Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz 2020

1. La paz, camino de esperanza ante los obstáculos y las pruebas

La paz, como objeto de nuestra esperanza, es un bien precioso, al que aspira toda la humanidad. Esperar en la paz es una actitud humana que contiene una tensión existencial, y de este modo cualquier situación difícil «se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino»[1]. En este sentido, la esperanza es la virtud que nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables.

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Homilía del Papa Francisco para Navidad

«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9,1). Esta profecía de la primera lectura se realizó en el Evangelio. De hecho, mientras los pastores velaban de noche en sus campos, «la gloria del Señor los envolvió de claridad» (Lc 2,9). En la noche de la tierra apareció una luz del cielo. ¿Qué significa esta luz surgida en la oscuridad? Nos lo sugiere el apóstol Pablo, que nos dijo: «Se ha manifestado la gracia de Dios». La gracia de Dios, «que trae la salvación para todos los hombres» (Tt 2,11), ha envuelto al mundo esta noche.

Pero, ¿qué es esta gracia? Es el amor divino, el amor que transforma la vida, renueva la historia, libera del mal, infunde paz y alegría. En esta noche, el amor de Dios se ha mostrado a nosotros: es Jesús. En Jesús, el Altísimo se hizo pequeño para ser amado por nosotros. En Jesús, Dios se hizo Niño, para dejarse abrazar por nosotros. Pero, podemos todavía preguntarnos, ¿por qué san Pablo llama “gracia” a la venida de Dios al mundo? Para decirnos que es completamente gratuita. Mientras que aquí en la tierra todo parece responder a la lógica de dar para tener, Dios llega gratis. Su amor no es negociable: no hemos hecho nada para merecerlo y nunca podremos recompensarlo.

Se ha manifestado la gracia de Dios. En esta noche nos damos cuenta de que, aunque no estábamos a la altura, Él se hizo pequeñez para nosotros; mientras andábamos ocupados en nuestros asuntos, Él vino entre nosotros. La Navidad nos recuerda que Dios sigue amando a cada hombre, incluso al peor. A mí, a ti, a cada uno de nosotros, Él nos dice hoy: “Te amo y siempre te amaré, eres precioso a mis ojos”. Dios no te ama porque piensas correctamente y te comportas bien; Él te ama y basta. Su amor es incondicional, no depende de ti. Puede que tengas ideas equivocadas, que hayas hecho de las tuyas; sin embargo, el Señor no deja de amarte. ¿Cuántas veces pensamos que Dios es bueno si nosotros somos buenos, y que nos castiga si somos malos? Pero no es así. Aun en nuestros pecados continúa amándonos. Su amor no cambia, no es quisquilloso; es fiel, es paciente. Este es el regalo que encontramos en Navidad: descubrimos con asombro que el Señor es toda la gratuidad posible, toda la ternura posible. Su gloria no nos deslumbra, su presencia no nos asusta. Nació pobre de todo, para conquistarnos con la riqueza de su amor.

Se ha manifestado la gracia de Dios. Gracia es sinónimo de belleza. En esta noche, redescubrimos en la belleza del amor de Dios, también nuestra belleza, porque somos los amados de Dios. En el bien y en el mal, en la salud y en la enfermedad, felices o tristes, a sus ojos nos vemos hermosos: no por lo que hacemos sino por lo que somos. Hay en nosotros una belleza indeleble, intangible; una belleza irreprimible que es el núcleo de nuestro ser. Dios nos lo recuerda hoy, tomando con amor nuestra humanidad y haciéndola suya, “desposándose con ella” para siempre.

De hecho, la «gran alegría» anunciada a los pastores esta noche es «para todo el pueblo». En aquellos pastores, que ciertamente no eran santos, también estamos nosotros, con nuestras flaquezas y debilidades. Así como los llamó a ellos, Dios también nos llama a nosotros, porque nos ama. Y, en las noches de la vida, a nosotros como a ellos nos dice: «No temáis» (Lc 2,10). ¡Ánimo, no hay que perder la confianza, no hay que perder la esperanza, no hay que pensar que amar es tiempo perdido! En esta noche, el amor venció al miedo, apareció una nueva esperanza, la luz amable de Dios venció la oscuridad de la arrogancia humana. ¡Humanidad, Dios te ama, se hizo hombre por ti, ya no estás sola!

