Convéncete: cuando se trabaja por Dios, no hay dificultades que no se puedan superar, ni desalientos que hagan abandonar la tarea, ni fracasos dignos de este nombre, por infructuosos que aparezcan los resultados.
¡Serenidad!, ¡audacia! Desbarata con esas virtudes la quinta columna de los tibios, de los asustados, de los traidores.
No te lanzas a trabajar en esa empresa sobrenatural, porque -así lo dices tú- tienes miedo a no saber agradar, a hacer una gestión desafortunada. -Si pensaras más en Dios, esas sinrazones desaparecerían.
A veces considero que unos pocos enemigos de Dios y de su Iglesia viven del miedo de muchos buenos, y me lleno de vergüenza.
¿Miedo?: es propio de los que saben que obran mal. Tú, nunca.
Hay una cantidad muy considerable de cristianos que serían apóstoles…, si no tuvieran miedo. Son los mismos que luego se quejan, porque el Señor -¡dicen!- les abandona.
Hay unos modos de obrar tan prudenciales que, en una palabra, significan pusilanimidad.
[Predicación a jóvenes de confirmación en la Parroquia de María Reina, en Puerto Azul, Guayaquil. Septiembre de 2014.]
* Cuatro parecen ser las grandes búsqquedas y anhelos de los jóvenes en nuestro tiempo: amistad, amor (pareja), libertad y felicidad.
* Pero esas búsquedas son arduas a veces, y generan tensión, frustración e incluso miedo: una forma de miedo que se acumula como un lago en lo profundo del corazón, y que puede aflorar como agresividad.
* A esta agresividad confluyen también las numerosas presiones que sufren muchos jóvenes por las expectativas familiares, y también la sensación de engaño que muchos experimentan ante las promesas incumplidas de la sociedad en general, y de la publicidad en particular.
* Cristo cambia ese panorama, mostrándose como verdadero amigo, elevando la dignidad del hombre y la mujer, otorgando genuina libertad y dando razones para una felicidad de sólido cimiento.
[Predicación en la Asamblea Regional de la Renovación Carismática en Aragón, Octubre de 2012.]
Tema 3 de 3: Jesús y la Cruz
* Una lectura atento a los Evangelios descubre pronto la notable frecuencia del término “miedo” y sus sinónimos o derivados. Miedo tienen los discípulos, las autoridades, la gente. Miedo ante el demonio, ante lo desconocido, ante el abuso del poder, ante la fuerza de las multitudes, y sobre todo: miedo ante la muerte.
* Hay que recordar que hay un buen uso del miedo. De hecho el santo temor de Dios, que es primeramente temor a ofenderlo, es principio de sabiduría y de recto ordenamiento de la vida. por eso también dice Cristo que quiere enseñarnos “a quién hay que temer,” y pasa hablarnos de Dios como único de quien depende nuestro destino eterno.
* Sobre la base de conocer quién es el que merece honor, reverencia y obediencia, el discípulo de cristo experimenta libertad. Lo máximo que pueden hacer los poderosos termina con la muerte, pero la muerte misma no es última palabra, y ello lo demuestra Cristo no con teorías sino con su propia victoria sobre la muerte.
* Los que creemos en la resurrección gozamos de un principio de valentía que ya se ha hecho valer muchas veces, sobre todo en las vidas de los mártires y de quienes se han desgastado por el Evangelio.
[Predicación en la Asamblea Regional de la Renovación Carismática en Aragón, Octubre de 2012.]
Tema 2 de 3: Elías y la retama
* El capítulo 19 del Primer Libro de los Reyes nos cuenta un momento dramático en la vida del profeta Elías. El contexto es este: era rey Ajab pero quien en realidad movía los hilos y tenía el poder era su esposa, Jezabel, y esta perversa mujer era idólatra desde el fondo de su alma. Le fastidiaba a ella la religión de Yahvé porque consideraba que los baales bastaban y sobraban para buscar y tener una vida segura, próspera y fecunda.
* Por eso mismo, Jezabel odiaba a Elías, mucho más después de que Elías había dejado en ridículo a Baal en la confrontación del Monte Carmelo, y después había mandado a ejecutar a los falsos profetas, en número de varios centenares.
* Perseguido por el odio de Jezabel, Elías huye al desierto. Se queda solo, incluso sin su criado, y así en soledad alcanza a avanzar una jornada. Pero sus fuerzas se agotan, y al final se tumba bajo una retama. Su primer sueño no es descanso sino renuncia a vivir: se desea la muerte.
* Dios le da nuevas fuerzas. Es la imagen de lo que hace la fe en nosotros. Más allá de nuestras expectativas, recursos y fuerzas, allí está el Señor, y lo mismo que a Elías, primero nos alimenta para restaurarnos, y luego nos alimenta para enviarnos a renovar la alianza.
* Y por eso hay que identificar nuestras “retamas,” es decir, aquellos escondites donde empezamos descansando y terminamos renunciando a la tarea del Evangelio. No olvidemos que el mundo nos quiere bien distraídos y bien entretenidos para que seamos sólo consumidores pasivos.
* Destáquese también el hecho de que la soledad no permite evangelizar. En soledad, uno logra conservar algo de la fe, pero sólo por un tiempo, y sin pasar la antorcha a otros. El camino de restauración será siempre el encuentro renovado con el Señor y con la comunidad.
[Predicación en la Asamblea Regional de la Renovación Carismática en Aragón, Octubre de 2012.]
Tema 1 de 3: Moisés y el faraón
* Bajo el lema “Renuévame por dentro con espíritu firme” (del Salmo 51) celebramos la Asamblea Regional. En esta ocasión queremos enfatizar en ese “espíritu firme,” pues entendemos que el mundo nos quiere acomplejados, encogidos, encerrados.
* Los capítulos 3 al 5 del Éxodo nos presentan la vocación y el comienzo de la misión de Moisés. En él nos reconocemos fácilmente. Es un hombre bueno pero se siente abrumado ante la perspectiva de enfrentar al faraón.
* Y hay motivo para ello: el faraón actúa como un dios, y pide reconocimiento divino. Se le nota en que pretende disponer de vidas humanas. Lo cual da una clave: aquel o aquello que pretende poder absoluto sobre la vida del hombre está tomando el lugar del faraón. Y lo mismo que Moisés ante su faraón, nosotros tendemos a acobardarnos ante nuestros faraones.
* Aquellos que empujan en la anti-cultura de la muerte nos atemorizan con su arrogancia, nos confunden con sus especiosos argumentos, nos atemorizan con sus leyes de hombres. Por eso necesitamos el camino que Moisés recorrió, y ser sanados de lo que él fue sanado.
* Con Moisés, Dios siguió una sencilla terapia en tres pasos: (1) Una certeza: “El Señor está contigo;” (2) Le obliga a enfrentar su miedo, primero en lo pequeño y después en lo grande: así por ejemplo, cuando primero el cayado de Moisés se vuelve una serpiente, le manda: “¡Agárrala por la cola!”; (3) Le muestra cómo el faraón es sólo otro ser humano, y de victoria en victoria, consolida la fe de Moisés.