Mensaje del Papa Francisco para la Pascua 2017

Queridos hermanos y hermanas,

Feliz Pascua.

Hoy, en todo el mundo, la Iglesia renueva el anuncio lleno de asombro de los primeros discípulos: Jesús ha resucitado. Era verdad, ha resucitado el Señor, como había dicho (cf. Lc 24,34; Mt 28,5-6).

La antigua fiesta de Pascua, memorial de la liberación de la esclavitud del pueblo hebreo, alcanza aquí su cumplimiento: con la resurrección, Jesucristo nos ha liberado de la esclavitud del pecado y de la muerte y nos ha abierto el camino a la vida eterna.

Todos nosotros, cuando nos dejamos dominar por el pecado, perdemos el buen camino y vamos errantes como ovejas perdidas. Pero Dios mismo, nuestro Pastor, ha venido a buscarnos, y para salvarnos se ha abajado hasta la humillación de la cruz. Y hoy podemos proclamar: ‘Ha resucitado el Buen Pastor que dio la vida por sus ovejas y se dignó morir por su grey. Aleluya’ (Misal Romano, IV Dom. de Pascua, Ant. de la Comunión).

En toda época de la historia, el Pastor Resucitado no se cansa de buscarnos a nosotros, sus hermanos perdidos en los desiertos del mundo. Y con los signos de la Pasión –las heridas de su amor misericordioso– nos atrae hacia su camino, el camino de la vida. También hoy, él toma sobre sus hombros a tantos hermanos nuestros oprimidos por tantas clases de mal.

El Pastor Resucitado va a buscar a quien está perdido en los laberintos de la soledad y de la marginación; va a su encuentro mediante hermanos y hermanas que saben acercarse a esas personas con respeto y ternura y les hacer sentir su voz, una voz que no se olvida, que los convoca de nuevo a la amistad con Dios.

Se hace cargo de cuantos son víctimas de antiguas y nuevas esclavitudes: trabajos inhumanos, tráficos ilícitos, explotación y discriminación, graves dependencias. Se hace cargo de los niños y de los adolescentes que son privados de su serenidad para ser explotados, y de quien tiene el corazón herido por las violencias que padece dentro de los muros de su propia casa.

El Pastor Resucitado se hace compañero de camino de quienes se ven obligados a dejar la propia tierra a causa de los conflictos armados, de los ataques terroristas, de las carestías, de los regímenes opresivos. A estos emigrantes forzosos, les ayuda a que encuentren en todas partes hermanos, que compartan con ellos el pan y la esperanza en el camino común.

Que en los momentos más complejos y dramáticos de los pueblos, el Señor Resucitado guíe los pasos de quien busca la justicia y la paz; y done a los representantes de las Naciones el valor de evitar que se propaguen los conflictos y de acabar con el tráfico de las armas.

Que en estos tiempos el Señor sostenga en modo particular los esfuerzos de cuantos trabajan activamente para llevar alivio y consuelo a la población civil de Siria, víctima de una guerra que no cesa de sembrar horror y muerte. El vil ataque de ayer a los prófugos que huían ha provocado numerosos muertos y heridos. Que conceda la paz a todo el Oriente Medio, especialmente a Tierra Santa, como también a Irak y a Yemen.

Que los pueblos de Sudán del Sur, de Somalia y de la República Democrática del Congo, que padecen conflictos sin fin, agravados por la terrible carestía que está castigando algunas regiones de África, sientan siempre la cercanía del Buen Pastor.

Que Jesús Resucitado sostenga los esfuerzos de quienes, especialmente en América Latina, se comprometen en favor del bien común de las sociedades, tantas veces marcadas por tensiones políticas y sociales, que en algunos casos son sofocadas con la violencia. Que se construyan puentes de diálogo, perseverando en la lucha contra la plaga de la corrupción y en la búsqueda de válidas soluciones pacíficas ante las controversias, para el progreso y la consolidación de las instituciones democráticas, en el pleno respeto del estado de derecho.

Que el Buen Pastor ayude a Ucrania, todavía afligida por un sangriento conflicto, para que vuelva a encontrar la concordia y acompañe las iniciativas promovidas para aliviar los dramas de quienes sufren las consecuencias.

Que el Señor Resucitado, que no cesa de bendecir al continente europeo, dé esperanza a cuantos atraviesan momentos de dificultad, especialmente a causa de la gran falta de trabajo sobre todo para los jóvenes.