Queridos hermanos y hermanas: ¿Qué hacer ante esta gracia? Una sola cosa: acoger el don. Antes de ir en busca de Dios, dejémonos buscar por Él. No partamos de nuestras capacidades, sino de su gracia, porque Él es Jesús, el Salvador. Pongamos nuestra mirada en el Niño y dejémonos envolver por su ternura. Ya no tendremos más excusas para no dejarnos amar por Él: Lo que sale mal en la vida, lo que no funciona en la Iglesia, lo que no va bien en el mundo ya no será una justificación. Pasará a un segundo plano, porque frente al amor excesivo de Jesús, que es todo mansedumbre y cercanía, no hay excusas. La pregunta que surge en Navidad es: “¿Me dejo amar por Dios? ¿Me abandono a su amor que viene a salvarme?”.

Un regalo así, tan grande, merece mucha gratitud. Acoger la gracia es saber agradecer. Pero nuestras vidas a menudo transcurren lejos de la gratitud. Hoy es el día adecuado para acercarse al sagrario, al belén, al pesebre, para agradecer. Acojamos el don que es Jesús, para luego transformarnos en don como Jesús. Convertirse en don es dar sentido a la vida y es la mejor manera de cambiar el mundo: cambiamos nosotros, cambia la Iglesia, cambia la historia cuando comenzamos a no querer cambiar a los otros, sino a nosotros mismos, haciendo de nuestra vida un don.

Jesús nos lo manifiesta esta noche. No cambió la historia constriñendo a alguien o a fuerza de palabras, sino con el don de su vida. No esperó a que fuéramos buenos para amarnos, sino que se dio a nosotros gratuitamente. Tampoco nosotros podemos esperar que el prójimo cambie para hacerle el bien, que la Iglesia sea perfecta para amarla, que los demás nos tengan consideración para servirlos. Empecemos nosotros. Así es como se acoge el don de la gracia. Y la santidad no es sino custodiar esta gratuidad.

Una hermosa leyenda cuenta que, cuando Jesús nació, los pastores corrían hacia la gruta llevando muchos regalos. Cada uno llevaba lo que tenía: unos, el fruto de su trabajo, otros, algo de valor. Pero mientras todos los pastores se esforzaban, con generosidad, en llevar lo mejor, había uno que no tenía nada. Era muy pobre, no tenía nada que ofrecer. Y mientras los demás competían en presentar sus regalos, él se mantenía apartado, con vergüenza. En un determinado momento, san José y la Virgen se vieron en dificultad para recibir todos los regalos, sobre todo María, que debía tener en brazos al Niño. Entonces, viendo a aquel pastor con las manos vacías, le pidió que se acercara. Y le puso a Jesús en sus manos. El pastor, tomándolo, se dio cuenta de que había recibido lo que no se merecía, que tenía entre sus brazos el regalo más grande de la historia. Se miró las manos, y esas manos que le parecían siempre vacías se habían convertido en la cuna de Dios. Se sintió amado y, superando la vergüenza, comenzó a mostrar a Jesús a los otros, porque no podía sólo quedarse para él el regalo de los regalos.

Querido hermano, querida hermana: Si tus manos te parecen vacías, si ves tu corazón pobre en amor, esta noche es para ti. Se ha manifestado la gracia de Dios para resplandecer en tu vida. Acógela y brillará en ti la luz de la Navidad.

Papa Francisco envía este mensaje por su 50 aniversario de sacerdocio

“Este viernes 13 de diciembre el Papa Francisco cumplió 50 años de ordenación sacerdotal, recibiendo las muestras de aprecio y cercanía de obispos y fieles de todo el mundo, a quienes agradeció con un breve mensaje en su cuenta de Twitter. “Gracias por haberme acompañado en este aniversario. Sigo pidiendo el apoyo de vuestra oración”, expresó el Papa Francisco en la cuenta @Pontifex_es…”

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Papa Francisco: El belén es “una manera auténtica de comunicar el Evangelio”

