarea; la alegría del reencuentro después de la labor. Y todo esto vivido de dos en dos, es decir, aprendiendo a conjugar el amor a Dios y el amor al prójimo.

Este entrenamiento indudablemente les hizo gran bien. Sin embargo, la labor más difícil estaba por delante. eEnseñados por el misterio de la Santa Cruz y revestidos de la fuerza que solamente puede dar el Espíritu Santo, los apóstoles estarían ya dispuestos a ir por todo el mundo fundando comunidades auténticamente cristianas.

No debemos dudar del importante papel que cumplían ellos, los apóstoles, pero eso no significa que fueran los únicos misioneros. De hecho uno de los rasgos principales de la fe cristiana es que todo verdadero discípulo de Jesucristo tiene de alguna manera un encargo de misión. No es que todos hagamos las mismas cosas sino que todos colaboramos de distintos modos en la única labor de hacer presente el anuncio y la realidad del reinado de Dios.

¿Por qué permitió Dios que Jacob se robara la bendición?

Padre Nelson: la paz de Jesús. Nunca he podido entender porque Jacob se ganó la bendición de su padre Isaac con una mentira. ?Debe haber una explicación pero no la conozco y las veces que he preguntado la respuesta no ha sido clara para mi. Me lo podría aclarar por favor. — H.R.

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1. La Biblia no dice que lo hecho por Rebeca, y por su hijo menor, Jacob, estuviera bien hecho. No todo lo que se cuenta en la Biblia es para ser imitado. En muchos casos los relatos nos muestran cómo la gente comete pecados o cae en graves errores, y luego paga las consecuencias. Exactamente eso es lo que muestra el relato de Jacob. Si leemos los capítulos que siguen vemos que el comportamiento tramposo trajo divisiones, envida, dolor, amargura, odio y separación. Es verdad que al final hubo reconciliación entre los hermanos pero el precio fue alto y las dificultades inmensas. En cierto sentido el relato es una catequesis sobre lo que no debe uno hacer y sobre el precio que se paga por tramposo.

2. Probablemente lo que más nos disgusta es que Dios, que todo lo sabe, no negó la bendición a Jacob el tramposo. Pero si lo pensamos bien, la historia de ese amor extremo y obstinado de Dios se repite en cada una de nuestras historias. En efecto, en ese texto del Génesis vemos que Dios no niega su bendición a un tramposo, o sea, uno que no se la merece. Pero es que, desde la óptica de Dios ¿quién diremos que SÍ se merece ser bendecido? Por algo Jesús dice en el Evangelio que nuestro Padre “hace salir el sol sobre buenos y malos” (Mateo 5,45). Si tanto nos fastidia que Dios otorgue su bendición a uno que no la merece, ¿qué nos hace pensar que nosotros, o cualquier otra persona, sí merece ser bendecido? Parece que el criterio de Dios casi es lo contrario: dar la bendición no al que más la merece sino al que más la necesite, así no la merezca.

3. Un tercer elemento a considerar es cómo el plan de Dios no se detiene porque aparezcan nuestros intereses, conveniencias o incluso mentiras. Según dice el refrán, Dios escribe derecho en renglones torcidos. Y eso también es muy bueno saberlo y muy bueno predicarlo. Pareciera que Dios se acomoda a nuestro modo incoherente y pecaminoso de obrar pero en realidad está usando nuestra propia bajeza para levantarnos. El conjunto de la historia de Israel así lo demuestra.

Aristóteles y Santo Tomás

Padre, necesito de su ayuda: ¿Puede decirme 3 aspectos en que se asemejan los pensamientos de Aristóteles y Santo Tomás y tres aspectos en que difieren? Gracias. – J.J.G.

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Aspectos en los que se asemejan Santo Tomás y Aristóteles:

1. Tomás asume la teoría de Aristóteles sobre las causas y sus distintos tipos: material, formal, eficiente y final.

2. Tomás asume el análisis básico del ente como lo propone Aristóteles, distinguiendo entre materia y forma.

3. Tomás asume los presupuestos fundamentales de la lógica Aristotélica y el concepto de “ciencia” que de ahí se deriva.

Aspectos en los que hay diferencia notable entre estos dos pensadores:

1. Tomás distingue la esencia de la existencia y afirma que es el acto creador de Dios el que hace posible que lo pensable y no contradictorio en sí mismo (la esencia) exista verdaderamente.

