El Amor nos pone en Movimiento

Homilía en memoria de Patricia Villamarín,
para el día de Navidad de 2007

De acuerdo con mi aerolínea, he viajado algo más de 9000 kilómetros para dar un abrazo.

O digo mejor, varios abrazos: en especial a nuestra querida Mariana, a Saulo, y a Alicia, las personas que Patricia tuvo más cerca en esta tierra.

Esos 9000 kilómetros me han dado tiempo y sobre todo ocasión para pensar, y el resumen de lo que ha llegado a mi mente y corazón está en esta frase: el amor nos pone en movimiento. Estamos aquí, hemos venido a este lugar, en esta noche de Navidad, porque nos amamos y porque el amor nos ha puesto en movimiento.

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Este es un hombre que yo admiro

Este es aquel que ha descubierto cuánto cuesta encontrar la verdad. Este es un hombre de convicciones profundas, logradas a precio muy alto. He aquí alguien suficientemente fuerte como para llorar por lo que vale la pena; este es un hombre que sabe qué significa abrazar y que tiene un amplio diccionario de sonrisas y de sueños.

No lo llames un triunfador, no por ahora. Espera un poco, guarda tus palabras, que ya lo verás levantarse, como lo ha hecho tantas veces, y entonces podrás saludar a uno de esos pocos líderes que no necesitan aplastar a otros para sentirse grandes.

La humildad ha sido su maestra, y él ha sabido sentarse, con noble obstinación, en los bancos de la escuela de la vida, allí donde todos deberíamos aprender que todos, absolutamente todos nos equivocamos; y todos, absolutamente todos, merecemos segundas y terceras oportunidades.

La soledad ha arropado muchas veces su alma; el frío del fracaso y la burla de los que al final resultan más astutos son capaces de pulverizar el ánimo de cualquiera. Este hombre sabe de todo eso. Sabe de las calles heladas donde sólo llueven desengaños, y sabe de los mercados falaces donde la honestidad tiene poco precio. Él sabe de todo eso, pero no se ha quedado ahí. Es un peregrino con una reserva increíble de esperanza. Su alforja tiene muchas lágrimas, pero no le faltan las oraciones de la mamá, el afecto de los pocos buenos amigos, y el calor bendito de papá y hermanos.

Sobre todo hay algo que no le falta: la mirada luminosa de su niña. Aquella hija, aquella bendita hija, es una fuente de alegría; es un beso del futuro, una promesa que se cumple en cada encuentro, una música siempre nueva en sus oídos, un perfume que puebla de amor el lugar donde ella esté. Aquella bendita princesa podría resucitar a este hombre, si hasta allá hubiera que llegar.

Dardos de fuego han golpeado a este hombre que yo admiro. Otros serían ya solo un recuerdo. Este hombre está hecho de otra cosa. No es el acero escandaloso e insensible lo que lleva en su alma; no es la pretensión de uno de esos que creen saberlas todas. Por sus venas corre sangre humana, y eso, que debería ser la norma, es hoy la excepción, porque este mundo casi ha olvidado los ritmos de un corazón cuando palpita.

Saber palpitar es saber indignarse ante el aborto; saber palpitar es entender lo que se juega en los años decisivos de la juventud; saber palpitar es saber perdonar y saber perdonarse; es pedir excusas, si hay que hacerlo, sacudir el polvo, levantarse otra vez y mirar de frente al sol que nace.

Disculpen todos lo que voy a decir: pocas personas realmente admiro. Una de ellas es este hombre, que Dios me regaló como hermano.

Ahora, cuando un abismo de incertidumbre y de dolor se abre tan cerca de su alma, yo sólo sé una cosa: que el Bien que hay en ti, hermano, es más fuerte. Toma esa mano pequeña, la de tu princesa, eleva otra vez tu corazón al Redentor, no dejes de alcanzar con tu voz a los que necesitan de un consejo tuyo, y de tu manera maravillosa de ser HUMANO.

Este es un hombre que yo admiro: Saulo Medina.

¿Qué hay detrás del centenario de Arrupe?

Pedro ArrupeEl 14 de Noviembre pasado se cumplieron 100 años del nacimiento de Pedro Arrupe (+ 5 de febrero de 1991). La fecha no ha pasado inadvertida. Lo que se diga a estas alturas tendrá de hecho un impacto notable en la próxima Congregación General, es decir, el órgano máximo de gobierno de la Compañía de Jesús, que tendrá entre sus tareas elegir al próximo General.