“El Papa Francisco recordó su reciente visita a Greccio y su Carta sobre el belén, resaltando que esta es una tradición que se debe transmitir de unas generaciones a otras, como “una manera auténtica de comunicar el Evangelio, en un mundo que a veces parece tener miedo de recordar lo que realmente es la Navidad, y borra los signos cristianos para conservar sólo los de un imaginario banal, comercial”…”

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Sobre el lenguaje agresivo contra el Papa Francisco

Fray Nelson: Me ha llegado este video (o artículo, o blog, o correo electrónico…) en que aseguran que el Papa Francisco no es el verdadero Papa, sino que el Papa verdadero es Benedicto XVI, que está como encarcelado en el Vaticano. ¿Dónde puedo investigar mejor, o usted qué cree al respecto? –Muchas personas, en redes sociales, y por correo.

* * *

Mi respuesta es sencilla: No quiero ser grosero pero sugiero que NO PIERDAN EL TIEMPO en esa clase de videos, escritos o correos. El mismo Papa Emérito, Benedicto XVI, ha declarado varias veces sobre cómo su renuncia ha sido y es plenamente válida, y ha mostrado, de palabra y de obra, su actitud de reconocimiento a Francisco como único y verdadero Papa.

El hecho de que haya palabras, actitudes o decisiones de este Papa que puedan ser cuestionadas no cambia nada la legitimidad de su elección ni su jurisdicción como Sucesor de Pedro. Nuestro lugar como católicos no es cerrar los ojos a los errores o defectos de nuestros pastores pero tampoco es propio de nosotros tener los oídos listos y dóciles para cualquier teoría de conspiración.

Lo peor de quienes participan de círculos de murmuración en contra del Papa es que se les va llenando la cabeza de insultos y descalificaciones, hasta el punto de no reconocer nada bueno en lo que él hace o dice, y entonces, además de otros comportamientos bajos, empiezan a llamarlo por su apellido en el mundo (Bergoglio) desconociendo de facto quién es él para nosotros los católicos. Este tipo de actos solo pueden ser considerados una ofensa a Dios y a la Iglesia. Y aunque él estuviera ofendiendo a Dios, ni siquiera eso nos autoriza a también ofender nosotros al mismo Dios. Eso simplemente no es cristiano.

Lo propio y lo correcto, entonces, estimo que es permanecer informados, mejorar nuestra conocimiento de la fe y la doctrina cristianas, y sobre todo: orar; orar mucho por la Iglesia, por el Papa, y por tantas otras intenciones. Por favor, no lo olvidemos: no hay que perder tiempo en lo que no lo merece.

Uno prefiere la honestidad, ¿no es cierto?

Con todo esto de la Pachamama en el Vaticano he visto la gran capacidad de algunos para estirar las palabras y las razones tratando de justificar, como sea, lo sucedido.

Supongo que hay gente que cree que si uno critica algo que involucra claramente al Papa está faltando al amor y fidelidad que son debidos a la Iglesia, a la fe y a la persona misma del Sucesor de Pedro. No van por ese lado mis observaciones.

De hecho, yo oro por el Papa todos los días. En muchas de mis predicaciones, y ante los más diversos auditorios, pondero muchas cosas buenas que creo que ha hecho y dicho. Ahí está mi canal de Youtube para atestiguarlo.

Pero el Papa mismo reconoce que se equivoca, que necesita confesarse–como todos, y repite con frecuencia que es importante que recemos por él. No veo entonces por qué hay que tratar, a toda costa, de justificar el uso que se hizo de aquel ídolo.

Además, la multiplicación de justificaciones sirve para el propósito contrario: cuando cada semana te cambian de pastilla para tu tratamiento es que ninguna realmente sirve. Han dicho que esto de los ídolos es “acoger” a los indígenas; o más bien es “inculturar” la fe; hubo un monseñor que dijo que, en realidad, aunque usaran esas figuras, ellos están adorando al único Dios; y por supuesto, otros defensores de esta causa perdida han hablado también de lo consabido: la apertura, la tolerancia, la mente amplia. El extremo del cinismo está en aquel que dijo: “Y si hubiera sido un acto pagano, tampoco pasaba nada.” Son muchas “pastillas” tratando de ocultar lo inocultable: jamás debió suceder lo que sucedió, y lo único lógico en este momento son los actos de desagravio, reparación y humildad.