Queridos hermanos y hermanas, este año los cristianos de todas las confesiones celebramos juntos la Pascua. Resuena así a una sola voz en toda la tierra el anuncio más hermoso: «Era verdad, ha resucitado el Señor». Él, que ha vencido las tinieblas del pecado y de la muerte, dé paz a nuestros días. Feliz Pascua.

LA GRACIA del Martes 18 de Abril de 2017

MARTES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Cristo que ha salido del sepulcro nos saca del nuestro, el Resucitado nos hace resucitar, su voz nos invita a un encuentro de amor con Él.

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LA GRACIA del Lunes 17 de Abril de 2017

LUNES DE LA OCTAVA DE PASCUA
Cristo el Señor se levantó del sepulcro, su lugar ya no está ahí, está junto a la gloria del Padre y es Él quien nos da vida al resucitar.

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LA GRACIA del Domingo 16 de Abril de 2017

SOLEMNIDAD DE LA PASCUA

Hoy en el día de la Resurrección del Señor la Iglesia con ternura y misericordia ofrece la Buena Noticia a todas las naciones con la caridad del que quiere servir.

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Las lecturas de la Vigilia Pascual

Padre, ¿por qué son tantas las lecturas de la Vigilia Pascual? ¿Se supone que hay que hacerlas todas? — AYB

* * *

La Vigilia Pascual es la celebración más antigua, más importante y más solemne de nuestra Iglesia Católica porque apunta al centro y corazón de toda nuestra fe: la victoria de Jesucristo sobre el pecado, el demonio y la muerte. Toda la ceremonia, y no sólo las lecturas, tiene el propósito de ayudarnos a vivir lo que celebramos con la mayor conciencia, gratitud y entrega que sea posible.

Por supuesto, lo central es al resurrección de Jesucristo; pero sin el adecuado contexto, la resurrección misma queda casi reducida a un hecho exótico y aislado que parece más próximo a la fantasía que a la realidad. Es ahi donde tienen su enorme importancia las lecturas cuidadosamente escogidas por la Iglesia. Al ver el camino, el proceso de revelación y salvación, que ha conducido al pueblo de Dios hasta la conciencia de su pecado y la necesidad de ser renovados completamente, los ojos de nuestra mente se disponen para reconocer, hasta donde es posible, el esplendor de la gloria del Resucitado.

Por eso la Vigilia Pascual no es una “misa” más–y por favor, sépase muy bien que cada eucaristía es comunión plena con el sacrificio redentor del Calvario. La Vigilia Pascual quiere conducirnos, más allá de los siglos, las culturas, y las múltiples diferencias que tenemos unos con otros, a fundirnos en el mismo amor poderoso y redentor que proviene de la victoria del Señor. Por eso hay que asistir a esta Vigilia con una gran preparación de alma, con tiempo suficiente, con el corazón sediento de la verdad y el amor que sólo están en el Hijo de Dios, que se ofreció por nosotros en la Cruz.

Es ideal entonces que se proclamen, escuchen y mediten todas las lecturas, con sus respectivos salmos y oraciones. Una buena predicación es importante también para que se vea la conexión que estas lecturas tienen entre sí, y también la que tienen con nuestra vida, nuestro aquí y ahora. Por razones extremas, que me cuesta trabajo imaginar, se pueden hacer menos lecturas, pero hay algunas que son inamovibles: la del Éxodo, que nos une a la Pascua de los judíos, la Epístola de San Pablo, y por supuesto el Evangelio.

Quiera Dios que crezca en todos nosotros el amor por sus misterios y el deseo de celebrarlos con fe, con devoción, con gratitud.

Una vida marcada por la Pascua, 07 de 12: La Pascua de Cristo

7. La Pascua de Cristo

* Hasta ahora hemos visto que la memoria tiene un límite: no es lo suficientemente poderosa para sentir el pasado como algo vivo. Cuando los recuerdos se hacen insuficientes o cuando desaparecen necesitamos ese Espíritu del que dijo Cristo: “Os recordará todo” (juan 14,26). El Espíritu Santo toma la Ley de Moisés y la hace cercana, real y la renueva (Lex Nova). Se necesita por tanto una acción del Espíritu de Dios que sea presente, profunda y permanente. El Espíritu nos mueve (premoción física) y nos pone en la ruta de la obediencia.

* Cabe preguntarse ahora: ¿Por qué “tardó tanto” el Espíritu Santo en llegar? ¿Y dónde entra Jesucristo?