De hecho ha sido el actual Padre General, Hans Kolvenbach, quien ha ponderado con voz más alta la labor de Arrupe, calificándolo de “profeta.” No pudieron ser más exigentes los años del gobierno de este ilustre bilbaíno, que tuvo el timón de la Compañía entre 1965 y 1983. Junto a Kolvenbach, muchos alaban la gestión de aquellos años difíciles para todos en la Iglesia. Quizás lo que más se destaca es el haber puesto a los jesuitas en una ruta que debería permanecer siempre próxima al compromiso por la justicia.
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Elogio de San Alberto, el Grande

1. Predicador y Obispo

San Alberto Magno1.1 Una figura rica y compleja como la de Alberto, que por tantas razones ha sido llamado “el Grande” (Magno), nos presenta el tremendo reto de hallar qué unifica a una personalidad tan fascinante. La repuesta, creo yo, debemos encontrarla en su propia vocación, que fue ante todo un llamado a predicar el Evangelio. Alberto es, primero que todo, un “hermano (fraile) predicador,” y esto es bueno recordarlo entre otras cosas para percibir en él las riquezas del carisma de santo Domingo de Guzmán.

1.2 Es bueno recordar que el término “Ordo Praedicatorum,” que santo Domingo quiso para su comunidad, era el uso común para referirse a los obispos. En cuanto sucesores de los apóstoles, son ellos los primeros testigos de la fe y maestros en el conocimiento del Evangelio de Cristo. Y tales fueron los rasgos que Domingo quiso para sus frailes. En este sentido, hay una cierta lógica en que la Iglesia muchas veces haya escogido a frailes predicadores para al alto ministerio del episcopado. Tal fue el caso con san Alberto.

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Respuestas a Rodolfo Llinás

Revista Cambio 16: ¿Alguna vez ha sospechado la existencia de un más allá?

Rodolfo Llinás: Ya de niño no me sonaban esas cosas. No entendía la religión y tenía unas peleas tan fuertes con un cura, que escandalizaban a la gente del bus. Yo preguntaba: ¿Por qué Dios es tan desgraciado que deja que nazca gente a sabiendas de que se irá al infierno? ¿Si Dios sabe todo lo que yo necesito, por qué me pide que le rece? ¿No debería decirme: “Yo sé lo que necesita, no moleste más”? ¿O por qué me obliga a decirle todos los días que él es el mejor, el más bonito, y si no lo hago se calienta? Dios es muy humano, vengativo, nuestra imagen y semejanza. No comprendí nada de religión y no me explico cómo la gente entiende esas vainas.

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Morir haciendo el bien

Sheffield inundadoMike Barnett, de 28 años murió haciendo el bien. Fue a ayudar a su abuelo, cuya casa se estaba anegando rápidamente por las torrenciales lluvias que han azotado el centro y sur de Inglaterra estos días de finales de junio de 2007. Mientras el nivel de agua subía, Mike intentó destapar un drenaje que debería aliviar la situación. Desafortunadamente su pie quedó atrapado en una reja y aunque muchas personas, incluyendo vecinos, bomberos y guardias hicieron esfuerzos desesperados durante cuatro horas, Mike murió no por ahogamiento sino por hipotermia. Todo se intentó, incluyendo el esfuerzo de buzos, darle un aparato de respiración de buceo, e incluso se consideró amputarle la pierna, pero el rápido ascenso del agua bajó la temperatura de su cuerpo demasiado pronto y el buen hombre colapsó y falleció ante los ojos impotentes de vecinos y de todos los que se esforzaron minuto a minuto por salvarle la vida.

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Dos Cardenales del Tercer Mundo

Estandarte de la Legión de MaríaIrlanda tiene entre las glorias de su fe católica ser el hogar que vio nacer a la Legión de María, una organización de laicos que se adelantó en muchos aspectos al Concilio Vaticano II. Yo mismo he recibido inmenso bien de su apoyo y del espacio que me han brindado para predicar el Evangelio aquí en Dublín de dos maneras: en retiros anuales de un día y en reflexiones mensuales que ofrezco como director espiritual de una de las Curias, la de Bethlehem.