Además, siempre está a la mano la solución más sencilla: se señalan los errores, se reconocen los errores, uno se arrepiente de los errores, luego se corrigen los errores, y en la medida de lo posible no se repiten. Ya está. No es complicado.

Tomás, el apóstol, reconoció su error.

Pedro, el apóstol, reconoció su error.

Pablo, el apóstol, reconoció su error.

María Magdalena reconoció su error.

Es así de simple. Llevar ídolos a una iglesia no está bien. Es sacrílego. Es ofensa contra el Primer y más importante de los Mandamientos. Postrarse ante la inculturación no está bien. No pierdan fuerza tratando más de justificarlo. No hurguen en sus mentes buscando qué calificativo dar a los que han dicho y a los que decimos que no está bien. Llamarnos dinosaurios, inquisidores, derechistas, hambrientos de poder, no cambia que Dios fue desobedecido gravemente y ofendido públicamente.

¿Por qué entonces hay que retorcer las palabras, imaginarse que la gente no se da cuenta de las cosas, y tratar de hacer pasar por aceptable lo que no lo es?

El camino de los apóstoles: denunciar, reconocer, arrepentirse, corregirse, es el de siempre.

Y funciona.

El salesiano Martín Lasarte habla sobre el sínodo amazónico

“Marín Lasarte es un salesiano uruguayo, ex misionero en Angola, miembro del equipo de animación misionera mundial de su congregación y responsable en particular de las áreas de África y América. Ha sido miembro, por designacion de Francisco, del sínodo para la Amazonia recién concluido en el Vaticano. Durante su celebración escribió un análisis sobre el Instrumentum Laboris que debatían los círculos menores, que reprodujimos en ReL. A punto de terminar la asamblea, publicó, también en Asia News, un juicio valorativo sobre lo acontecido, cuando aún no se había dado a conocer el documento final…”

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Una Oración por el Papa Francisco

Señor Jesucristo, Hijo del Dios vivo, que por amor a nosotros y por nuestra salvación te hiciste partícipe de la raza humana y a precio de tu Sangre nos adquiriste para siempre como tu Pueblo y ovejas de tu Rebaño;

Señor Jesucristo, que amaste a la Iglesia y te entregaste por Ella, y en tu sabiduría quisiste que el apóstol San Pedro y sus Sucesores, sostenidos por tu propia oración, tuvieran la misión incomparable de confirmarnos en la fe, llevar a tu Rebaño a la plena unidad en ti y contigo, y atraer a todos los pueblos a la obediencia del Evangelio que predicaron con celo y fidelidad tus Santos Apóstoles;

Señor Jesucristo, porque sabemos que es necesario, y porque es nuestro deber y nuestro derecho como bautizados; y porque él mismo lo ha pedido con humildad repetidas veces, te suplicamos por tu siervo, nuestro Papa Francisco, único y legítimo Papa, en estas horas de particular necesidad en la Santa Iglesia Católica.

Señor Jesucristo, apelando a tu Sagrado Corazón y a la eficaz intercesión de tu Santísima Madre, que ha sido saludada como Madre de la Iglesia, esto te pedimos para el Papa Francisco:

– Que tus Llagas Santas, Jesús, no se aparten de sus ojos; que simplemente no pueda olvidar el precio de amor que has pagado para que el demonio sea derrotado, los ídolos derribados, la muerte vencida, el pecado perdonado, y se abran las puertas de la gloria eterna a quienes creen y confiesan la fe.

– Que sus oídos sientan una alarma fuerte cada vez que las trampas del enemigo quieran persuadirlo de mezclar las aprobaciones del mundo o las presiones de la sociedad con la grandeza y pureza del Mensaje de Salvación que tú le has encomendado como Sucesor de Pedro.

– Que su boca reciba una gracia renovada, de modo que su palabra, apartándose de toda ambigüedad, defienda con claridad la sana doctrina, mientras sigue llamando a todos a la unidad en Cristo, para la gloria de Dios Padre.