* Recordemos las grandes etapas: 1) Los Patriarcas, 2) Tiempo en Egipto, 3) Peregrinación por el desierto, 4) Entrada en la Tierra Prometida, 5) Samuel, último de los jueces y primer profeta, y quien elige a los dos primeros reyes.

* El continuo drama de los profetas en el A.T. es que los repetidos fracasos los constituyen a ellos mismos en profecías vivientes. La resistencia en el Pueblo Elegido es una especie de constante que une al final al profeta y su profecía. La humillación y el maltrato al inocente son una denuncia, un mensaje grande y eficaz.

* Y por ello se puede decir que lo que resume toda la Pascua de Israel es que ante el horror del maltrato del inocente, el culpable no puede dejar de ver su culpa. La gran palabra de los profetas es su propio dolor. Así se entiende lo que le pasó a Jeremías o a Ezequiel. Los profetas intentan, con su lenguaje de palabras, ser memoria viva de la Alianza, pero no funciona. La alternativa que queda es el silencio y esperar que los culpables despierten de sus malas acciones y al fin vean las consecuencias de sus actos perversos.

* Conviene recordar las estrategias del demonio:

(1) El demonio busca cuáles son tus codicias;

(2) Plantea atajos;

(3) Siembra la gran mentira: elige entre obediencia o felicidad;

(4) Anestesia la conciencia para que no veas las consecuencias del pecado. Con “anestesias” se consigue que los errores y horrores del pecado no se vean o sientan;

(5) Despierta al pecador de la anestesia para que vea sus malas acciones y caiga en desesperación.

* La herencia de los profetas fue su sufrimiento inocente, que sin embargo no produjo resultados inmediatamente visibles. Ellos eran pasos vivientes que acercaban la historia humana al misterio de la Cruz de Jesucristo. Hablamos del Profeta Escatológico, el Santo entre los Santos. La Cruz (Mc 15, 30-31.34.37.39) es el gran despertador para los paganos. La Cruz tiene el efecto de misil que entra en la pared gruesa de nuestra indiferencia. Aquí se ve la relación entre la Espíritu Santo y la Pascua de Cristo.

* El Espíritu Santo es el bálsamo de vida que necesita que el corazón esté abierto (y no amurallado o blindado) para poder entrar. La grieta en la muralla de las justificaciones es la que permite que entre la luz del Espíritu.

* Siguiendo esta analogía vemos que la Pascua de Cristo es la que abre el espacio, mientras que el don del Espíritu es el torrente de luz que entra por la grieta. El descubrir y contemplar la Pasión de Cristo es la mejor manera de avanzar en el camino. Contemplar nuestra lepra y reconocer nuestro pecado es el comienzo de nuestra vida espiritual.

* El don del Espíritu te lleva a decir: Vivir tiene que ser más que sobrevivir. El Espíritu te abre al más de Dios, según San Ignacio de Loyola. Ese más era el santo deseo, el deseo continuo, la insatisfacción de San Vicente de Paul.

* Solamente el corazón roto puede renovarse; es otra manera de resumir esta charla. Quien rompe el corazón es la contrición por la acción del misil de la Cruz de Cristo. Con el corazón entero no se puede llegar al Cielo donde reina un Corazón traspasado. Necesitamos romper el corazón. San Luis Beltrán decía: “rompe y quema aquí para que no tengas que romper Allá;” “si somos Cuerpo de Cristo, no vale ver la Cabeza traspasada y el Cuerpo regalado”.

* La (mi) participación en la Cruz es el pasaporte y salvoconducto para poder entrar en la Gloria. Ser semejante a Cristo es la clave. Por muy difícil que parezca, lo que hacemos es disponernos en nuestra pequeñez y en la aceptación de lo que uno alcanza vivir, y en una infinita confianza, pues la confianza la crucifixión de tu ego, podemos asemejarnos a Cristo.

* Por eso Sta. Teresa del Niño Jesús, cuando hablaba sobre la participación de la cruz, enseñaba que a veces no es necesario que se vea externamente en llagas, heridas, martirios físicos porque el acto de tu confianza es la crucifixión de tu yo. Al Cielo se entra crucificado y la primera crucifixión es la de la confianza. En la confianza entregamos nuestros planes. Es el secreto de todos los santos.

* La Cruz es la que abre la herida en nuestro corazón, una herida que Sta. Rosa de Lima pedía que no se curase. Abiertos los costados del Señor y el mío, ello permitirá que haya transfusión de sangre, de vida y de Espíritu: y de ahí vendrá vida nueva para mí.