Esos lazos de amistad y de mutuo apoyo en la evangelización se han fortalecido aún más en fecha reciente, del 22 al 24 de Mayo, gracias a un evento que el Consejo Superior de la Legión organizó, un Encuentro de Laicos y Sacerdotes en torno a la Nueva Evangelización. Yo fui invitado a ese evento que resultó un éxito en muchos aspectos: asistimos más de ciento cincuenta sacerdotes de muchas partes de Irlanda. Hasta donde he podido saber, yo era el único de Latinoamérica. El ambiente no podía ser más cordial pero, más que el aspecto de camaradería, me impacto la sencillez con que muchos se sentían a gusto compartiendo de su fe, el origen de su vocación, el lugar que la Virgen ha tenido en sus vidas, los amigos que han hecho en torno a la misma Legión. Mi sensación es que detrás de toda la organización, que brilló en todo momento, había una tremenda cantidad de oración, y que la Virgen misma quería que ese encuentro se realizara.

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El Padre Prietico: Atardecer y Amanecer

Atardecer y AmanecerCuando éramos estudiantes de filosofía y de teología, pocas puertas nos resultaban tan amables como la del Padre Marco Tulio Prieto, a quien poco a poco todos nos acostumbramos a llamar “Prietico.” Su puerta era como una entrada al mundo de la misericordia, porque sin nombramiento oficial, él se había convertido en confesor de muchos de nosotros. Había quien decía que Prietico asentaba su popularidad en su proverbial sordera o avanzada edad–dos factores que lo harían atractivo para que uno completara la tarea siempre difícil de confesarse. La verdad es que, aunque tuviera limitaciones para escuchar, uno sentía bien que a través de esos oídos se llegaba sin dificultad a un corazón sabio y bondadoso, bien dispuesto a devolver la paz perdida y a brindar el consejo oportuno.

Por supuesto, yo era uno de esos consuetudinarios visitantes de la habitación o “celda” de Prietico, y puedo decir por cuenta propia que del ministerio de este dominico aprendí a querer más tanto la práctica de mi confesión como el ministerio de oír y absolver las faltas de otros.

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Carta a mi Madre

Mamá,

Cada día envío mensajes electrónicos a miles de personas. Cada día respondo mensajes personales de decenas de personas. Cada día siento el cariño y el apoyo de muchos hombres y mujeres que me dejan saber, a través de Internet, cuánto aprecian la obra que se hace aquí, en FRAYNELSON.COM.

Y sin embargo, mamá, entre todas las direcciones electrónicas con las que me conecto a diario no está la tuya, y por eso será otra persona, alguno de nuestros miles de suscriptores, quien te lea estas palabras o quien te cuente que te escribí. Tú no tienes un e-mail pero tu conexión con mi alma y con mi palabra son tan evidentes para mí que casi me parece que sabes lo que te voy a decir antes de que lo diga.

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Por qué hay que oponerse a la pena de muerte para Saddam Hussein

La extrema crueldad y la fría planificación de sus crímenes horroriza el alma. Estamos ante un hombre que impedía a los parientes hacer luto por un fallecido pues el luto por un enemigo del gobierno era considerado una señal de rebelión contra el gobierno, y por lo tanto podía ser castigado con cárcel, tortura o lo que considerara el tirano. Decenas de fosas sin nombre, que sólo aparecerán con los años, contienen el testimonio de una sevicia sistemática que en su silencio grita clamando justicia. Todos los errores de los Estados Unidos en esta guerra no pueden hacernos equivocar en una cosa: Hussein pertenece al tenebroso club de los déspotas ávidos de sangre humana; es uno de esos seres que desafían el sentido de la palabra “humanidad.”

Y sin embargo, es inoportuno y torpe condenarlo a muerte. Me siento orgulloso de mi Iglesia Católica que pronto se ha pronunciado para decir palabras como estas: “no se pude pagar un crimen con otro crimen.” Por boca del Cardenal Renato Martino, Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, quien evocó la enseñanza de Juan Pablo II al respecto, nuestra Iglesia ha recordado que las sociedades actuales cuentan con los medios para evitar que un convicto vuelva a delinquir y “no hay necesidad de la pena capital”.

