Sobre el lenguaje agresivo contra el Papa Francisco

Fray Nelson: Me ha llegado este video (o artículo, o blog, o correo electrónico…) en que aseguran que el Papa Francisco no es el verdadero Papa, sino que el Papa verdadero es Benedicto XVI, que está como encarcelado en el Vaticano. ¿Dónde puedo investigar mejor, o usted qué cree al respecto? –Muchas personas, en redes sociales, y por correo.

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Mi respuesta es sencilla: No quiero ser grosero pero sugiero que NO PIERDAN EL TIEMPO en esa clase de videos, escritos o correos. El mismo Papa Emérito, Benedicto XVI, ha declarado varias veces sobre cómo su renuncia ha sido y es plenamente válida, y ha mostrado, de palabra y de obra, su actitud de reconocimiento a Francisco como único y verdadero Papa.

El hecho de que haya palabras, actitudes o decisiones de este Papa que puedan ser cuestionadas no cambia nada la legitimidad de su elección ni su jurisdicción como Sucesor de Pedro. Nuestro lugar como católicos no es cerrar los ojos a los errores o defectos de nuestros pastores pero tampoco es propio de nosotros tener los oídos listos y dóciles para cualquier teoría de conspiración.

Lo peor de quienes participan de círculos de murmuración en contra del Papa es que se les va llenando la cabeza de insultos y descalificaciones, hasta el punto de no reconocer nada bueno en lo que él hace o dice, y entonces, además de otros comportamientos bajos, empiezan a llamarlo por su apellido en el mundo (Bergoglio) desconociendo de facto quién es él para nosotros los católicos. Este tipo de actos solo pueden ser considerados una ofensa a Dios y a la Iglesia. Y aunque él estuviera ofendiendo a Dios, ni siquiera eso nos autoriza a también ofender nosotros al mismo Dios. Eso simplemente no es cristiano.

Lo propio y lo correcto, entonces, estimo que es permanecer informados, mejorar nuestra conocimiento de la fe y la doctrina cristianas, y sobre todo: orar; orar mucho por la Iglesia, por el Papa, y por tantas otras intenciones. Por favor, no lo olvidemos: no hay que perder tiempo en lo que no lo merece.

Uno prefiere la honestidad, ¿no es cierto?

Con todo esto de la Pachamama en el Vaticano he visto la gran capacidad de algunos para estirar las palabras y las razones tratando de justificar, como sea, lo sucedido.

Supongo que hay gente que cree que si uno critica algo que involucra claramente al Papa está faltando al amor y fidelidad que son debidos a la Iglesia, a la fe y a la persona misma del Sucesor de Pedro. No van por ese lado mis observaciones.

De hecho, yo oro por el Papa todos los días. En muchas de mis predicaciones, y ante los más diversos auditorios, pondero muchas cosas buenas que creo que ha hecho y dicho. Ahí está mi canal de Youtube para atestiguarlo.

Pero el Papa mismo reconoce que se equivoca, que necesita confesarse–como todos, y repite con frecuencia que es importante que recemos por él. No veo entonces por qué hay que tratar, a toda costa, de justificar el uso que se hizo de aquel ídolo.

Además, la multiplicación de justificaciones sirve para el propósito contrario: cuando cada semana te cambian de pastilla para tu tratamiento es que ninguna realmente sirve. Han dicho que esto de los ídolos es “acoger” a los indígenas; o más bien es “inculturar” la fe; hubo un monseñor que dijo que, en realidad, aunque usaran esas figuras, ellos están adorando al único Dios; y por supuesto, otros defensores de esta causa perdida han hablado también de lo consabido: la apertura, la tolerancia, la mente amplia. El extremo del cinismo está en aquel que dijo: “Y si hubiera sido un acto pagano, tampoco pasaba nada.” Son muchas “pastillas” tratando de ocultar lo inocultable: jamás debió suceder lo que sucedió, y lo único lógico en este momento son los actos de desagravio, reparación y humildad.

Además, siempre está a la mano la solución más sencilla: se señalan los errores, se reconocen los errores, uno se arrepiente de los errores, luego se corrigen los errores, y en la medida de lo posible no se repiten. Ya está. No es complicado.

Tomás, el apóstol, reconoció su error.

Pedro, el apóstol, reconoció su error.

Pablo, el apóstol, reconoció su error.

María Magdalena reconoció su error.

Es así de simple. Llevar ídolos a una iglesia no está bien. Es sacrílego. Es ofensa contra el Primer y más importante de los Mandamientos. Postrarse ante la inculturación no está bien. No pierdan fuerza tratando más de justificarlo. No hurguen en sus mentes buscando qué calificativo dar a los que han dicho y a los que decimos que no está bien. Llamarnos dinosaurios, inquisidores, derechistas, hambrientos de poder, no cambia que Dios fue desobedecido gravemente y ofendido públicamente.