Oye, dale más Pascua a tu vida

La vida cristiana está marcada por la Pascua: no dejan de sucedernos contradicciones y sufrimientos pero, unidos a Cristo, con puertas de fecundidad y victoria.

LA GRACIA del Miércoles 30 de Marzo de 2016

MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Jesús sediento es quien nos ofrece bebida, Él sin recibir salario ni alimento es quien nos alimenta y al sufrir en su Pasión, Él mismo alivia nuestros dolores.

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Homilía para el Día de Pascua 2016

El ser humano necesita alegría pero en esto hay engaños; es precisamente fruto de la Pascua mostrarnos dónde está la alegría que no destruye ni decepciona; la clave está en recordar que el Salvador Misericordioso es también el Juez Sapientísimo.

LA GRACIA del Martes 29 de Marzo de 2016

MARTES DE LA OCTAVA DE PASCUA

La Pascua es la fuerza vital que nos lleva hacia una vida nueva, a detestar el pecado y a inaugurar el mundo nuevo que ya tuvo su comienzo en el Resucitado.

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LA GRACIA del Lunes 28 de Marzo de 2016

LUNES DE LA OCTAVA DE PASCUA

El Espíritu Santo que resucita a Cristo es el mismo que nos da vida nueva, vida de resucitados, de renacidos, de redimidos; de modo que no somos más esclavos de nuestros pecados.

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Mensaje de Pascua 2016

Uno de los aspectos más impactantes de la Pasión de Cristo es la soledad. En su Pasión, Cristo es el “abandonado” de todos: de Dios, a quien ruega con poderoso clamor y lágrimas; de sus amigos, que le han traicionado; del sistema legal romano, que todavía hoy es considerado como una fuente de inspiración y un punto de referencia para nuestra cultura occidental. Solo y despojado, incluso de sus vestidos y de su dignidad, Cristo nos cuestiona en su silencio y su profunda aceptación de un desenlace horroroso, que tiene su culminación en la muerte en la Cruz.

En la Última Cena los apóstoles le habían preguntado casi con angustia: “¿Adónde vas?” Pedro aseguró que iría con él adonde fuera. Los judíos habían preguntado antes: “¿Adónde piensa ir?” Esa idea de movimiento es cautivante; la Pasión es algo así como una peregrinación que lleva a la Humanidad o también a la Divinidad, por sendas ignotas e inéditas. Todo se aclara sin embargo, cuando recordamos que Cristo había dicho que su misión era ir en busca de las ovejas perdidas. Vemos a Cristo despojado y solo porque lo estamos viendo desde nuestro ángulo; desde nuestras certezas; desde nuestra manera de ver el mundo, según la cual, si yo estoy bien no hay necesidad de que las cosas cambien. Muy distinta es, desde luego, la historia que cuentan los que ven con angustia que sus cosas van muy mal; para estos tales, sólo hay una posibilidad: suscitar un cambio, un movimiento, una sacudida.

Y por eso Cristo, el Crucificado, está en movimiento, aunque su cuerpo esté anclado con toda crueldad y dureza al madero de la Cruz. Físicamente está constreñido, pero su amor, su plegaria y el relato de drama vencen las distancias y alcanzan a tantos que se sienten despojados, como él, y solos, como él, y oprimidos, como él.

De modo que Cristo está limitado y a la vez sin límites; resulta que en la Cruz, donde poquísimo puede moverse, es donde su historia y su amor se lanzan con vigor incontenible, al encuentro de los preteridos, los marginados, los que no importan, los que nunca han contado en las estadísticas serias y solemnes de los potentados del mundo. Y por esta bella ironía, que vence lo estático de la Cruz con lo dinámico del amor, se hace realidad otra paradoja: allí donde parece más solo, Él se ha convertido en dulcísima compañía de millones y millones que entienden sus lamentos, así como Él sabe leer en los surcos de las lágrimas de ellos.

Es verdad entonces que la victoria del amor será perfecta sólo con la Resurrección pero también es cierto que esa victoria ya empezó en la Cruz. Bien se cumple aquí que es la noche la que nos da ojos para celebrar el nuevo día; es el amor del Crucificado el que abre espacio de victoria de Dios en nuestro corazón para proclamar la gloria de la Pascua.

Desde el corazón de Aquel que nos amó primero, ¡Feliz Pascua para todos!

LA GRACIA del Domingo 27 de Marzo de 2016

DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

¡Hemos sido amados hasta el extremo! El hecho de que el Crucificado haya resucitado es el cimiento firme de nuestra fe, de nuestra esperanza y de nuestro amor.

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