Des-escalar

Verbo importante en esta etapa de la pandemia: des-escalar. Y todos los que lo usan nos advierten: No se trata de volver a lo que solíamos llamar “normalidad.” Algunos hablan incluso de la necesidad de una “nueva normalidad”… Yo trato de preguntarme cómo se conjuga cada una de esas ideas “en cristiano.”

Por ejemplo: ¿qué tal si en la “nueva normalidad” conservamos, así fuertes, los lazos familiares que muchos me cuentan que han redescubierto?

¿Qué tal si en la “nueva normalidad” afianzamos y cuidamos los ritmos de oración que han crecido en estos días de mayor recogimiento y silencio?

¿Qué tal, si en esa des-escalada conservamos el buen humor, ese que muchos veces nos ha hecho sonreír o reír a carcajadas en estos días?

¿Y qué tal si esa virtud huidiza, la esperanza, que muchos cristianos han visto crecer y han ayudado a crecer en estos días, la conservamos y cultivamos aún con más fuerza en la “nueva normalidad”?

Dejo esas inquietudes y propuestas, mis hermanos.

La Iglesia ante las autoridades civiles en tiempos de COVID-19

Varios lectores nos han preguntado sobre la actitud de la Iglesia ante las autoridades civiles en tiempos de COVID-19.

* * *

Me apoyo en un escrito de mi amigo sacerdote, P. Leandro Bonnin, porque comparto su punto de vista:

En medio de situaciones difíciles, volver a las fuentes de la doctrina católica nos trae siempre claridad y paz. Nos ordena, nos serena, nos provoca y nos “aguijonea” a ser mejores.

La situación actual, en la cual las Misas celebradas en las parroquias no pueden contar por ahora con la presencia de los fieles ha suscitado diversas manifestaciones y expresiones, sobre todo en las redes sociales.

Algunos fieles han mostrado su anhelo de participar en la Santa Misa con pedidos virtuales dirigidos a las autoridades civiles y -este es el caso al que me quiero referir- a los obispos. A su vez, algunos obispos han respondido públicamente a esta petición, al igual que algunos sacerdotes.

Mi opinión personal, en concordancia con lo que enseña el Código de Derecho Canónico y el Catecismo de la Iglesia Católica, se resume en lo siguiente:

# Que los bautizados tienen derecho a los sacramentos si los piden razonablemente y con las debidas condiciones (c. 213)

# Que los fieles laicos “tienen el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestar a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores y habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas.” (c. 212 .3)

# Que los pastores debemos, en este contexto difícil, hacer lo posible para brindarles “asistencia espiritual” […]

# Que por el momento y teniendo en cuenta que en [nuestros países] no están permitidos los eventos no sólo religiosos, sino también culturales, recreativos y deportivos, no estamos -al menos no aún- en una situación de “persecución religiosa”. Tampoco se nos está privando del ejercicio del derecho de la Libertad religiosa, al menos que yo sepa. Los eventos religiosos que impliquen congregar fieles “caen” bajo la misma regulación que todos los demás eventos, no se nos impide reunirnos por motivos de fe sino por una medida sanitaria más amplia.

Lo que me permito sugerir a los fieles –en relación a los obispos y sacerdotes- y también me atrevo a sugerir a mis hermanos sacerdotes y a los obispos –aunque no sé si alguno me leerá, 😉 – es que evitemos los JUICIOS TEMERARIOS.

¿Qué son estos juicios?

El catecismo dice que “se hace culpable de de JUICIO TEMERARIO el que, incluso tácitamente, admite como verdadero, sin tener para ello fundamento suficiente, un defecto moral en el prójimo” (2477)

Tal vez me equivoco, tal vez estoy cayendo yo en esto que señalo, pero en algunos textos y mensajes –tanto de fieles como de pastores- me parece ver algo de “juicio temerario”: suponer o dar a entender sin fundamento suficiente que el otro “hace tal cosa” porque “es esto o aquello”. No voy a poner ejemplos, que ustedes podrán inferir.

A mis hermanos laicos, los animo a ayudar a los sacerdotes a descubrir cómo ejercer ese ministerio de “asistencia espiritual” en el marco de la actual normativa.

A mis hermanos sacerdote, los animo a que pidamos a Dios el don de la creatividad para que sin descuidar la salud de nadie hagamos lo posible para atender a nuestros fieles. Para que ellos -nuestros fieles, los que nos sostienen con su oración, los que nos sostienen económicamente, los que trabajan “a la par nuestra”, los que le “ponen el pecho” a la experiencia difícil de ser cristiano hoy- no se queden con la sensación de que su reclamo no nos “hace mella” porque “sabemos por qué lo hacen”. Y mucho menos lleguen a sentir que los juzgamos o los condenamos.

Como siempre, ojalá que esta situación, incluso teniendo puntos de vista diversos, sea una oportunidad para que nuestros hermanos no creyentes puedan ver al Pueblo de Dios -fieles y pastores- y decir “miren como se aman”.