¿Por qué entonces hay que retorcer las palabras, imaginarse que la gente no se da cuenta de las cosas, y tratar de hacer pasar por aceptable lo que no lo es?

El camino de los apóstoles: denunciar, reconocer, arrepentirse, corregirse, es el de siempre.

Y funciona.

El salesiano Martín Lasarte habla sobre el sínodo amazónico

“Marín Lasarte es un salesiano uruguayo, ex misionero en Angola, miembro del equipo de animación misionera mundial de su congregación y responsable en particular de las áreas de África y América. Ha sido miembro, por designacion de Francisco, del sínodo para la Amazonia recién concluido en el Vaticano. Durante su celebración escribió un análisis sobre el Instrumentum Laboris que debatían los círculos menores, que reprodujimos en ReL. A punto de terminar la asamblea, publicó, también en Asia News, un juicio valorativo sobre lo acontecido, cuando aún no se había dado a conocer el documento final…”

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Una Oración por el Papa Francisco

Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, que por amor a nosotros y por nuestra salvación te hiciste partícipe de la raza humana y a precio de tu Sangre nos adquiriste para siempre como tu Pueblo y ovejas de tu Rebaño;

Señor Jesucristo, que amaste a la Iglesia y te entregaste por Ella, y en tu sabiduría quisiste que el apóstol San Pedro y sus Sucesores, sostenidos por tu propia oración, tuvieran la misión incomparable de confirmarnos en la fe, llevar a tu Rebaño a la plena unidad en ti y contigo, y atraer a todos los pueblos a la obediencia del Evangelio que predicaron con celo y fidelidad tus Santos Apóstoles;

Señor Jesucristo, porque sabemos que es necesario, y porque es nuestro deber y nuestro derecho como bautizados; y porque él mismo lo ha pedido con humildad repetidas veces, te suplicamos por tu siervo, nuestro Papa Francisco, único y legítimo Papa, en estas horas de particular necesidad en la Santa Iglesia Católica.

Señor Jesucristo, apelando a tu Sagrado Corazón y a la eficaz intercesión de tu Santísima Madre, que ha sido saludada como Madre de la Iglesia, esto te pedimos para el Papa Francisco:

– Que tus Llagas Santas, Jesús, no se aparten de sus ojos; que simplemente no pueda olvidar el precio de amor que has pagado para que el demonio sea derrotado, los ídolos derribados, la muerte vencida, el pecado perdonado, y se abran las puertas de la gloria eterna a quienes creen y confiesan la fe.

– Que sus oídos sientan una alarma fuerte cada vez que las trampas del enemigo quieran persuadirlo de mezclar las aprobaciones del mundo o las presiones de la sociedad con la grandeza y pureza del Mensaje de Salvación que tú le has encomendado como Sucesor de Pedro.

– Que su boca reciba una gracia renovada, de modo que su palabra, apartándose de toda ambigüedad, defienda con claridad la sana doctrina, mientras sigue llamando a todos a la unidad en Cristo, para la gloria de Dios Padre.

– Que sus pies se orienten sin cesar hacia tu gloria, Jesús: buscándote en el silencio del Sagrario; reconociéndote en el testimonio de las Escrituras; predicando tu Evangelio con palabra diáfana y ardiente; y siempre sirviéndote, especialmente en los más pobres, es decir, los que menos saben de ti, Señor, puesto que no hay mayor miseria que ignorar cuál Dios nos ha amado tanto.

– Que su mente reciba una gracia singular del Espíritu Santo para reconocer y discernir, según el carisma propio de San Ignacio de Loyola, cuáles inspiraciones son de Dios, cuáles vienen de los interes puramente humanos y mundanos, y cuáles tienen su raíz en el espíritu de las tinieblas, que ronda buscando a quién devorar.

– Que sus manos realicen cada vez mejor la labor de cuidar el rebaño tuyo, Jesucristo, de modo que sea físicamente incapaz de firmar o apoyar lo que ensucia, confunde, degrada o niega la fe, la que defendieron los mártires, y en cambio tenga pulso firme para guiar el timón y conducir de nuevo la nave de la Iglesia a su ruta propia, más allá de los escollos e intereses de este mundo que pasa.

– Y finalmente, te pedimos, Señor Jesús, que el corazón del Papa sea sumergido en el fuego de tu propio Corazón, de modo que pueda corregirse de sus faltas, ya que todos las tenemos, y pueda predicarnos con fuerza y mucha luz sobre las raíces de nuestros pecados, y de los males que hoy se ciernen sobre la Tierra.