Pero además de las razones teológicas y éticas en contra de la pena de muerte hay numerosas razones prácticas que hablan en su contra. He aquí lo que sucederá si el derrocado presidente de Iraq es ejecutado.
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Austin

Camina despacio y tiene Alzheimer.
Ya lo sabe, y sus ojos tienen el aspecto de una perpetua despedida.
Austin sabe que su propio ser le huye.
Cada día desconoce un poco más de lo que ahora es.
Cada día, lo último que recuerda de sí mismo está más lejos.

Pero no hay amargura en su mirada.
Se aferra a lo esencial.
Sonríe si se equivoca; pide ayuda con frecuencia.
Si recuerda un buen chiste no duda en contarlo.
Convive con su propia perplejidad; ha hospedado sin rencor al absurdo.

Hoy se me humedecieron los ojos.
El pobre viejo se ve angustiado: no sabe dónde dejó el bastón.
Pocas cosas le acompañan tanto como ese recio bastón.
¿De qué sirve un bastón firme que ya no está?
Como tanteando el aire camina por el convento, y de pronto me lo encuentro.

Me pregunta por su bastón; es su angustia en este momento.
Los ojos reflejan grave preocupación: sin el bastón su movilidad se reducirá aún más.
Suspendo lo que estoy haciendo.
Nada me importa; sólo sé que él necesita su bastón.
Intento imaginar dónde lo ha dejado; subo, bajo, y no acierto a encontrarlo.

Mientras busco frenético, el hombre se aleja.
Anochece, es avanzado el otoño, y entre las sombras, Austin se me aleja.
Va camino de su habitación sujetando el aire, pidiendo permiso a la tarde.
No se acuerda de mí, ni recuerda que yo busco su bastón.
Pero le hace falta, le hace mucha falta, y se me parte el alma.

Pido a Dios que me ilumine, y mi plegaria es escuchada.
Colgando de una caneca, camino de uno de los baños, está el bendito bastón.
Llevo mi trofeo a la habitación de Austin.
Está de pie y mira por la ventana.
Luego me mira, sonríe y agradece. Pero sé que no sabe cómo me llamo.

Agarra su bastón como un niño su juguete.
“Haz una lista de los tontos,” me dice.
“Ponme de primero en esa lista,” agrega.
Siento dolor de que se maltrate y le digo muy serio:
“Eso no lo digas nunca, Austin.”

Entonces sonríe y se corrige, como un niño recién regañado.
Me repite que está agradecido.
Le repito que no ha sido nada.
Levanta la mano y me bendice en latín. Creo que no recuerda la bendición en inglés.
Y me voy llorando porque Cristo me ha bendecido.

Cor ad Cor Loquitur

El buen amigo, Luis F. Pérez, tiene ya su blog católico, que pertenece a mi selecto grupo de recomendados (ver en la columna de la derecha). Y la historia es que el hombre me ha pedido que escriba algo para su blog. El link es este, y puede ser puerta de entrada para que muchos amigos lean las reflexiones y comentarios de este español creyente como pocos.

Y buen título tiene el blog del hombre: “El corazón habla al corazón.” Así es Luis Fernando, y así es su blog.

Testimonio de Adhemar Cuéllar

Mi nombre es Adhemar Cuéllar, soy de Bolivia; por gracia de Dios tengo 33 años, quiero contarles lo que el Señor Jesús hizo en mi vida, y estoy seguro de que también puede hacer en sus vidas.

Mi vida de vicios y placeres comenzó a los 14 años cuando tuve mi primera “borrachera” luego de eso me hice adicto al alcohol. Recuerdo que además fumaba un promedio de 20 cigarrillos por día. En fin mi vida era un caos, ya que sufría yo y hacia sufrir a todos mis seres queridos. Para rematar todos mis males, un día se me ocurrió abrir un “extraño” negocio. Armé una tienda donde alquilaba y vendía películas pornográficas; eso sí que ya estaba mas grave. El negocio era muy bueno, ya que los clientes para ver y comprar ese tipo de material abundan. Así transcurría mi vida en medio del vicio del alcohol, el cigarrillo y la pornografía; no tenia tiempo para Dios; es más, no me agradaba la idea de asistir a la Misa, recuerdo que en más de 10 años no fui ni 7 veces a la iglesia.
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