No podemos vivir de eucaristías virtuales, expresa Arzobispo

“…“Estamos en conversación con las autoridades nacionales para abrir los templos y en grupos reducidos, con las precauciones sanitarias tanto personal como ambiental, poder celebrar los sacramentos. Sin duda, será una gran oferta de sanación para muchísimos cristianos”, afirmó el Arzobispo, que animó a celebrar los sacramentos lo antes posible, cuando se termine la cuarentena por el coronavirus COVID-19…”

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El sentido “práctico” no riñe con un auténtico sentido “espiritual”

Hay quienes hablan y actúan como si la gravedad de los hechos que vivimos, a nivel mundial, tuviera que paralizar, no solo la economía, sino toda otra actividad que no sea investigar quién hizo el virus y qué hay detrás de las leyes promulgadas con motivo de este pandemia. Quienes así piensan intercambian mensajes con información altamente clasificada que “se filtró” y que permite–curiosamente–confirmar los más oscuros miedos. Así se instala un sistema que se retroalimenta: más noticias producen más pánico que a su vez reclama nuevas noticias. Y si las noticias no parecen confirmar lo que aquellos piensan, entonces es que “el gobierno no quiere que se sepa…”

Desde el principio he considerado que esa actitud no solo causa grave daño psicológico y espiritual sino que es muy poco práctica. Supongamos que el virus fue diseñado en un laboratorio de Wuhan, a media cuadra del mercado húmedo de la ciudad. ¿Qué se supone que debo hacer yo? ¿Denuncio al gobierno chino ante la ONU? ¿Cómo se traduce esa información (que es simplemente imposible de verificar) en acciones que transformen mi vida o hagan mejor la vida de las personas que están cerca a mí, sobre las que definitivamente SÍ tengo alguna influencia, para bien o para mal? La actitud cuasi-paranoica de los “investigadores aficionados,” por darles un nombre, no produce mucho más que… más cuasi-paranoia.

Frente a esa actitud “paranoica” yo, lo mismo que muchos otros amigos católicos, he tomado la actitud que llamo “constructiva,” y que se resume en estas tres frases:

1. Yo no necesito saber el origen del virus para entender que SIEMPRE estoy llamado a mi conversión, a hacer más oración y a buscar medios reales para apoyar y ayudar a los demás: se llama amor a Dios y al prójimo.

2. Si el demonio, o el Nuevo Orden Mundial, o quien sea, ha planeado esto para desgracia nuestra, nuestra respuesta es crecer tanto en fe y tanto en amor, que los poderes de las tinieblas entiendan que con nosotros FRACASARON.

3. La fe cristiana ha demostrado ser una fuerza incontenible que transforma las dificultades en oportunidades, y las limitaciones en renovaciones. ¿Qué es entonces lo bueno de este tiempo extraño en que estoy viviendo? ¿Qué tiempo me dolería, en el futuro, como tiempo perdido si no aprovecho este momento que Dios me concede?

¿Qué hiciste durante la cuarentena?

Un ejercicio de reflexión personal

21 preguntas. Señala con una X todas las posibilidades que aplican:

___ Hice más oración personal y familiar.

___ Critiqué casi todos los días a los obispos porque me parece que no han debido cerrar las iglesias.

___ Busqué cómo evangelizar por Internet.

___ Investigué a profundidad cuál era el país culpable de todas estas muertes y desgracias.

___ Hice unas cuantas lecturas, muy buenas, que tenía aplazadas desde hacía tiempo.

___ Gasté bastantes horas entendiendo cómo el Nuevo Orden Mundial (NOM) nos quiere dominar a todos.

___ Tuve conversaciones más profundas y reposadas con mi propia familia.

___ Hice un curso virtual que me va a servir mucho. ¡Había muchos cursos gratis en la cuarentena!

___ Miraba todos los días, en todos los noticieros, las estadísticas de contagios y muertes.

___ Hice oración con otras personas, amigos y conocidos, a través de ZOOM o de otros medios.

___ Me dolí todos los días de la falta de iniciativa de unos cuantos sacerdotes que conozco.

___ Aproveché para fortalecer un idioma que estoy aprendiendo. Usé YouTube, algunos podcasts u otras herramientas.

___ Hice un cuadro explicativo, muy completo, con todas las teorías sobre quién está detrás del COVID-19.

___ Me alimenté de manera más saludable y, por fin, ¡a las horas debidas!

___ La verdad, me fui hundiendo en el pánico y la tristeza.

___ Aproveché para enviar mensajes de aliento y esperanza a médicos y enfermeras que conozco. ¡Son unos héroes!

___ Hice varios maratones de películas, hasta que me ardían y se me cerraban los ojos.

___ Hice unas cuantas penitencias, por mi conversión, por la Iglesia y por el mundo entero.

___ Me quedaba horas pensando cuándo terminaría de precipitarse el fin del mundo.

___ Pude hacer algunas donaciones online para mi parroquia y para otras causas nobles.

___ Difundí testimonios de conversión, aprovechando que este tiempo ayudó a muchos a reflexionar.

¿Cuáles serán tus respuestas?

[Si quieres descargar este Ejercicio de Reflexión Personal en formato PDF, haz clic aquí.]