2. Mientras que Aristóteles ve a Dios como parte dle conjunto de los seres, Tomás afirma la diferencia y distancia entre el Creador y lo creado, de modo que la creación no es pensable sin el Creador mientras que lo contrario sí es posible.

3. Toda la posibilidad de crecimiento personal y de plenitud humana está en las solas fuerzas humanas, según Aristóteles; para Santo Tomás, en cambio, el hombre no puede alcanzar su plenitud si no es con el auxilio de la gracia eficaz de Dios, que la concede como regalo de su amor.

¿Por qué se gasta dinero público en la visita de un Papa?

Padre Nelson: me considero católico, aunque no tan preparado ni tampoco tan entusiasta. Quizás es pereza mía. Quizás es que lo que veo de nuestra Iglesia no me genera mayor entusiasmo. El hecho es que un amigo que sí es muy escéptico en estas cosas me preguntó que por qué se gasta dinero público en la visita de un líder religioso. Su argumento es que Colombia no es un país confesional, y que por tanto si los católicos quieren que venga “su” Papa, que lo paguen ellos pero que el dinero no se saque del erario público. A mí me dolió esa manera desobligante de referirse al Papa pero me di cuenta que no tenía muchos argumentos. ¿Me ayuda? — H.H.C.

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Ese tipo de objeciones son frecuentes cuando el Papa va a alguna parte. Como el único argumento que suelen entender esas personas es el del dinero, lo mejor es mostrar con cifras que, incluso desde el punto de vista económico, la visita de un Papa es también favorable. Aquí sólo voy a compartir una información de cuando el Papa Bendecito fue a México pero igual puedes ver de otros países. Lo que sigue es tomado del periódico Excelsior de ese país:

La visita del papa Francisco a la Ciudad de México congregará a cerca de dos millones 190 mil personas en las diversas actividades que se tienen programadas, dejando una derrama económica por 870 millones de pesos, informó el secretario de Turismo del gobierno capitalino, Miguel Torruco Marqués.

El funcionario precisó que la presencia del Sumo Pontífice en la capital del país los días 12, 13 y 14 de febrero de 2016, motivará la llegada a hoteles y a casas de familiares y amigos, u otra forma de alojamiento, de 191 mil 220 visitantes, 439 mil 461 excursionistas de la Zona Metropolitana del Valle de México y de los estados circunvecinos.

Ello, además del desplazamiento de un millón 560 mil capitalinos por las diferentes delegaciones que visitará el Papa.

Asimismo, se prevé que los hoteles de la Ciudad de México reciban alrededor de 77 mil turistas, que generarán un ocupación promedio del 64.5 por ciento en los establecimientos desde una estrella hasta Gran Turismo, con una estadía promedio de dos noches por turista. Sin embargo, agregó el titular de la Sectur en el Distrito Federal, en las zonas de convergencia la ocupación oscilará entre 78 y un 82 por ciento.

Torruco Marqués detalló que para las actividades del día 13 de febrero se estima una asistencia de 628 mil 647 personas, con un gasto de 31 millones 572 pesos.

En tanto, en Michoacán existe la confianza de que la visita del papa Francisco programada para el 16 de febrero de 2016, deje un beneficio para todos los sectores económicos de la entidad, que sufre problemas financieros, aunque el cardenal Alberto Suárez Inda, destacó que el Sumo Pontífice, no viene a salvar al estado del bache financiero que atraviesa, ni de turista, sino como un mensajero de paz.

