Invitación a Lumen Fidei, 02 de 10, Abraham

[Estudio introductorio a la Encíclica Lumen Fidei, del Papa Francisco. Predicación en los Monasterios de las Dominicas Contemplativas de Murcia y de Lerma, en España, Octubre de 2013.]

Tema 2 de 10: Abraham

* Nuestro “padre en la fe” es un peregrino. La fe queda así asociada al camino. Creer no es un dato conquistado una vez y para siempre sino una palabra que pone en movimiento y que muchas veces se hace comprensible sólo al caminar.

* La luz de la fe es entonces verdadera luz pero no es un mapa completo, y ni siquiera una descripción de la meta. es “luz suficiente” que permite avanzar. Mientras hay luz, se camina; mientras se camina, hay luz.

La fe de Benedicto y la pobreza de Francisco, 04 de 12

[La fe del Papa Benedicto y la pobreza del Papa FranciscoRetiro Espiritual para el Monasterio de Santa María Reina, en Zamora, España. Junio de 2013.]

Tema 4 de 12: Peregrinos

* Hay una serie de temas bíblicos que se ubican muy bien en la intersección entre la fe y la espiritualidad de la pobreza evangélica, siguiendo la línea marcada por el papa Benedicto y el Papa Francisco. Esta vez nos detenemos en la imagen del PEREGRINO, empezando con la figura de Abraham.

* Primero Abraham sale de Ur de los caldeos, con su familia de origen, bajo guía de su padre Téraj, hacia Arán (o Jarán). Muerto Téraj, Dios le habla a Abraham, como tomando el lugar de su padre, y lo llama a ponerse en camino. Su fe no es un conjunto de ideas y una serie larga de frases: es un dinamismo que lo pone en marcha.

* Y lo importante no es tanto el lugar adonde lleguen sino la transformación interior que tienen. Más que llegar distante se trata de llegar distinto. No importa menos el camino, sino más.

* El camino es imagen misma de la vida. Y caminar nos recuerda nuestra radical contingencia: no tenemos el pasado, pues somos impotentes para cambiarlo; no tenemos el futuro pues somos ignorantes de lo que traerá; apenas tenemos la fugacidad del presente, que con sólo nombrarlo ya se nos escapa.

* Por eso una santa como Catalina de Siena llega a estas conclusiones saludables: “Soy nada con pecado encima.” Y también, como ella le decía a Jesús: “Tú eres el que es; yo soy la que no soy.”

LKF-174194

* Estos descubrimientos muestran el aspecto positivo de nuestra radical pobreza, nuestra indigencia existencial: puesto que no tenemos que ser, nuestro ser sólo puede ser gratuidad, milagro sostenido, señal de amor que permanece.

* El pasado no es sólo impotencia: es el registro de una historia de amor. El futuro no es sólo incertidumbre: es promesa de una bondad que nos rebasará ciertamente; el presente no es sólo contingencia: es oportunidad, hora de gracia, “kairós.”

Abraham, nuestro padre en la fe

Este título, tomado de una expresión que aparece en la liturgia (cf. Plegaria Eucarística I), indica la importancia de la figura de Abraham no sólo para el pueblo de Israel, sino también para nosotros cristianos.

Después de la llamada «prehistoria bíblica» (Gen 1-11), el capítulo 12 del Génesis marca un nuevo inicio: tras presentar cómo el pecado se difundía produciendo la división de los hombres, el libro del Génesis nos muestra cómo Dios toma la iniciativa de la salvación irrumpiendo en la historia de los hombres, y lo hace eligiendo a un hombre, Abraham, en el cual «serán bendecidas todas las familias de la tierra» (Gen 12, 3).