Estas intenciones ponemos sobre tu altar, Jesús.

Estas súplicas repetimos con humildad y constancia porque nos has dado amar tu Evangelio y tu Iglesia, Jesús.

Compadécete de nosotros, Señor, perdona nuestros muchos pecados, y llega hoy con toda tu fuerza y tu majestad al corazón del Papa.

Tú vives, tu reinas, con el Padre en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

La santidad, salvaguardia de la fe

“No todos los años se canoniza a alguien de la categoría humana e intelectual de Newman. Obviamente, una canonización no es una especie de Premio Nobel. Es otra cosa, pero no se puede olvidar que la gracia supone la naturaleza y, si encuentra correspondencia en la naturaleza, la exalta hasta límites insospechados…”

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3 pecados contra la misión, según el Papa Francisco

“El Papa Francisco inauguró el Mes Misionero Extraordinario que la Iglesia universal celebrará durante todo el mes de octubre de 2019 y alertó sobre tres “pecados en contra de la misión”. El Santo Padre dio inicio en la Basílica de San Pedro del Vaticano a esta iniciativa sin precedentes al presidir el rezo de las vísperas en la memoria litúrgica de Santa Teresita del Niño Jesús, patrona de las misiones…”

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¿Por qué muchos católicos están tan preocupados por los sínodos?

Varias personas nos han preguntado por los sínodos actuales: el sínodo en Alemania y el sínodo de la Amazonía (que es en alguna parte también otro sínodo alemán). ¿Hay motivos reales de preocupación? Un laico católico, muy bien formado, Bruno Moreno, escribe al respecto.

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Como ya sabrán los lectores, el Cardenal Burke y Mons. Schneider han pedido a los fieles que oren y ayunen para evitar que en el sínodo de la Amazonia se aprueben medidas y afirmaciones contrarias a la fe católica. Sin duda, se trata de una iniciativa encomiable, buena y, si Dios quiere, fructífera. No puedo, sin embargo, evitar la sensación de que el daño esencial que puede hacer este sínodo ya está hecho.

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LA GRACIA del Martes 1 de Octubre de 2019

MEMORIA DE SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS, VIRGEN Y DOCTORA DE LA IGLESIA

En un momento de su vida, Teresa sintió que la tristeza y la frustración se adueñaban de su alma; fue rescatada por la belleza y la pureza de la sonrisa de la Virgen María.

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LA GRACIA del Lunes 30 de Septiembre de 2019

MEMORIA DE SAN JERÓNIMO, PRESBÍTERO Y DOCTOR DE LA IGLESIA

San Jerónimo es modelo de hombre de estudio que une a su inteligencia una seria vida de oración y un impulso continuo de conversión.

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El misterio de la Cruz, en San Pío y en nosotros

En nuestra época el Padre Pío es altamente conocido y amado en amplios círculos del mundo católico. Su vida extraordinaria en medio de la más profunda sencillez, la abundancia de milagros que rodearon su vida y el increíble impacto que tuvo en tantas personas producen fascinación e inspiran devoción en muchas personas, y por supuesto, esos frutos espirituales son de agradecer a Dios.

Sin embargo, podría pasarnos con este grande y humilde santo lo mismo que a veces ha sucedido con Francisco de Asís: una mirada superficial se queda con el Francisco puramente ecológico, poeta, buen mozo y buena persona, pero lo grandioso y valiente de sus opciones se nos pierde de vista.

Con el Padre Pío podría pasar lo mismo: sus frases célebres, que tanto se difunden por Internet, incluso confundiendo lo que sí dijo con lo que nunca dijo, al final nos presentan un perfil que, sin ser falso, deja por fuera al gran amor y el gran camino de su vida: la Cruz.

La raíz de la santidad de Pío de Pietrelcina es el amor, por supuesto, pero aor que lleva el sello más profundo que ningún amor puede tener, es decir, la perfecta identificación y fusión con el amado. Y si el Amado es Cristo, tal identificación lleva al camino de la Cruz porque la Cruz es el “amor más grande” de Jesucristo, allí donde Él dio toda su vida.

Si le quitamos el misterio de la Cruz a Cristo, solo nos queda un predicador “buenista,” cuyas propuestas son semejantes pero incluso menores a las de cualquier motivador actual porque los motivadores actuales hacen sus propuestas en términos de ganancias, mientras que Cristo tiene otra clase de “propuestas” como por ejemplo: amar a los enemigos y rezar por los que nos persiguen; o perdonar “setenta veces siete.”