El Purgatorio y la eficacia del sacrificio de Cristo

Buenos días, Padre. Sigo examinando la doctrina católica y reflexionando sobre lo que predica, ya que como le he dicho en otros correos, soy evangélico desde hace 30 años, pero quiero ( voy lento ) avanzar a una mayor comprensión de la doctrina católica. Es una pregunta, sobre el purgatorio. “Parece”, que dicha doctrina menoscaba gravemente la suficiencia de la obra de Cristo para nuestra salvación. Da a entender que los méritos de Cristo no son suficientes para borrar nuestros pecados, que su obra fue incompleta y ha de ser perfeccionada mediante sufrimientos del cristiano después de la muerte; en una palabra, debe olvidarse que “la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado” (1 Jn 1:7). Espero su respuesta. Gracias por su tiempo. — MJCP

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Un saludo en Cristo, hermano, disculpándome por la tardanza en responder.

Somos salvos únicamente por la gracia abundante que tiene su fuente en Cristo, según el designio sabio y compasivo de Dios Padre. Esa gracia llega a nosotros de muchas maneras y en distintos tiempos, como lo muestra la Escritura con diversas imágenes. Por ejemplo, la abundancia de las aguas sugiere una multiplicidad de caminos por los que Dios sacia la sed de la tierra (Salmo 46); o la diversidad de resonancias del Cristo Glorioso en Apocalipsis 1.

De modo que no debemos pensar que por el hecho de que toda gracia viene por Cristo, entonces toda gracia debe llegar del mismo modo o al mismo tiempo.

El amor divino, por otra parte, claramente traspasa la frontera de la muerte. Dios “es un Dios de vivos, no de muertos, porque para Él todos están vivos” (Marcos 12,18-27). No hay por qué suponer que Dios cesa de amar a la persona que muere, ni tampoco cabe pensar que ese amor deje de ser eficaz.

Por supuesto, si la persona muere cerrada, blindada, a la gracia, estamos ante el triste caso de la condenación porque no puede Dios suplantar o suprimir la libertad que Él mismo nos dio. Pero si hay en la persona una apertura fundamental a la gracia, y la persona sin embargo claramente ha muerto con imperfecciones graves en su corazón. ¿Qué cabe suponer? Apocalipsis 21,27 dice que en el Cielo no entra nada impuro ni manchado, de modo que no cabe suponer que la persona con tales imperfecciones (de egoísmo, mentura, soberbia, pereza, incoherencia moral…) entre en la gloria; pero tampoco es lógico negar que su apertura al amor compasivo de Dios lo hace receptor idóneo de la gracia que transforma.

Lo lógico es afirmar una situación temporal de purificación en virtud del amor siempre eficaz que viene por los méritos de Cristo. Y eso exactamente es el purgatorio.

¿Hacer penitencia tiene sentido en el siglo XXI?

Padre Nelson, tuve hace poco una discusión con un amigo del Regnum Christi que me hablaba sobre la necesidad de hacer penitencia como un camino para la conversión personal e incluso la salvación del mundo. Mi postura era que esas costumbres masoquistas medievales ya tuvieron su hora y ya pasaron, gracias a Dios. Al finla la discusión se pudo un poco tensa y aunque no me conveció lo que oí, sí me dejó pensando un poco. Usted qué opina? — G.J.

He encontrado este escrito en Internet que creo que orienta mucho. Tal vez yo no lo hubiera podido decir mejor.

“Para el mundo contemporáneo, hundido por completo en la exaltación y la búsqueda del placer, cualquier acto que implique renunciar a la comodidad no sólo resulta «oscurantista», pasado de moda, sino hasta patológico.

Absolutamente escandalizados se mostraron los medios de comunicación que a mediados de 2010 reprodujeron una nota del diario argentino MdZ que sacó a la luz las «prácticas retrógradas» que se practican en el seminario del Instituto del Verbo Encarnado, una de las comunidades religiosas que más vocaciones sacerdotales atrae en ese país.Penitencia en cuaresma

Todo empezó cuando un ex seminarista decidió hacer del conocimiento secular cómo viven los futuros sacerdotes; resulta que en el instituto los jóvenes hacen penitencia: «Más allá de las vocaciones y la proliferación de esta fe, las prácticas medievales persisten en esta institución y el día en el que más se aplican son los viernes», se lee en el periódico. Los sacrificios que ahí se hacen pueden desde incluir ayuno de una de las principales comidas hasta la autoflagelación con un látigo de tres cuerdas con nudos en el extremo, o el uso de un cinturón de piedras durante la Misa.