Planned Parenthood no comparte sus recursos médicos para salvar vidas

“A pesar de las garantías del gobernador Andrew Cuomo de que todo está bien, las enfermeras informan de que una grave escasez pone en riesgo sus vidas, y se ha hecho un llamamiento nacional a la acción, pidiendo donaciones de equipo para salvar vidas. Una organización que no responde a la llamada es Planned Parenthood, que parece insistir en que mantener su equipo de protección personal para eliminar vidas sin interrupción es más importante que ayudar a quienes intentan salvar vidas aún riesgo propio…”

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Una oración para estos momentos

Para tiempo de pandemia, la Congregación para el Culto Divino nos propone esta plegaria:

“Dios todopoderoso y eterno, refugio en todo peligro, vuelve tu mirada hacia nosotros que con fe te imploramos en la tribulación y concede el descanso eterno a los difuntos, el alivio a los que lloran, la salud a los enfermos, la paz a los que mueren, la fuerza a los trabajadores de la salud, el espíritu de sabiduría a los gobernantes y el ánimo de acercarse a todos con amor para glorificar juntos tu santo nombre”.

Publicaciones recientes, para estos tiempos de epidemia

Estos son algunos videos recientes que te pueden ayudar desde el punto de vista emocional, espiritual y también práctico, en estos tiempos de pandemia:

Papa Francisco bendijo al mundo y dio indulgencia plenaria ante coronavirus

“El Papa Francisco presidió este viernes 27 de marzo un momento extraordinario de oración por la pandemia del coronavirus en el que impartió la bendición Urbi et Orbi, a Roma y el mundo, con la posibilidad de los fieles de obtener indulgencia plenaria. El Santo Padre presidió la oración desde el atrio de la Basílica de San Pedro, en medio de la lluvia y ante una plaza vacía, debido a las medidas de seguridad que las autoridades italianas han dispuesto para superar la emergencia sanitaria…”

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El mensaje del Papa Francisco frente a la pandemia

* Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que los Discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta. En esta barca, estamos todos.

* Jesús, después de calmar las aguas, se dirige a los Discípulos: ¿Por qué tienen miedo? ¿Acaso no tienen fe?

* La tempestad desenmascara nuestra debilidad.

* Nos hemos mantenido imperturbables, pensando mantenernos sanos en un mundo enfermo.

* En tiempos de sufrimiento, entendemos el llamado de Jesús .que todos sean uno.

* La oración y el servicio silencioso son nuestras armas.

* Jesús trae serenidad en nuestras tormentas.

* En su cruz hemos sido salvados; tenemos un timón.

* Abrazar su cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades de nuestro tiempo.

* Abrazar al Señor es abrazar la Esperanza.

BREVÍSIMA CATEQUESIS SOBRE LA BENDICIÓN DE HOY 27 DE MARZO

¿Qué significa la bendición “Urbi et Orbi”?

“Urbi et Orbi” son palabras en latín que significan: “para la ciudad (Roma) y el mundo.” En la actualidad es la bendición más solemne que imparte el Papa, y solamente él, tanto a su diócesis propia (Roma) como a todo el mundo.

¿Cuándo se imparte esta bendición?

El Papa concede de modo ordinario esta bendición siempre en dos fechas: el Domingo de Pascua, y el día de Navidad. Es excepcional que el Papa Francisco ha querido dar su bendición propia este 27 de Marzo de 2020. Siempre se concede la bendición desde la Plaza de San pedro, en el Vaticano.

¿Qué es una indulgencia plenaria, ya que, según se dice, el Papa la otorga este 27 de Marzo?

Según el Derecho Canónico, el derecho de la Iglesia, la indulgencia es “la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia.”

¿Es decir que no reemplaza a la confesión sacramental?

No la reemplaza. De hecho, es parte de las condiciones para recibir la indulgencia plenaria.

¿Cuáles son estas condiciones?

1. El Papa ha querido que la indulgencia plenaria alcance a los afectados por el COVID-19 y sus familiares, a quienes se exhorta a ofrecer sus dolores e incomodidades. La misma indulgencia se extiende también a todos los que se unan con el Papa en oración para implorar el fin de la epidemia, el alivio de los afligidos y la salvación eterna de los que el Señor llame a la eternidad por causa de esta epidemia.

2. Quienes deseen recibirla han de prepararse con la confesión sacramental o realizarla pronto. Si ello no es posible, hacer actos de contrición, tan perfectos como sea posible, aborreciendo el pecado en cuanto ofensa a Dios. Y si no hay confesión sacramental próxima, es preciso hacer “votum confessionis”: propósito firme y determinado de confesarse en cuanto ello se pueda, diciendo ene sa confesión todos los pecados graves.

3. Unirse espiritualmente a través de los medios de comunicación (televisión, radio, Internet) a la oración del Papa.

4. Participar de la Santa Misa, incluso si solo es posible a través de medios de comunicación, en directo.

5. Rezar el Santo Rosario o el Viacrucis.

6. Rezar el Credo, el Padrenuestro y una oración a la Virgen María, por todas las intenciones del Papa.