Así como al quitar la Cruz al crucificado nos queda una figura descolorida, y en el fondo, inútil, así también, si apartamos el misterio de la Cruz de las vidas de los santos lo que quedan son anécdotas y frases motivacionales que no van a tener en nosotros el fruto que los mismos santos hubieran deseado. Lo que ellos más anhelan es que nuestra vida reciba y abrace el misterio del amor más grande: el misterio de la Cruz. Fue ese el anhelo de San Pío, el de San Francsico y el de todos los santos.

LA GRACIA del Martes 27 de Agosto de 2019

MEMORÍA DE SANTA MÓNICA

La verdadera perseverancia sale a flote cuando las situaciones nos gritan que nada puede mejorar pero nuestro amor a Dios y creer en su poder nos mueven a seguir adelante.

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Comienzos de la vida de San Pedro Claver, SJ

Pero vengamos ya a conocer la vida del gran San Pedro Claver, el jesuita que se hizo esclavo de los esclavos.

Un catalán de Verdú

En Cataluña, en el Valle de Urgel, provincia de Lérida, está el pueblo de Verdú, que a finales del XVI tenía unos 2.000 habitantes. Allí, en una hermosa masía, donde vivía un matrimonio de ricos labradores, Pedro Claver y Minguella y Ana Corberó y Claver, nació en 1580 San Pedro Claver. Su padre fue alcalde y regidor primero del pueblo. Y él fue el menor de varios hermanos, llamados Juan, Jaime e Isabel. Seguiremos su vida atendiendo a la biografía escrita por Angel Valtierra – Rafael M. de Hornedo.

Teniendo Pedro trece años, murió su madre, y poco después su hermano Jaime. El padre volvió a casarse, con Angela Escarrer, y muerta ésta, contrajo terceras nupcias, con Juana Grenyó. No parece que estos acontecimientos enfriaran en Pedro su cariño a la familia, pues en una carta a ella dirigida desde Mallorca se expresaba en un tono muy confiado y afectuoso.

De chico habría estudiado sus primeras letras con los beneficiados de la iglesia parroquial, y muy pronto sintió la vocación eclesiástica, pues a en 1595 recibió del Obispo de Vich la primera tonsura en Verdú. Y viendo sus padres esta inclinación vocacional, en el año 1596 o 1597 enviaron a Pedro a Barcelona, al estudio general, como estudiante externo. Allí realizó tres cursos de gramática y retórica. En 1601 ingresó en el Colegio de Belén, de los jesuitas.

En la Compañía de Jesús, con vocación de esclavo

Estando en el Colegio de Belén, de Barcelona, se decidió Pedro a ser jesuita, y en 1602, con veintidós años, entró en el noviciado de Tarragona. Los dos años que allí vivió marcaron en él la espiritualidad ignaciana para siempre.

La Compañía de Jesús, por esos decenios, estaba en plena expansión. Por esos años, concretamente al morir San Ignacio en 1556, la Compañía tenía ya unas cien casas y unos mil religiosos. Y en 1615, a la muerte del padre Aquaviva, cuarto General, había unos 13.000 jesuitas distribuídos en 372 colegios, 156 residencias y 41 noviciados. El ímpetu misionero de los jesuitas, encabezado por San Francisco de Javier (1506-1552), fue desde un principio formidable, de tal modo que ya muy pronto se extendieron por todo el mundo cristiano y por las misiones. Desde el último cuarto del siglo XVI desplegaron su gran fuerza misional por toda América.

El hermano Nicolás González, que acompañó a San Pedro Claver en Cartagena durante veintidós años, cuenta que cuando el padre hizo en 1604 sus votos, escribió en un cuaderno de notas que llevaba siempre consigo: «Hasta la muerte me he consagrar al servicio de Dios, haciendo cuenta que soy como esclavo que todo su empleo ha de ser en servicio de su Amo y en procurar con toda su alma, cuerpo y mente agradarle y darle gusto en todo y por todo».

Al realizar con tanto amor esta consagración personal al Señor, el padre Claver tenía veinticinco años, y según un contemporáneo era un hombre «esforzado, enérgico y robusto, con un rostro perfecto y regular, iluminado por ojos grandes y negros, por los cuales brota el fuego de su alma juvenil, cuerpo con una gran entereza física, aún no gastado y atenazado por aquella melancolía que será típica en sus últimos años».

Durante un año en Gerona completó sus estudios de latín, griego y oratoria. Ya estaba entonces espiritualmente maduro para un encuentro decisivo, dispuesto para él en Mallorca por la providencia amorosa de Cristo.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.