Otras cosas vividas en esa institución dedicada a la solidaridad con los más necesitados y no a la propia comodidad, y que disgustaron al ex seminarista en cuestión, son éstas: «No hay radio ni televisión. Todos duermen en literas triples, no hay dónde poner las cosas personales ni roperos. Nos bañamos con agua fría, cocinamos a leña».

MOTIVO DE ESCARNIO

La verdad es que desde tiempos de la primitiva Iglesia los cristianos han sufrido la burla intolerante ante la mortificación cristiana. Basta recordar los dibujos que el paganismo romano hacía de un burro crucificado para insultar a los seguidores de Cristo.

Para el mundo en general, particularmente el contemporáneo, donde lo que impera es la búsqueda del placer, la penitencia es masoquismo, oscurantismo, peligrosa patología que hay que combatir.

SE TOLERA SI NO ESTÁ CRISTO

Pero si bien todo lo que implica renuncia por motivos cristianos suele causar asombro y oposición, hay otros casos en los que las mortificaciones son bien vistas y hasta aplaudidas.

Así, se aclama a quienes más dietas hacen para estar delgados, e igual a quienes lo consiguen por medio de la anorexia. Penitencia por CuaresmaLa belleza externa ha tomado tal importancia que varones y mujeres se someten a dolorosas cirugías estéticas a fin de verse más hermosos y más jóvenes.

Lo mismo hay que decir de los vegetarianos y veganos, que se privan de determinados alimentos y productos, ya sea por motivos de salud física, apoyo a los supuestos «derechos» de los animales, o por influencias religiosas hinduistas o budistas, las cuales incluyen ayunos y otras mortificaciones. En todo esto está ausente Cristo, por eso no sólo es bien tolerado sino presentado como positivo e imitable.

EN EL AMOR ESTÁ EL MOTIVO

La diferencia de una mortificación para perder peso o para alcanzar el nirvana budista respecto de una mortificación cristiana radica en el amor; en las primeras el esfuerzo y las privaciones tienen su fuente en el «yo» —verse mejor o alcanzar la conciencia de ser «dios»—, en la última la motivación es el amor a Cristo: el creyente hace penitencia no porque le guste sufrir y hacerse daño, sino para unirse más estrechamente con Jesucristo sufriente.

Si no hay suficiente amor, las privaciones serán motivo de desdicha, no de crecimiento. Es por eso que las penitencias han de practicarse de manera libre; por ejemplo, cuando un feligrés se acerca al sacramento de la Confesión lo hace voluntariamente tanto para recibir el perdón como para dar alguna satisfacción o reparación por sus faltas a través de la penitencia que el sacerdote le indica.

Los santos siempre han sido asiduos practicantes de la penitencia, no sólo por sus propios pecados sino por los de los demás. Conforme se avanza en la relación con Dios, se puede ir entendiendo mejor el valor de la mortificación y su práctica de manera correcta. Y quien la ha llevado a cabo en algún grado y en alguna ocasión, seguramente ha podido entrever al menos algo de su grandeza; hasta el ex seminarista del Instituto del Verbo Encarnado confiesa que, tiempo después de marcharse, «quise volver»; aunque la institución no lo consideró conveniente.”

Diana R. García B.

¿De quién se compadecía Dios antes de la creación?

Sabemos que el atributo mayor de Dios es Su misericordia, como un dolor amoroso por la miseria del otro que nos salva o auxilia- Dios existe desde siempre. Es ese Amor que no cambia en su escencia cuando Él tiene misericordia de nosotros? O ya desde la eternidad tiene como atributo mayor la misericordia? En el último caso…De quien la tiene si solo habitaba la Trinidad ? Y otra pregunta. Dios no necesita nada y si ama algo lo ama por semejanza a Su Hijo. ¿Por qué crea Dios todo, cual es el motivo de la Creación? –L.P.

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Nuestra condición de seres limitados de muchos modos nos condiciona a preguntar por qué o para qué suceden las cosas desde la óptica de la respuesta a una necesidad. Como seres incompletos que somos, vemos en cada decisión un modo de llenar un vacío, resolver un problema, superar un obstáculo o vencer a un adversario.