– Que sus pies se orienten sin cesar hacia tu gloria, Jesús: buscándote en el silencio del Sagrario; reconociéndote en el testimonio de las Escrituras; predicando tu Evangelio con palabra diáfana y ardiente; y siempre sirviéndote, especialmente en los más pobres, es decir, los que menos saben de ti, Señor, puesto que no hay mayor miseria que ignorar cuál Dios nos ha amado tanto.

– Que su mente reciba una gracia singular del Espíritu Santo para reconocer y discernir, según el carisma propio de San Ignacio de Loyola, cuáles inspiraciones son de Dios, cuáles vienen de los interes puramente humanos y mundanos, y cuáles tienen su raíz en el espíritu de las tinieblas, que ronda buscando a quién devorar.

– Que sus manos realicen cada vez mejor la labor de cuidar el rebaño tuyo, Jesucristo, de modo que sea físicamente incapaz de firmar o apoyar lo que ensucia, confunde, degrada o niega la fe, la que defendieron los mártires, y en cambio tenga pulso firme para guiar el timón y conducir de nuevo la nave de la Iglesia a su ruta propia, más allá de los escollos e intereses de este mundo que pasa.

– Y finalmente, te pedimos, Señor Jesús, que el corazón del Papa sea sumergido en el fuego de tu propio Corazón, de modo que pueda corregirse de sus faltas, ya que todos las tenemos, y pueda predicarnos con fuerza y mucha luz sobre las raíces de nuestros pecados, y de los males que hoy se ciernen sobre la Tierra.

Estas intenciones ponemos sobre tu altar, Jesús.

Estas súplicas repetimos con humildad y constancia porque nos has dado amar tu Evangelio y tu Iglesia, Jesús.

Compadécete de nosotros, Señor, perdona nuestros muchos pecados, y llega hoy con toda tu fuerza y tu majestad al corazón del Papa.

Tú vives, tu reinas, con el Padre en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

La santidad, salvaguardia de la fe

“No todos los años se canoniza a alguien de la categoría humana e intelectual de Newman. Obviamente, una canonización no es una especie de Premio Nobel. Es otra cosa, pero no se puede olvidar que la gracia supone la naturaleza y, si encuentra correspondencia en la naturaleza, la exalta hasta límites insospechados…”

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3 pecados contra la misión, según el Papa Francisco

“El Papa Francisco inauguró el Mes Misionero Extraordinario que la Iglesia universal celebrará durante todo el mes de octubre de 2019 y alertó sobre tres “pecados en contra de la misión”. El Santo Padre dio inicio en la Basílica de San Pedro del Vaticano a esta iniciativa sin precedentes al presidir el rezo de las vísperas en la memoria litúrgica de Santa Teresita del Niño Jesús, patrona de las misiones…”

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¿Por qué muchos católicos están tan preocupados por los sínodos?

Varias personas nos han preguntado por los sínodos actuales: el sínodo en Alemania y el sínodo de la Amazonía (que es en alguna parte también otro sínodo alemán). ¿Hay motivos reales de preocupación? Un laico católico, muy bien formado, Bruno Moreno, escribe al respecto.

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Como ya sabrán los lectores, el Cardenal Burke y Mons. Schneider han pedido a los fieles que oren y ayunen para evitar que en el sínodo de la Amazonia se aprueben medidas y afirmaciones contrarias a la fe católica. Sin duda, se trata de una iniciativa encomiable, buena y, si Dios quiere, fructífera. No puedo, sin embargo, evitar la sensación de que el daño esencial que puede hacer este sínodo ya está hecho.

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LA GRACIA del Martes 1 de Octubre de 2019

MEMORIA DE SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS, VIRGEN Y DOCTORA DE LA IGLESIA

En un momento de su vida, Teresa sintió que la tristeza y la frustración se adueñaban de su alma; fue rescatada por la belleza y la pureza de la sonrisa de la Virgen María.

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LA GRACIA del Lunes 30 de Septiembre de 2019

MEMORIA DE SAN JERÓNIMO, PRESBÍTERO Y DOCTOR DE LA IGLESIA

San Jerónimo es modelo de hombre de estudio que une a su inteligencia una seria vida de oración y un impulso continuo de conversión.

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