Recordemos a los Mártires Jesuitas del Brasil

Cuarenta mártires jesuitas, 1570

Antonio Rumeu de Armas nos muestra cómo ese mismo espíritu se manifestó en La expedición misionera al Brasil martirizada en aguas de Canarias (1570). En efecto, el general de la Compañía de Jesús, San Francisco de Borja, en 1566, envió al Brasil como visitador al jesuita portugués Ignacio de Azevedo, que partió con siete compañeros. En los dos años que duró la visita, pudo el padre Azevedo comprender la magnitud de la empresa misional que la Compañía había iniciado en el Brasil, y volvió a Europa para buscar más religiosos.

Tanto el General de la Compañía como el papa Pío V -que le obsequió con una copia del retrato de la Virgen, atribuido a San Lucas-, apoyaron cordialmente los planes de Acevedo. Pronto pudo éste reclutar sesenta y nueve voluntarios, diez españoles y los demás portugueses, que partieron en junio de 1570 en una flota de siete galeones.

El grupo más numeroso, compuesto de cuarenta y cuatro jesuitas, iba en la nao Santiago con el padre Azevedo. Otros veinte, con el padre Pedro Días, embarcaron en la nave almirante, que conducía al nuevo gobernador, don Luiz de Vasconcellos. Y el resto de los jesuitas navegó, con el padre Francisco de Castro, en el navío Os Orfâos. Separada la nave Santiago de las otras dos naves, con objeto de llevar unas mercancías a las Canarias, en las inmediaciones de estas islas fue atacada por una flotilla francesa, capitaneada por un calvinista siniestro, Jacobo de Sores, pirata muy experimentado y cruel, apóstata de la Iglesia. Al grito de «¡mueran los papistas, que van a sembrar la falsa doctrina en el Brasil!», desembarcaron en la nao Santiago los corsarios.

El primero en ser acuchillado fue el padre Azevedo, que abrazado a la imagen de la Virgen de San Lucas, flotó largo tiempo en el mar sin hundirse, ya muerto. Un pariente lejano de Santa Teresa de Jesús, Francisco Pérez Godoy, animaba a sus compañeros con palabras escuchadas en el noviciado a su maestro, el padre Baltasar Alvarez: «¡No degeneremos de los altos pensamientos de hijos de Dios!».

Con ellos murieron los navarros Juan de Mayorga, hermano coadjutor de unos cuarenta años, pintor, y Esteban de Zudaire, también hermano, así como toda la expedición de misioneros. El joven Simâo de Acosta, de dieciocho años, que no vestía aún el hábito religioso, se declaró a gritos hijo de San Ignacio, alcanzando así la palma del martirio, y también un incógnito portugués del Santiago, completó voluntariamente con su vida el número de los cuarenta mártires de Cristo.

Santa Teresa de Jesús, por estos días -julio de 1570-, aseguró a su confesor, el padre Baltasar Alvarez, que había visto a los mártires «entrar en el cielo vestidos de estrellas y con palmas victoriosas». Desde entonces, efectivamente, los misioneros Nóbrega, Anchieta y tantos otros, tuvieron en el cielo cuarenta intercesores especiales, aquellos jesuitas que por la evangelización del Brasil habían ofrendado sus vidas. Fueron beatificados los cuarenta en 1854.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

Himno para un Mártir

PALABRA DEL SEÑOR YA RUBRICADA.

Palabra del Señor ya rubricada
es la vida del mártir, ofrecida
como prueba fiel de que la espada
no puede ya truncar la fe vivida.

Fuente de fe y de luz es su memoria,
coraje para el justo en la batalla
del bien, de la verdad, siempre victoria
que, en vida y muerte, el justo en Cristo halla.

Martirio es el dolor de cada día,
si en Cristo y con amor es aceptado,
fuego lento de amor que en la alegría
de servir al Señor es consumado.

Concédenos, oh Padre, sin medida,
y tú, Señor Jesús crucificado,
el fuego del Espíritu de vida
para vivir el don que nos has dado.

Amén.

La mártir de Coyoacán

“El domingo 30 de diciembre de 1934 murió María de la Luz Camacho en el atrio de la parroquia de san Juan Bautista, en la villa de Coyoacán de la ciudad de México. Murió mártir, al defender la Iglesia y la Fe, balaceada por sus verdugos. Murió con los brazos abiertos en cruz al tiempo que gritaba, con inusitado valor en una señorita de 27 años de edad que se enfrenta a furibundos verdugos anticlericales, las últimas palabras que pronunciaron sus labios: ¡Viva Cristo Rey!…”

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«La sangre de los mártires es la semilla de la Iglesia»

“«Los mártires son, como todos los cristianos, ciudadanos del cielo. Son los vencedores con Cristo del combate entre la luz y las tinieblas. Y son, como dice Jesús en el Evangelio, quienes han visto a Satanás caer del cielo como un rayo». Con este cariz, principio y fin de una vida entregada a Cristo por amor, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, SJ, obispo auxiliar de Madrid, ha inaugurado la mesa redonda Entre fuerza y debilidad, los mártires cristianos de hoy y la paz, celebrada en el Círculo de Bellas Artes y encuadrada en el Encuentro Internacional Paz sin Fronteras, organizado la Comunidad de Sant’Egidio y el Arzobispado de Madrid…”

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Así se muere por Cristo

“Cuando los milicianos [del lado republicano, en la Guerra Civil Española] tomaron el hospital y apresaron a Pilar Gullón Yturriaga y a sus dos compañeras –Octavia Iglesias Blanco de la Cela y Olga Pérez-Monteserín Nuñez– les ofrecieron la libertad si renunciaba a su fe, pero se negaron en rotundo y, entonces, las fusilaron en un descampado anejo a la casa donde estaban retenidas en Pola de Somiedo (Asturias) el 28 de octubre de 1936. «Mi tía no murió al instante, se incorporó y dijo: “No estoy muerta del todo. ¡Viva Cristo Rey!” y una miliciana se acercó y la remató», cuenta a Alfa y Omega Manuel Gullón, sobrino de Pilar, promotor de la causa de las tres mártires y presidente de la Fundación Mártires de Astorga –formado por Manuel, sus cinco hermanos y los sucesivos obispos de Astorga–…”

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LA GRACIA del Lunes 17 de Junio de 2019

Preguntémonos ¿Dónde están nuestras marcas? ¿Qué es lo que hemos perdido por Cristo? ¿Cuáles son nuestras señales de que somos en verdad discípulos del Señor?.

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La misionera española asesinada en África fue «víctima de la brujería»

«En esta zona ubicada al oeste del país, en la frontera con Camerún, hay minas de diamantes y personas que utilizan la brujería. Ellos creen que la sangre fresca, incluso de los seres humanos, les trae suerte en la búsqueda de estas piedras preciosas», indicó monseñor Aguirre. Este obispo comboniano, que lleva en el país más de 40 años, descartó que el asesinato estuviera relacionado (como se pensó en un primer momento) con el tráfico de órganos, muy habitual en este país africano.

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LA GRACIA del Martes 5 de Febrero de 2019

MEMORIA DE SANTA ÁGUEDA, VIRGEN Y MÁRTIR

Bondad, pureza y fortaleza; estas tres cosas encontramos en Santa Águeda y fueron las tres grandes armas con las que el cristianismo se abrió paso en el mundo antiguo.

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LA GRACIA del Lunes 5 de Noviembre

Los verdaderos discípulos de Jesús deben abrirse con generosidad al amor de gratuidad, acumulando tesoros en el cielo y sabiendo que se debe tomar el camino de la cruz.

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