La idea de un ser que es completo en sí mismo es entonces extraordinariamente difícil para la mente humana, y con ello se nos escapa el motivo de la creación porque cualquier respuesta de tipo antropológico es simple proyección de lo que nosotros somos y sobre todo de lo que nosotros no somos y no podemos.

Lo único que puede quizás acercarnos a este aspecto del ser divino es el amor. El amor es difusivo de por sí, como que no busca una explicación de su amar fuera de sí mismo, según enseña entre otros San Bernardo de Claraval. Esto se nota en que los amores de alta calidad no se detienen ante la ingratitud o la indiferencia.

En esta dirección podemos decir que Dios, sin necesidad o condicionamiento alguno, en infinita libertad, y sin crecer en su ya infinito ser y felicidad, al crear expandió su inmenso amor a aquellos a quienes le pareció bien crear. En tal sentido, el “motivo” de la creación es: amor, solo amor y purísimo amor.

En cuanto a las expresiones sobre el “máximo” atributo de Dios, hay que decir que tienen siempre algo de referencia a nuestra percepción. Por ejemplo, el don de profecía nos lleva a descubrir el abismo asombros de la sabiduría divina, como enuncia San Pablo en Romanos 11,33. El arrepentimiento nos invita a maravillarnos de la misericordia divina hasta el punto de ver a través de esa prisma el infinito de Dios. La contemplación de la naturaleza puede llevarnos de modo parecido a la rendida admiración por el poder del Señor.

Por ello es más razonable, desde un punto de vista que trata de ser objetivo, lo que dice Santo Tomás: que todo atributo de Dios nos habla de su infinitud, y que Dios no es menos infinito amando que es infinito en su conocer o en su obrar o en su compadecer. Por eso este gran santo y teólogo distingue entre aquello que queremos decir de Dios en cuanto a él mismo (“quoad se”) o en cuanto a nosotros (“quoad nos”). Quoad se, todos estos atributos son infinitos a su máximo potencia, más allá de lo pensable por alguna inteligencia creada. Quoad nos, cabe argumentar que lo que más importa, lo que mejor descubrimos, lo que más necesitamos es su misericordia.

Por supuesto, cuando hablamos de Dios “antes de la creación” estamos refiriéndonos a Dios quoad se, y en ese caso todo el amor divino es un manantial infinito, inagotable, insondable.

¿Qué era la misericordia antes de la creación? Era potencia de amor, indistinguible de las otras potencialidades que para nosotros tienen nombre porque las hemos descubierto a través de la creación. Por ejemplo: vemos las sabias leyes que Dios ha puesto en marcha en el maravilloso universo que conocemos. Uno puede preguntar: antes de la creación, ¿qué diseñaba Dios? Y habría que responder: antes de la creación, toda su capacidad de diseño era potencia infinita de inteligencia y sabiduría.

Dios no necesitaba de la creación para aprender a diseñar o ser mejor diseñador de leyes de inmensa sabiduría. Lo mismo dígase de su amor: Dios no necesitaba de la creación, ni del hombre pecador, para llegar a ser amor que, cuando apareció nuestro pecado, se mostró como misericordia.

Estadísticas de Youtube

Hace poco, fray Nelson, Usted nos comentaba sobre los más de ocho millones de visualizaciones de su canal en Youtube. Como he visto que con frecuencia alude a mi país, México, me da curiosidad saber más datos sobre quiénes son sus públicos más fieles, o los datos que quiera compartirnos. –J.G.

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Gracias por escribir. Debo reconocer que esta es una pregunta agradable de responder. Y la respuesta creo que te agradará: efectivamente el país donde se ven más videos de este servidor es México, según las actuales estadísticas: más de una tercera parte (el 34% exactamente) del material mío es visto en ese país. Después vienen Estados Unidos (23%) y Colombia (17%). Sin embargo, si se hace el cuadro de tiempo de visualización por millón de habitantes, el primer país es mi nativa Colombia.

