Entrevista en los 25 años de vida sacerdotal

Estas son algunas de las preguntas, desde lo más formal hasta los más casual:

Cuál es la renuncia más difícil que ha tenido que hacer en su vida Sacerdotal.

De todos los lugares a donde ha viajado, cual es el que más le gustó y porque?

Algunas prédica debió ser suspendida a mitad de camino?

Porque sacerdote dominico?

Cuantas veces ora al día?

Con quien se confiesa?

Alguna vez tuvo novia?

Como sería la novia ideal?

Ha sentido cerca la muerte? Le teme a la muerte?

Le gusta bailar y es buen bailarín?

Cuando duerme sueña?, puede contarnos algún sueño?

Le tiene miedo a algo? A que?

De acuerdo con tu experiencia ¿Qué tipo de personas son las que más presentan resistencia a la evangelización?

¿Cómo mostrarle a Dios a los jóvenes de hoy

¿Qué fue lo más difícil de abandonar para darle el sí definitivo a Dios?

Qué rutina tienes antes de un viaje de misión.? Haces oración, comes algo?

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Bodas de Plata Sacerdotales

Doy gracias a Dios: sin mérito mío, por su sola bondad y para servirle a Él y a su pueblo santo, el 21 de marzo de 1992 recibí la ordenación sacerdotal.

Para quienes puedan asistir, el martes 21 de marzo de 2017, junto con mi querido hermano de comunidad, Fr. Omar Orlando Sánchez Suárez, celebraré estos 25 años de gracia y de tantas ocasiones de servicio, en la Eucaristía de 6:15 PM en el Convento de Santo Domingo, en Bogotá: Carrera 1 # 68-50.

Bien conscientes somos de tantas limitaciones que por la fragilidad humana han acompañado estos años. Como lo pedimos para todos los sacerdotes, también para nosotros: ¡Por favor, sus oraciones!

Artífices de unidad

Somos conscientes de que el tiempo que vive nuestra Iglesia Católica está marcado por tensiones e incluso divisiones. Con facilidad el lenguaje se vuelve agresivo, descalificador y crispado.

Es evidente también que las dificultades doctrinales y disciplinarias que están detrás de esas tensiones no se van a resolver en poco tiempo, por lo que es preciso preparar el corazón para un proceso largo, que pide fe, paciencia y gran amor a Cristo y a la Iglesia.

Por eso puedo decir que el lenguaje de “cisma” no ayuda a resolver ni siquiera eso mismo que quiere denunciar. Propongo un ejemplo: el caso de una pareja que está pasando por una crisis fuerte. Abundan las peleas y cada uno se concentra cada vez más en el modo de ganarle las discusiones al otro, o aún peor: cómo herirlo. ¿Ayuda en ese ambiente que, cada vez que logran sentarse a hablar, el esposo empiece siempre diciendo algo como: “Llevamos tres semanas y cuatro días insultándonos;” para luego decir a la mañana siguiente: “Llevamos tres semanas y cinco días insultándonos”? Lo que está diciendo es verdad pero ¿ayuda a mejorar las cosas?

Lo que quiero destacar es precisamente eso: no todo lo que es verdad ayuda por el solo hecho de ser verdad. No es difícil encontrar ejemplos en que la repetición de una verdad se convierte en un arma arrojadiza, útil para herir, y nada más. Así por ejemplo una mujer casada puede recordarle al esposo los detalles de las infidelidades que él ya ha confesado y que supuestamente ella ya le ha perdonado. Y al hablar así ella está diciendo la verdad pero a la vez está usando la verdad para lastimar y destruir.

El desafío que tenemos entonces los católicos es inmenso. No podemos ceder en el terreno de cuál es la verdad de nuestra fe, ni cuál es la verdad del matrimonio, ni cual es la verdad de la Eucaristía. En eso no podemos ceder. Pero a la vez, hemos de cuidarnos de no convertir la doctrina sana en un arma de soberbia, agresión o humillación.

De aquí la importancia de la oración perseverante: esa que implora y logra del Cielo que haya la claridad y la caridad en todos, pero principalmente en nuestros legítimos pastores, empezando por el Papa Francisco.

En cuanto a los temas dudosos, lo mejor es afirmar con sencillez algo como esto: “La doctrina de la Iglesia ha sido muy clara sobre esos temas. Si el Papa de verdad quiere cambiar algo en lo que se ha dicho tan claramente en encíclicas como Familiaris consortio, o como se lee en el Catecismo de la Iglesia, tendrá que decirlo expresa y unívocamente porque una orden ambigua no obliga.” Y parar ahí. Y no ir más allá ni más acá. Y volver a orar, y ofrecer caridad, escucha, amor de comprensión a todos, sin movernos un milímetro de la sana enseñanza que la Iglesia nos ha dado desde siempre.

Mis oraciones están siempre con ustedes.

31 años de profesión religiosa

El pasado 2 de febrero cumplí 31 años de haber profesado como religioso dominico; un tiempo después, el 21 de marzo de 1992, recibí la ordenación sacerdotal.

De vez en cuando es bueno gritar con gozo al mundo, lo que es verdad y llevo dentro: “¡Soy feliz! ¡Estoy infinitamente agradecido con Jesucristo, con la Iglesia y con mi Orden Dominicana!” No soy ciego. Veo problemas e incoherencias, sobre todo en mí mismo, pero “¿cómo pagaré al Señor por todo el bien que me ha hecho?”

Es importante que el caudal de malas noticias y el ruido de tantos escándalos no opaquen la belleza de la gracia y la serenidad de la música del amor de Dios.

Miremos esta vida como una inmensa oportunidad para aprender de Quién somos y hacia Quién vamos, y para convocar con ejemplos, palabras y obras, a los más que podamos, para que todos conozcan, alaben, amen y obedezcan a Cristo Señor.