1.- Trasfondo histórico

Las narraciones sobre Abraham y los patriarcas que nos recoge la Biblia fueron puestas por escrito varios siglos después de los sucesos. Mientras tanto fueron transmitidas oralmente (hay que notar que nos encontramos en una época de cultura oral en que se ejercitaba notablemente la memoria). No podemos pedir a estos textos la exactitud de una crónica (con el paso del tiempo quizá se han añadido detalles pintorescos o imaginativos, se han idealizado personajes…); sin embargo, podemos asegurar que la sustancia que nos transmiten está sólidamente garantizada y que las tradiciones patriarcales están firmemente enraizadas en la historia.

De hecho, se sabe que los nombres usados en la Biblia eran normales en ese período, que las costumbres que nos refieren coinciden con las que conocemos por otros documentos extrabíblicos (y la Biblia los conserva aunque ya no sean los de la época en que se ponen por escrito e incluso algunas resulten escandalosas), que el itinerario recorrido por los patriarcas según la Biblia era el normal en aquel periodo y que sus modos de vida corresponden al de otros muchos clanes de ese tiempo.

Abraham se inserta en las corrientes migratorias de los primeros siglos del 2º milenio a.C. Aunque es difícil precisar mucho, se le suele situar hacia el año 1850 a.C. Abraham es un seminómada que sale de Ur, en Caldea, y se instala en Canaán; pastor de ganado menor, es uno más entre los innumerables jefes de las tribus que emigran buscando pastos para sus ganados. La Biblia no nos cuenta muchos detalles de él que quizá hubieran halagado nuestra curiosidad, sino que se centra en la llamada que Dios le dirigió, en la promesa que le hizo y en su respuesta obediente cumpliendo la misión encomendada.

Continuar leyendo “Abraham, nuestro padre en la fe”

Catequesis sobre el desierto, 2 de 5

Catequesis sobre el desierto. Tema 2 de 5: Los desiertos de Adán, Abraham y Moisés

* El desierto asoma pronto en la Historia de la Salvación. La descripción que se hace de la tierra que Adán encontrará es típica del desierto. Pero no es solamente castigo; es también remedio. Lo sabemos por el trato distinto que Adán y Eva reciben, por contraste con el peso de maldición que cae sobre la serpiente; y lo sabemos porque a la mujer se le promete que su descendencia vencerá a la “descendencia” de la serpiente.

* El desierto de Abraham habla de una promesa. Dios le pone a contar granos de arena para que cada una de esas señales del desierto estéril sea un anuncio de vida.

* El contraste entre Abraham y Lot es ilustrativo. Lot en realidad no conoce la voz de Dios. La voz que escucha es la nostalgia del paraíso, la cual siempre se compone de tres deseos–una especie de “trinidad mundana”: abundancia, prosperidad y seguridad. Guiado por esa voz, Lot escoge lo que tiene más aspecto de paraíso, y así se encamina hacia los desastres de Sodoma y Gomorra.

* El primer desierto que conoce Moisés es la corte misma del Faraón. A pesar de su lujo aparente, la corte no puede saciar el anhelo más íntimo de Moisés: su amor por la justicia. Su desierto metafórico se vuelve real cuando debe huir de Egipto. Pero en el desierto de piedras y soledad, la vocación no se apaga sino que se hace más fuerte y clara, a la vez que le revela a Moisés algo de su propia limitación e incoherencia.

ATENCIÓN: Enlace para las Cinco Catequesis. Puedes también bajar los apuntes de los cinco temas en PDF.

Curso Bíblico Básico (2 de 4)

Una mirada al Antiguo Testamento: El protagonista central del AT es el pacto con Moisés, en la que concurren varias cosas: (1) El sentido de la verdadera liberación, que conlleva servir a Dios desde la gratitud y el amor; (2) El enunciado de los mandamientos, que según nos muestra Jesús, tienen un valor permanente; (3) El comienzo de una historia de alianza. Precisamente ahí revela su límite el AT, porque logra mostrar el bien pero no da las fuerzas para alcanzar ese bien. En este sentido, el AT queda como una pregunta abierta, como un grito de dolor que clama, a la espera de la salvación. Véase Isaías 63,15-19.