Otras estadísticas interesantes: En la mayor parte de los países hay más mujeres que hombres viendo estos videos de formación cristiana y católica. Pero hay excepciones: en España y Perú están por 50% y 50%. En países como Guatemala, El Salvador e Italia gana los hombres, aunque siempre por estrecho margen. El país donde es mayor la desproporción entre sexos es Suiza, en que el 93% de los videos son vistos por mujeres, y sólo el 7% por hombres.

Mi canal de Youtube se ve mucho más en teléfono móviles (60%) que en computadores (22%) o tabletas (12%). Los tres videos más vistos en los últimos 90 días son Ataques actuales a la fe católica, Por qué Fátima es hoy más actual que hace 100 años, y Mi testimonio de vida y conversión. Irónicamente, el primero de estos videos es probablemente el que mayor número de insultos ha recibido en toda la historia de mi canal (palabras ofensivas que no han sido publicadas, por supuesto, por haber sido descartadas en el proceso de moderación). ¡Y también es este video el que ha recibido el mayor número de “Me gusta!”

El valor de las misas en latín

Padre Nelson: varios de mis amigos, católicos con una buena formación, se han ido acercando a las misas en latín porque hay unos padres aquí cerca que celebran con el rito “extraordinario.” Y le soy sincero, Padre, a mí si me parece extraordinario porque veo fervor, respeto, atención y sentido de lo sagrado, que son cosas que se han perdido en muchos lugares. Alguien me decía, con motivo de la muerte de un tío mío, que le mandara celebrar 30 misas pero en latín, o sea, con esos padres, supongo yo. Y me quedó la duda: ¿por qué tiene que ser en latín? ¿Es que la misa en latín por decirlo así “vale más”? Gracias por su tiempo. — R.B.

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Para abordar una pregunta cono la tuya, hay que partir de qué es la misa, para ver de dónde proviene su valor. En el número 1322 del catecismo leemos: “La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana. Los que han sido elevados a la dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y configurados más profundamente con Cristo por la Confirmación, participan por medio de la Eucaristía con toda la comunidad en el sacrificio mismo del Señor.”

De inmediato comprendemos el valor infinito, incomparable que tiene la Misa, y que proviene enteramente de la unión con el sacrificio de Cristo, en amor y obediencia, sobre el madero de la Cruz. Ese valor intrínseco de la Misa, que sin duda es el más importante, no tiene nada que ver con el idioma o los instrumentos musicales que se utilicen, si se utilizan.

Uno puede hablar de valores adicionales o extrínsecos, que provienen de las disposiciones del celebrante y del pueblo de Dios que participa. Efectivamente, el fervor de quien preside y el recogimiento de la asamblea ayudan a que el valor intrínseco, infinito e inmutable de la Misa alcance con mayor abundancia a los que están presentes. Y de nuevo: uno se da cuenta de que esas disposiciones no tienen que ver con que sea rito ordinario o extraordinario, o que sea misa en latín, inglés, español o swahili.

De modo accidental y ocasional hay factores que pueden impactar el alma y facilitar que surjan las mencionadas disposiciones. Un lugar solemne, o históricamente muy significativo, puede causar ese efecto. Supongamos el caos de las personas que peregrinan a Tierra Santa y tienen una eucaristía en el Santo Sepulcro: un lugar de tan enorme significación ayuda a que uno se disponga con mayor intensidad para recibir el bien propio del sacrificio eucarístico pero el Cristo a quien nos unimos en tales circunstancias no es distinto del Cristo que puedo encontrar en el sagrario humilde de una capilla de mi pueblo. En el mismo nivel se encuentran elementos como el canto o la lengua. La hermosa cadencia de la lengua latina, y la consideración sobre cuántos siglos han pasado en que la Iglesia oró en esa lengua, pueden causar un impacto saludable en el corazón, que entonces se dispone mejor para la Misa. Pero tales elementos tienen solamente un valor extrínseco y ocasional, y no deben ser despreciados pero tampoco sobrevalorados.

De nuevo: lo propio de la Misa es la unión de fe y amor con Cristo en su sacrificio, y si nos centramos en ello vamos por buen camino.